Capítulo 4: ¿Qué es esto?
Al día siguiente ambos llegaron al estacionamiento de la universidad, como siempre se despidieron y cada uno tomó su rumbo. La hora del almuerzo llegó y Astrid se sentó con su grupo de amigos, sólo que Andrés no estaba presente, algo que la extrañó y los demás tampoco sabían dónde estaba.
–¿Y por qué ella? No es nada femenina. –Isabella se ponía su ropa.
–¿Acaso estás celosa? –Andrés tomó a la rubia del hombro, la volteó y acercó su cuerpo al suyo, besándola. Ambos tienen una relación de sólo sexo por diversión, Isabella siempre lo va a ver a su dormitorio.
–No, no lo estoy. ¿Por qué estaría celosa de eso? Me parece extraño que quieras algo con ella, siempre buscas a mujeres que si se vean como una.
–Lo creo, porque sé bien que eres como las otras chicas, quieres tener al profesor Willy para ti. Y parece que él está interesado en ella.
–Por favor, sólo le habrá hecho el favor de acostarse con ella porque no hay manera de que alguien más lo haga. Aunque por lo que veo tú eres uno, y tal vez el único.
–Sabes que tengo buen ojo para reconocer cuando alguien es virgen o no. Y ella lo es.
–¿Es una broma? Ella vive con Willy, la trae y lleva de la universidad ¿y dices que no han hecho nada?
–Así es.
–No me lo puedo creer. Bueno, eso confirma mi teoría de que no hay quien quiera estar con ella.
–Yo quiero, y yo lo haré. Me voy a divertir con ella un rato.
–Que malo~ ¿Por qué no hacemos una apuesta?
–¿Cómo qué?
–¿Sabías que Antonio también está interesado en usarla? Él sabe que tú quieres tenerla.
–Oh. Ya veo cuál es la apuesta. Quieres ver cuál de los dos la toma primero ¿no?
–Así es.
–¿Qué obtengo si gano?
–El ganador puede hacerme lo que quiera~
–Me gusta. Acepto.
Ambos rieron ante su pequeña e “inofensiva” apuesta como ellos lo ven. Mientras tanto, Astrid y sus amigos iban de vuelta al salón de clases cuando en el camino se encontraron a Will, quien le pidió a la joven hablar un poco, a lo que los demás los dejaron solos.
–¿Qué sucede?
–Sólo quería decirte que estaré en el salón en esta hora. Voy a observar la clase.
–¿Por qué?
–Ya lo verás. Pero quiero pedirte que no te desesperes cuando ella te llame al frente. –menciona riendo bajo.
–¿Ella? ¿Quién? ¿Por qué me llamarán al frente?
–Pronto lo descubrirás, ahora vamos. –dice sonriendo y llevando a la joven de los hombros.
Al llegar al salón, Astrid se sentó en su lugar mientras que Will se quedó parado al lado de la puerta como espectador, esperando a que ella llegara. Y eso pasó, la mujer con la que el mayor se divirtió era a quien estaban esperando. Ella era la profesora de actuación, la semana pasada no se había presentado debido a que había un suplente para ella, y apenas pudo regresar a impartir las clases.
–Muy buenas a todos. Soy Violeta Richard, y su oficial profesora de actuación. Ahora que ya me conocen, empecemos las clases. Astrid Lowerd, pasa al frente.
–¿Yo? Sí… –la menor estaba sorprendida por ver a la persona con quién Will tenía una relación, y ahora ella es su profesora ¿y más aparte la llama al frente?
–Toma. –dice dándole una hoja de papel con unas líneas escritas. –Recita la primera línea como si estuvieras con tu pareja.
–¿Qué? –la menor estaba confusa, a ella le daba pánico estar frente a las personas y, además, era mala en actuación.
–Hazlo. –dice sentándose en su escritorio observando burlona a la chica.
La menor se dio vuelta quedando frente a sus compañeros y leyó en su mente la primera línea, lo que decía le daba vergüenza, luego procedió a recitarlas.
–Porque te amo, deseo que me tomes, quiero que me hagas estremecer en mi interior, márcame con tus besos y tus caricias… –Astrid estaba muy nerviosa y su voz se empezaba a escuchar de igual forma. –Hazme gritar… tu nombre…
–Muy bien, alto. –dijo levantándose de su asiento y caminando hacia la joven. –¿Qué estás haciendo? ¿Dónde está la pasión y el amor? Quiero fuerza y belleza en esas palabras.
–N-No puedo, Yo no…
–¿No puedes? ¿Entonces qué haces aquí si no puedes?
–E-Es que no se actuar y me cuesta estar frente a los demás…
–¿Crees que esto es un juego? Veo que tu nombre es sólo de adorno. –ese comentario confundió a la menor. ¿Por qué mencionar su nombre? –“Inusual fuerza y belleza” es lo que significa tu nombre y no posees ninguno de esos atributos, así que ¿por qué estás aquí? Tus padres te pusieron un nombre que te queda muy grande.
Todos en la sala estaban sorprendidos ante la actitud de la profesora, habiendo murmullos de diversas opiniones, como los que veían mal la forma en que se dirigía a su alumna o como los que simpatizaban con Isabella, quien estaba sonriendo ante la situación pensando en que Astrid se lo merecía.
–Mi abuelo… –dijo con apenas voz para que alguien la oyera.
–¿Qué has dicho? ¡Oye! –la joven soltó a hoja y salió del salón sin decir nada, el mayor se sorprendió, no creía que ella reaccionaría de esa forma, así que fue tras ella.
–¿Quién se cree para tratar a alguien así?
–Astrid, espera. –Will la sostuvo del brazo deteniendo su avance. –¿Qué ocurrió allá?
–¿Cómo que qué ocurrió? ¿No es obvio? Es claro que a su novia le molestó el hecho de que viva con usted.
–¿Estás llorando?
–No. –dijo ocultando su rostro. –Déjeme sola.
–Espera, no es lo que crees, ella prueba a todos así.
–Pues es muy grosera hacerlo de esa forma.
–¿Por qué?
–Mi abuelo fue quien me nombró así. Él era un buen señor, siempre me mimaba y consentía, me regañaba y aconsejaba, fue él quien prácticamente me crió toda mi vida. Fue el único en la familia que me apoyó para que siguiera estudiando y no quedarme en el pueblo, el único que elogiaba mi talento para la pintura y el dibujo…
–Astrid…
–Se suponía que entraría a la universidad a los 18, pero murió un año antes, dejó un poco de dinero especificando que debía ser exclusivamente para mi educación, pero a mi familia le pareció una estupidez y se lo gastó todo. Dijeron que mi deber era permanecer en el pueblo, casarme y tener hijos, nada más. –la voz de la chica ya no podía ocultar su tristeza y sus ojos tampoco. –Mi abuelo no era así, en su lecho de muerte me dijo que si quedarme en el pueblo me hacía feliz entonces estaba bien, pero si no, que me fuera… que buscará mi felicidad, que siempre me apoyaría.
–Cálmate. –el mayor la soltó y la abrazó, ella correspondía el gesto.
–Will... No sabe lo difícil que fue tener que reunir el dinero para venir aquí, ni mi esfuerzo por entrar. Ella no sabe lo duro que ha sido cuando la única persona que me mostraba verdadero interés y me apoyaba en mis sueños se haya ido.
El mayor llevó a la chica a su auto para que nadie más aparte de él la viera llorar, ahí se quedaron hasta que ella se calmó, una vez paró su llanto, se reincorporó y volvió al resto de sus clases. Sus amigos la animaron y ella les mostraba una sonrisa, mientras que Isabella y su grupo la miraban con burla.
–¿Qué hice?... –dijo la maestra después de que Will le explicara la reacción de la joven. –Fui una idiota.
–Una muy grande. ¿Qué vas a hacer?
–¿Y tú qué crees? –como ya era la última hora, Violeta se dirigió al salón de clases de Astrid, y habló antes que todo mundo se fuera. –Te pido disculpas por el incidente de la tarde. Fui muy lejos con mi actitud y no se volverá a repetir, espero puedas perdóname. –dice haciendo una pequeña reverencia y saliendo del lugar, la menor estaba muy sorprendida así que fue tras ella.
–Espere ¿por qué el cambio?
–William me contó sobre tu abuelo. Y quiero disculparme por ello, porque fue la misma situación conmigo. Mi familia quería que me dedicara a una carrera de actuación, trabajé un año aquí para adquirir más conocimientos, pero terminé enamorada de esta escuela. Mi abuelo fue el único que me apoyó para quedarme y me dijo lo mismo que tu abuelo a ti. El murió un año después de que me convirtiera en profesora oficial, y le estoy muy agradecida por todo. No me arrepiento.
–Incluso usted…
–Soy un ser humano, me equivoco y aprendo de ello, por eso aprendí de mi error. Y me esforzaré para ya no ser grosera. –dice guiñándole el ojo a la joven.
–También le contó eso… Profesora, no se preocupe, su novio y yo no tenemos ninguna relación.
–Jajaja, William y yo no tenemos ninguna tampoco. Sólo es pura diversión, nada más, somos dos adultos que sabemos lo que queremos y hablamos claro desde un principio, especialmente él pone los límites.
–Ya veo… –por un momento Astrid se sintió aliviada por las palabras de la mayor.
–Pero si quieres tenerlo para ti, pues adelante.
–¿Q-Qué? No quiero, yo no…
–Ay que linda. –dice tomando su propio rostro. –Bien, ya es hora de irse, tu señor te está esperando. Adiós~
–¿Mi señor? –pregunta volteándose y ver que Will estaba recostado de la pared viendo fijamente y sonriente al par de chicas que hablaban, ella se sonrojó.
–¿Vamos? –dice acercándose.
–Sí… –ambos caminaron hasta el estacionamiento, ya en el camino, Astrid giraba su vista de vez en cuando para ver al mayor. –¿Por qué me siento así cada vez que algo tiene que ver con él?
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