Capítulo 2
¡Holiwis! He regresado antes de lo que pensé. Espero les guste este capítulo.
Cada movimiento de Jimin es cautivador, roba mi mirada. El presentimiento de que acabo de cavar mi propia tumba no deja de rondarme. El deseo incontrolable de sacarlo de su zona de confort y hacerlo que se enamore de mí se siente como un reto interesante y tentador.
—Bueno, Jungkook, ¿qué te parece un brindis por nuestra amistad? —Le hizo una seña al bar tender.
Planeaba agradecerle por invitarme a un trago, por supuesto, si lo que hubiese aparecido frente a mí fuera alcohol.
—¿Qué significa esto? —pregunté alzando el vaso que me acababan de traer.
—¿No te gusta la leche?
No sé si me enoja más que haya pedido leche, o el tono en que me acaba de preguntar si me gusta. No puedo decir que la odie, de hecho, sí es de mi agrado, bebo cada mañana. Sin embargo, creo que es momento de contrarrestar al fuego con fuego.
—Me encanta. Solo faltan las galletitas —contesté con evidente sarcasmo.
—No sabía que eras caníbal, Kookie. —Comenzó a reír mordiendo su boca, conteniendo las carcajadas, como si no creyera lo que se le acababa de ocurrir.
Mi enojo desapareció por completo. ¿Cómo podía una sonrisa ser tan hermosa? ¿Cómo podía alguien morder sus labios tan sensual y provocativamente solo para evitar reírse en voz alta? Y, si esa era una mordida casual, ¿qué sensaciones causaría en mí verlo hacer ese gesto en un ambiente más privado?
«Calma, Kook, dijiste que serías su amigo. No puedes devorarlo con la mirada y pensar con tu entrepierna cada vez que gesticule». Ahí estaba mi conciencia dándome mi sermón diario. Tengo que continuar con la conversación, los silencios incómodos nunca traen nada bueno.
—Ja ja ja. —Forcé una sonrisa, fingiendo incomodidad con su comentario—. Me gusta mucho todo lo que tenga harina, pero hoy no me siento con ganas de comerme a nadie de mi especie —bromeé para alivianar el ambiente.
—Me alegra que así sea. No quería ser testigo de una escena de película de terror. —Bebió su trago hasta el fondo, apoyó su codo en la mesa y clavó su intensa mirada en mí.
—Has tenido suerte, jeje. —Lo imité y consumí todo el contenido de mi vaso.
Quería seguir hablando, pero me había quedado con la mente en blanco. Mis encuentros hasta ahora nunca habían estado acompañados de demasiada plática. Me siento patético. He pasado gran parte de mi vida añorando algo diferente; algo verdadero. No puedo creer que cuando tengo la oportunidad frente a mí no sé qué decir.
—¿Qué cosas te gustan? —Retomó la conversación. No sé si notó que me había quedado sin ideas o verdaderamente quería saber sobre mí.
—Los videojuegos —respondí sin vacilación con un brillo inocente en mi mirada. Debo parecer un niño emocionado ante sus ojos.
—A mí también me gustan; aunque no soy muy bueno. —Rascó su nuca. Un leve sonrojo en sus mejillas mostraba que estaba un poco apenado por admitirlo.
—Puedo ayudarte a mejorar, si quieres.
—No sé si creerte o pensar que solo quieres echarme en cara que eres mejor que yo.
—¿Cómo qué clase de persona me ves?
—Como una muy competitiva y mala perdedora —contestó sin mucha seriedad—. Pero, creo que hay más bajo esa fachada. —Sonrió.
Conversamos por un buen rato. Las palabras comenzaron a fluir más fácilmente desde mi interior y el ambiente incómodo que amenazó con formarse se había desvanecido totalmente. Esta persona me inspira confianza y familiaridad. Quiero entablar una relación distinta con él; pero no sé cómo. Siempre he sido tímido. Iniciar conversaciones no es precisamente mi fuerte.
Más de una vez he pensado que mi interés en los hombres mayores es solo una excusa conveniente para no tener que ser yo quien lleve las riendas de las conversaciones o las citas. Es más sencillo ser quien se deja llevar, más cuando se tiene una buena y experimentada escolta. Sin embargo, esta vez es distinto. Quiero formar parte de algo, no solo ser el accesorio hermoso del que mis acompañantes presumen. Quiero que me vea por quien soy, no por cómo luzco.
Él también se veía más relajado, como si la conversación fuese más fácil de sobrellevar. Yo estaba feliz, pensar que le estaba alegrando compartir su noche conmigo me tranquilizaba.
El sonido de su teléfono me sacó del pequeño mundo de ensoñación que había creado a nuestro alrededor.
—Hola. Es extraño que llames a esta hora. —Lo escuché contestar familiarmente.
Se excusó con un gesto por un segundo y se alejó unos pasos. No pude escuchar de qué habló o con quién, pero se veía muy risueño y feliz al conversar con esa persona. Eso hacía que mi pecho doliera un poco. ¿Y si me dijo que solo seríamos amigos porque ya está en una relación? ¿Es su pareja la persona con la que está hablando por teléfono?
Las interrogantes se acumulaban y arremolinaban en mi mente cuando lo vi acercarse una vez más. Su mirada se paseó por el interior del local hasta posarse en la puerta, desde la que se vio entrar un hombre joven y atractivo, con una hermosa sonrisa. Jimin agitó su mano para saludarlo y le hizo una seña para que lo esperara en la entrada. Un balde de agua helada cayó sobre mí.
—Jungkook —me habló, ya con su mirada enfocada en mí—, tengo unos asuntos de trabajo de los cuales encargarme. Mi colega me está esperando. Tengo que irme.
El tono serio de sus palabras me calaba en el alma. O era el mejor mentiroso del mundo, o yo estaba sacando conclusiones apresuradas.
—¿Por qué me mientes? —susurré. Los celos hablaron por mí.
—¿Qué has dicho? No te escuché. —Se acercó a mi oído.
¿Yo, celoso? ¿Con que derecho? Acabamos de conocernos, dijimos que seríamos amigos. Aunque ganas de monopolizarlo no me falten, debo controlarme.
—He dicho que no hay problema. Ve con cuidado, es tarde. —Lo besé en la mejilla rápidamente y miré de reojo hacia la entrada, desde donde se veía perfectamente lo que acababa de hacer.
—No es lo que piensas. —Sonrió. Vio a través de mí, estoy seguro. Desearía que la tierra me tragara para ocultar mi vergüenza.
Me dio un par de palmaditas en la cabeza.
—Yo... lo siento. —No pude decir nada más, sentía que mi voz se apagaría si lo hacía.
—Esta es mi tarjeta. —Me extendió su información de contacto—. Si deseas volver a hablar de videojuegos, o de anime, ya que hoy no tuvimos tiempo, llámame. Hasta luego.
—Sí. Adiós.
Lo observé alejarse. El bochorno me consumía, sí; pero no pude evitar que mi lengua se paseara por las paredes del interior de mi boca, haciendo relieve en mis mejillas. Estoy celoso, lo admito. No importa quién sea ese hombre. No voy a perder.
Mmmmm, ¿quién será ese hombre que llegó a recoger a Jimin? ¿Cuál será el desenlace de esto para el próximo capítulo?
Nos leemos pronto.
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