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Segunda Oportunidad

Pasadas unas semanas...

—¡Excelente trabajo, Swang!

—Soy Swap, señor.

—Como sea, no es necesario que me aprenda tu nombre, el resto de la ciudad lo hará por mí cuando termines el reportaje y no hablen de nada más que de ti.

Blueberry estaba entusiasmado a más no poder, era la primera que su jefe le decía algo tan positivo y esperanzador. Estaba muy contento, ya que el reportaje que hizo del Guardián de la Noche, no solo salvó su trabajo, sino que fue muy popular en ratings. Todos en su trabajo lo felicitaron, y ahora, hasta su jefe lo hizo.
Pero fue hasta que algo en sus palabras le llamó su atención y entonces detuvo su celebración interna.

—Emm... Señor, ¿a qué se refiere con "terminar el reportaje"?—, preguntó tímidamente el de pecas, —Mi investigación ya está al aire hace bastante, por eso pudo ver el rating de esta.

—¿Y crees que no lo sé, Swang?—, se burló el director, pasando su brazo por los hombros del más bajo, —Tu reportaje ha sido un éxito, y es por eso que quiero un segmento completo sobre el Guardián, hecho por ti.

—¡¿Q-Qué?!

—¡Hey! Pero para que no creas que soy un mal hombre que no piensa en sus empleados, te daré un tiempo razonable para tu investigación, ¿Qué te parecen tres meses?

—S-Señor, yo-

—Bien, cuatro meses. ¡Ni un día más ni un día menos! Sino vamos a perder el rating que ganamos en tu reportaje de hace unas semanas.

—¡P-Pero, señor! Puse todo mi esfuerzo en ese reportaje, ¡Hasta conseguí una entrevista con el Guardián! Es imposible que yo-

—¡Nada es imposible, Swang! Lo acabas de demostrar con tu esfuerzo y entrega dándonos un éxito en ratings. Aún ni se cómo te conseguiste una entrevista con el Guardián, pero con esas habilidades que demuestras, seguro no te costará complementar más tu investigación para que dure treinta minutos.

—¡¿T-Treinta minutos?!

—Cuento contigo, Swang.

Dicho esto, el director se separó del menor y caminó contento fuera del estudio. Blueberry estaba que se moría.
Otra vez su trabajo pendía de un hilo. Anteriormente había utilizado todos sus limitados recursos para poder complementar la entrevista con el Guardián, pero ahora no sabía que hacer.
No tenía formas de complementar su investigación, ya había acabado todo.

Fue entonces cuando recordó, que tenía un recurso, alguien con poder que podía ayudarlo. Una luz de esperanza se vio en sus ojos celestes, y una mirada determinada se hizo presente en su rostro. No, esto no ha terminado.
Rápidamente agarró su teléfono celular y buscó entre sus contactos el nombre del hombre que podía salvar su investigación y su trabajo.
Detective Dust Murder.

—Habla Murder—, contestó al otro lado de la línea el detective de cabello negro y piel pálida con su típico tono de voz severo y grave.

—¡Dust!—, exclamó Berry, contento de que su llamada fuera respondida. Tenía miedo de interrumpir al detective justo llamándolo en medio de un procedimiento. Si contestó supuso que no estaría ocupado, pero quiso preguntar para corroborar, —¿Estás ocupado?

—¿Blueberry? Vaya, qué bueno es saber de ti, ha pasado tiempo—, el contrario contestó, cambiando su tono de voz por uno más amistoso, —No estoy ocupado en este minuto, ¿Pasó algo?

—Necesito tu ayuda, mi trabajo depende de ello—, aclaró el castaño, sin más rodeos, —Mi jefe me está haciendo la vida imposible otra vez.

—¿Y quieres que lo arreste?

—¿Qué? ¡No!—, negó el periodista, dándose unos segundos para reconsiderar la oferta pero negándose instantáneamente, —Por mucho que me gustaría que lo hicieras, no es la clase de ayuda que necesito de ti.

Del otro lado de la línea se escuchó una risita divertida, —Je, ¿entonces?

Blue sonrió decidido, a pesar de que su contrario no podía verlo a través de la llamada, quería transmitirle toda su determinación, —Tu tienes más poder legítimo que yo, tienes accesos a distintos métodos de investigación, tienes muchos más recursos que yo cómo un simple periodista... Necesito que me ayudes con mi reportaje.

La llamada se mantuvo en silencio por varios segundos, más de los que Berry podría haber esperado.
¿Su pedido habrá sido fuera de lugar? ¿Rompería las reglas por él?
Segundos después de haber solicitado la ayuda del policía ya se estaba arrepintiendo. No quería ser una molestia, y para nada quería meter en problemas a su amigo detective. 

—Emm, lo siento Dust—, rió nervioso el castaño, interrumpiendo el silencio incómodo en la línea, —Olvida lo que dije, no sé en que estaba pensando.

Solo esperaba que el detective hiciera caso omiso a todo lo que le había dicho anteriormente. Blue no era alguien que sintiera vergüenza muy seguido, él era muy seguro de si y nunca se arrepentía de sus acciones, pero ahora, realmente estaba avergonzado. Por alguna razón, cuando se trataba de Dust, era diferente.

—¿Eh?—, se escuchó al otro de la línea, la voz grave y confundida del detective Murder, —Oye chico, yo-

—Lo sé, lo sé, seguramente estás muy ocupado con tu propio trabajo, o peor aún, quizá te incité a romper las reglas—, se quejaba Blue en voz alta, sonrojado hasta las orejas, —Lo siento, Dust, no sé en qué pensaba en llamarte.

—Oye chico, déjame hablar, ¿quieres?—, reía del otro lado de la llamada el pelinegro, bastante tranquilo y amistoso, —¿Tu crees que no me voy a hacer un tiempo para ayudar al chico que me salvó la vida?

—¿Qué?

—Cuenta conmigo, Blue—, dijo finalmente el detective, oyéndose bastante emocionado al contrario de lo que cualquiera pensaría, —Haré lo que pueda para ayudarte, ¿quieres que nos juntemos a hablar del caso? ¿Cuándo estás libre?

Si antes Blueberry estaba bastante sonrojado, ahora era un desastre total. No podía creer que el detective demostrara tal interés en ayudarlo, sonaba realmente motivado. Se haría un tiempo en su ajetreada vida de policía solo para ayudarlo a él.
Sí, definitivamente estaba encantado con ese hombre.

—E-Eh, ¡ahora mismo estoy libre!—, exclamó el periodista, corriendo a su oficina para tomar sus cosas, —¿Qué hay de ti?

—Tengo un caso, pero se lo dejaré a Killer, mi compañero—, rió el detective, escuchando las quejas de fondo del mencionado, —¿Estás en el estudio del noticiero?

—Emm... ¡sí!

—Genial, paso por ti en 20.

Y sin más la llamada finalizó. Blueberry se sentía vigoroso, y caminó alegre con gran dicha hasta la salida del estudio. Nadie podría quitarle esa sonrisa.

~•~

—Buen trabajo, señor Crayon—, felicitó la maestra mientras despedía al resto de la clase, pero que en ese momento centraba su atención en cierto moreno de cabello rapado—Sabe, si se concentrara un poco más para el siguiente debate, lo ganaría sin duda. Solo tiene que concentrarse, ha estado muy distraído este último tiempo.

—¿Por qué lo dice?—, cuestionó Error mientras guardaba todos sus apuntes en su bolso, sin siquiera mirar a su profesora. Solo quería irse cuanto antes de allí.

—Porque conozco a mis estudiantes, y sé cuando no están dando lo mejor de ellos—, insistió la mujer, llevándose un bufido enfadado a cambio, —¿Ha estado todo bien con usted, señor Crayon?

—¡¿Por qué mierda todos me preguntan lo mismo?!—, exclamó furioso el pelirrojo, golpeando su propio bolso para desquitar su ira, —¡Sí, estoy bien! ¡Estoy jodidamente bien! 

—¡Señor Crayon!

—¡¿Qué, la ofendí?!—, se burló el moreno, agarrando sus cosas para salir lo más rápido de allí. No quería tener un arranque de ira allí mismo, —¡¿Por qué no se mete en su puta vida mejor y deja de entrometerse en la mía?!

Dicho esto el moreno dejó el auditorio, caminando furioso por los pasillos. No dejaba de sentir todas las miradas de sus compañeros en él, y es que su escenita con su profesora no pasó desapercibida, provocando que se sintiese acosado. Quería esconderse, no quería que lo siguieran viendo así.

—¡¿Qué es lo que miran, hijos de puta?!—, gritó a todos los que lo rodeaban, alarmando a más de uno, —¡Sigan con su vida, y métanse en sus asuntos!

Instantáneamente todas las miradas sobre él desaparecieron. Algunos se alejaron del lugar incómodos, y otros solo desviaron su atención nerviosos. Error era alguien bastante intimidante.

Estaba deseando tener un saco de boxeo cerca de él para poder descargar toda su ira en este y no en algún estudiante inocente que se cruzase en su camino en el momento menos oportuno. Eso ya le había ocurrido y no quería que volviese a pasar.
Fue entonces que dentro de su rango de visión se cruzó cierto rubio. Un rubio de ojos verdosos, piel blanca, hermosos tatuajes en brazos y una radiante sonrisa. Un rubio que no veía hace mucho.
La última vez que lo vio, compartieron un chocolate caliente en la cafetería del campus, después de que el rubio fuera a dejarle su portafolio al decano de la facultad de artes. Conversaron toda la tarde aquella vez, a gusto compartían ideas, contaban historias, reían de sus chistes. Una tarde verdaderamente inolvidable para el pelirrojo, ya que hacía tiempo que no se sentía tan bien en compañía de alguien. Ese chico tenía la habilidad de que se olvidara de sus problemas por unos minutos aunque sea, con tan solo ver sus ojos y su sonrisa.
Y allí estaba de nuevo. Lo veía a él, y solo a él, lo veía acercarse muy contento, casi corriendo hacia él.

Fue entonces, que toda esa ira que tenía acumulada, simplemente desapareció.

—¡ERROR!

—Ink...

—¡GRACIAS!—, gritó eufórico mientras se acercaba rápidamente al moreno, —¡GRACIAS, GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS!

—¿Qué diablos te pasa?—, rió divertido una vez vio como el rubio llegó finalmente frente a él, pero ya tan agotado que tuvo que detenerse para recuperar el aliento, —¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en tu florería?

—¡Renuncié esta mañana!

—¡¿Qué hiciste qué?!

—¡Me dieron la beca, Error!—, gritó entusiasmado, acercándose lo más posible al moreno, pero claro está, sin tocarlo ni violar su espacio personal, —¡Me la dieron! ¡Vuelvo a clases la próxima semana!

Error estaba impactado, y automáticamente sonrió contento, celebrando junto al rubio que daba pequeños saltos de la emoción una vez recuperado el aliento, —¡Eso es genial, Ink! ¡Te felicito!

—Es todo gracias a ti, Error—, sonrió el rubio, ya dejando de saltar para descansar sus piernas y viendo directamente a los ojos del más alto.

El moreno desvió la mirada algo nervioso, aunque no se explicaba por qué, —¿De qué hablas? Tú te ganaste esa beca con tu talento, que debe ser inmenso para impresionar al decano.

—¡No te hagas!—, rió el rubio, con una sonrisa sincera, —Tú fuiste quien habló con el decano, tú fuiste el que me dio esta segunda oportunidad. Nunca nadie se había tomado tantas molestias por mí, nadie jamás había hecho algo tan lindo por mí. De verdad, te lo agradezco mucho, Error. ¡Eres el mejor!

El pelirrojo esta vez no pudo evitar sonrojarse un poco, y volvió su mirada al chico frente a él para ver su hermosa sonrisa llena de alegría y gratitud. Éste sonrió en respuesta, rascando su nuca algo nervioso, —Bueno, era lo mínimo que podía hacer por alguien como tú.

—¿Por alguien como yo?

—Fuiste la primera persona en mostrarme un poco de humanidad después de- e-emm... mucho tiempo—, confesó Error, haciendo lo posible por no verse afectado por sus propias palabras, —Me ayudaste a controlar mi ataque de ansiedad, algo que jamás nadie había hecho por mí. Me hiciste sentir mejor en un momento donde solo podía sentir lo peor. Eso me dice que eres una buena persona, una increíble persona que merece poder cumplir su sueño de estudiar lo que ama y le apasiona.

Esta vez, fue Ink quien se sonrojó. Jamás creyó que sus pequeños gestos con el moreno hubieran tenido tanta repercusión en él. Le hizo sentir especial, al sentir que el moreno realmente valoraba la clase de persona que él era. Sonrió enternecido y alagado, a la vez que intentaba esconder su sonrojo.

—V-Vaya, no sé qué decir—, suspiró el de ojos verdosos, frotando su brazo derecho para que su nerviosismo disminuyera. 

—Tengo una idea—, sonrió el pelirrojo, intentando como podía que su sonrojo pasara desapercibido, —Qué tal si vamos a comer algo para celebrar tu reintegración a la universidad, ¡yo invito!

Ink quedó pasmado. ¿Estaba invitándolo a salir? Una emoción inexplicable invadió su pecho y por consecuencia una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Su pequeño sonrojo se extendió mucho más con solo escuchar la proposición del más alto. 

—¿En serio?—, preguntó Ink, completamente ilusionado ante la situación, —¡Me encantaría!

—¿De verdad?—, Error ni siquiera podía pensar claramente lo que hacía, estaba más distraído viendo como su contrario se veía tan adorable con ese sonrojo y esa linda sonrisa. El moreno sonrió conforme, y con precaución se acercó al más bajo, —¡Genial! Conozco un lugar cerca de aquí donde sirven las mejores malteadas de chocolate y unos sándwiches bastante sabrosos.

—¡Eso suena maravilloso!—, exclamó Ink. En seguida ambos emprendieron rumbo a su destino, mientras caminaban juntos y charlaban entre ellos.

~•~

El par se sentía muy a gusto. Llevaban horas hablando en aquel local de sándwiches, y nada parecía poder interrumpirlos. Los envases de malteadas llevaban ya bastante tiempo vacíos, y de los sándwiches que pidieron solo quedaban migajas. 
Error se sentía tan contento allí sentado, al igual que la primera vez que compartieron un chocolate caliente, al igual que la primera vez que hablaron en esa florería. Sus pensamientos negativos sobre el mundo y sobre él mismo fueron olvidados por completo con solo escuchar la risa de Ink, y sus tiernos cumplidos.
Él le hacía sentir mucho mejor, le recordaba constantemente lo buena persona que él era y le daba razones para no rendirse. A pesar de que sabía que sus palabras no eran ciertas, porque al igual que sus hermanos, no conocían su lado oscuro. Pero, a diferencia de Fresh, a Ink si parecía creerle lo que decía de él. No entendía por qué, ¿sería su tono de voz? ¿sería la forma en que lo decía? ¿o simplemente, era él?

Ink por otro lado estaba complacido a más no poder. Aun le costaba creer que había llamado la atención de ese hombre tan bueno y guapo. Por lo que conversaban, él no entendía como es que nadie podía ver lo que él veía en Error. Sí, su histérica personalidad, su inusual fobia, sus problemas de ira y ansiedad servirían para espantar a cualquiera, pero Ink no creía fuera algo por lo cual sentirse excluido...

—Todos tenemos defectos, miedos, mañas, ¡nadie es perfecto!—, decía Ink, jugando con las migajas de su sándwich, —Es por eso que hay que aprender a ver el lado bueno de las personas, ver lo mejor de ellos y aprender a perdonar. Todos cometemos errores, todos merecemos una segunda oportunidad... Creo que jamás me cansaré de decirte que eres un chico fenomenal, Error. 

—¿De verdad piensas eso?—, cuestionó Error, sonrojado a más no poder. Ink realmente veía algo bueno en él, algo que ni siquiera el mismo moreno podía ver en si mismo. Estaba tan conmovido, incluso, sintió un ligero alivio en su peño que no había sentido desde hacía mucho tiempo.
Sintió unas ganas increíbles de llorar, pero no de angustia, sino de tranquilidad, de alegría. Sintió esperanza en si mismo, en que podría ser la persona tan buena que era a los ojos del rubio.

Ink notó eso, y sonrió para trasmitirle confianza. Con precaución, acercó su mano por sobre la mesa a la del contrario, con lentitud y cuidado.

—Es bueno llorar, ¿sabes?—, susurró Ink, a pesar de ser casi los únicos en el local, quería que Error fuera el único que escuchara, —Si quieres llorar, hazlo. Jamás te juzgaría.

Error trató de esconder su rostro como pudo, apoyando su cabeza en la mesa, ¿acaso era muy evidente? —Estás loco, estamos en un lugar público, Ink.

El rubio de ojos verdosos rió un poco, aún tratando de alcanzar la mano del moreno, —¿Eso es un problema? ¡Yo lloro hasta en el bus!

Error no pudo evitar dejar escapar un carcajada, —Así que es verdad lo que dicen de los artistas.

—¿Qué cosas?

—Que son muy sensibles—, rió Error llevándose a cambio una mueca de Ink. 

—No tiene nada de malo ser sensible—, el rubio frunció el ceño como si se hubiera amurrado. Pero entonces su expresión se relajó un poco, —O al menos eso creo yo... Mi hermano solía decir que a veces ser muy sensible era algo malo, ya que otros podían aprovecharse de eso.

Error notó la cercanía de la mano del contrario a la suya sobre la mesa. Vio como la expresión de Ink se veía algo confusa por la reciente declaración. Sonrió con calidez, y se armó de valor para poder tomar la mano del rubio. Con dificultad y mucho miedo, su mano tocó la del otro, y con cuidado intentó entrelazar sus dedos.

Ink fue tomado por sorpresa. Desvió su mirada a su mano y se encontró con la increíble imagen de su mano entrelazada con la del moreno. Él había luchado contra su hafefobia, contra su horrible temor, ¿por él?

—Por más que odie decirlo, creo que tu hermano tiene razón—, suspiró Error, viendo fijamente a los ojos verdosos frente a él, —Sé que quieres ver el lado bueno de todo el mundo, pero aunque no lo quieras, hay gente muy mala, Ink. Hay gente que solo se dedica a dañar a los demás... No quiero que algún imbécil insensible te lastime, puedes contar conmigo para todo lo que necesites.

—E-Error... N-No tienes que hacer esto...—, tartamudeaba el joven artista, tan nervioso que ni siquiera podía hablar bien, —T-Tu fobia... N-No quiero forzarte a nada que no quieras.

Error sonrió, algo tembloroso. Poco a poco se acostumbraba a sentir el tacto del rubio, —No te preocupes por eso, yo quiero hacerlo. Y-Yo... R-Realmente quiero tomar tu mano.

Pudo haber sido solo una tomada de mano, algo que cualquier persona haría en su vida cotidiana, pero para ellos dos, significó algo mucho más grande.

~•~

—No tenías que acompañarme a casa—, reía Ink burlón, mientras se acurrucaba en la chaqueta que Error le había prestado para que no pasara frío. Ambos estaban frente a la casa del rubio, —Puedo cuidarme solo, ¿sabes?

—Lo sé, la verdad es que acompañarte fue solo una excusa para pasar más tiempo contigo—, rió Error, llevándose una risa a cambio de su acompañante.

—¡Wow! Tu plan funcionó, eres un genio del mal—, rió Ink finalmente, para simplemente sonreír tímidamente, —Gracias por acompañarme de todos modos, eres muy lindo conmigo.

—De nada, Inky—, sonrió Error, sonrojado hasta las orejas al darse cuenta del apodo que le dio. Esperó algún tipo de mueca de disgusto del contrario, mas solo se encontró con una hermosa sonrisa enternecida y un tierno sonrojo en sus pómulos. Se sintió aliviado, se sintió encantando, —¿Nos veremos pronto?

—¡Claro que sí! Me encantaría repetir esto—, exclamó el rubio con una sonrisa de oreja a oreja. Acto seguido se acercó al más alto y con sutileza le preguntó, —¿Puedo intentar algo?

El moreno asintió algo preocupado. Notaba que la cercanía del contrario era bastante, por lo que se esperaba un abrazo o algo así. Estaba muy nervioso y algo aterrado, no le agradaba mucho la idea. Sin embargo, vio esa sonrisa tímida en el de ojos verdosos y no pudo evitar caer rendido ante ella. Se tragó sus miedos, cerró los ojos con fuerza y esperó a que el dichoso abrazo llegara.
Pero nunca llegó. En su lugar sintió algo que jamás esperó, un cálido pero rápido beso en la mejilla.

El moreno se quedó paralizado, como piedra. 

—¿Estás bien?— preguntó algo angustiado el rubio por la reacción del contrario, —¿Fue demasiado? Oh, lo lamento tanto.

—N-No, está bien... E-Estoy bien...—, suspiró Error, con el rostro más rojo que nunca, colocando una mano en el lugar exacto donde el joven artista lo había besado, —F-Fue, emm... m-muy lindo.

En respuesta Ink sonrió contento. Sujetó las llaves de su casa para insertarlas en la cerradura de la puerta. Finalmente se despidió del moreno, —Gracias por todo, Error. Nos vemos luego.

Rápidamente el rubio entró a su casa echo un marojo de nervios. Su cara ardía como nunca. Pero a pesar de todas esas sensaciones, él se sentía más feliz que nunca. Corrió hasta su habitación para lanzarse a su cama para gritar contra sus almohadas. Lo único que quería hacer ahora era dormir para soñar con ese encuentro una y otra vez, solo para ver al pelirrojo.
Pero entonces, a un costado de su cama, yacía su bolso donde ocultaba su alter ego. Suspiró algo fastidiado antes de levantarse de su cama y tomar el bolso para cambiarse.
El deber llama.

Error por su parte, se quedó observando por varios minutos la puerta por donde su acompañante había desaparecido. Después de un largo y profundo suspiro, emprendió rumbo a su apartamento, sonriendo como idiota.
Ya no tenía ganas de ir por su alter ego para desquitar su ira en criminales cualquiera, ahora solo quería llegar a su casa a observar la anémona que tenía en su habitación.

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