Capítulo 6: Rumor
Astrid miraba el techo de su habitación, su cara estaba roja y su mente confundida. «¿Qué rayos estaba soñando?» se pregunta ante lo que parecía haber sido una realidad. Giró su cabeza y vio que eran las 8:30 p.m. Sus pensamientos le hacían recordar una y otra vez ese sueño que lo único que provocaba en ella era algo decepción sin poder comprender el porqué. Ella se levantó, dio una ducha y bajó a la cocina donde encontró a Will preparando la cena.
–Astrid, justo iba a despertarte. ¿Qué ocurre? ¿Tienes temperatura? Estás roja.
–Ah… No, yo estoy bien.
El mayor sirvió la comida y ambos comenzaron a comer, Astrid tenía mucho apetito, el doctor le dijo a Will que eso sería normal y que debía mantenerse hidratada.
–Será mejor que mañana no vayas a la universidad, debes descansar.
–Pero…
–Nada de peros, te drogaron para quién sabe qué querían hacer contigo. Descansa, yo me ocuparé de traer tus deberes.
–Gracias… y lo siento.
–No te disculpes. No tienes la culpa de nada.
–Will… te lo juro, créeme, sólo bebí un vaso de cerveza y yo no me drogo, no soy esa clase de persona.
–¿Astrid? –el mayor se levantó de su asiento y se acercó a la joven tomando su rostro y juntando sus frentes. –Cálmate, no llores. Yo te creo.
La menor temblaba y se aferraba al mayor, después de cenar Will acompañó a la chica en su habitación hasta que quedó dormida. Al día siguiente el mayor se ocupó recolectar las tareas de la joven, también pidió perdón de la falta.
–Vaya, te preocupas mucho por ella. –dijo Antonio burlón a su amigo mientras comía en la sala de maestros.
–Tuvo un inconveniente, sólo estoy siendo amable.
–Como sea. Ahora mismo estoy muy deprimido~
–¿Por qué?
–Perdí una apuesta.
–¿Cuál apuesta?
–¿No has oído los rumores?
–¿Rumores? Sabes bien que no me importan los chismes.
–Pues deberían, después de todo implican a tu compañera de piso.
–¿Qué? ¿De qué hablas?
Por la universidad rondaban los rumores acerca de que Astrid y Andrés habían sostenido relaciones, pero no era algo que parase ahí, sino que daban detalles que nadie debería de saber por ser simplemente cuestión de respeto hacia la privacidad de una persona. Will estaba muy molesto, pues estaban creando una mala reputación a la joven quien no estaba enterada de lo que ocurría. Así que cuando terminaron las clases, él pidió al chico hablar en privado.
–Espero que estés consiente de lo que hiciste. –dice con una mirada molesta.
–No sé de qué habla, profesor Willy.
–No te hagas el tonto. Eres tú quién anda diciendo que te acostaste con Astrid.
–Ah, eso. Fue verdad, ella es muy apasionada~
–Eres asqueroso. –dijo con un tono de voz en que se escucha fácilmente su furia. –Si ella se entregó a ti no tenías por qué andarlo divulgando.
–Con todo respeto, usted no es nadie como para reclamar. Si no la tomó cuando tuvo la oportunidad, no venga a lloriquear ahora.
–Tienes muchas agallas para hablarme así.
–Las suficientes para haber domado una fiera como Astrid. Rayos… ¿Quiere matarme? Bi-Bien, debo irme. Hasta pronto.
Andrés estaba muy asustado al ver la rabia penetrante que el mayor tenía en sus ojos, parecía que quería golpearlo hasta cansarse, y eso era verdad, Will estaba que estallada de ira por la forma en que él se expresa de la chica.
–¿Qué me acosté con Andrés? –preguntó la chica muy confundida, cuando Will regresó a casa le contó lo que en la universidad se decía. –¿Están diciendo esos rumores de mí? No es verdad, no me he acostado con él ni con nadie.
–Cálmate, te creo, se nota que ese tipo mentía.
–Pero todos lo demás le creyeron ¿no? Y además… Están diciendo detalles como esos…
–Astrid, creo que fue él quien te drogó esa noche. Tan sólo piénsalo, dijiste que cuando regresaste del baño, sólo Andrés estaba y que te ofreció el resto de tu bebida. Además, ni siquiera se dignó a mandarte un mensaje cuando le habías pedido que te trajera a casa. ¿Cómo es que te dejó sola cuando le hiciste saber que no estabas bien?
–Pero… Él se ha portado lindo conmigo…
–Tal vez sólo fingía porque quería llevarte a la cama.
Algo en Astrid quería creer que no era verdad, pero tampoco podía negar que las cosas estaban en favor de las conclusiones que Will sacaba. Se preguntaba cómo lidiar con eso al día siguiente, pues las miradas estarían sobre ella y el murmullo también, sin embargo, el mayor la tranquilizó para que viera que tenía a alguien que la apoyaba, algo que la hizo sonreír.
–¿Estás lista? –preguntó el mayor antes de salir del auto y entrar a la escuela.
–No… Tengo miedo, estoy insegura…
–Estoy contigo. –dijo tomando la mano a la menor y haciéndola sonreír, ella sentía tanta protección con él que le calmaba.
–Vamos. –al pasar la puerta era notorio el ambiente hacia ella.
–Bien, te veré en el almuerzo. –mencionó dejándola en la puerta de su aula.
–Si… –una vez el mayor se fue, ella entró con miedo y todas las miradas fueron puestas en ella.
Comenzó a haber chiflidos y burlas, ella vio a Andrés quien sólo le guiñó el ojo y le sonreía con malicia, allí comprendió la clase de persona que era él y supo que toda la hipótesis de Will era acertada. «Con los rumores sólo puedes ignorarlos o convertirlos en realidad» era su pensamiento, así que respiró y pasó a sentarse esperando que las clases comenzaran.
Durante el almuerzo, Will y Astrid se encontraban sentados en una mesa comiendo fruta picada en el área verde de la escuela designada para la convivencia. Él veía a la chica con la mirada triste mientras dibujaba una sonrisa en su rostro, sabía que trataba de fingir para no incomodarlo.
–Astrid, tengo que pedirte un favor.
–¿Qué? ¿Cuál? –preguntó confusa.
–En la última hora voy a decir una mentira sobre ti, pero es necesario. No digas o hagas nada. Sólo confirma todo lo que diga ¿sí?
La joven estaba muy intrigada y por más que trató de convencer al mayor de que le dijera de que se trataba, este no le quiso decir hasta que llegara su clase. Así que cuando la campana de la última hora sonó, Will detuvo a todos los alumnos.
–Cómo ya sabrán ustedes y todos en el campus, Andrés y Astrid tuvieron una noche llena de pasión desenfrenada por palabra de Andrés.
–Will… ¿Qué haces? –a la chica no sólo le confundía, también le dolía oír hablar de esa manera al mayor.
–Pero ¿qué pasa con la versión de Astrid? Dinos, ¿es verdad lo que dijo? –preguntó sonriéndole, en ese momento, la menor recordó lo que él le dijo en el almuerzo, así que confió.
–Si. –la sala se llenó de burlas y silbidos, Andrés estaba confundido, pero no perdió oportunidad para aprovecharse de la situación.
–Me alegra que lo admitas, honey.
–¿Honey? –algo se le hacía familiar en esa palabra.
–No debes de avergonzarte, es normal gritar por estar excitada. –dijo haciendo sonrojar a la joven de la vergüenza que sentía, ella quería llorar y salir corriendo del lugar, se sentía humillada, pero no hacía eso porque el mayor le sonreía.
–Supongo, –habla el mayor dirigiéndose a la chica. –que ustedes no usaron protección. –esa pregunta sorprendió a todos sin excepción y esperaban la respuesta.
–No…
–Oh, muy bien por el placer de ambos, pero muy mal por tu salud, Andrés. –dijo confundiendo al chico. –Astrid tiene una ETS. –todos quedaron en sumo silencio. –Para ser más específicos, VIH-Sida. ¿Por qué razón crees que no me he acostado con ella cuando vivimos en la misma casa?
Los murmullos comenzaron, y algunas burlas y críticas fueron dirigidas al chico.
–¿Puedes confirmarlo, Astrid?
La cara de la chica reflejaba la confusión suficiente para que todos creyeran que ella guardaba un secreto así.
–Si, estoy enferma. –respondió aumentando el calor del momento para que todos comenzaran a alejarse de Andrés, quien se notaba estaba nervioso.
–No… No es verdad, es una mentira ¿no?
–No, estabas tan excitado que ni siquiera escuchaste cuando te lo dije, supuse que al final no te importaba infectarte.
–Que maldita perra eres… ¿Qué? –finalmente se dio cuenta de las miradas a su alrededor, todos lo veían como si fuera alguien de quien se debían alejar. –Es mentira, no está enferma…
–Sí, sí lo está. Créeme que ya la habría tomado para mí si no fuera verdad. –responde el mayor sonriendo y sacando una hoja.
–Es mentira, yo no tengo nada.
–Claro que sí. –Will alzó aquel papel. –Aquí tengo un examen que confirma el estado de salud de Astrid. Andrés, lo hiciste sin protección con ella, es obvio que estás enfermo.
–¡No es verdad! ¡Nunca tuvimos relaciones! ¡Jamás me acosté con ella!
–¿Tratas de negarlo ahora? Muy mal.
–¡Es verdad! Ella y yo jamás tuvimos sexo, estoy sano. Astrid dilo. –el joven se acercó a la chica y le jaló del brazo, lastimándola, a lo que el mayor fue hacia ellos.
–Lo hicimos.
–¡Perra mentirosa! –dijo jaloneándola y levantándole la mano, a lo que Will le detuvo y golpeó en la cara.
–El único mentiroso aquí eres tú. Atrévete a ponerle una mano encima y te juro que no tendré compasión por ti. –los ojos del mayor reflejaban verdadera furia. –Astrid, te lo pregunto una vez más. ¿Estás enferma? –él se volteó regalándole una sonrisa, comprendió que ahora debía decir la verdad.
–NO.
–¿Te acostaste con él?
–¡NO!
–Bien, como pueden ver, esos rumores no fueron más que chismes creados por un imbécil que no pudo conseguir lo que quiso y tuvo que mentir a costa de una joven inocente. Astrid en realidad esta sana, esto no fue más que una trampa para hacer caer a este imbécil. –dijo viendo con repulsión al chico en el suelo. –Con eso terminamos nuestra clase de hoy. –el mayor tomó la mochila de la joven y le sostuvo la mano para llevándosela del lugar.
–Un momento. – habló Isabella –¿No acaba de mostrarnos una prueba de su examen médico?
–Ah ¿esto? –dijo soltando la “prueba”. –No es más que una copia sacada de internet. Pueden buscarla si quieren. –dijo caminando con Astrid a su auto.
Todos en la sala quedaron sorprendidos ante lo que había ocurrido, miraban con critica al rubio quien tenía su mano en la mejilla roja por el golpe que Will le propinó, las miradas eran en su mayoría desaprobación, y especialmente la de sus cuatro amigos.
–Gracias. En verdad, muchas gracias. –menciona la joven llorando.
–No hay que agradecer. –él le secaba las lágrimas pasando su pulgar por sus mejillas húmedas.
–Yo había pensado en ignorar los rumores.
–¿Cómo puedes pensar en hacer eso?
–Recordé lo que dijo el día en que usted… digo, el día en que tú me besaste.
–Ah, pues, eso sólo aplica si son cosas sin importancia, pero esto sí lo tenía.
Astrid se sentía muy feliz, su corazón palpitaba aceleradamente cuando Will acariciaba su mejilla mientras le mostraba una sonrisa que la hacía sentir calidez y protección, ella no se había dado cuenta aún, pero comenzaba a tener sentimientos que se desbordaban en su interior.
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