
V E I N T I D O S
¡Ojalá no hubiera ninguna cámara en los dormitorios porque el espectáculo que darían sería para que les expulsen!
—Espera, espera —susurra Todoroki apartándose de Bakugō quien se coloca entre su cuello y hombro para besarlo y lamerlo. Era muy bueno haciéndolo. La inseguridad nuevamente le pica el estómago.
—¿Qué pasa? —su voz se escucha algo ronca, el rubio se ha quitado la camisa sin mangas, algo sucia por el helado, y la ha dejado en el suelo como trapo viejo.
Todoroki olvida lo que iba a mencionar—. ¿Lo haremos aquí?
Las mejillas de Bakugō se colorean—. Bueno...
Rayos, el rubio es bastante lindo cuando quiere. Todoroki decide tomar el control ahora, besándolo mientras escurre su lengua en su boca. La saliva escurre por su mentón, es sucio, sí, pero a Bakugō le calienta que Todoroki sea tan ansioso.
Siempre se le iba la cabeza cada que se besaban, se pregunta si así estaba con las personas anteriores a él. Frunce el ceño, ese maldito miedo de ser terrible o uno más volvía a estar presente.
El de cabellos bicolor acaricia su pecho musculoso, aprieta sus tetillas y da uno que otro golpe a sus bíceps. Duele, pero se siente tan rico. Pronto la entrepierna de Bakugō se restriega contra la contraria mostrándose tan dura que hace enloquecer al chico de sentimientos calientes.
—¿En dónde está la bolsa? —susurra Todoroki entre beso y beso. Bakugō le acaba de quitar la camisa que estaba por puro lujo. Sigue apestando a colonia de vato, pero no es molesto. La verdad es que lo encuentra atractivo.
—En el piso —contesta de vuelta Bakugō mientras le desabrocha el pantalón. Todoroki lo imita, mete su mano por debajo del bóxer y se la sacude—. Compré de fresa.
Todoroki se sonroja—. Lo quería en el helado.
—El que lo va a tener metido en el culo seré yo, bastardo —comenta burlón Bakugō para volver a atrapar a Todoroki entre besos. Lo abraza y hace que se enfoque sólo en él. El de cabellos bicolor sigue masturbandolo, esta vez descubriendo en totalidad la punta. El rubio suelta un jadeo ronco poniendo a Todoroki a gotear.
Estaba húmedo y Bakugō no hacía nada por complacerlo. Eso era injusto. Decide hacer lo mismo que hizo el rubio en el festival deportivo; enreda sus dedos en su cabello y lo aparta de un tirón para acercarlo a su vientre.
—¡Oooh, bastardo! —mas que un quejido, fue un jadeo ronco. Quién diría que a Bakugō le va lo agresivo.
—Dame atención —había querido pedirle una mamada, pero también quería que le prestara atención, se le cruzaron los cables en el camino y soltó aquella frase extraña.
—No sé chupar pito —aquello hizo que la vena celosa de Todoroki se tranquilizara, al menos su ego se infló—, pero, si insistes, puedes convertir a mi boca en tu puta.
¿Por qué estoy siendo tan pervertido? ¡Dios, que alguien me calle! —piensa Bakugō sintiéndose avergonzado por tremenda barbaridad.
Y, como si Todoroki hubiera leído su pensamiento, su boca fue invadida por el miembro del bicolor. Le apretó la nariz y no se la soltó hasta que empujó sus caderas contra su rostro. Bakugō tuvo que aguantarse las arcadas, pero le gustaba tanto que el bicolor fuera tan agresivo. Pronto se encontró a si mismo lamiendo y chupando la virilidad ajena. El vello púbico le rozaba la nariz, quién diría que también ahí era bicolor.
Todoroki supo enseguida que Bakugō decía la verdad. Era torpe, a veces mordía su pito (lo cual lo consideraba doloroso y placentero, cosa súper rara, o sea, ¿a quién le excita que le muerdan la verga? A Todoroki, claro está) y, otras veces, tenía que echarse completamente para atrás porque se ahogaba. No es como que él sea crítico en dar mamadas, de hecho era virgen hasta que se acostó con Bakugō, pero deseaba devolverle el favor.
—Espera, ya voy a acabar —Todoroki intenta apartar su cara de su pilin, pero al ver a Bakugō masturbarle mientras enseña la lengua es suficiente para descargar siete veces la pistola en su rostro.
—Ahora sí ya acabaste —Todoroki azota su pene en la mejilla del rubio—, qué conveniente, ahora sí me das de vergazos.
—¿Para qué compraste un condón con sabor a fresa si no lo probaste? —el rubio queda en blanco. Punto para Todoroki.
—Bueno, quizás tú debas probarlo, antes, deja limpiarme la cara, por casi me das en el ojo, por Dios.
Andan a la cocina. Bakugō abre la llave para empezar a empaparse el rostro y quitarse los restos de semen. Sí que ha tragado algo, aún siente el sabor de los fluidos en su boca, está algo dulce, lo cual le parece agradable. Siente las manos de Todoroki pasearse en su culo, amasándolo y dándole de azotes. Quizás sí era un masoquista de primera categoría.
Cierra la llave cuando Todoroki le alza y le pone sobre la mesita que está justo al lado. Es algo incómodo considerando que hay una licuadora que podría quebrarse en cualquier momento y el bicolor sólo se dedica a quitarle los pantalones junto con el bóxer.
—¿Qué pretendes? —pregunta Bakugō volteando a verlo, no sin antes dejar la licuadora en el lavabo para que no cayera al piso y la base la dejó cerca del refrigerador.
—Voy a comer.
Cuando siente la nariz de Todoroki en su orificio una corriente eléctrica le pasa por toda la espalda. El bicolor empieza a lamerle los testículos y parte de la base de su pene. Chupa uno y pronto se hace cargo del otro. Lo que le tiene más nervioso es que restriegue su nariz. ¿Acaso no sabe que por ahí sale la caca? ¡No quiere que le huela! Pero el morbo, joder, el jodido morbo le hace quedar durísimo. Entonces siente una suave lamida que va desde la base de su pene, envuelve sus bolas y prontamente pasa a su entrada.
—¡Ohh, eres un sucio! —exclama Bakugō mientras chorrea del preseminal. Todoroki lame lo poco que ha quedado en su pene, porque el resto ha caído sobre la mesa.
—Gracias por la comida.
Todoroki le acaba de besar el ano, Bakugō siente un espasmo en toda su espalda baja. Vuelve a lamer su orificio y de vez en cuando muerde sus glúteos. Está siendo jodidamente cuidadoso y lento que hace que su pene tiemble de puro placer y morbo. Bakugō quizás sí sea un desviado en todo sentido, desea que el bicolor ingrese su lengua y lo fornique de esa manera.
Y lo hace. Como si leyera su pensamiento, pronto su lengua es la que entra y sale de su entrada, escupiendo en repetidas ocasiones para lubricarla, otras veces hurgando con los dedos y, muchas más, con la lengua. Se siente extraño, muy raro, nunca había recibido un beso negro y jamás en su vida se le hubiese ocurrido.
Pero a Todoroki vaya que sí y eso le enloquece. El bicolor se la sacude otro rato mientras sigue besando y lamiendo su entrada haciendo que Bakugō se deshaga en gemidos y jadeos roncos. Quiere que empiece lo bueno, que le dé hasta por las orejas, que lo haga de una puñetera vez y sea tan jodidamente ansioso como un perro.
Ahí donde lo ven tan calladito es en extremo un pervertido. Todoroki sí que le hace una buena mamada de culo, quizás, por mucho, una de las mejores experiencias que ha tenido -como si pudiera compararla con alguna del pasado porque en su perra vida ha vivido algo así-.
Bakugō está de gritón, jamás se calla y su garganta es capaz de dejar escapar cada insulto, jadeo y maldición cada que le penetra con la lengua. Lo hace vibrar de placer, que, pronto, termina manchando la mesa y la mano de Todoroki.
El rubio se desparrama en la mesa sintiéndose agitado, pero para nada cansado. Ruborizado hasta los hombros, se da la vuelta.
—Escúchame bien, tu pito en mi culo, ahora.
Todoroki no necesita escuchar más.
Esta vez Bakugō se sienta en la mesa, dejando su culo para delante y se lo pueda coger de frente. Quiere ver a ese estúpido bicolor correrse como la primera vez, quiere que le llene el interior. ¡Al carajo los condones! Le gusta sentirse llenado por una verga y que le dejen escurriendo el culo de leche.
Todoroki se ubica entre sus piernas, Bakugō intenta ponerselas en el hombro, pero una mala patada le da en el rostro.
—¡Uys! Se me fue.
—Eres bien bruto, ¿por qué no te quitaste las botas?
—¿Acaso no te parezco sexy?
Cállame, por favor, que me muero de vergüenza por cada mamada que sale de mi boca —piensa Bakugō atormentado por su lado extraño y totalmente anti-yo.
—Sí, muchísimo —responde Todoroki mientras se masturba y besa el cuello y pecho del rubio. Bakugō echa la cabeza para atrás. Grave error, se acaba de golpear contra la pared.
—¿Por qué no lo hacemos en una cama?
—Porque la mesa es para comer —Todoroki le dedica una pequeña sonrisa burlona haciendo que el corazón de Bakugō salte de puro gusto.
Definitivamente está enamorado.
Entonces, cuando el bastardo le mete el pene de repente, Bakugō le abraza con las piernas el cuello mientras se cuelga de su cabeza.
—¡Que me matas, me matas! ¡Me voy, me voy!
—Joder, eres tan estrecho.
—El niño bonito también dice groserías.
—¿Soy tu niño bonito?
Bakugō siente que su corazón estallará.
—Sí, eres mí niño bonito.
Todoroki lo embiste suavemente mientras besa sus mejillas y ojos con una ternura que deja a Bakugō le deja el cerebro frito. Quién diría que con esos labios le besaran con tanta ternura cuando momentos antes le mamaba el culo con tanta vocación.
—Me gustas, Katsuki —susurra en su oído el bastón navideño. Bakugō lagrimea de placer y gusto.
—También me gustas, Shōto —enreda sus piernas ahora a su torso y se dedica a besar su rostro con devoción.
Quizás ya era suyo.
***
Juro que escribo mejor el sexo ahora.
***
¿Quieres ganar un capítulo único? Entra al libro de ¡Sorteo! para saber cómo obtenerlo.
Para saber más sobre futuras actualizaciones, te invito a seguir mi canal de Whatsapp.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro