Roto de por vida
—¡Te juro que no sé qué me pasó! ¡No lo escuchaba!—, exclamaba Ink llorando sobre su cama contra su almohada, mientras su mejor amigo sentado junto a él acariciaba su espalda en un intento vago por tranquilizarlo, —Dream, ¡¿qué voy a hacer ahora?! Él debe odiarme, tanto o más como yo me odio ahora por lastimarlo... ¡De nuevo! ¿Seré una persona tóxica?
—Para nada, Ink—, suspiró Dream, algo preocupado por los llantos de mi amigo, —No eres tóxico, solo eres... Muy idiota. Sabes muy bien lo que significa enfrentar una fobia, y tú lo obligaste...
—¿Obligar?—, suspiró Ink meditándolo, para luego caer en cuenta de algo horrible, —¿Eso quiere decir que... ¡Abusé de él!?
—Abusaste de su confianza—, corrigió el rubio de pecas, tratando de no alterar a su amigo más de lo que ya estaba.
Sin embargo eso no pareció calmar al rubio más alto. Volvió a llorar tan fuerte como podía contra su almohada, incluso su garganta sintiéndose rasposa ya hasta ese punto. Había estado así todo el día.
Apenas se fue del departamento de Error, cojeó lo más rápido que pudo hasta su casa, sin siquiera hacer el esfuerzo de retener su llanto. Obvio está, no había ido a clases, y eso preocupó a Dream, quien apenas terminada su jornada en la universidad fue a la casa de su amigo. Lo encontró así, hecho una bola de lágrimas y lamentos, un desastre total.
Fue entonces cuando Ink le contó todo lo que pasó.
Por más que Dream quisiera apoyar a su amigo, no podía dejar de pensar en lo afectado que podría haberse visto el novio de Ink. No lo conocía para nada, pero gracias a toda la información que su mejor amigo le compartía sobre él diariamente, pudo armar en su cabeza un muy superficial perfil psicológico.
Supuso que alguien con problemas de ira, tales como para asistir a clases de boxeo, y con reacciones tan bruscas ante las violaciones a su espacio personal dada a su fobia, supuso que era alguien muy temperamental e impulsivo, capaz de hacer cualquier locura si su estabilidad emocional no estaba bien.
Además, le pareció curioso como Error finalmente se rompió cuando la cosa ya estaba tomando un giro más lujurioso, pues por como lo contó su amigo, cuando todo eran solo caricias, no parecía haber problema en ello.
Eso le hizo pensar.
—¿Ink? ¿Alguna vez Error te habrá mencionado algo sobre alguna, eh, violación o abuso?
—¿Q-Qué?—, el rubio más alto se levantó instantánea de su almohada ante tal horrible acusación, —¡N-No, jamás! Solo hemos hablado de sus problemas de ira.
—Háblame de eso—, indicó el de pecas.
—E-Emm... Okay—, accedió el rubio, algo inquieto por el repentino interés de su amigo por su novio, —Según lo que me ha contado, es un problema que arrastra desde su adolescencia. Fue víctima de bullying en la escuela, y lamentablemente se encontraba solo, ya que sus hermanos iban en distintos cursos y no podían ayudarlo. Dice que jamás se los dijo.
—¿Por qué?
—Dijo que era porque no quería que sintieran lástima por él, que era algo con lo que él podía lidiar—, respondió el rubio de ojos verdosos, —Aprendió a lidiar con los abusones solo, con nada mejor que con violencia, pues no encontró otra solución en ese entonces.
—Su entorno entonces terminó volviéndolo violento—, dedujo Dream, tomando nota mental, —¿Y qué hay de sus padres? ¿Te ha hablado de ellos?
—Solo de su madre. A veces la menciona, pero nunca hemos hablado de ella—, comentó Ink, avergonzado por lo poco que sabía de su suegra.
—¿Dijiste que los hermanos también eran explosivos?—, volvió a indagar el de pecas, a lo que el pintor asintió levemente.
—No son explosivos como Error, pero si son... Bueno... Intensos—, confesó el rubio más alto, —Tienen un carácter muy fuerte.
—Quizás así fueron criados, en un entorno violento—, analizó el futuro psicólogo, nada más con teorías, —Quizás Error recibió mucho maltrato físico en su infancia, y es por eso que su fobia se manifiesta de forma tan violenta.
—¡No, qué horror!—, lloró nuevamente Ink, —Mi pobre Ruru, él no merece algo así.
—Ink, estoy solo especulando—, tranquilizó el rubio más bajo, —No puedo afirmar que realmente eso pasó. La mente es muy compleja y es muy distinta en cada uno de nosotros.
El pintor suspiró de forma pesada y volvió a estrellar su cabeza contra la almohada para seguir llorando.
Claro que la charla le había hecho comprender un poco más el comportamiento de su novio, pero eso no quitaba el hecho de que seguía siendo un imbécil que lo lastimó y que quizás nunca le perdone.
Pasaron los minutos, y los dos rubios permanecían en silencio. Ink llorando contra su almohada mientras que Dream lo consolaba acariciando su espalda.
Así se quedaron un buen rato.
Pronto, la noche finalmente cayó por sobre la ciudad. Algo que Dream no pudo evitar hacerle saber a su amigo.
—Ya es de noche, Ink—, comentó el pecas, —¿El Guardián de la Noche se va a ausentar por segunda noche consecutiva?
El pintor suspiró, —No sé cómo esperas que ayude a la gente, si soy un verdadero imbécil.
—Solo digo que, allá afuera, cuentan contigo—, dijo sin más Dream, ya dejando los consuelos de lado, sonriendo levemente, —No querrás decepcionarlos, ¿o sí?
¿Sabes a cuanta maldita gente has decepcionado por no haberlos salvado a tiempo?
¡No tienes idea del dolor que tu mismo me provocaste al no hacer nada! ¡Eres igual a ellos! ¡Eres igual o incluso peor!
¡Dijiste que querías ayudarme! ¡Pero me mentiste! ¡Eres igual a todos los demás!
—N-No quiero defraudar a nadie más—, lloró Ink, finalmente poniéndose de pie, aún algo cojo debido a su tobillo lastimado, impulsado por las dolorosas palabras del Destructor y de su novio en sus recuerdos, —N-No voy a permitirlo.
—¡Así se habla!—, animó Dream, entregándole a su mejor amigo su bolso con sus ropas de Guardián, —Ahora ve, Guardián, y se un héroe.
~•~
—Oye negro, ¿no nos quieres compartir algunos de tus cigarrillos?
—Vete al carajo.
Las cosas tampoco iban muy bien para Error. Después del altercado con su novio, se encerró en su habitación y no salió en todo el día, ni siquiera para ir a clases.
Su angustia lo había dominado por completo, y no había parado de llorar en todo la tarde. Sus horribles traumas habían sido revividos y el odio por su cuerpo y su persona le volvieron a acosar. Hizo lo imposible para que aquellos pensamientos despectivos hacia si mismo no lo dominaran, y así no cometiera una estupidez, ya que con sus manos ensangrentadas era suficiente.
Fue así como, a medida que caída la noche, su angustia disminuía, y logró calmarse de a poco. Salió tambaleante de su habitación, y fue hasta su baño para poder vendar sus manos. Luego de eso, sintió como la parte de si mismo que odiaba aún más, su lado vengativo y destructor, quería desatar esa frustración que lo dominaba con malditos degenerados y malnacidos. Pero, su ira no era la suficiente para dejar a Destructor salir, pues no podía obviar que la razón de los traumas revividos era Ink.
Alguien que por más que quisiera, no podía odiar. Estaba malditamente enamorado del pintor, y se detestaba por no ser capaz de odiarlo, le hacía sentir como un imbécil y como alguien más débil de lo que ya sabía que era.
Para liberar esa furia, decidió que era mejor simplemente salir y comprar una cajetilla de cigarros en el pequeño negocio cercano a su departamento. Hacía mucho tiempo que no fumaba, desde que había empezado con el boxeo, pero ahora francamente lo necesitaba. Necesitaba relajarse, y despejar su mente.
Fue entonces cuando saliendo de la tienda, ya con sus cigarros comprados, fue interceptado por lo que parecían una pandilla de idiotas universitarios que andaban vagando por la calle.
—¡Oh, vamos amigo! ¿Qué te cuesta?—, le volvió a insistir uno de los pandilleros, mientras junto a los demás chicos le seguían el paso a Error.
—Cómprate tus propios cigarros, vagabundo de mierda—, contestó el moreno aguantando su ira, sin frenar su andar a la vez que colocaba un cigarro en su boca y lo encendía.
—Parece que ya no queda amabilidad en esta ciudad—, comentó el muchacho pandillero, mientras le indicaba a sus compañeros que rodearan a Error, y así intimidarlo, —Supongo que nosotros también podemos ser unos hijos de puta entonces.
Error los observó con el ceño fruncido, —Apártense de mi camino, o lo van a lamentar.
Eso provocó únicamente burlas de parte de la pandilla completa, que no quisieron ocultar ni una sola de sus carcajadas.
El líder volvió a hablar mientras se aclaraba la garganta, —¿Y qué vas a hacernos, negro? ¿Se puede saber?
Antes de cualquiera reaccionar, el muchacho recibió un puñetazo increíblemente fuerte en toda la cara, botándolo automáticamente al suelo. El chico quedó aturdido completamente, mientras de su nariz comenzaba salir una cantidad de sangre bastante considerable.
Los demás se asustaron ante tal acto.
Mientras, Error limpiaba la sangre de su puño con cierto asco, —¿Quieres que lo repita, hijo de puta? ¡Apártate de mi camino!
—¡Oye, imbécil!—, se quejó uno de los pandilleros, —¡¿Qué mierda te pasa?!
Error lo observó con una mirada indescriptible, parecida a las miradas que Destructor ponía en sus víctimas una vez muertas. No perdió el tiempo, y sin decir una palabra, golpeó igualmente al que le incriminó su bestialidad, y al igual que al líder de la pandilla, lo dejó sangrando en el suelo.
Los demás pandilleros se asustaron, y salieron corriendo de allí, gritando un sin fin de insultos al moreno. Mientras que el recién caído intentaba evitar el sangrado de su nariz, que parecía rota, —Eres un enfermo.
—Púdrete—, le contestó Error, completamente dispuesto a irse dejando a ese par en el suelo.
Pero antes de que cualquiera pudiese percatarse, de los aires bajó el famoso justiciero de la ciudad, el Guardián de la Noche, impulsado por su gancho y soga. Vaya sorpresa para los tres presentes.
—Muy bien, ¿qué ocurre aquí?—, habló con propiedad el Guardián, hasta que en su campo de visión vio a su amado novio. Eso le paralizó por completo, quedándose helado y sin palabras.
—¡Guardián, arresta a ese loco! ¡Nos golpeó de la nada!—, se quejaban los pandilleros, tratando de ponerse de pie uno a la vez, uno de ellos aún sujetando su nariz para que no cayera más sangre.
Ink estaba choqueado. Dirigió su mirada a su novio, incapaz de creer que aquel acto violento lo causara su Ruru.
Se le era imposible, lo que él conocía de Error no era así, era más tímido y atento, y para que decir, que con su hafefobia debería serle imposible tocar a un desconocido.
Pero allí estaba él, con una mirada indescifrable hacia los pandilleros, un cigarro en la boca, y sangre en sus puños.
—Yo solo me defendí de ustedes, hostigadores de mierda—, escupió el moreno, tomando el cigarro de su boca para poder botar el humo. Acto seguido, observó al Guardián, y su rostro pasó a ser odio puro, logrando sobresaltar al rubio, —No necesito de tus servicios, héroe de pacotilla. Llegaste tarde, otra vez.
Error estaba a punto de marcharse de ahí nuevamente, volviendo a colocar el cigarrillo en su boca, pero entonces el Guardián le interrumpió.
—¡Espera!—, le sujetó el brazo al moreno, algo angustiado, ya que ese lado de su novio no lo conocía, y le impactó demasiado el trato que le dio al llamarlo "héroe de pacotilla", un apodo que solamente había escuchado de su archienemigo; Destructor.
—¡No me toques, imbécil!—, se quejó el pelirrojo, zafándose del agarre de Ink agresivamente.
El rubio retrocedió un poco, recordando que para Error, en ese instante, él era un desconocido, —¿Qué crees que haces, amigo? ¡No puedes andar golpeando a la gente así como si nada!
—¡¿Y qué se suponía que debería hacer?! ¡¿Dejarme asaltar?! ¡¿Dejarme hostigar?! ¡¿Dejarme abusar?!—, gritó enfurecido el moreno, intimidando de forma impresionante a los presentes allí, incluido al Guardián, —Claro que no, tarado. He pasado por mucha mierda en mi vida como para que vengan unos imbéciles a arruinarme aún más el día.
Ink no quería creer que esa actitud tan violenta haya sido culpa del altercado que tuvieron ambos ese mismo día en la mañana. La culpa se lo comía vivo.
Nunca lo había visto así, y fue entonces que se dio cuenta, que no conocía a su novio del todo. Las clases de boxeo vinieron a su mente, y por lo tanto su problemas de ira. Jamás lo había interiorizado, pues nunca demostró ser irascible o violento delante suyo. Nunca se imaginó que sería así.
—Yo podría haber ayudado—, insistió el Guardián, expresándose tímidamente, pues se sentía muy cohibido ante la situación.
—No sé tu, ¡pero prefiero prevenir y defenderme antes de que venga alguien más a "salvarme" después de ya haber sido atacado!—, escupió el moreno, en sus ojos demostrando una furia interna increíblemente grande, —Ya no confío en nadie...
—¿Ni siquiera en mí?—, preguntó Ink, con un nudo en la garganta, tratando de permanecer calmado, —¡Estoy aquí para ayudar!
—Confié en ti una vez, y fue un error—, sentenció el pelirrojo, provocando un silencio penetrante en el ambiente. Bajó la mirada, notándose su expresión de dolor, —Pero supongo que el error fue mío por confiar en que alguien más me salvaría. De todas formas, fue mi culpa... Nadie puede ayudarme.
El moreno se volteó, iba a marcharse, pero entonces, los pandilleros exclamaron, —¡Guardián, haz algo!
La partida de Error fue nuevamente interrumpida, pues el rubio lo detuvo nuevamente, poniendo su mano en su hombro, —E-Espera.
Esas palabras le llegaron directo al pecho a Ink. Sabía que no le estaba hablando a él, sino al Guardián, pero se sintió igual de directo. Su corazón se despedazaba lentamente al repetir esas palabras en su cabeza, con la voz grave de su novio. No entendía qué estaba pasando, primero el Destructor y ahora su propio novio. No sabía cómo, pero les había fallado, provocando un dolor al parecer irreparable en ellos. Lágrimas amenazaban con caer cuando vio la mirada penetrante del pelirrojo en él, llena de odio y resentimiento.
—¿Qué? ¿Vas a arrestarme? Vamos, te reto.
El Guardián permanecía mudo.
Ese odio con el que se expresaba su Ruru contra su persona, realmente lastimaban su corazón. De verdad que no quería creer que él fuera el autor de tanto dolor.
Error miraba desafiante al mudo héroe encapuchado, no recibiendo respuesta alguna, —Eso creí.
Dicho esto, el moreno se volteó, tiró la colilla del cigarro al piso para luego pisarlo y finalmente marcharse de allí. Ink lo observaba alejarse aún sin palabras. Quería simplemente llorar.
—Eres una mierda, Guardián—, comentó uno de los pandilleros, indignado ante el nulo accionar del que supuestamente sería el héroe. Ambos jóvenes se miraron mutuamente decepcionados y caminaron lejos de allí, dejando al rubio encapuchado solo.
—L-Lo sé...—, lloró finalmente Ink, las lágrimas deslizandose libremente por sus mejillas, ya sabiendo que nadie podía escucharlo.
~•~
El portazo de Error hizo temblar todo el departamento. Estaba hecho una furia total, pero enrealidad, era su frustración contenida y su resentimiento.
Tiró la cajetilla llena de cigarros al suelo, pisandola violentamente y con odio puro, para luego comenzar a golpear los muebles que encontrara en su camino. Gritó a todo pulmón todo el dolor que sentía ahogado en su pecho, casi desgarrando sus cuerdas vocales. Sin duda los vecinos reclamarían por el ruido que hacía.
Su respiración agitada, su histérico rostro, era pánico total.
Su cuerpo furioso y tembloroso parecía debilitarse por tanto ajetreo. Sus recién vendadas manos nuevamente comenzaron a sangrar, el sudor caía por su cuello y rostro, sus piernas tambaleantes cedieron, y simplemente cayó al suelo, rendido.
Entonces, vino el llanto. Comenzaron los pequeños sollozos, que cada vez se hacían más fuertes. Terminó abrazándose a si mismo, mientras lloraba todo lo que podía.
Fue entonces que en medio de su escena, sintió la puerta de su departamento sonar. Error se sobresaltó, claramente no estaba en condiciones de ver ni recibir a nadie.
Pensó que lo más probable es que fuera un vecino, queriendo quejarse por todo el ruido que hizo en su ataque de pánico.
El golpeteo en la puerta se hizo más fuerte, incesante, al parecer no se iba a ir hasta tener una respuesta a cambio.
Error levantó su rostro levemente, con sus mejillas llenas de lágrimas, e intentó despejar el nudo de su garganta como podía para poder gritar; —¡P-Perdón por el ruido, no lo haré más!
Sin embargo, el golpeteo no cesó.
—¡Y-Ya largo!—, exclamó el moreno, aún con su voz quebradiza, —¡D-Dejaré el ruido, ¿si? Ahora largo!
Su pecho se sintió un poco menos pesado cuando el sonido de la puerta ya no se escuchó. Un problema menos del cuál angustiarse, pensó.
Intentó levantarse del suelo, lentamente acompañado de un suspiro. Se sentía muy mal, se sentía muy triste e impotente. Hacía mucho tiempo que no se sentía así, al menos desde antes que conociera a Ink.
No.
No quería seguir pensando en lo mismo.
Se sentía tan débil que sabía que sí seguía pensando en eso, no iba a resistir mucho tiempo.
De hecho, estaba sorprendido de si mismo que aún estuviera vivo... Quizás aún tenía algo que lo ataba a esta vida, pero no podía descifrar qué.
No quiso seguir pensando en ello, y se dispuso a caminar a su habitación para dormir finalmente y descansar su agotado cuerpo y alma.
Mañana arreglaría todo el caos que ahora era su departamento.
Pero fue entonces cuando un ruido extraño interrumpió sus planes. Se volteó curioso hacia donde venía el ruido y casi le da un ataque cardíaco cuando vio una masa de tela café entrando por una de sus ventanas, que había olvidado cerrar.
Error reaccionó rápido y agarró lo primero que encontró tirado en su living, un paraguas, y se apresuró a atacar al invasor de su hogar.
El encapuchado apenas entró, con cierta dificultad ya que la ventana era muy pequeña, vio como el dueño de casa se le acercaba impotente con un paraguas dispuesto a golpearlo. Tragó saliva, eso no lo veía venir.
Con un fuerte golpe en la nuca con el paraguas, el intruso cayó al suelo mareado, y lentamente intentó ponerse de pie y alejarse para evitar otro ataque del dueño de casa.
Una vez de pie, y algo alejado, Error pudo ver de quién se trataba. Acto seguido frunció el ceño y un odio puro lo invadió nuevamente.
—¡Mierda, ¿qué haces en mi casa, héroe de pacotilla?!—, exclamó iracundo el moreno, sin dejar el paraguas de lado, dispuesto a golpear al Guardián de nuevo, —¡¿Cómo supiste dónde vivo?! ¡¿Acaso me seguiste?!
—N-Necesitaba hablar contigo—, admitió el rubio, sobándose la nuca por el golpe, —Lamento haberte asustado así, pero no parecías querer abrirme la puerta, así que no me quedó de otra.
—Te demandaré por acoso y allanamiento de morada, maldito enfermo—, sentenció el moreno, dándole la espalda para luego intentar esconderse en su habitación.
Sin embargo, no esperó para nada que en su camino se cruzará un gancho y soga. El gancho giró sobre él, enredando la soga en su cuerpo para amarrarlo completamente, como una oruga.
Error quedó en shock, no entendía que estaba pasando.
—No serías el único—, suspiró Ink, caminando hacia el atado dueño de casa, —Te sorprendería lo larga que es mi lista de delitos. Ya sabes, ser un justiciero anónimo no es muy legal que digamos.
—No te hagas el simpático conmigo—, gruñó el moreno, haciendo lo imposible para liberarse de las cuerdas que lo tenían prisionero. Su forcejeo aumento cuando vio al Guardián acercarse a él, invadiéndole un miedo atroz, —Aléjate de mí.
—Perdón por atarte—, suspiró el rubio, avergonzado, —Pero es la única forma de que no huyas de mi, pues... Me odias, ¿no es así?
—Bingo, alguien denle un premio al muchacho—, se burló Error, sin cesar sus intentos de liberarse, —No eres muy brillante, ¿o si?
—Quiero entender por qué—, declaró finalmente el rubio, con un tono de voz bastante afligido. Eso causó que un silencio increíblemente arrasador se hiciera presente en el departamento.
Error incluso frenó su forcejeo para ver directamente a los ojos al Guardián, confundido.
—¿Por qué quieres saber eso?—, preguntó Error algo escéptico, —Soy uno más de los miles de habitantes que hay en esta ciudad. Estoy seguro que no soy el único al que no le agradas... ¿Por qué solo te interesa mi opinión?
—Tus palabras allá afuera... Me dolieron mucho, sabes.
—¡Oh, por favor!
—¿Acaso te hice daño? Dime qué puedo hacer para repararlo.
—No puedes reparar algo que está roto de por vida.
El silencio sepulcral nuevamente invadió el lugar, poniendo incómodos a ambos muchachos.
Error entonces observó con detalle los expresivos ojos verdes del Guardián. Nunca los recordaba con claridad, ya que siempre veía al héroe encapuchado cuando él perdía el control de sí mismo y no recordaba nada a la mañana siguiente.
Vio mucho dolor en aquellos ojos verdosos, algo que sinceramente le conmovió un poco. Sin embargo, su instinto de supervivencia era más fuerte que sus emociones.
—Bien, te diré lo que quieres oír—, suspiró el moreno, sonriendo ligeramente, usando una voz grave, —Pero para eso, quiero que te acerques, pues no lo diré en voz alta.
Los ojos de Ink parecieron brillar. Sintió dentro de sí una oportunidad de redimirse al finalmente saber qué hizo mal. ¿Podría incluso recuperar la confianza de su novio?
El rubio se acercó discretamente, pues no olvidaría la fobia del moreno otra vez. Cuando el Guardián pensó que estaba lo suficientemente cerca como para no alterar la hafefobia del contrario y escuchar lo que tenía para decir, vio los hermosos ojos de su novio y como éste negó con la cabeza, sin dejar su sonrisa.
Error le susurraba que se acercara más, en un tono de voz un poco coqueto, su sonrisa transformándose en una más ladeada. Ink se sonrojó por completo, fue algo que no pudo resistir y se acercó lo suficiente como para que su novio le susurrara algo al oído.
El moreno tomó aire.
Y entonces, un golpe de cabeza con cabeza tumbó al crédulo Guardián al suelo, dejándolo semi consciente.
Error suspiró, un poco adolorido por el cabezazo que le dio al Guardián, pero sintiéndose mucho más calmado al verse fuera de peligro por la invasión a su espacio personal.
Ahora con el Guardián fuera, con mucha más fuerza, el pelirrojo siguió forcejeando para liberarse de la cuerda que lo ataba, y apenas pudo soltar un poco el agarre de ésta, con sus manos comenzó a desatarse.
Una vez libre, miró al inconsciente héroe en el piso de su hogar, y entonces tomó su teléfono celular.
—¿Hola, Geno? Perdona por llamarte tan tarde—, habló el moreno una vez la llamada fuera contestada, —Necesito un favor, ¿puedo irme a quedar a tu casa esta noche? Me temo que hay una plaga aquí en mi departamento...
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