Dolor (+18)
—¡Ruru!
El corazón de Ink de por sí ya estaba quebradizo por todo lo acontecido últimamente, pero cuando pensó que nada podía ser peor, sintió su pecho arder en dolor cuando vio al chico al cual amaba, retroceder unos pasos cuando lo vio acercarse, claramente asustado de él.
—¿R-Ruru?
—Ink, no deberías estar aquí—, habló seriamente el moreno, tomando su distancia del rubio, abrazándose a sí mismo, —Vete a tu facultad o llegarás tarde a clases.
Habían pasado unos días desde el incidente en el departamento del pelirrojo. En todos esos días, Ink no había ido a la universidad, pues se sentía fatal. Además aprovechó de darse un tiempo para que su tobillo y golpes en la cabeza sanaran un poco más.
Desde entonces, Ink y Error no habían hablado, ni siquiera por mensaje.
Mientras Ink era devorado vivo por la culpa, encerrado en su casa, Error hacía lo imposible por seguir con su vida sin que se notara su dolor. Aunque ahora se quedaba con Geno, con la excusa de la plaga, pues no podía volver a su departamento, lleno de los recuerdos del incidente. Trataba de olvidar a Ink como podía, y mientras su mente no lo recordara, su corazón no le dolía. Y como no lo había visto en el campus esos días, y tenía el confort de su hermano mayor, estaba emocionalmente estable...
Hasta que dicho rubio se apareció en su facultad para hablarle.
Instintivamente intentó alejarse de él, pues su miedo por los traumas revividos no lo dejaba tranquilo.
—Necesito hablar contigo, Ruru—, habló cabizbajo el rubio, sin querer acercarse más a su amado para no alterarlo más de la cuenta, —P-Por favor.
El pelirrojo palideció, y su expresión seria su transformó en una angustiada. Miró todo a su alrededor rápidamente, para luego volver a Ink. Estaba buscando una forma de escapar de la presencia del rubio, —E-Emm... No puedo hablar ahora, tengo que irme a clases.
Error estaba apunto de irse de allí, pero entonces, Ink llamó nuevamente su atención, —¡E-Espera! ¡Por favor, solo dame un minuto!
—L-Lo siento, debo irme.
—¡Por favor, Error!
Pronto las súplicas del rubio se transformaron en gritos, que en segundos, comenzaron a llamar la atención de todos los presentes allí al rededor. Las miradas se posaron en el dúo, y eso comenzó a poner aún más nervioso al moreno. Odiaba toda esa atención, volvió a sentirse acosado, le provocaba una tremenda ansiedad, y eso solo lo frustraba. Y esa frustración solo le traía ira.
—Ink, cállate. Todos son están mirando.
—¡A mi qué me importa!—, exclamó Ink. Se notaba desesperado, —¡Solo me importas tú! ¡Por favor, Ruru! ¡Perdóname! ¡Lamento tanto haberte hecho daño!
Los murmullos no tardaron en aparecer.
—¡Jaja, ¿cómo lo llamó? ¿Ruru?~!
—¿Lastimaron a Crayon? ¡Jeje, ¿ese rubio es suicida o qué?!
—Aww, ¿le rompieron el corazón al chico rudo de Derecho?
—¿Quién más apuesta a que el rubio va a recibir un golpe en el hocico?
Los nervios del pelirrojo estaban a flor de piel. Sentía un horrible Déjà vu.
No quería enfrentar a Ink en ese instante, no se sentía en condiciones para ello, y estar expuesto de esta forma frente a tanta gente, le hacía arder en ira y frustración. Su respiración aumentaba, comenzaba a sudar.
No lo soportaba más, y no lo permitiría tampoco.
—¡¿Qué es lo que miran, hijos de puta?!—, gritó Error a todos los que lo rodeaban, sobresaltando a todos, incluyendo a Ink, —¡Sigan con sus vidas, y métanse en sus asuntos!
Para los compañeros de Error, solo era otra explosión de ira del moreno, de las cuales ellos temían y por lo tanto se callaban y alejaban apenas este se los gritase. Sin embargo, era la primera vez que se comportaba así frente a Ink... Sin contar cuando lo enfrentó siendo el Guardián de la Noche.
—E-Error...
—¡Ink, ya lárgate!—, le gritó el moreno finalmente, alejándose nuevamente cuando el pintor intentó acercarse a él, —¡No quiero hablar contigo! ¡No quiero que te me acerques! ¡No quiero ni siquiera verte! ¡Solo déjame en paz!
—¡No, espera!—, el rubio no quería que las cosas terminaran así, no soportaba la idea de que su amado se fuera de su vida para siempre. Intentó sujetarle la mano, pero antes de siquiera tocarlo, el moreno quitó su mano.
—No te atrevas a tocarme otra vez.
—Solo quiero hablar—, sollozó el pintor, las lágrimas amenazando con caer por sus mejillas, —Por favor, solo un minuto... No lo hagas por mi, hazlo por lo que tenemos, por nuestra relación...
—Nuestra relación...—, Error sintió un escalofrío por su cuerpo, algo que lo congeló. No quería estar allí más, no quería seguir hablando con Ink, —N-No puedo.
—¿¡Por qué!?
—Simplemente no puedo—, sentenció el pelirrojo, dándose media vuelta para evitar ver al rubio, —No puedo... No me siento bien...
—¿Por qué...?
—Hay cosas de mí que no sabes—, soltó Error, tragándose la angustia, —No me conoces realmente... Nosotros no nos conocemos realmente.
—No entiendo...
—Quizás fuimos muy rápido, ya sabes, lo nuestro...—, suspiró el moreno, resistiendo todas las emociones que le estaban invadiendo, —...no creo que pueda con lo nuestro.
Las lágrimas hacía rato que caían por las mejillas del rubio como un río, pero estaba tan ensimismado en lo que le decía Error que ni siquiera se había dado cuenta, —P-Por favor, no lo digas...
Error simplemente guardó silencio unos segundos y se abrazó a si mismo. Ni siquiera tenía el valor de decírselo en la cara.
—Deberíamos terminar, Ink.
El mundo del pintor pareció detenerse por un momento. No estaba preparado para tal crudo y frío golpe de realidad. Sintió como su quebradizo corazón finalmente terminó rompiéndose en miles de pedazos, causando un horrible dolor en su pecho y una tristeza inmensa lo consumió por completo.
—E-Error, por favor, solo-
—Ejem, perdone ¿es usted Error Crayon?
Y por si nada parecía ser peor para el joven pintor, este sintió como su corazón se detuvo por una milésima de segundo cuando se encontró al pequeño reportero Blueberry y su fiel acompañante, el detective Murder, frente a ellos.
Su rostro palideció de inmediato, ya que él sabía lo que esos dos tramaban. Hacía un tiempo que Dream le había contado que ese par estaba tras la identidad del Guardián de la Noche y del Destructor, y dado a que Dream conocía al Guardián, no dudaron en interrogarlo de los primeros.
Dream le advirtió que tuviera cuidado, y sin embargo, allí estaban ellos.
—E-Emm... Sí, soy yo—, contentó el pelirrojo con voz decaída. Rápidamente se limpió lo que parecían haber sido lágrimas que cayeron por sus mejillas, —¿Q-Qué necesitan?
—¡Me presento, soy Blueberry Swap, reportero experimentado! ¡Y él es mi compañero, el detective Murder!—, saludó Berry, con su típica energía alegre y animada.
—Hola—, fue lo único que dijo Dust, mirando con un ceño fruncido e intimidante al moreno.
—Verás, estamos realizando una investigación muy importante sobre los dos anónimos más famosos de esta ciudad, y me preguntaba si podía hacerle unas preguntas, joven Crayon—, dijo sin más el pequeño reportero, quitándole el aliento a Ink.
¡Entonces Dream tenía razón! Pero entonces, ¿por qué buscan a Error?
—Lo siento, ahora tengo clases—, contestó el moreno, intentando escapar de la situación, dándose media vuelta para marcharse. Pero entonces, fue interrumpido por Dust, quien le sujetó el hombro, causando que Error se sobresaltara e intentara golpear la mano que lo tocó, —¡No me toques, imbécil!
—Estoy seguro de que mi compañero y yo no tendremos problemas en esperar a que termine sus clases, joven Crayon. ¿No es así, Morita?—, dijo Dust de forma siniestra, a la vez que sonreía con claras malas intenciones.
—Eso es cierto, Polvito—, sonrió igualmente el reportero, igualmente denotándose un aura siniestra y mal intencionada, —Tárdese lo que quiera, nosotros lo esperaremos con gusto.
Error los observó perturbado, e incomodo, antes de darse media vuelta y decir, —Bien, como quieran, raritos. Nos vemos más tarde o lo que sea.
Ink entró en pánico. Error iba a irse y aún no resolvía sus problemas con él, no lo podía dejar ir.
—¡Espera, Error!
El moreno paró en seco, y volteó ligeramente para ver al rubio, —Adiós, Ink—, sin más, el pelirrojo se fue de allí, dejando nuevamente al pintor al borde del llanto.
¿Se acabó? ¿Simplemente se acabó?
Ink no quería creer que fue el fin. Su amado terminó su relación, dolido y asustado de él. Había metido la pata en grande, lo había lastimado una vez más y ahora se sentía como el imbécil más grande del mundo.
Y ahora estaba solo nuevamente.
Ese vacío que le había dejado Cross cuando rompió con él no se comparaba al vacío que le dejó Error. Incluso, se podía sentir tan vacío como cuando Zephyr se fue.
El confort, el amor, la confianza que su hermano le daba lo había encontrado nuevamente en su amado, ahora exnovio.
Y ya no estaba.
Y ahora se preguntaba, ¿en qué momento llegó a ser tan dependiente de una persona?
Claro que sufrió cuando Cross lo dejó, pero estaba más decepcionado de la traición más que del desamor. Cuando Zephyr falleció, le tomó más de un año aceptar que él ya no volvería, y afrontar la realidad... Gracias a Error.
Él había llegado para dar vueltas su mundo, para hacerle ver que él era más que solo una persona positiva, que estaba bien sentirse triste. Para hacerle ver que no debía renunciar a su sueño, por más que la vida lo hiciera retroceder. Para recordarle que él era una buena persona, y que debía respetarse a si mismo.
Pero ahora...
Él se había ido de su lado.
Y no volvería.
Al igual que Zephyr.
—Usted es Ink Comyet, ¿no es así?—, consultó Blueberry al ver que el joven pintor seguía allí parado, interrumpiendo su pequeño llanto e introspección. Debía aprovechar cualquier instancia que le diera una pista, —¿Le molestaría si le hiciéramos algunas preguntas? Es para nuestra investigación.
Ink dejó de lado todos esos pensamientos culposos cuando escuchó al pequeño periodista. Tragó en seco. El miedo lo invadió, era un pésimo actor y mentiroso.
¿Y ahora qué?
—Y-Yo, e-emm... Lo siento, je, debo irme a clases. Tengo mucho camino por recorrer, es al otro lado del campus, así que mejor me marcho o sino llegaré tarde a-
—¿Cuál es su relación con el joven Crayon?
Esa pregunta lo dejó helado. Una lágrima alcanzó a escaparse, bajando por su mejilla mientras él intentaba mantener la compostura.
—¿E-Eh? B-Bueno, supongo que ahora... Ninguna.
—¿Disculpa?—, preguntó algo confundido el castaño bajito.
El detective pelinegro notó la confusión de su compañero y frunció el ceño, —Explíquese, Comyet.
Eso provocó que un horrible remordimiento sacudiera el cuerpo del rubio, —E-Él acaba de terminar conmigo.
—Oh, lamento oír eso—, se disculpó Berry, un poco avergonzado por haber tocado esa fibra tan delicada en el pintor, —Perdone si lo incomodé, no fue mi intención. Solo quería saber si le podía hacer preguntas sobre él.
Ink no podía entender. Ese par estaba investigando al Guardián de la Noche y al Destructor. Literalmente tenían al mismísimo Guardián en frente, pero ellos no paraban de preguntar por Error.
Quizás no era muy buenos investigadores, pero eso no quitaba la confusión del rubio del porque buscaban tanto al pelirrojo de Derecho.
De todas las personas que podrían ser sospechosas, ¿por qué él?
—Lo único que necesitan saber de él es que es una persona maravillosa, que no merece que lo acosen y molesten por tonterías. Creo que conmigo ya sufrió lo suficiente—, declaró Ink, intentando mantenerse fuerte ante sus propias palabras, —Agradecería que lo dejaran en paz, no merece más calvarios en su vida... Debo irme a clases, adiós.
Sin más el rubio dio media vuelta y dejó al par allí parado.
Ambos se miraron, algo aturdidos.
—Pobre chico... Debe estar muy dolido porque lo terminaron, pero aún así se nota que lo sigue amando...—, dejó salir el de pecas a su compañero. Dust solo pudo asentir, no llegando a admitir que de igual forma sentía pena por el joven pintor.
~•~
—¡Error, espera!
—¿Tu otra vez? Creí que había quedado claro. Terminamos, Ink.
Sí, efectivamente allí estaba de nuevo el pintor en la facultad de humanidades, después de clases, buscando a su amado. Había esperado pacientemente a que el dúo anterior terminara de interrogarlo para ir con él.
Claramente la interrogación había dejado a Error de mal humor, y algo nervioso, por lo que no le cayó para nada bien el hecho de ver nuevamente a la razón de su corazón roto y traumas revividos.
—Lo sé, Error. No vengo a rogarte por nuestra relación—, habló con pena el rubio, tratando de ser sereno, —Solo quiero hablar, por favor.
—No quiero verte, Ink. No quiero oírte, no quiero saber nada de ti—, sentenció el moreno, con dolor en su voz, —¿Acaso no lo entiendes?
—Solo quiero que me perdones—, sollozó el pintor, intentando como fuera acercarse al más alto, pero este se rehusaba y se alejaba, —Si no quieres volver a verme lo entenderé, pero... Necesito que me perdones, ¡no puedo vivir con la culpa de haberte hecho daño! Lamento tanto el dolor que te causé... Fui un horrible novio, entiendo que no quieras saber nada de mí...
Error se quedó en silencio, absorto. Tenía mucho miedo de que sus emociones lo dominaran y cayera aún más bajo.
Él necesitaba estar solo, debía estar solo. El solo ver al rubio le ponía los pelos de punta.
Sin embargo, no podía odiarlo. Aún después de todo, lo amaba y se odiaba por ello. Porque no era lo suficientemente fuerte para poder superar sus miedos e inseguridades... Por no poder odiar a quién lo lastimó.
Se seguía repitiendo mentalmente que debía alejarse de Ink, que ambos estarían mejor sin el otro. Pero su corazón idiota no hacía más que extrañarlo.
—I-Ink... Y-Yo, no puedo-
—Sé que es díficil perdonar a un pobre idiota como yo, después de todo lo que has hecho por mí—, el pintor volvía a intentar acercarse, y esta vez, el moreno no parecía querer huir, —Soy un imbécil, lo sé, yo personalmente nunca me lo perdonaré a mi mismo. Pero quiero ser mejor, como tú me enseñaste, quiero saber que puedo redimirme...
Error estaba estático. Su hafefobia gritaba que se alejara del rubio, que algo malo pasaría si no lo hacía. Pero su corazón no quería escuchar, estaba perdido en los lamentos de su amado pintor.
El rubio se acercó al moreno, e intentó entrelazar sus manos como antes hacían. El pelirrojo se dejó, temblando ligeramente.
Error sentía como una horrible irá se adueñaba de su cuerpo. Estaba furioso consigo mismo por ser tan débil ante sus emociones, y estaba iracundo contra ese pintor que no dejaba de enamorarlo a pesar de todos sus esfuerzos.
—Puedo ser mejor, por ti...
—I-Ink... A-Aléjate de mí... P-Por favor...
—Pero yo-
—Aléjate, n-no quiero hacerte daño.
—¿Hacerme daño? ¡Pero si yo fuí el que te lastimó!—, señaló Ink, algo risueño, —No tienes que culparte por mis acciones.
—¡Aléjate, por favor!
—Error, vamos. ¿Por qué te enfadas? ¿Realmente me odias tanto?—, habló preocupado el rubio, al ver como el moreno se llamaba de ira.
Eso colmó el vaso.
¿Cómo Ink se atrevía siquiera a decir que él lo odiaba, cuando la razón de sus problemas con ese pintor es que por más que quisiera, no podía odiarlo?
Su tacto comenzó a quemarle. La ansiedad se apoderó de él. Necesitaba quitárselo de encima ahora ya.
—¡DIJE QUE TE ALEJES!
Todo ocurrió tan rápido que Error ni siquiera pudo interiorizar lo que había hecho aún pasado unos segundos.
Todo fue borroso, como si lo hubiera hecho inconciente, como si no hubiera sido él.
Sus nudillos ardían como metal al fuego, su respiración estaba agitada, su cuerpo temblaba.
Ink yacía en el suelo, quejándose de un dolor punzante en su ojo izquierdo. Se lo cubría con fuerza, pues el dolor era intenso.
Cuando el moreno pudo reaccionar a sus propias acciones, sintió un escalofrío de horror puro.
—¿I-Ink...?
El rubio levantó la mirada para ver a su agresor, se descubrió el ojo mientras aún respiraba pesado. La piel estaba roja, claramente hinchada, con unos pequeños rasguños al rojo vivo.
El pelirrojo estaba atónito ante sus propias acciones. Comenzó a temblar de forma desmedida, incapaz de creer que fue él quién golpeó de manera tan brutal a su amado.
Tenía que salir de ahí, tenía que alejarse de él. Era un monstruo.
—¿E-Error...? ¡E-Espera!
Huyó, corrió lejos de allí. Error era un manojo de nervios total, que temblaba como gelatina mientras corría lo más que podía lejos de su campus.
Corrió fuera de la universidad, corrió por las calles sin dirección alguna, solo quería huir de su propia consciencia.
Su mente era un caos, no faltaba nada para que su cordura se perdiera por completo, ni siquiera él mismo se creía capaz de lo que hizo.
Las lágrimas caían por sus mejillas, sin siquiera él darse cuenta. Sus nudillos palpitaban de la culpa que él sentía.
¿Qué es lo que pasaba con él? Jamás quiso lastimar a los que amaba, pero entonces ¿por qué lo hizo?
De pronto, mientras él estaba sucumbido en sus pensamientos, alguien lo agarró fuertemente del brazo. Lo habían interceptado con la guardia baja, por lo que bastó un simple tirón para estampar al moreno contra la pared y dejarlo un tanto aturdido.
Cuando Error pudo procesar lo que ocurría, pudo ver a unos cuatro sujetos frente a él, observándolo atentamente de una forma bastante peculiar. Error se hubiera enfurecido por tal trato de parte de esos sujetos, sino fuera por su conciencia sucia y horriblemente baja autoestima, además de la pequeña brecha que los separaba que invadía su espacio personal.
—¿Eres Error Crayon?—, preguntó el sujeto autor de la intercepción del moreno, mientras se acercaba aún más a él.
Error se sentía increíblemente cohibido por como estaban todos tan cerca de él. De pronto le recorrió un horrible escalofrío, su cuerpo entero comenzó a sudar como río, su respiración comenzó a acelerarse de tal forma que parecía un ataque cardiaco. Estaba reviviendo una de las peores noches de su vida otra vez.
—¡Respóndeme, perra!—, amenazó el sujeto, mientras acorralaba a Error contra la pared, poniendo sus brazos a cada lado de él.
Error no hizo más que asentir mientras desviaba la mirada, rogando tener más aire.
Fue entonces que todos los hombres allí comenzaron a reír de forma siniestra, mientras se tomaban toda la libertad de invadir el espacio personal del pelirrojo. Error estaba paralizado por completo, sudaba en frío, su corazón latía tan rápido que sentía que explotaría en cualquier momento.
Cuando de pronto, sintió una mano acariciando su pelvis, bajando lentamente hasta su entrepierna. Su mente comenzó a dar muchas vueltas, sintió un horrible dolor de cabeza, unas horribles nauseas.
Se quedó inmóvil, paralizado del miedo. Las lagrimas no paraban de fluir, incapaz de creer que esto le estaba ocurriendo de nuevo. Fue entonces que deseó estar muerto... Deseaba morir en ese mismo instante.
Con sus pocas fuerzas debido a su miedo paralizante, intentó alejarse. Sin embargo, eran cuatro contra uno... Menos que la última vez, pero seguían siendo más que él.
Sintió un susurró cerca de su oreja, —Así que tu eres la zorra que me recomendó mi buen amigo Peter—, su lengua comenzaba a trasladarse desde el cuello del moreno hasta su mandíbula, que yacía abierta puesto a su respiración agitada, —No lo he visto hace mucho, ¿tu sabes dónde está?
Las lágrimas caían con desesperación. Error lloraban en silencio mientras se quedaba inmóvil ante aquellos pervertidos que abusaban de su cuerpo. Temblaba a más no poder, deseaba poder ser el lado más violento de si mismo en ese instante, lo llamaba con desesperación. Mas nada parecía cambiar en él.
Entonces recibió un fuerte puñetazo en el estomago, que lo dejó buscando desesperadamente aire y con poco equilibrio. El mayor de todos le sujetó el rostro y lo obligó a mirarle directamente a los ojos.
—Te hice una pregunta, perra—, le escupió en la cara, para después forzarlo a besarlo. Las nauseas en ese momento para Error eran tan insoportables que sentía que vomitaría allí mismo. Cuando se separaron, el sujeto volvió a preguntar, —¿Dónde está, zorra? Dijeron que tu fuiste su último banquete... Luego, desapareció misteriosamente. Sospechoso, ¿no? Dinos dónde está, hijo de puta.
Los demás sujetos dejaron de tocarlo y lo soltaron, provocando que Error perdiera finalmente el equilibrio y cayera al suelo. Era un lío total, su respiración acelerada ni siquiera le dejaba hablar. Estaba sin aire en lo absoluto, y sus fuerzas no eran las suficientes para intentar calmarse.
—E-Es-t-tá...—, tártamudeaba Error, sin poder articular mejor, —...m-muer-t-to.
Claro está que esa respuesta no era la que el sujeto mayor buscaba, por lo que sujetó a Error de sus ropas y lo levantó con fuerza del suelo, siendo ayudado por el resto de los muchachos presentes. Los toqueteos pervertidos volvieron a espantar al moreno, paralizándolo nuevamente.
—Vuélvelo a repetir, zorra. Te reto.
Una de las manos del mayor se metió por el pantalón de Error, y sin más buscó su miembro por sobre la ropa interior de este. Un grito desgarrador pudo dejar salir el moreno cuando su victimario encontró lo que buscaba, y comenzaba a masturbarlo.
—¡N-No, b-bas-sta!—, el aire se le acaba, ya no podía si quiera mantenerse en pie, —P-Por f-fav-vor... S-So-lo mát-tame-e... ¡M-Mátame-e de u-una ve-ez!
Pronto, los demás hombres comenzaban a bajarse los pantalones y masturbarse frente a la "erótica" escena del joven abusado. Uno de ellos no aguantó, y entre todas las súplica del moreno, a la fuerza metió su pene en la boca de éste, forzándolo a qué le hiciera una felación.
En eso, el líder que lo masturbaba siguió buscando con su otra mano dentro de su pantalón la entrada del moreno. Al encontrarla, ni se lo planteó dos veces, se bajó los pantalones y entró de una sola embestida, sacándole un grito de agonía intensa a Error.
Los demás no se quedaron atrás, e intentaron como sea darse placer al tocar al pelirrojo, quién simplemente no veía escapatoria, por lo que se quedó inmóvil ante las dolorosas embestidas y abusos de aquellos sujetos, y se dejó sucumbir a la desesperanza esperando desesperado a su muerte.
Fue entonces que cuando todo parecía perdido para él, escuchó algo que le hizo recobrar el aliento por unos instantes... Una sirena policial.
Los sujetos que lo tenían aprisionado, apenas escucharon esa sirena, se separaron de su víctima, se subieron los pantalones y corrieron lejos de allí como cobardes, botando a Error al suelo, dejándolo al borde de un paro cardiaco en el suelo de ese callejón donde lo habían interceptado.
—¡Esto no se quedara así, hijo de perra!—, fue lo último que escuchó de ellos antes de perderlos de vista por completo.
Su piel se sentía helada, sus ojos eran horror puro, su parte baja dolía como el infierno mismo, sus lágrimas parecían nunca secarse, sentía asco de su boca profanada, su cuerpo temblaba peor que con sus crisis de ansiedad. Estaba teniendo los peores pensamientos sobre si mismo, sobre su vida. Ya no soportaba más ese dolor en el pecho que cada día se hacía más fuerte, hasta este punto que ya era agonizante.
Su vida era una agonía, y ya no lo soportaba más.
Ya no valía la pena seguir esforzándose en mantenerse en pie, si siempre que lo lograba terminaba cayendo peor que antes. Las grietas en él no desaparecerían, ya nada podía arreglarlo... Ya era muy tarde para él.
La sirena policial simplemente se alejó, y no volvió. Eso mismo haría él.
Solo queda rendirse.
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