Error
—¡No dejo de pensar todo el día en él!—, suspiraba el pelirrojo de piel oscura, —Su sonrisa, esos ojos, esa tierna risa... ¿estaré loco?
—Loco estás, broski, ¡pero loco de amor!
Error caminaba junto a su hermano menor por el campus de la universidad, mientras lo acompañaba a su primera clase a petición del de cabello morado.
El tiempo pasaba, y la relación que Error e Ink mantenían parecía cada vez más cercana.
Un día su hermano menor lo interceptó cuando compartía un helado con su enamorado, y claramente confundido ante esa escena, comenzó a hostigarlo con millones de preguntas. Error, avergonzado de todo lo que hizo Fresh frente a Ink, agarró a su hermano menor del brazo y se lo llevó de ahí.
Desde ese entonces que Fresh no paraba de preguntarle al moreno qué pasaba entre él y el rubio de Artes Visuales. Esa mañana, Error por fin se dio por vencido ante las insistencias del menor, y accedió a contarle quién era Ink y porqué era tan relevante en su vida, a cambio de que cerrara la boca de una vez por todas.
Así que, allí iban el par de hermanos. Fresh escuchaba con atención lo que su hermano mayor le contaba y reía entre dientes cuando veía que el contrario sonreía inconscientemente y sus ojos brillaban al hablar del rubio.
No había visto a su hermano sonreír hacía mucho tiempo, y era algo que realmente le estaba preocupando. Pero cuando lo veía hablar de Ink era como si su hermano fuera otra persona, alguien mucho más alegre, positivo, y por sobre todo, feliz. Eso alegraba mucho a Fresh.
Moría de ganas por contarle a Geno que por fin tendrían a alguien al quien llamar "cuñado".
—¿Hablas en serio?—, frunció el ceño el moreno ante el, según él, estúpido comentario.
—OMG, ¡solo mírate, bro!—, exclamó el de cabellos morados, riendo ante la reacción confusa del mayor, —¡Jamás te había visto así antes! That's love, brah! So adorable...
El moreno trató de esconder su sonrojo ante las palabras de su hermano menor. Claro que se sentía como un tonto enamorado cuando estaba cerca de Ink, pero no era algo que le agradara del todo. Se sentía culpable.
—¿Por qué no lo invitas a salir?—, preguntó el menor de los hermanos, bastante emocionado con todo lo que Error le había contado.
—Pero, ya hemos salido antes.
—¡No, no, no! ¡Broski, hablo de una cita real!—, exclamó Fresh, mientras con sus manos intentaba darle una idea a su hermano mayor de lo que él se refería, —¡Una velada romántica! You know, como ir al cine, o una cena romántica en un lujoso restaurante. ¡Oh, ¿qué tal con una serenata?!
—¡¿Qué?! P-Pero Fresh, yo no sé cantar.
—Son detalles, brah—, insistía el de cabello morado, —My point is, si realmente te gusta, ¡da el siguiente paso!
Error se había quedado en blanco. Su corazón quería efectivamente dar el siguiente paso, pero entonces una horrible culpa le oprimía el pecho. Pensaba en que él no era la persona que su amado pensaba que era, no era tan bueno como él decía, ni cerca.
Ink merecía algo mejor, después de todo, él es la peor escoria de persona, él es un asesino, aunque nadie lo supiese.
De solo pensar en las cosas que hacía cuando perdía el control lo tenían muy nervioso. Qué pasaría si un día, el lado que odia de si mismo, Destructor, se hace presente cuando estaba con su enamorado.
Por eso trataba de evitar salir con él durante la noche, a lo que Ink no parecía tener problema, ya que él también parecía tener problemas con salir en la noche... Por alguna razón.
Sus pensamientos fueron interrumpidos, cuando ambos hermanos llegaron finalmente a la facultad de Artes. Error acompañó a su hermano hasta el salón donde le tocaba Audición Analítica II, y se despidió de él deseándole suerte en sus clases, pero no sin antes amenazarlo para que no volviera a avergonzarlo frente a Ink. El chico de aspecto noventero rió a carcajadas ante eso, mientras entraba a su salón diciendo que no prometía nada.
Eso no hizo más que plasmar un ceño fruncido en el rostro del moreno, una reacción muy común en él, pero que duró solo unos pocos segundos cuando cierto rubio se cruzó en su rango de visión. El mencionado no pareció darse cuenta que Error estaba allí, ya que parecía muy concentrado en no perder el equilibrio por estar cargando un gran y pesado atril.
Este entró rápidamente a un salón, y Error curioso, lo siguió discretamente. Al principio dudaba si entrar o no. Quizá estaba en medio de una clase importante y no podía llegar e interrumpir. Por lo que simplemente se asomó por la puerta del salón y vio que habían muchos estudiantes pintando en sus atriles, y entre ellos, estaba su amado rubio de sonrisa extravagante, ya concentrado en la pintura que tenía frente a él. Eso le dio el ánimo suficiente para entrar.
—Wow, es muy bonito Inky, tienes un increíble talento—, alagó el moreno mientras se acercaba al contrario y veía la hermosa pintura a mitad de proceso que su amado pintaba.
Esa voz que tanto amaba el rubio lo tomó por sorpresa y del sobresalto terminó botando sus pinturas al suelo. Error inmediatamente se disculpó y se agachó para ayudar a Ink a levantar los botes de pintura, —L-Lo siento, Ink, no quise asustarte.
—¡O-Oh, está bien! Es solo que me tomaste por sorpresa—, reía el rubio mientras se agachaba junto al contrario. Mientras ambos recogían los botes de pintura, sus manos coincidieron en uno, tocándose. Ambos desviaron la mirada hacia el otro, y se sonrieron bastante sonrojados, Error siendo el primero que quitó su mano, bastante avergonzado.
—Emm... ¿Qué haces aquí de todos modos? Esta no es tu facultad—, preguntó el pintor con una sonrisa pícara una vez ambos se pusieran de nuevo de pie, —¿Viniste a verme pintar?
—Aunque me encantaría quedarme a verte pintar, tengo clases del otro lado del campus, je. En realidad vine a acompañar a mi hermano a su clase, seguro lo recuerdas—, admitió avergonzado el pelirrojo, evitando la mirada del contrario y rogando internamente por, que con su horrible memoria, no recordara la escenita que había armado el de cabello morado ese día.
—¡Oh, claro! ¿Cuál era su nombre? ¿Fish?
—Fresh.
—¡Claro, ya lo sabía!—, rió avergonzado el rubio, —¿Y estudia aquí, en esta facultad?
—Seep, segundo semestre de Ingeniería en Sonido—, sonrió Error, tratando de ocultar el orgullo que le daba decir eso, —Entró con beca, igual que tú.
Ink sonrió enternecido. A pesar de la increible rabieta que tuvo ese día con su hermano menor, se notaba que igual lo quería, y estaba orgulloso de él, —Ya veo, qué lindo...
De pronto, entre ellos ya no eran necesarias las palabras, se quedaron absolutamente mudos. Lo único que hacían era verse a los ojos el uno al otro, sonriendo con calidez. La cantidad de emociones que se trasmitían con esas simples miradas eran mucho más de lo que podían hacer las palabras. Así se mantuvieron un buen rato, olvidando por completo el contexto donde estaban, aunque la verdad es que poco les importaba.
Error, quien ya se había acostumbrado al contacto de la mano de Ink, de todas formas con un poco de miedo, sujetó su mano con ternura. El contrario se sonrojó a más no poder. Parecía que el joven de derecho quería preguntarle algo al más bajo, pero no parecía poder hablar, se le notaba nervioso.
Ink sonrió, y apretó suavemente su agarre en la mano del contrario para poder brindarle apoyo, —¿Qué me quieres decir?—, susurró tranquilamente el pintor, hinchando por consecuencia el corazón del más alto.
—¿Q-Quieres salir conmigo? A una cita real, q-quiero decir—, suspiró finalmente Error, tan nervioso que ni él se lo creía, —N-No es que nuestras salidas anteriores no hayan sido reales, fueron muy reales, es solo que quiero hacer las cosas bien... N-No, espera ¡Agh! L-Lo que quiero decir es-
—Sí quiero—, exclamó emocionado el pintor, ya convenciendose que su relación con Error estaba tomando un rumbo más serio, justo como él quería y ansiaba.
Error quedó en blanco unos segundos, antes de sonreír y decir incrédulo; —¿En serio? Vaya, no esperaba que aceptaras. ¿Mañana estás libre?
—¡Sí, puedo en la tarde!—, exclamó el rubio, dandole un pequeño beso en la mejilla al contrario, dejándolo paralizado nuevamente, —¿Pasas por mi a las 17:00?
—C-Claro...
—¡Entonces es una cita!
~•~
—¡¿EN QUÉ MIERDA ESTABA PENSANDO?!
La noche ya había caído por sobre la gran ciudad, y el joven Destructor, ya vestido como tal con todo y sus guantes, solo que con su rostro descubierto, se paseaba de un lado al otro en su departamento, luchando contra él mismo y sus estúpidos impulsos.
El moreno se golpeaba fuertemente la cabeza con sus propios guantes de metal, logrando incluso tirarse al suelo a si mismo, haciéndose daño. Pero a él no le importaba, en ese momento lo que le angustiaba era su batalla mental.
Una parte de él quería salir, quería acabar con ese dolor que sentía todo el tiempo en su pecho, quería vengar su horrible e inútil cuerpo sin valor después de ese suceso que lo cambió para siempre. Quería matar a los malditos monstruos que lastimaban a inocentes. Quería venganza.
Pero otra parte de él quería cambiar. Quería ser la buena persona que Ink pensaba que él era, no quería ser el mismo monstruo que intentaba destruir. Quería ser alguien digno de amar.
—¿En qué mierda estaba pensando?—, se repetía Error, quien se retorcía de dolor en el suelo de su apartamento, —Él jamás podría amar a un asesino... ¡Él jamás podría amar a alguien como yo!
Destructor se levantó tambaleante del suelo, y corrió al baño para limpiar la sangre que chorreaba de su frente. Apoyado en el lavamanos, jadeaba angustiado. Con mucho temor, levantó la mirada para verse al espejo y ver su herida, pero apenas vio su rostro sintió asco. Sintió repulsión, sintió miedo.
—¡DEJA DE MIRARME ASÍ!—, gritó desesperado el moreno, lanzando un golpe al espejo, rompiéndolo en miles de pedazos gracias a sus guantes de metal. No soportaba verse así, no se soportaba a si mismo.
Nadie puede ayudarte. Grita todo lo que quieras, nadie puede ayudarte.
—¿Realmente crees que alguien como Ink podría fijarse en ti?—, se decía a si mismo el pelirrojo, mientras lentamente dejaba caer su cuerpo sobre los vidrios rotos del baño, —Seguro solo siente lástima, de alguien tan asqueroso como yo.
Muchas lágrimas fluían por sus mejillas, y nada parecía detenerlas, —¡Haz que pare!—, gritaba de dolor, de agonía, —¡Haz que este dolor se detenga! ¡Ya no lo soporto más!
Aunque pareciera una escena inusual la que el moreno vivía en ese momento, en realidad, era bastante común en su día a día. Esos ataques de ansiedad e ira contra el mismo era parte de su rutina. Llorar por el dolor y odio que sentía, también lo era. Perder el control de si mismo, también lo era.
De pronto, el llanto y los gritos de agonía cesaron. Destructor se levantó del suelo del baño, sin importarle las cortadas que tenía en sus piernas por los vidrios rotos. Secó las lágrimas de sus mejillas, y se puso la capucha.
—Voy a matar a esos hijos de puta.
~•~
—¡No, por favor! ¡Detente! ¡Déjame ir! ¡Por favor!
—¡Cállate! No me obligues a amordazarte. ¡Ahora quédate quieta, zorra!
De pronto, aquel acto bestial que ese criminal estaba apunto de cometer se vio interrumpido cuando una cuchilla le atravesó el abdomen. Ambas personas allí, en ese callejón sin salida quedaron en shock al ver lo que le había pasado al atacante. Este se retorció del dolor y se alejó de su víctima, cayendo al suelo agonizando.
—¿No la escuchaste, enfermo? Te dijo que la dejaras ir—, el villano enmascarado más temido en toda la ciudad hizo su aparición de entre las sombras, declarándose autor de ese ataque. Caminó lentamente, al rededor del moribundo hombre con aquella cuchilla atravesada. Como se notaba que luchaba por su vida, se intentaba arrastrar como podía fuera del callejón. Pero entonces un fuerte pisotón en una de sus manos lo detuvo, —¿A dónde crees que vas, insecto?
El criminal ni tiempo tuvo de defenderse cuando el Destructor se abalanzó sobre él y lo comenzó a golpear con sus guantes de metal, una y otra vez en la cabeza, con todas sus fuerzas e ira contenida. Los gritos de agonía del hombre resonaban por el callejón. Hasta que después de varios minutos, hubo un silencio absoluto y sepulcral. Finalmente el Destructor, salpicado de sangre, acabó con la vida de ese criminal, nada más moliéndolo a golpes.
Se levantó del suelo, sintiendo una satisfacción sinigual, limpiando un poco la sangre de su rostro. El dolor en su pecho se había aliviado un poco, como si de un anestésico se tratase.
—P-Por favor, no me mate—, lloraba temblando la joven víctima, semidesnuda en el rincón del callejón. Frente a ella, el Destructor manchado en sangre con la mirada fija en el cuerpo sin vida del casi violador de la muchacha que lloraba, no parecía reaccionar, —¡P-Por favor! T-Tengo un esposo e hija esperándome en casa.
Pasaron unos segundos de silencio que parecieron eternos, hasta que por fin Error habló;—No voy a matarte—, escupió, pateando con ira el cuerpo del criminal que mató, —Yo solo mato depravados como esta escoria.
La joven lentamente se arregló la ropa, y con mucha discreción se levantó del suelo, aún aterrorizada por la escena sangrienta que vio hacía unos segundos atrás. Poco a poco se acercó al hombre que asesinó a su casi profanador, y con mucho miedo en la voz le susurró, —G-Gracias, por salvarme de ese enfermo.
—No hay de qué—, dijo secamente el Destructor, volteándose a ver fríamente a la joven, —Ahora lárgate antes de que me arrepienta de dejarte viva.
La muchacha asintió y corrió rápidamente lejos del callejón, más aterrada que nunca.
Mientras, el Destructor se quedó un par de minutos allí, con la mirada perdida. Trataba de ordenar sus pensamientos.
Es verdad que antes, cuando mataba a un criminal lograba sentirse vivo de nuevo, lograba que su vida valiera la pena en su mente. Pero ahora, llegó incluso a sentirse culpable, no por el criminal, sino por haber traumado a la joven víctima con una escena tan sangrienta.
—¡Maldito, Ink!—, se reprochaba en voz baja, sabiendo que de igual forma nadie podía escucharlo en ese callejón, —¿Qué mierda me has hecho?
Acto seguido, corrió lejos del callejón, tratando de quitar esos pensamientos de su cabeza.
Aún tenía trabajo que hacer...
~•~
—¡Alto ahí, Destructor!—, el héroe enmascarado favorito de todos había llegado a la escena que de protagonistas tenían al villano encapuchado a punto de matar a un par de ladrones, interrumpiendo justo a tiempo, —¡Como Guardián de esta ciudad, no permitiré que sigas haciendo daño!
—¿Yo? ¿Daño?—, rió el moreno, desviando toda su atención a su nemesis y soltando a uno de los ladrones que rogaba por su vida, —¡Por favor! ¡Le estoy haciendo un favor a la humanidad al borrar estas anomalías!
—¿Acaso no te has visto en el espejo?—, se mofó el Guardián, más que nada ofendido por la declaración de su enemigo.
—Oh, claro que sí... Y no tienes idea la mierda que he visto—, murmuró el Destructor más para si mismo que para el rubio, —¡Y todo por culpa de estas basuras!
Destructor intentó nuevamente atacar a los criminales que allí estaban, pero el Guardián con su gancho y soga sujetó sus brazos, impidiéndole moverse hacia ellos
—¡Detente ahora mismo!
—Entonces, detenme.
El moreno cambió su blanco de ataque y en menos de dos segundos corrió para enfrentarse al Guardián. Con sus cuchillas cortó las sogas que lo tenían limitado de movimientos, y con sus puños de metal se dispuso a golpear al rubio. El Guardián como podía esquivaba los golpes del más alto, pero se le era bastante complicado, pues era increíblemente rápido en sus ataques, se notaba que tenía conocimiento del tema.
El Guardián dio un salto hacia atrás para poder alejarse del Destructor y poder recuperar un poco de tiempo y pensar en su estrategia para atacar. Sacó tres bombas de pinturas y las lanzó hacia él, esperando cegarlo y ganar más tiempo, pero no contó con que el Destructor puso sus puños frente a sus ojos, evitando la pintura en su rango de visión. No perdió el tiempo, y al ver a su némesis en desventaja, sujetó seis de sus cuchillas y las lanzó contra el Guardián. El rubio no tuvo tiempo de procesar cuando las cuchillas llegaron hasta él, una de ellas rozando su mejilla, cortando un poco su capucha, y el resto clavando sus ropas, enganchandolo, y dejándolo inmóvil contra la pared.
Estaba atrapado.
—Je, ¿qué pasa? ¿Estás un poco clavado?—, se burlaba el Destructor mientras caminaba intimidante hacia su presa.
—¡No te saldrás con la tuya!—, gritaba el Guardián, moviendo su cuerpo desesperadamente para poder desencajar las cuchillas de la pared y liberarse, —¡Agh, te atraparé!
—Creo que ambos sabemos que no estás en posición de amenazarme—, se burló el moreno, una vez estuvo frente a frente al inmóvil Guardián, —¿Sabes lo que es más emocionante de esto? Que podré saber quién mierda eres antes de matarte...
—¡No, suéltame!
El Destructor sujetó la capucha algo rota de su enemigo, y lentamente intentó levantarla para poder dejar al descubierto la identidad del Guardián.
Sin embargo, antes de poder quitarle la capucha, sirenas policiales se escucharon aproximarse.
El Destructor no era tonto, y sabía que si se quedaba más tiempo allí, la policía llegaría antes de él poder huir.
—¡Mierda, malditos malnacidos!—, maldijo en voz alta, alejándose de su némesis, devolviendole el alma al cuerpo al contrario, —Te salvaste esta vez, hijo de perra. Pero ten por seguro que la próxima vez que te vea, te mataré.
El Guardián no alcanzó ni a responder la amenaza del moreno cuando lo vio alejándose corriendo, subiéndose con ayuda de una cuerda a los tejados de las casas y huyendo finalmente.
~•~
—Agh, mi cabeza...
Un nuevo día, y un pobre y agotado Error se quejaba del horrible dolor que sentía en ese momento.
No emocional como siempre, sino físico.
Con pereza se levantó de su cama y vio en el suelo las ropas de su alterego en el suelo, como siempre, pero esta vez, además de sangre, tenía algo inusual.
—¿Pintura?—, se preguntó el moreno al ver su poncho completamente embarrado en pintura de tres distintos colores, al igual que sus guantes.
Caminó confundido hasta su baño para mirarse al espejo y se topó con la sorpresa de que estaba roto, con todos los vidrios en el suelo.
Mierda, se había olvidado de ese pequeño gran detalle. Tendría que ir a comprar un espejo nuevo.
Caminó entonces hasta la sala de estar, dónde allí había un espejo colgado en la pared. Se vio el rostro, y además de sangre, había pequeños rastros de pintura cerca de sus ojos.
—¿Qué mierda?—, se quejó el pelinegro, caminando de vuelta al baño para limpiarse la sangre y la pintura, —O maté a un pintor o algo así, o... Fue ese maldito Guardián.
Por más que lo intentara, no podía recordar. Solo tenía algunos pequeños flashes de la noche anterior, pero no recordaba con exactitud lo que había hecho como Destructor.
Era algo usual, y ya lo había asumido.
Nunca sentía que era realmente él el que cometía todas esas atrocidades, pero si era él. Destructor es parte de él, el lado de él que más odia de si mismo, y aunque ni siquiera recordara con exactitud cuantas personas mató la noche anterior, si despertaba manchado de sangre, era razón suficiente para odiarse aún más.
—Maldito asesino...—, se insultó a si mismo mientras tomaba una escoba y pala para poder barrer los vidrios rotos de su baño.
Algo positivo era que ya no tenía que ver su horrible y asqueroso cuerpo cada vez que salía de la ducha. Quizá era buena idea dejarlo así y no comprar un espejo nuevo...
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