Sálvame
La noche sobre la gran ciudad ya había caído.
Ink corría, tan rápido como sus piernas podían.
Después de volver a su casa, y que su novio aún no contestara sus mensajes ni llamadas, se angustió tanto que olvidó su responsabilidad como Guardián de la Noche, y simplemente salió en busca de su amado.
Corría y corría en dirección al departamento del moreno, llevándose quejas de algunos transeúntes que empujaba por accidente.
De pronto, Ink se detuvo en una esquina, necesitaba unos segundos para recuperar el aliento. Sentía una horrible culpa después de la conversación con su cuñado. No podía creer que lastimó así los sentimientos de su novio, seguramente su lindo pelirrojo debía estar odiándolo.
Debía llegar cuanto antes al departamento de Error, no soportaba la idea de que lo odiase, o peor aún, pensase en terminar con él.
Debía disculparse cuanto antes, debía saber que estaba bien, debía verlo a salvo y feliz. Su corazón se retorcía solo con la simple idea de verlo llorar. Ni por su fobia, ni por su ansiedad, ni por su telenovela favorita, sino por culpa de Ink.
Ante ese pensamiento fugaz, el rubio recuperó el aliento y se reincorporó para seguir corriendo. Fue entonces que vio el callejón al lado de él. Se le ocurrió que si se iba por aquellas calles pequeñas, llegaría más rápido. Aunque claro, nunca es aconsejable caminar por calles solitarias y oscuras por las noches, menos en solitario, el peligro era muy evidente.
Pero eso no detendría a Ink, después de todo, él era el Guardián de la Noche, no le temía a nada. Además, su novio lo necesitaba, su seguridad propia era lo que menos le importaba en ese instante.
Sin pensarlo más de la cuenta, se adentró por el callejón y siguió su camino por aquellas calles pequeñas, poco iluminadas y solitarias. He de admitir que tenía una pequeña inseguridad gritandole en el fondo de su subconsciente; Que era muy peligroso lo que estaba haciendo, y si algo pasaba, no tenía sus armas como Guardián para defenderse, ni sus cuerdas, ni su gancho y soga, ni sus bombas.
Sin embargo, trataba de converse de que nada le pasaría, y en el caso hipotético de que algo pasase, él sabía defenderse solo con sus puños, no debía temer.
Quizá debió haberlo pensado más.
A mitad de camino, una camioneta oscura se cruzó frente a él, obstruyendo su ruta. No tuvo ni tiempo para reaccionar cuando tres personas encapuchadas se bajaron del vehículo y rápidamente corrieron hacia él para inmovilizarlo.
Ink apenas pudo asimilar la situación, cerró sus puños e intentó defenderse de sus atacantes. Esquivó con facilidad al primero de ellos, y con un par de puñetazos en su cara y estomago, y sus técnicas de combate aprendidas con el tiempo, pudo quitárselo de encima, noqueándolo. Se sintió muy fácil para él, y agarró una confianza que no le duró más de un minuto cuando vio que la segunda asaltante le apuntaba con una pistola directo a la cara.
El rubio tragó secó.
—Quédate quieto, hijo de puta—, escupió la criminal que le apuntaba, mientras el tercer asaltante iba a ver como se encontraba su compañero herido por el pintor.
Ink se sintió por primera vez en mucho tiempo, en peligro real. Deseaba tanto tener en ese momento sus bombas de pintura y su gancho y soga para atacar a la muchacha que le amenazaba. Pero sin sus armas, ¿qué podía hacer él frente a una pistola?
—V-Vamos chicos, no hagamos esto—, intentó hablar el indefenso rubio, utilizando otro recurso para quizá salvarse, —Podemos simplemente discutirlo.
—¡Cierra la boca!—, habló el tercero de los asaltantes, viendo como su compañero no despertaba, —¡¿Qué le hiciste a Jason?!
—¿Q-Quién?
La chica con el arma frunció el ceño, y puso su dedo en el gatillo amenazándolo, —No te hagas rubiecito, ¿qué le hiciste a nuestro compañero?
—S-Solo lo noqueé—, explicó Ink, temblando ligeramente, —E-Estará bien, lo prometo.
La muchacha que le apuntaba no pareció creerle, y se acercó precipitadamente a su víctima, colocando el arma bajó su mandíbula, —Te volaré los sesos aquí mismo, malparido.
—¡No, no! T-Tranquila, vamos, podemos arreglarlo—, suplicó el pintor, a la vez que ideaba un plan en su cabeza. Ahora que la chica estaba cerca de él, podía atacarla, y mientras pensaba en como hacerlo correctamente para quitarle el arma, intentaba desviar su atención con sus súplicas, —¿Qué es lo que quieren? ¿Dinero? No llevo nada conmigo, p-pero si quieren les puedo depositar todo lo que tengo.
—¡Oye, Kate!—, llamó el tercer asaltante a la chica del arma, aún junto a su inconsciente compañero, con una sonrisa complacida, —Deja que el chico hable... ¿De cuánto estamos hablando?
—D-De todos mis ahorros para la universidad. N-No sé el monto exacto, p-pero es todo lo que tengo.
Eso pareció distraer lo suficiente a la muchacha, e Ink vio la oportunidad perfecta. En un acto fugaz, enredó sus pies en los de la chica, logrando que perdiera el equilibrio, y en el proceso, con un codazo en el estomago pudo debilitarla y quitarle el arma. Acto seguido, se posicionó detrás de ella y la golpeó con la misma pistola en la nuca, para noquearla igualmente.
Suspiró anonadado de sus propias acciones, —V-Vaya, no pensé que funcionaría...
Antes de que siquiera pudiera voltearse a enfrentar al tercer asaltante, recibió un fuerte puñetazo en el rostro que lo botó al suelo, y en el impacto, terminó soltando el arma. El criminal sujetó la pistola antes de que Ink pudiera tomarla nuevamente y le apunto directo a la frente.
—¿Quién mierda te enseñó a pelear así?—, se burló el asaltante, mientras se acercaba amenazante al rubio, —Tengo que admitir que eres de los pocos que han puesto resistencia a nuestros robos, y de los más difíciles que nos ha tocado.
El criminal sujetó fuertemente a Ink del brazo, lo levantó del suelo de un tirón y lo empujó violentamente contra un muro, inmovilizándolo y torturándolo al doblar su brazo a más no poder contra su propia espalda.
Lo único que podía hacer Ink era forcejear inútilmente y quejarse del horrible dolor.
—De esta no sales vivo, hijo de perra—, le susurró al oído el asaltante, colocando el arma contra la espalda del pintor, amenazando con apretar el gatillo en cualquier momento.
Ink intentaba pensar en una forma de librarse de esta, pero su desesperación no le dejaba pensar claramente. Sentía que realmente serían los últimos segundos de su vida, y en lo único que podía pensar era en que jamás podría disculparse con su amado novio, ni verlo por última vez...
No.
No podía darse por vencido.
Eso no es lo que Zephyr ni Error hubieran querido.
El rubio rápidamente trató usar la misma estrategia que usó con la chica de hace un rato, e intentó hacer que su atacante perdiera el equilibrio al enredar sus piernas con las de él, pero lo único que consiguió fue liberarse unos segundos de la presión contra el muro que Ink aprovechó para intentar huir.
Sin embargo, no logró avanzar mucho cuando su atacante comenzó disparar.
Sintió que moriría allí mismo. Que en cualquier momento una bala le llegaría y le atravesaría el cuerpo. Un disparó llegó cerca de sus pies y con eso el rubio cayó al suelo. Pero entonces, antes de poder volver a levantarse con las pocas fuerzas que tenía y toda su angustia contenida, escuchó un fuerte estruendo de metal. Los disparos cesaron.
Ink, con un horrible miedo, aún sin poder levantarse, se volteó hacia donde había escuchado el estruendo y palideció cuando vio a su mismísimo archienemigo allí parado, viendo con una mirada indescriptible a su ahora inconsciente asaltante, con sangre en sus guantes metálicos.
Si antes tenía miedo, ahora al pintor estaba que le daba un ataque al corazón.
—D-Destructor...
El susurro incrédulo del rubio no pasó desapercibido en ese desolado callejón, y el encapuchado cambió su mirada del asaltante ensangrentado al joven a unos metros de él que había salvado hacía unos instantes.
—¿Estás bien?—, preguntó el moreno con una voz profunda y espeluznante, a la vez que se acercaba al pintor, y le ofrecía una mano para que este se pusiera de pie.
Ink observaba sin habla los gestos de quien él conocía como su mayor enemigo y horrible criminal. Su mano tendida, en modo de ayuda, era en realidad el guante metálico cubierto de sangre con el que había atacado a su asaltante.
Rechazó el gesto, poniéndose de pie él solo con mucha dificultad.
—¿L-Lo mataste?—, preguntó sin más el rubio, con una temible seriedad en su voz.
El encapuchado arqueó una ceja, —No lo sé, quizá solo está inconsciente, o quizá está muerto... ¿Quieres que me cerciore que esté muerto?
—¡No!—, exclamó iracundo el pintor, —N-No puedo creer lo que hiciste, ¡¿estás loco?!
—Iba a matarte.
—¡¿Y qué si lo hacía?! ¡Ese es mi problema, no tuyo!—, gritó Ink furioso. Casi se le había olvidado que hablaba con el Destructor como civil, y no como Guardián de la Noche.
Era realmente extraño que el muchacho que había estado tan aterrado hace unos minutos atrás por unos asaltantes cualquiera, ahora estuviese regañando al criminal más peligroso de toda la ciudad.
Sin embargo, el miedo que Ink había sentido ya no estaba. Y es que ese famoso criminal, conocido por ser despiadado y sangriento, le había salvado la vida.
Ni él se podía explicar como se sentía en esos momentos.
—Eres la primera persona que al salvarle la vida, se enfada conmigo—, gruñó el moreno, mientras observaba al joven rubio frente a él.
—¿Salvar?—, se burló el de ojos verdosos.
—Sí... Aunque no lo creas, chico, he salvado vidas antes, no eres el primero—, contestó con voz grave el Destructor.
Ink frunció el ceño, —Eres un asesino.
—Sí lo soy—, admitió el encapuchado, —Pero eso no significa que no intente hacer el bien.
—Pues tus formas de "hacer el bien" no son muy convencionales que digamos—, volvió a reprochar el rubio, esta vez dándole la espalda al criminal, —Como sea, gracias por salvarme. Me tengo que ir.
Ink intentó caminar un par de pasos, antes de caer al suelo rotundamente. Resulta que en la balacera, mientras él huía por su vida, al momento de caer se había doblado un tobillo. No había notado el horrible dolor gracias a la adrenalina del momento. Pero ahora, mierda que dolía.
—¡Ah, maldita sea!—, se quejó el rubio con un fuerte alarido de dolor. Sujetó su tobillo con una mueca que expresaba su molestia.
El Destructor lo observó unos segundos como el joven frente a él se retorcía de dolor, antes de reír entre dientes y acercarse nuevamente a éste.
—¿Necesitas ayuda?—, volvió a ofrecer su guante ensangrentado como gesto de ayuda, siendo rechazado nuevamente.
—¡Aleja esa cosa asquerosa de mí!—, exclamó el rubio, intentando nuevamente ponerse de pie para alejarse lo antes posible del villano junto a él.
—Es solo sangre—, dijo el Destructor, sonando increíblemente amable. Eso sorprendió tanto al rubio, pues de todo el tiempo que conocía al villano, nunca le había escuchado hablar así.
Le recordó inconsciente a la voz tan grave y amable de su novio.
Su novio...
¡Oh, no! ¡Error!
—¡Mierda! ¡Error!—, se reprochó a si mismo el joven pintor al recordar la razón por la cual estaba en ese callejón. Ink, desesperado, iba a tomar la ayuda para levantarse del encapuchado, más no se había dado cuenta que este había retrocedido apenas había escuchado lo que salió de su boca segundos atrás, —Tengo que ir con mi novio.
Destructor se sorprendió ante esas palabras, y se volvió a acercar al rubio cuando vio que este intentaba ponerse de pie. Le ayudó a levantarse, e intentó que éste no perdiera el equilibrio cuando se paró en un solo pie para no apoyar su herido talón.
En el momento en que Ink iba a agradecerle, ambos escucharon unos quejidos, que no provenían de muy lejos. Ambos muchachos voltearon la mirada para encontrarse al primer asaltante, el que Ink había noqueado primero, recuperando la consciencia.
—¿Q-Qué mierda pasó?—, se quejaba el criminal mientras sobaba su frente por el dolor de cabeza. Fue entonces cuando vio a sus compañeros derrotados, uno de ellos con sangre que salía de su cráneo, y cerca de ellos, el joven al cual quisieron asaltar junto al temido Destructor.
El asaltante se quedó helado, —¿¡D-Destructor!?
—Mierda, ahora tengo que matar a esta peste—, se quejó el encapuchado, soltando al rubio que estaba asistiendo, —Ahora vuelvo, chico.
Pero antes de que el villano pudiese dar un paso, el rubio se aferró a su brazo con todas sus fuerzas para evitar que se moviera.
—¡No, no lo hagas!—, exclamó el rubio, haciendo todo lo posible dentro de sus limitaciones para que el Destructor no fuera donde el asaltante, —¡No es necesario que lo mates, déjalo ir! ¡Por favor!
En ese momento, el criminal aprovechó para huir al ver que el joven rubio la daba la chance. Unos segundos después, aquel hombre ya no estaba.
Destructor no dijo nada, solo se limitó a ver al pintor que seguía aferrado a su brazo. No podía negar que amaba ese tacto, y deseaba poder tener el valor de tener esa clase de contacto siendo Error.
—Ya puedes soltarme, sabes—, dijo finalmente el encapuchado, ocultando su tímida sonrisa gracias a que su capucha cubría todo su rostro, excepto sus ojos, —Ese idiota ya se fue, no lo lastimaré.
—L-Lo siento, es que no puedo pararme—, admitió avergonzado el rubio, mientras intentaba como podía recuperar el equilibrio, usando como impulso su agarre en el brazo del villano.
Sin embargo, no logró concretar su acción cuando sintió las manos del encapuchado afirmándole de la cadera para así ponerlo de pie.
El rubio se sonrojó a más no poder.
Dios, que fuertes brazos, pensó, seguro debajo de ese poncho debe esconder unos increíbles múscul- ¿¡y en qué mierda estoy pensando!?
—¿Quieres que te lleve a casa?—, preguntó el villano, tomando desprevenido al pintor, casi dejándolo sin aire.
—¡¿Q-QUÉ?!—, Ink se soltó del agarre del moreno del puro asombro, cayendo al suelo nuevamente. No podía creer lo que escuchaba, era demasiado loco para ser verdad.
Quería creer que todo era un simple sueño. Que se había quedado dormido en su clase de Arte Renacentista y que todo lo que había ocurrido era nada más que un sueño.
De no ser así, ¡¿cómo explicaba todo lo que le estaba ocurriendo?!
—Claramente no puedes caminar así—, dijo el villano, aún con voz serena y amable, lo cual descolocaba totalmente al rubio, —Yo puedo llevarte si quieres.
—¿T-Tú? P-Pero... ¡eres un villano!—, Ink exclamó, realmente incrédulo ante toda situación, —¿Por qué te preocupas por mí? ¡Eres un asesino! ¿No sería más fácil para ti dejarme aquí?
Eso pareció incomodar al Destructor, lo cual se notó cuando el brillo en sus pareció apagarse. Ink notó eso, y es que se preguntaba, como es que nunca había notado esos ojos en su némesis, siendo que es lo único visible de su rostro.
—Estoy tratando de ser amable—, respondió en un gruñido el villano, una actitud que ya se le hacía un poco más conocida al Guardián, pero que aún así, le sonaba tan extraño.
—Dame una razón para confiar en un villano como tú—, Ink parecía cada vez más nervioso con la situación. Es como si ese hombre frente a él no fuera su enemigo de tanto tiempo, y fuera alguien más que le reemplazara... Por más ilógico que sonara.
—Te salvé la vida.
El rubio observó atentamente como en los ojos del criminal podía notar algo de tristeza. Diría que hasta decepción. No comprendía nada de lo que estaba ocurriendo.
¿Realmente aquel villano era así cuando se trataba de otras personas?
Claro que tenía sentido, después de todo, ellos eran enemigos mortales.
¿Cuándo un criminal sería amable con su némesis?
—E-Eh... B-Bueno... De todas formas, no necesito que me lleves—, intentó excusarse Ink, tratando de cojear fuera del callejón, —Debo ir a casa de mi novio.
—Chico, creo que es muy tarde para eso—, opinó el Destructor, tratando de ocultar su sonrojo, siguiendo de cerca al rubio, —Quizás es mejor que vayas mañana.
—No estaba pidiendo tu opinión, gracias.
Mierda Ink, pensaba el Destructor, así solo logras que me enamore más de ti.
—Insisto, déjame llevarte a tu casa—, volvió a ofrecer el villano, llevándose un bufido del joven pintor.
Ink se volteó a mirar al villano que le seguía, con un ceño fruncido, —Si tanto quieres llevarme, llévame con mi novio.
—E-Eh... N-No creo que sea buena idea—, trató de evitar su sonrojo el moreno. Ink se llevó otra sorpresa al escuchar la voz tímida del villano. Llegaría a admitir que le pareció adorable, sino fuera porque se sentía tan fuera de lugar ante la actitud del encapuchado, —Él debe de estar durmiendo, es muy tarde. Además debes tratar ese tobillo sino quieres que empeore. Tu novio podrá esperar hasta mañana.
—Creo que no me estás entiendo—, gruñó Ink, con una mirada retadora, cruzándose de brazos, —Quiero ir con mi novio, y eso haré.
—¡Mierda, chico! ¡¿Acaso no puedes esperar una noche por ese perdedor?!—, exclamó frustrado el villano.
—¡No es un perdedor! ¡Es el chico más maravilloso que he conocido y no merece pasar esta noche no sabiendo lo mucho lo amo y que lamento haberlo lastimado!
Destructor se quedó en silencio absoluto, sonrojándose a más no poder. Todo ese tiempo creyendo que Ink le había abandonado la noche anterior porque simplemente no lo soportaba, porque no lo amaba, porque no valía la pena.
Claro que no valgo la pena, se repitió a si mismo toda la tarde, quién podría amar a alguien como yo, alguien tan asqueroso y repulsivo como yo.
Sin embargo, aquí estaba Ink. Herido, hiperventilado, traumado, y aún queriendo ir a verlo. Aún después de todo lo que vivió, aún insistía en ir a verle, para disculparse.
Quería abrazarlo, quería besarlo, quería decirle lo mucho que lo amaba y que no debía culparse, que él lo perdonaba... Pero, él no era su novio en ese momento.
—Sabía que no entenderías, eres un frío asesino después de todo—, sentenció finalmente el rubio, mientras se volteaba y cojeaba para salir del callejón, —Gracias otra vez por salvarme, pero ya debo irme.
—¡Espera!—, interrumpió el Destructor, caminando junto al pintor, —Si ese chico es tan genial como dices, entonces no merece que algo malo te pase. Si yo fuera él, me gustaría saber que tu estás a salvo, antes de ponerte en peligro por algo que puede esperar.
—¿Q-Qué?—, el rubio no pudo evitar sonrojarse a más no poder.
¿Era su idea, o el cruel asesino frente a él le estaba coqueteando?
El encapuchado se acercó aún más al rubio, poniendo sus manos en las caderas del éste para poder levantarlo en cualquier momento.
Ink no sabía como reaccionar en ese instante. Sentía como invadían su espacio personal, pero al mismo tiempo, se sentía como una damisela en peligro en alguna película de superheroes.
No sabría describir si esa era una buena o mala sensación.
—Déjame llevarte a salvo a tu casa, como un favor para él—, le susurró finalmente el criminal, algo que le puso los pelos de punta.
Esa cercanía, esos ojos penetrantes, esa voz grave. Creía que estaba delirando.
Ink finalmente desvió su mirada, tratando de esconder su sonrojo en su bufanda, —D-De acuerdo. P-Puedes llevarme a casa.
Destructor sonrió inconscientemente, y de inmediato cargó al joven en sus brazos. El de ojos verdosos fue tomado por sorpresa, y del susto se sujetó fuerte de los brazos del asesino. Éste rió entre dientes, antes de comenzar a correr con el chico que lo traía loco en sus brazos.
El joven artista ni cuenta se dio cuando terminó acurrucándose en el pecho del Destructor, tratando se sujetarse de él por el ajetreado viaje.
De pronto vio como el villano se había subido a los tejados de las casas. ¿En qué momento? Ni siquiera se dio cuenta, ya que estaba muy distraído sujetándose como podía del pecho del asesino. Se sentía fuerte, igual que sus brazos.
Esa idea terminó haciéndolo sonrojar más de lo que ya estaba y haciéndole sentir más incomodo durante todo el trayecto. Debía reprimir esos pensamientos, aunque la sensación fuese maravillosa.
De pronto, ya estaban frente a su casa. El pintor estaba increíblemente sorprendido, pues ni cuenta se dio cuando ya habían llegado. Estaba tan atontado que ni siquiera se preguntó como es que el Destructor sabía donde vivía.
El villano bajó al joven rubio de sus brazos y lo ayudó a que no perdiese el equilibrio al ponerse de pie.
—W-Wow... E-Eh... B-Bueno, gracias por el aventón—, trató de decir Ink, intentando no trabarse con sus palabras.
—Fue un placer—, sonrió el Destructor, guiñándole un ojo, algo sonrojado. Acto seguido le dio la espalda al chico y corrió lejos del lugar, sin darle tiempo de responder. Corrió y saltó rápidamente para entre los tejados de las casa cercanas perderse de vista.
Ink quedó sin habla, estaba en un estado de shock total, y como pudo intentó recuperarse del impacto de tan loca noche y entró a su casa. Con mucha dificultad, cojeando subió las escaleras hasta su habitación, y allí se lanzó a la cama desesperadamente.
Quería pensar que todo lo vivido realmente fue solo un sueño, pero aquella cálida sensación de esos fuertes brazos abrazándole era realmente embriagadora.
¿Así se sentiría ser abrazado por su novio?
Él practica boxeo, ¿no? Sus brazos deben ser tan fuertes como los del Destructor...
Si tan solo pudiera tocarlo y saber como se siente.
Al menos ahora podrá soñar que aquellos brazos fuertes y cálidos que le rodearon esa noche, son los de su Ruru.
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