Revelando
—¡Esto es brillante! ¡Cada vez estamos más cerca de la verdad!
Era un día frío y nublado, y a Blue y Dust la lluvia los tomó desprevenidos. Después de salir de la alcaldía luego de hacer algunas averiguaciones, ambos corrieron a refugiarse a la casa más cercana, que en este caso, era la del pequeño reportero.
Apenas entraron a la casa del castaño, Dust les quitó su abrigo que habían usado de paraguas improvisado, y vio como su compañero, importándole bien poco lo empapado que estaba, corrió a su computadora portátil que yacía en la mesa del comedor de su casa. Rió entre dientes, ya no le sorprendía lo apasionado que era Berry en su trabajo, pues ya llevaban bastante tiempo trabajando juntos en la investigación del Guardián.
Habían pasado meses ya.
Resulta que cuando Berry le presentó a su jefe los avances de su investigación, el hombre le dijo que los ratings del reportaje bajaron casi hasta los suelos. Necesitaba una premisa más imponente y descomunal para volver a llamar la atención, y no se le ocurrió nada mejor que sugerirle al pequeño reportero que investigara también al Destructor.
Blueberry se tomó muy enserio su misión, y con la ayuda de Dust, habían avanzado mucho en la investigación. Fue entonces que al bajito castaño se le ocurrió llevar su investigación a otro nivel, y finalmente, averiguar las identidades de los misteriosos encapuchados. Él sabía que tal vez estaba siendo muy ambicioso, pero de solo en pesar en ello, le hacía mucha ilusión averiguarlo de todas formas. Además, si averiguaba la identidad del Destructor, le estaría haciendo un favor a la justicia.
Estaba determinado.
—¡Tengo a nuestro hombre!—, gritó el reportero a su compañero una vez que había ingresado toda la nueva información.
Dust dejó su abrigo empapado en una percha que vio cerca de allí y caminó a paso tranquilo junto al castaño, —¿Tan rápido?
—Solo tuve que buscar su cargo en la pagina web de la alcaldía—, sonrió orgulloso Blue, mostrándole al detective su nuevo descubrimiento que aparecía en la pantalla de su computadora, —Su nombre es Geno Crayon, ¡él debe tener alguna relación con el Destructor! ¡Estoy seguro!
Blue se levantó inmediatamente de su asiento y corrió en dirección a la puerta de su casa, hasta ser detenido por el policía pelinegro. Dust le miró con una actitud de regaño, antes de tratar de calmarlo acariciando sus hombros, como siempre hacía.
—¿A dónde crees que vas? Está lloviendo a mares allá afuera—, le dijo Dust con su típico tono serio, —Estoy seguro que la alcaldía seguirá allí mismo mañana, tómalo con calma, descansa un poco, ¿si?
—Pero Dust—, se quejó el joven reportero, haciendo un puchero como si fuera un niño pequeño al cual regañaran, —¡Estamos tan cerca de saber la verdad!
Dust suspiró. Ya conocía al chico lo suficiente para saber que él no se iba a detener hasta conseguir lo que quería. Supo entonces que tenía que distraer su mente con algo; —¿Tienes hambre?
—¡Oye, no me cambies el tema!
—Yo muero de hambre, ¿sabes?—, continuó el detective, haciendo caso omiso a las quejas del más bajo, —¿Te quedan cupcakes? El otro día dijiste que habías hecho cupcakes.
—Se acabaron, mi hermano se los comió todos—, respondió amurrado el castaño, cruzándose de brazos.
—Oh, que mal—, fingió decepción el pelinegro, paseándose por la cocina de la casa como si fuera suya, —¿Qué tal si hacemos más?
—¿Hablas en serio?—, cuestionó Berry, curvando una ceja ante la sospechosa oferta, —Creí que habías dicho que no sabías cocinar.
—Claro que no sé cocinar—, se burló el policía, buscando entre los cajones de la cocina los ingredientes necesarios, —Por eso, es el mejor momento para aprender del mejor.
Berry resopló, ya vencido. Por supuesto, le encantaba la idea de cocinar con su compañero, por lo que se dejó persuadir por una vez, y accedió a descansar de su trabajo un poco y divertirse junto a Dust cocinando.
Fue entonces como ambos se prepararon para ello, se pusieron delantales de cocina y buscaron los ingredientes correspondientes.
Todo parecía ir bien... Los primeros cinco minutos.
Ninguno de los dos supo en qué momento ni cómo terminaron haciendo una guerra de comida con los ingredientes de los cupcakes aún en proceso. La cocina era un desastre total, el piso estaba cubierto de glaseado, los estantes tenían varios huevos estampados en ellos, las encimeras llenas de las mezclas que habían hecho. Sin embargo, poco parecía molestarles, ya que se la estaban pasando de maravilla.
Blue, de pronto, agarró un puñado de polvos para hornear, y se lo arrojó a su compañero, quien quedó cubierto de aquellos polvos blancos en apenas unos segundos.
El castaño reía a carcajadas, burlón, —¡Vaya, pareces un muñeco de nieve!
El policía no se quedaría de brazos cruzados, y de una encimera, agarró el cuenco de arándanos y moras que tenían para ponerle a los cupcakes, y mientras su compañero se reía, comenzó a lanzarle uno por uno los frutos.
El reportero quedó empapado de los jugos de aquellos frutos silvestres, y apenas quiso contrarrestar con otro ataque de polvos para hornear, ambos se voltearon al sonido de la puerta principal de la casa abriéndose.
El hermano de Berry, Stretch, había llegado a casa, y se quedó en completo shock cuando vio el desastre en su cocina.
Digo, él sabía que cuando Berry cocinaba dejaba todo sucio, pero esto ya era ridículo.
—¿Qué diablos pasó aquí?—, exclamó el Stretch, directamente pidiendo una explicación a los presentes en la cocina.
—¡Hola, hermano!—, rió nervioso el castaño, cubierto de moras y arándanos, —¿Qué tal tu día?
—Berry...
—¡Oh, creo que no te había presentado a mi compañero!—, trató de desviar el tema el joven reportero, dándole un pequeño codazo al contrario para que este se presentase.
—Hola—, habló seriamente, con su tono de voz intimidante, algo realmente contrastante a su imagen cubierto de polvos de hornear, —Detective Dust Murder, mucho gusto.
—Así que tu eres el famoso detective que ayuda a mi hermanito en su investigación—, habló Stretch, dándole una mirada desconfiada al pelinegro, —No sabía que aceptaban fantasmas en la policía.
—¡Hermano!—, se quejó Blue ante el chiste de su hermano.
—Descuide, limpiaremos todo este desastre—, Dust dijo, nuevamente con su tono de voz serio, —Lamento los inconvenientes.
—No hay problema, siempre y cuando respetes una regla—, entonces, Stretch frunció el ceño, —No toques a mi hermano.
—¿Disculpe?
—¿Qué? ¿Te dejé pálido con lo que dije?—, volvió a bromear el hermano de Blue, esta vez, en un tono mucho más serio, —Es solo una advertencia, mi querido policía.
—¡Hermano, es suficiente!—, se quejó el castaño de ojos azules, a la vez que empujaba a su hermano fuera de cocina, —¡Limpiaremos todo, ahora vete!
Dust, una vez que Stretch abandonó la cocina, dejó su postura rígida y se relajó nuevamente. Comenzó a reírse entre dientes cuando volvió a ver a su compañero cubierto de fruta.
—¿Ahora tu de qué te ríes?—, se quejó el más bajo, mientras agarraba una escoba para comenzar a limpiar.
—Pareces una morita gigante—, se rió el detective, —Le haces honor a tu nombre.
El de ojos azules se sonrojó un poco ante tal comentario, y rió también junto a su compañero, —Bueno, tu también le haces honor a tu nombre así cubierto de polvos para hornear.
Dust se miró el cuerpo, antes de volver a reír junto a su compañero, acercándose para poder acariciar sus hombros como siempre hacía. Blue se sentía muy a gusto, e inconscientemente abrazó al policía, embarrándolo de frutos silvestres. Dust sonrió, y simplemente se dejó abrazar.
—Me estás ensuciando aún más, Morita Gigante.
—Deja de quejarte y acepta mi afecto, Polvito.
~•~
La noche finalmente cayó, y el Guardián de la Noche se balanceaba por los aires de la gran ciudad, gracias a su gancho y soga. Allí estaba patrullando, maldiciendo que la lluvia seguía tan intensa como hacía unas horas, pues así se le era más difícil trabajar.
Fue entonces cuando oyó una gran explosión, muy alarmante. No perdió el tiempo y voló por los aires hasta el lugar de donde provino dicho estruendo. Era un edificio moderno, con algunas paredes de vidrio aún en pie entre las llamas, que muy lentamente se consumían gracias a la lluvia intensa. En ese edificio parecían haber oficinas, obviamente ya vacías, pues el horario laboral ya había acabado hace varias horas... O al menos, eso pensó el Guardián.
Entre las llamas de aquel lugar, mientras se acercaba lentamente al lugar, vio su más grande pesadilla; A Destructor ahorcando con sus guantes de metal a un hombre con lo que parecía una furia inmensa.
Ink se quedó en estado de shock por unos segundos, y cuando pudo reaccionar, sin siquiera darse cuenta, corrió a detener a ese villano. Como un ataque sorpresa, el Guardián le lanzó bombas de pintura a su némesis, y en el momento en que estallaron cerca de su cuerpo, éste perdió toda concentración que tuvo en asesinar al hombre entre sus manos. El sonido estridente tan cerca de sus oídos lo dejó aturdido, y lo suficientemente mareado como para que el Guardián, al aparecerse por detrás suyo, con un simple golpe lo botara al suelo.
El hombre víctima de ese atentado, apenas vio a la figura del Guardián detrás de su atacante, suspiró aliviado y se levantó para huir rápidamente del lugar, sin siquiera decir una palabra.
—¡M-Maldita sea!—, se quejó el Destructor, viendo aún algo mareado como su víctima se alejaba cada vez más de su rango de visión.
—Es hora de llevarte a la justicia, Destructor—, fue entonces, cuando Error escuchó la voz de su archienemigo, que frunció el ceño y una ira enorme se apoderó de él. Antes de que el contrario pudiera tocarlo, Destructor se levantó lo más rápido que pudo del suelo y evitó el actuar del Guardián. Acto seguido, intentó atacarlo, tratando de golpearlo con sus guantes.
—¡Eres un maldito imbécil!—, le gritaba Error a su némesis, lanzando puñetazos a más no poder, intentando como fuera posible que uno le diera al contrario. Sin embargo, el Guardián era muy ágil, y esquivaba los golpes sagazmente, —¡Eres una escoria! ¡Eres lo peor que le pudo haber pasado a esta ciudad! ¡Deberías dejar de ayudar a esos malditos malnacidos!
—¡Tu no eres mucho mejor que ellos!—, argumentó el héroe encapuchado, ya algo cansado de los incesantes ataques del moreno, dando un salto para poder escapar de su cercanía, —¡Eres un asesino sin moral! ¡¿Qué te hace pensar que eres mejor?!
—¿Moral? ¡Pff, no me hagas reír! ¡¿Qué sabes tu de moral?!—, escupió el Destructor, completamente enrabiado, sin dejar de intentar golpear a su oponente, —¡Tú defiendes malditas anomalías de esta sociedad! ¡Malditos degenerados! ¡¿Sabes siquiera la clase de basura viviente que acabas de salvar?!
—Eso no impor-
—¡Era un maldito violador, imbécil!—, gritó a todo pulmón el moreno, ya viéndose cansado de sus ataques, ninguno siendo efectivo. Se detuvo unos instantes para recuperar el aliento, y para tratar de no perder aún más la cordura.
La escena se mantuvo en completo silencio por lo que parecieron varios minutos. Durante todo el tiempo que llevaban enfrentándose, nunca habían permanecido tanto tiempo uno frente al otro, sin atacarse. El fuego que los rodeaba cada vez era más débil, gracias que lentamente se apagaba.
Destructor veía con ira a su oponente, pero no decía absolutamente nada. Su mente estaba en blanco total. Tenía toda la ventaja del mundo si reaccionaba primero, ya que ambos parecían haber bajado la guardia.
El Guardián lo observaba bastante desconcertado. Claro que no sabía que ese hombre era un violador, ¿cómo iba a saberlo? Pero claro está, no debería significar nada para él, pues su deber era proteger a todos.
—Y con esa moral te haces llamar héroe...—, suspiró Destructor en un hilo de voz, casi como con miedo, —...¿Cómo es que salvas a esa clase de persona? Uno pensaría que te importaría la gente.
—¡Me importa!—, argumentó el Guardián, —Es solo que, ¡esta no es la forma, Destructor!
—¿Y cuál es entonces? ¿Dejar a la peste libre en las calles, para que sigan arruinando vidas? ¡¿Para que sigan arruinando personas?!—, la voz del villano cada vez se sentía más quebradiza. El Guardián nunca pensó oír la voz de tal asesino letal y sádico, a casi el borde de las lagrimas. ¿Resultará que no es tan desalmado como él pensaba?
—Claro que no—, reprochó el héroe encapuchado, sonando bastante sereno y amigable, —Por supuesto que esos criminales deben pagar sus crímenes, pero eso lo decide la justicia, no nosotros.
El moreno se quedó unos segundos en silencio, antes de suspirar, —Eres realmente un inútil. ¿Realmente prefieres a que la "justicia" se haga cargo de un daño permanente en una persona, que se pudo haber evitado desde un principio si hubieras hecho algo? ¿Si tu los hubieras detenido? ¡¿Sabes cuanta maldita gente hay en esta ciudad que confía en ti, que cree en ti, que serás su héroe cuando más lo necesiten?! O mejor aún, ¿sabes a cuanta maldita gente has decepcionado por no haberlos salvado a tiempo?
—¡N-No soy perfecto!—, se quejó el Guardián, —¡H-Hago lo que puedo, no soy Superman, ¿sí?! ¡Además de que harías mi tarea mucho más sencilla si no me obligaras a detenerte casi todo el tiempo!
—Al menos yo si ayudo a las verdaderas victimas...
—¡Si claro!—, se burló el Guardián, —Tú solo eres un asesino con convicciones de Dios o algo así, que te sientes con el poder de decidir tu solo que está bien y que no. ¿Pero sabes? La vida no funciona así. ¿En qué clase de mente cabe la idea de matar a medio mundo solo porque eligieron el mal camino? Todos merecen una segunda oportunidad, y es algo que la justicia puede hacer, ¡Y está comprobado que se puede! Pero claro, tu no pareces entenderlo. De seguro eres la clase de persona que justifica sus actos por las cosas malas que le han pasado en la vida, ¿no?
—¡Cállate! ¡Tú no tienes idea lo que he vivido!—, gritó el Destructor, con una ira tan grande que hasta por momento sintió que desgarraría sus cuerdas vocales, —¡No tienes idea del dolor que tu mismo me provocaste al no hacer nada! ¡Eres igual a ellos! ¡Eres igual o incluso peor!
Ink se quedó en silencio absoluto, tratando de procesar las palabras de su némesis. ¿El dolor que él le provocó al no hacer nada? ¿Acaso estuvo en peligro, pero Ink no pudo hacer nada para salvarlo?
¿Qué clase de trauma podía llegar a ese nivel de venganza?
¿Acaso él...?
—Destructor... ¿A qué te refieres?
—¿A qué me refiero? ¿Que a qué me refiero?—, se mofó el moreno, resistiendo las horribles ganas de llorar, —Da igual, ¿no? Porque, de todas formas, soy la clase de persona que justifica sus actos por las cosas horribles que me han pasado, ¿cierto?
—¡Eso no-!
—¿Pero sabes algo? Me quedo más tranquilo de lo que parezco, Guardián—, sonrió el moreno, alejándose lentamente del lugar, —Porque sé que he salvado a personas, que si fuera por tu estúpida moral, estarían tan destruidas como yo.
Dicho esto, el villano en cuestión huyó de la escena, entre las pocas llamas que aún quedaban.
—¡Destructor, espera!
El héroe enmascarado corrió entre las llamas, persiguiendole. Mas en un abrir y cerrar de ojos, su némesis parecía haber desaparecido.
El Guardián se quedó quieto por completo y en silencio por varios minutos, tratando de procesar las palabras de su enemigo.
Por más que odiara pensarlo, él sabía que ninguna persona podía llegar a tales extremos sin una motivación. Estaba claro que quería venganza, y no descansaría hasta lograr su cometido.
Pero, ¿cuál era su cometido?
¿Asesinar a quienes le hicieron daño?
Fue entonces que recordó lo último que él dijo antes de huir;
"He salvado personas, que sí fuera por tu estúpida moral, estarían tan destruidas como yo"
¿A qué se refería Destructor con eso? Se preguntaba el Guardián, mientras caminaba de un lado a otro en medio del fuego casi extinto de aquel lugar.
Definitivamente tenía mucho que pensar, pero ese no era el momento ni el lugar para ello.
Siguió patrullando como cualquier otra noche, pensando en cada momento qué le diría a su mejor amigo para que le ayudase a descubrir el enigma de su enemigo.
~•~
—¿Y bien, Señor Crayon?
Esta si que era una escena inusual en la alcaldía. Era el día siguiente, una mañana bastante soleada, casi como el día anterior no hubiera llovido torrencial. Geno estaba siendo interrogado, casi como si fuese un criminal, por un pequeño reportero con cara de bebé y un intimidante detective que casi parecía el guardaespaldas del pequeño.
Geno no se había dado ni cuenta cuando esa plática agradable se había transformado en un interrogatorio, y si quiera recordó como en que su escritorio se llenó de supuestas pruebas que el pequeño periodista traía consigo que lo relacionaban con el criminal más buscado de todos los tiempos.
—Okay, ¿soy el único que siente que todo esto es simplemente ridículo?—, se quejó el albino, cruzándose de brazos indignado, —¿Por quién me toman? ¿Por un criminal?
—Las pruebas no mienten, Señor Crayon—, sonreía casi de forma siniestra el periodista de pecas, —Si usted sabe más de lo que dice saber, será mejor que hable, o mi compañero aquí presente puede arrestarlo por complicidad.
—¡Oh por favor, tus pruebas son una mierda!—, gritó exasperado Geno, —Cualquiera podría falsificar todas estas cosas que tienes ahí, incluso mi tarjeta de crédito que ni yo ni mis hermanos usamos. No tienes pruebas concretas contra mí, no puedes arrestarme por eso. Además, ¡es simplemente ridículo! Yo jamás he tenido algo que ver con el Destructor ese.
—Sabe que es muy fácil mentir en esta situación, ¿no es así, Señor Crayon?
—¡Okay, se acabó! Accedí a tener una simple reunión con ustedes de solo buena voluntad, y no para que me vengan a acusar de delincuente o lo que sea—, exclamó completamente furioso el albino, ya saliendo de detrás de su escritorio para abrirles la puerta a los otros dos presentes, —Ahora largo, tengo mucho trabajo que hacer. Vayan a acusar al alcalde de asesinato o qué sé yo, pero a mí no me molesten, ¡buenos días, y adiós!
Dicho esto, un portazo en la cara fue lo que recibió aquel dúo apenas fueron echados de la oficina del albino.
—¿Crees que mentía?—, preguntó en voz baja el detective, mientras ambos se daban media vuelta y comenzaban a caminar para salir de la alcaldía.
—Lamentablemente... No—, suspiró Berry a su compañero, —Noté que decía la verdad, puedo sentirlo.
—¿Y ahora qué?
—Oh, no me voy a rendir tan fácilmente—, sonriendo esta vez el castaño, sosteniendo su teléfono celular, —Geno Crayon claramente no sabe nada, pero algo que dijo nos puede ayudar.
—¿Qué cosa?
—Él dijo, y lo cito; "Cualquiera podría falsificar estas cosas que tienes ahí, incluso mi tarjeta de crédito que ni yo ni mis hermanos usamos".
—¿Entonces...?
—Él no es el único que tiene acceso a esa tarjeta—, explicó Berry, con una sonrisa pícara de oreja a oreja, —Al parecer, tiene hermanos que igualmente podrían usar la tarjeta.
Dust se quedó sin habla unos segundos, antes de sonreír suavemente, —¿La tarjeta que conecta muchos de los casos del Destructor? ¿Supones qué... Puede que uno de los hermanos de Crayon tenga que ver con el Destructor?
—No lo supongo, lo aseguro—, celebró Blueberry, abrazando a su compañero para luego jalarlo del brazo para que esté apresurase el paso, —Vamos Dust, es hora de investigar el árbol genealógico de los Crayon.
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