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Confianza

—¿Dust? ¿Estás despierto?

Una voz dulce y suave voz lo llamaba desde lo que él percibía como la distancia. Un horrible dolor en su nuca comenzó a avivarse a medida que su conciencia regresaba a él. Su visión borrosa lentamente se enfocaba, y entonces pudo ver claramente quien lo llamaba.

—¿Berry?

—¡Oh, que alivio que estés bien!—, exclamó el castaño de ojos azules, inclinándose sobre la camilla donde el detective yacía acotado.
El pelinegro le costó procesar que estaba pasando, hasta que vio donde estaba. Una habitación blanca de hospital, acostado en una camilla, conectado por intravenosa a una maquina junto a su camilla. Por la única ventana, entraba la luz tenue del sol, por lo que era de mañana. Entonces vio que su mano derecha estaba vendada por completo, para acto seguido con su mano libre tocar su frente para encontrarse con otra venda.

—¿Qué mierda pasó?—, preguntó Dust, ya un poco más despierto.

—El Destructor te atacó anoche—, le explicó Berry al contrario, con voz suave para no perturbar más al detective y no causarle más dolor de cabeza, —Los doctores dijeron que tuviste suerte, ya que la contusión en tu cabeza no fue tan grave y la herida en tu mano no alcanzó a cortar ningún nervio importante.

Eso dejó perturbado al más alto, ya que intentaba como podía recordar lo que había pasado la noche anterior. Pero el hecho de sobre exigirse más de la cuenta logró que el dolor de cabeza que lo acongojaba se incrementara. 
Solo pudo lanzar su cabeza hacia atrás, llevando las manos a su rostro y dejar escapar un fuerte quejido.

Blue solo suspiró entristecido, —Lamento tanto lo que te ocurrió. No debí dejar que te quedaras conmigo, ¡no tenías porque estar ahí! Y ahora estás herido por mi culpa.

El detective quitó sus manos de su rostro para poder ver al pequeño reportero frente a él lamentarse. Rápidamente se sentó en la camilla y puso su mano vendada en el hombro del castaño, como ya solía hacerlo para tener su atención y transmitirle calma.

—Oye, no es tu culpa, chico. Yo me ofrecí en acompañarte, fue mi decisión quedarme—, tranquilizaba el pelinegro con su típica expresión seria, la misma con la que Blueberry lo conoció, —Y no me arrepiento de haberlo hecho, puesto a que si el Destructor te hubiera hecho algo a ti o al otro chico... Mi deber es cuidar de los civiles como tú, aún si tengo que dar mi vida en ello.

—Ay, Dust, y a mi me dices que soy apasionado por mi trabajo—, se quejó el de ojos azules, siento respondido por una pequeña risita entre dientes de su acompañante.
Al voltearse a verlo, vio esa sonrisa pícara típica de él. Eso lo dejó más tranquilo, ya que sabía que Dust estaba bien, y que al parecer, no le guardaba ningún rencor. Casi parecía que todo lo contrario.

—¿Sabes qué me parece curioso?—, comentó el pelinegro, tratando de desviar un poco el tema para que su acompañante dejara de sentirse culpable.

—¿Qué?

—Que sigues aquí—, sonrió Dust, para luego ver detenidamente los ojos azules del chico frente a él. Este no parecía entender a qué se refería, —Cualquier persona me habría traído de urgencias y luego se hubiera ido. O quizá ni siquiera me hubiera traído en primer lugar. Pero tu sigues aquí, esperaste a que yo despertara para saber que estaba bien... ¿Por qué?

Blue no pudo evitar sonrojarse un poco, y desvió la mirada avergonzado, —Supongo que por la misma razón por la cual tu no me arrestaste en primer lugar en la estación.

—¿Por qué me ves como un niño bueno?

—Porque llamaste mi atención.

~•~

¡Vaya noche de mierda!

Eran los únicos pensamientos del rubio de ojos verdosos mientras abría la florería. Su cuerpo le dolía como los mil demonios, puesto a que el enfrentamiento físico que tuvo ayer con su enemigo, lo perdió y cayó rendido. Maldita sea, ese hombre era muy fuerte.

Gracias a él, ahora Ink tenía que usar un vendaje en su brazo izquierdo, puesto a que anoche casi le entierra una de sus cuchillas en el brazo, pero el rubio alcanzó a esquivarlo a tiempo y este solo logró hacerle un corte superficial.
Pero mierda que dolía.

—Ese hijo de puta me las va a pagar—, se quejaba Ink en voz alta mientras sobaba su brazo herido. Solo esperaba que ningún cliente le preguntara por la evidente lesión.

Se tiró sobre el mostrador mientras se quejaba constantemente en voz alta para tratar de que su dolor de cuerpo pasara lo más desapercibido posible. Estaba seriamente considerando llamar a su jefe y reportarse enfermo, pero conociendo al horrible tirano que tenía de jefe, todas esas horas se las descontaría de su salario.
Bueno, no es como si mucha gente fuera a la tienda.

Ya estaba pensando en un plan B de traer una cama para ponerla en el cuarto de servicio cuando sintió el sonido de la campanilla de la puerta. Supuso que sería su mejor amigo, yendo a verle como se encontraba después del problemático encuentro de anoche, así que ni siquiera levantó su cabeza del mostrador para hablarle.

—Dream, ahora no tengo ganas de hablar.

—No soy Dream—, esa voz suave pero grave y rasposa lo hizo paralizarse. Podía recordarla perfectamente, era la voz del chico de ayer, —Si no tienes ganas de hablar ahora, puedo volver más tarde si quieres.

Ink levantó rápidamente la mirada del mostrador para encontrarse con ese chico guapo de Derecho. Sonrió casi instantáneamente y algo avergonzado se levantó del mostrador para acercarse a él.

—¡No, no, no! Lo siento, creí que eras un amigo—, se disculpó el rubio, —Siempre tengo tiempo para hablar con mi cliente favorito.

—Ayer solo compré una flor, ¿y ya soy tu cliente favorito?

—A decir verdad, eres el único que ha vuelto alguna vez a esta tienda—, rió el de ojos verdes, esperando ver esa sonrisa tan ansiada de parte del contrario, —Eso te hace oficialmente mi cliente favorito.

Y tal como esperó, allí estaba esa sonrisa. No era la más deslumbrante o la más alegre, era solo una sonrisa sencilla y amable. Pero era lo suficientemente deslumbrante para hacer sonreír genuinamente al rubio.

—¿Eso quiere decir que tengo algún descuento por ese privilegio?

—No te pases.

Error sonrió, —Je, tenía que intentarlo.

Eso causó una risita divertida del muchacho de ojos verdosos, a la vez que intentaba acercarse más a su cliente.

—¿Y bien? ¿Qué te trae por aquí?—, preguntó divertido Ink, —Algo me dice que no es porque quisieras escuchar nuevamente mi lista de flores favoritas.

Error solo se encogió de hombros y suspiró, —Aunque fuese divertido escucharla otra vez, tienes razón, no estoy aquí por eso—, es entonces cuando desvió su mirada a las anémonas de ayer, —Quiero llevarles flores a mis hermanos, para disculparme por los problemas que les he causado.

—Uuuhh~ ¿Eres un chico malo?—, bromeó el rubio mientras se paseaba por dónde estaban la mayor parte de las flores amarillas.

—No tienes idea—, susurró cabizbajo el moreno, más para él mismo que para que el rubio lo escuchase, —En fin, ¿qué flores me recomiendas para pedirles perdón?

Del montonal de flores, salió Ink con un ramo de girasoles y margaritas, y claro está, su clásica sonrisa segura.
Error lo observó curioso, ya que a pesar de todas las explicaciones que el rubio le había dado ayer sobre el significado de las flores, solo la charla de las anémonas quedaron en su memoria.

Ink notó su confusión, y rió entre dientes
para luego acercarse con dichas flores, —Déjame te explico; las flores amarillas siempre han simbolizado la amistad o la familia. Los girasoles son las flores del Sol, simbolizan amor, admiración y positivismo. Mientras que las margaritas representan el amor leal e incondicional. Juntas son la mejor forma de decirle a un amigo o familiar; Metí la pata, lo sé, pero te quiero demasiado como para dejar las cosas así. Espero puedas perdonarme.

Los ojos azules del moreno no denotaban nada más que asombro, y bastante conformidad. Era justo lo que Error estaba buscando decir, pero nunca fue bueno para darse a entender con palabras, por eso pensó que las flores se expresarían mejor que él.
Aunque solo faltaba un pequeño detalle en ese ramo.

—Es perfecto—, sonrió el moreno, aunque con un poco de vergüenza se animó a hablar, —Aunque, si no es mucha molestia, ¿podrías agregar un par de anémonas a los ramos?

Ink quedó estupefacto por unos segundos pero luego sonrió complacido. ¿De verdad le habían encantado tanto las anémonas?

—¡No es ninguna molestia! Al contrario, ¡es un placer!—, exclamó Ink, sacándole otra sonrisa sincera al moreno. Rápidamente el rubio se acercó a las anémonas y cortó unas cuantas para agregarlas al ramo en su mano.
Después se dirigió al pelirrojo teñido, para mostrarle finalmente el ramo completo.

—Ahora si está perfecto.

—Me alegra escuchar eso—, comentó Ink contento, mientras se dirigía detrás del mostrador para poder separar el ramo, —¿Cuántos hermanos son?

—Conmigo somos tres—, contestó con voz suave el más alto.

—Entonces dos ramos—, razonó Ink, mientras dividía el ramo gigante en dos más pequeños, pero de un tamaño prudente. Mientras estaba en eso, el rubio no pudo evitar tratar de seguirle la conversación al chico frente a él, —¿Eres el mayor?

—Soy el del medio—, confesó Error, observando hipnotizado como las manos blancas del contrario arreglaban las flores. Su mirada iba subiendo poco a poco, hasta ver las bonitas marcas en los brazos del rubio.
¿Qué eran? ¿Tatuajes? ¿Marcas de nacimiento?

—¿A tus hermanos también les gustan las anémonas?—, preguntó divertido el rubio, sin dejar de hacer lo que hacía con las flores.

—No lo sé—, respondió Error, distraído al ver las marcas en los brazos de Ink, mientras su mirada iba subiendo lentamente hasta notar algo peculiar en su brazo izquierdo, —La verdad es que esas flores me recuerdan a unas que teníamos en nuestro jardín cuando éramos niños... Mi hermano menor solía arrancarlas seguido para llevarnoslas cuando nos sentíamos mal.

—Awww, eso es adorable—, comentó enternecido Ink, ahora comprendiendo la fascinación del más alto por las flores en cuestión. Se le hacía muy adorable la forma en que recordaba esas flores, en como tenían un verdadero significado para él, —Así que, ¿es cómo una forma de enmendar haberlos hecho sentir mal?

—¿Qué te pasó en el brazo?

Mierda, ahí estaba la pregunta que esperaba que nadie le hiciese durante todo el día.
Aún no se había inventado una buena excusa.

—Emm... F-Fueron las rosas.

—¿Las rosas? ¿En serio?

—O-Oye, te sorprendería lo peligrosas que son las espinas de las rosas.

Error claramente no parecía creerse la excusa tan rebuscada, pero por su mirada, parecía no querer insistir en el tema. Seguro le entendía.
Todos tenemos secretos, ¿no?

—Sabes... Ayer no pude de dejar de pensar en ti.

—¿¡E-Eh!?—, el sonrojo de Ink no se hizo esperar más.

—En como tuviste que dejar tus clases para poder trabajar y poder pagar la universidad.

—Ah... Sí...

—Es por eso que ayer fui a hablar con el decano de la facultad de artes.

—¡¿Que hiciste qué?!

—Para ver si había la opción de que pudieras obtener una beca, aunque sea por un semestre.

Ink estaba sin palabras. Nadie jamás se había tomado tantas molestias por él, bueno, a excepción de su mejor amigo. Claro que lo esperaría de Dream, ¿pero de un completo extraño?
La emoción expresada en sus ojos de tonos verdes era realmente evidente y si no fuera porque no quería perturbar al chico moreno, estaría hecho una explosión de felicidad saltando por toda la tienda.

—El decano me dijo que podría darte una beca, si le muestras un portafolio con tus mejores piezas de arte—, dijo Error, sin cambiar su expresión seria, sacando de su bolso un pequeño papel algo arrugado que le entregó al rubio, —Aquí están todos los requisitos y la fecha de cuando tendrías que entregarlo.

Ink ya no podía contenerse. Ya le daba igual quedar como loco frente al pelirrojo, no pudo evitar gritar de emoción. El papel que le pasó el contrario tenía hasta el timbre del decano, era real. Era cien por ciento real.

El rubio no sabía demostrar lo agradecido que estaba con ese completo extraño, más que darle un gigante y apretado abrazo de oso, de esos que te dejan sin aliento.
Así fue como se acercó con los brazos abiertos al chico frente a él lo más rápido que pudo.

Error apenas notó la cercanía del contrario y sus intenciones, rápidamente dio varios pasos atrás. El pánico de la cercanía entre ellos, de la posiblidad de tener un contacto físico lo paralizó del miedo.
Ink no parecía notar su incomodidad y siguió acercándose completamente alegre para poder abrazar al moreno.
Error no pudo más con las sensaciones petrificantes que recorrían su cuerpo, que en un instinto de supervivencia, le dio un golpe en el estómago al contrario para que evitar que se siguiera acercando.

Una vez que Ink cayera al suelo gimiendo de dolor, fue cuando Error se dio cuenta de lo que había hecho.

—¡Mierda! ¡Lo lamento tanto!—, gritó exaltado el de ojos azules, aterrado con la idea de haber lastimado al joven rubio, —¡Lo siento, lo siento! ¡No sé qué me pasó!

—W-Wow, si que eres fuerte—, trataba de reír el rubio, aún algo atontado por lo que acababa de ocurrir. El dolor del recién recibido golpe, más los dolores musculares que ya tenía por su batalla de la noche anterior no eran una buena combinación, —¿H-Haces karate o algo así?

Error, con todo el valor que pudo darse, intentó tenderle la mano al contrario para que este pudiese levantarse. Se tragó la angustia cuando sintió que el rubio sujetaba su mano, —P-Practico boxeo.

El rubio una vez de pie, notó el cuerpo tembloroso del de ojos azules. Le parecía tan extraño que un chico tan fornido como él, de mirada intimidante, que practica boxeo, se viera tan vulnerable al mero contacto físico.

—Lo siento tanto—, volvió a repetir el pelirrojo, avergonzado de su conducta con el único muchacho que, a excepción de su familia, había sido amable con él, —¿E-Estás bien?

—Tranquilo, estoy bien. Soy más resistente a los golpes de lo que crees—, calmó el rubio, algo conmovido por la actitud de su contrario, —Creo que de todos modos fue mi culpa, te asusté, ¿no? Lo lamento.

Error no sabía cómo sentirse frente a eso. Después de haberlo golpeado fuertemente en el estómago, ¡¿él se estaba disculpando?!
No supo que más hacer que solo desviar la mirada, y abrazarse a si mismo, tratando de controlar sus nervios.
Definitivamente no se estaba sintiendo bien, no podía evitar sentir una angustia horrible en su pecho que le hacía querer llorar ahí mismo.

—¡H-Hey, tranquilo!—, le habló Ink, con una voz tan serena, casi irreconocible en él. Lentamente, tratando de no alarmar al contrario, se fue acercando.
Con delicadeza movió su mano hacia él, delante de su rostro, para que él viera en todo momento su mano. A una velocidad lenta y sutil, colocó su mano en el hombro del moreno, y en respuesta recibió un pequeño sobresalto del más alto.

—Shhhh...—, calmaba Ink, mientras movía con mucha paciencia su mano desde el hombro del pelirrojo hasta su espalda, para acariciarle lentamente, —Tranquilo...

Error estaba sorprendido, ¡estaba tocándolo! Pero lo hacía con tal delicadeza y calma que no le estaba angustiando. De hecho, increíblemente le estaba calmando.
Su respiración apresurada comenzó a bajar la velocidad y el nudo en su garganta fue deshecho.

—Ya está... ¿Ves? Todo está bien—, sonrió Ink, tratando de transmitir confianza en su mirada.

Error estaba estupefacto, —¿C-Cómo es que tu-

—Estabas teniendo una crisis de ansiedad—, aclaró Ink, sin dejar ese tono de voz sereno, —Mi hermano solía tenerlos seguidos, por lo que sé cómo calmarlos.

Error se quedó en silencio, adentrándose en la mirada calmante del rubio. Sus ojos verdes y esa sonrisa amigable realmente funcionaban como un anestésico para él.

—¿Tienes miedo al contacto físico?—, preguntó Ink, tratando de no sonar invasivo.

—N-No lo sé... E-Eso creo...

—Hey, está bien. Todos tenemos miedos, ¿sabes?—, animó el rubio, ya separándose del pelirrojo para darle su espacio, —¿Te cuento el mío? Yo tengo atazagorafobia.

—Atarago- ¿Qué?

El rubio rió a gusto, —Atazagorafobia, es el miedo a olvidar, o a ser olvidado.

Error se le quedó mirando, algo impresionado, —¿En serio?

—Je, para que veas que mi mala memoria tiene más de una consecuencia.

Error, a pesar de toda la angustia que había sentido hace unos minutos atrás, no pudo evitar sonreír ante el comentario de Ink. Estaba siendo tan franco con él, confesando sus debilidades para incluso hacer bromas sobre eso, solo para hacerlo sentir mejor. Fue un gesto muy dulce de su parte y el moreno supo apreciarlo.

—Gracias—, comentó finalmente Error, dedicándole una sonrisa sincera, algo que derritió el corazón del rubio.

—B-Bueno, era la mínimo que podía hacer después de lo que hiciste por mi—, Ink dijo, tratando de ocultar su sonrojo, —Significa mucho para mí.

—Bueno, tu empezaste—, comentó divertido el moreno, mientras caminaba de vuelta al mostrador, indicándole al rubio que quería dejar ese ambiente pesado y terminar su compra finalmente, —Tu fuiste el que ayer me enseñó tanto de flores. Tenía que compensártelo de algún modo.

Ink rió, ya bastante más seguro. Por alguna razón, ya no tenía miedo de hacer el ridículo frente al moreno.

Después de haber pagado los dos ramos de flores, Error ya estaba listo para dejar la tienda. Pero fue cuando fue interrumpido una última vez por el rubio.

—¡Hey! Emm... Sonará muy estúpido pero, no sé tu nombre—, admitió algo avergonzado el de ojos verdosos, —¿Cómo te llamas?

El pelirrojo sonrió, —Mi nombre es Error.

—Je, yo soy Ink.

El moreno rió entre dientes antes de decir, —Que bonito nombre.

—G-Gracias...—, suspiró Ink, tratando de no parecer nervioso, —Oye Error, qué tal si el día que vaya a presentar mi portafolio al decano, me pase por la facultad de humanidades y... No sé... ¿Quizá tomarnos un café juntos?

El moreno se quedó en silencio unos segundos, —¿Puede ser chocolate caliente?

—E-Emm... Supongo.

—Entonces me encantaría—, sonrió finalmente el moreno, ya saliendo de la florería, —Nos vemos en unos días, Ink.

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