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Lyra sale de la ducha con el cabello todavía mojado, así que mantiene consigo la toalla y se lo seca mientras camina hasta su cama. Erik está acostado boca abajo revisando su celular, pero lo bloquea y se acomoda de costado, de tal guisa que su cielo azul y despejado cae sobre ella. Pronto su cabello está más seco que húmedo, así que deja la toalla a un lado sobre la silla y se lo alisa.
Cada simple paso de su rutina le parece cada vez más innecesario y que toma demasiado tiempo; sin embargo, se obliga a hacerlo porque tampoco quiere parecer desesperada, aun si lo está, aun si la mirada de Erik no deja de parecerle tan intensa que la asfixia. Cuando termina, suspira aliviada solo para caer en un dilema más feo.
Ahora que está libre es incapaz de acercarse una vez más a Erik, muere por hacerlo, su sangre hierve de necesidad, pero no puede. Todo el valor en su cuerpo se ha evaporado, quizá debido a que su novio, y le encanta esa palabra, no ha despegado la vista de ella. Por unos segundos no hacen más que eso, verse. Él acostado y ella sentada a escasos centímetros de él. Erik la observa a detalle, puede saberlo por la manera en que sus iris la recorren, sus pupilas están dilatadas.
Entonces, él se incorpora y se acerca, la toma de las manos y las lleva a su boca. Sus labios son una caricia al alma cuando se posan sobre su piel.
—No tenemos que hacer nada si no quieres —susurra.
He allí el problema, he allí el escollo de esa situación. Sí que quiere, solo está demasiado avergonzada. Demasiado sería la palabra perfecta para describir la situación en la que se encuentra.
—Pero si quiero —responde como una niña lo haría.
Erik ríe. La besa.
—Me alegra porque yo también.
Por un breve instante, su indecisión desaparece y Lyra se estira para pedir con el gesto otro beso. Su novio la complace y una vez el contacto inicia una vez, ella sabe que ha perdido toda resistencia cuando la lengua juguetona de su novio le da suaves toques en los labios. Así que lo empuja hacia la cama. Erik no se resiste y la sostiene de la cintura cuando él se acomoda. Lyra una vez más envuelve con sus piernas las caderas de su novio.
Las manos de Erik se hacen fuego en su espalda y despiertan cada centímetro de piel que él va tocando. La piel de Lyra está fría por el baño, pero la de Erik caliente, el choque es un contraste maravilloso. Pronto Lyra tiene la misma temperatura que su novio.
Los besos de Erik van desde sus labios, hasta su mandíbula, ella tiene el rostro hacia el techo brindándole libre acceso a su cuerpo. Gime cada tanto, es imposible no hacerlo. De repente, suelta un pequeño gritito cuando una de las manos de Erik pasa de su espalda a sus pechos, esta vez los toca sin ninguna tela de por medio. Ella agacha el rostro hacia él y ataca sus labios. Su deseo se ha incrementado, su vientre se contrae y hay casi dolor en la necesidad que su cuerpo experimenta por Erik.
Lyra hace uso de su fuerza para que su novio se recueste por completo en la cama, él sonríe y la complace, solo que en lugar de quedarse a un costado se acomodan en el centro de la cama. Así, mientras Erik le acaricia los pechos, ella no deja sus labios ni su cuello. Lo muerde aquí y allá con suavidad y, en algunas partes un poco más fuerte. No sabe por qué lo hace, si es quizá algo del subconsciente sobre marcar territorio o si es alguna clase de fetiche que recién descubre posee. En cualquier caso, Erik no se queja y en su lugar suelta sonoros suspiros cada que incrementa la fuerza.
Sus manos están sobre el pecho de Erik, pero está la molesta camisa que él debió ponerse de vuelta mientras ella se bañaba. Lyra quiere que se la quite, así que comienza a desabrocharla con cierta brusquedad. Erik ríe y la ayuda en el proceso. Sin embargo, apenas lo consigue, su novio hace un ágil movimiento y las posiciones se invierten. Ahora es ella quien está abajo.
—Sí, me gusta así más —murmura Erik.
—¡No es justo! —medio protesta medio bromea y medio ríe Lyra.
Erik la mira con cariño y deseo, sus mejillas están sonrojadas, su piel inmaculada nunca ha sido buena para guardar sus emociones. Tiene los labios brillantes y más rojos que de costumbre. Es... arrollador, es precioso.
—Te prometo que para la próxima estarás arriba —dice.
Su pecho se llena de calidez al escuchar el futuro en sus palabras. Él la quiere consigo, y ella está encantada con eso. Lyra también lo quiere para sí.
—Está bien, puedo con eso —responde consiguiendo que ambos rían.
Los labios de su novio regresan a su boca, ella corresponde el beso y sus manos acarician su cuello, sus brazos, su pecho. Como Erik se encuentra en hinojos y apoyado de los codos, eso le permite emplear una rodilla para presionar su entrepierna, arrancando fuertes jadeos a Lyra. La estimula de esa manera por placenteros minutos, Lyra es consciente de la humedad que escurre por los pliegues. De pronto, el rubio se aleja unos centímetros, está por protestar hasta que cae en la cuenta de que es solo para ayudarla a quitarse la playera del pijama. No se resiste, no lo hace aún cuando sabe que bajo la playera no hay nada más que la proteja.
Erik se permite observarla a consciencia, detalla la curva de sus hombros, los huesos que sobresalen en su clavícula y su piel suave, su mirada desciende poco a poco hasta llegar a sus redondos pechos. Son como manzanas, solo que mejores. Tiene los pezones de un chocolate apetecible y, sobre todo, se encuentran erectos, duros de deseo y ver eso lo complace. La mirada de Erik pasa del pecho de Lyra a su cara para decirle cuánto la quiere, mas se encuentra con un silencioso rechazo. No lo está viendo, tiene el rostro ladeado hacia la ventana.
—Hey —susurra, pero Lyra no voltea—. Hey.
Al ver que no consigue respuesta, Erik toma la playera de su pijama y se la coloca sobre el pecho, para luego acostarse a su lado, de tal guisa que ahora no ve la ventana, sino lo ve directamente a los ojos y ella está tapada.
—Lyra... —Extiende la mano y acaricia su mejilla izquierda—. ¿Qué sucede?
Silencio.
—No pasa nada si te has arrepentido. —Sonríe sin dejar de acariciarla.
Silencio.
—Lyra...
—No es eso. Es solo que... —interrumpe su novia y luego agónicos segundos suceden antes de que ella retome la palabra—. Yo... solo ¿de verdad, me quieres? Es decir, ¿quieres hacer esto conmigo? No soy exactamente la chica más bonita de la escuela, vamos que ni siquiera de la clase... Es más no entro tampoco en el concepto y... —No puede continuar hablando porque Erik ha colocado un dedo sobre sus labios.
Escucharla hablar así rompe un poco el corazón de Erik. Ella es maravillosa, nada menos que eso.
—No existe ninguna persona en este mundo con la que quiera estar si no eres tú. —El rubio acomoda el cabello de Lyra tras su oreja—. Y eres más hermosa de lo que podrías imaginar, eres especial y única. No hay nadie como tú... además, ¿qué clase de persona crees que soy para reducirme a solo un buscador de rostros "agraciados"? —Dibuja comillas en el aire y actúa con falsa indignación que los hace sonreír—. ¿Así de superficial me crees?
—Pero... —insiste.
Erik no quiere que continúe por ese derrotero y como no encuentra otra manera de demostrarle cuánto la quiere, elige el camino más fiel y sincero: su cuerpo.
—¿Crees que yo estaría así si no fuera por ti? —Erik la toma de la mano y la conduce hasta su entrepierna.
Lyra siente la dureza de su miembro, está erecto, duro y, aunque no ha llegado hasta su pantalón, percibe la humedad del líquido preseminal.
Erik sonríe al ver que su estrategia ha funcionado, su pequeña boca ha formado una divertida "o" y sus mejillas vuelven a tener color, así que se acerca para besarla. Una vez ella lo acepta, él vuelve a su posición original y le quita la playera de encima que previamente le había pasado. No quiere que Lyra sienta que no es suficiente, así que, si antes se había contenido, decide que es el momento preciso para dejarse llevar.
Su rostro desciende al centro de su vida, comienza por besar allí y poco a poco se acomoda sobre uno de sus pechos, comienza por besar las orillas, los montes de Venus y por succionarlos con suavidad.
Deja una estela brillante de caricias hasta llegar a su pezón. Erik juega con él y usa su lengua para asegurarse de que su deseo crezca. Lyra no ha parado de jadear desde entonces, así que una de sus manos se desliza a su entrepierna, primero por sobre la ropa, mas al pasar al segundo pezón, Erik alza la mirada para pedir en silencio su permiso para enterrar la mano bajo sus pantalones. Su novia asiente y él vuelve a darle placer, solo que esta vez mientras su boca atiende a sus pechos, su mano derecha de encarga de su entrepierna. Pronto su mano está más que húmeda y la facilidad con la que sus dedos se deslizan en sus pliegues sin llegar a penetrarla le gusta. La voz de su novia le confirma que está haciendo un buen trabajo. A Erik eso no hace más que incrementar su libido.
Escucharse soltar semejantes sonidos hace que se avergüence de sí misma, Lyra decide que es momento de callarse y disfrutar en silencio, así que lleva ambas manos a su boca. Sin embargo, ni bien lo ha hecho, su novio se percata y eleva la vista de su pecho.
—Oh, no, no, Lyra, déjame escucharte...
—Es vergonzoso.
—En realidad, eso solo logra ponerme más duro.
Si tenía algún contraargumento, Lyra lo ha olvidado y tampoco es capaz de pensar en algo astuto que responder, así que se limita a asentir y Erik la besa en la boca, ella profundiza el gesto hasta que es él, una vez más, quien se aleja. Él adora su cuerpo con los labios hasta llegar a la zona de su vientre bajo, esa que está muriendo por ser atendida, incluso cuando segundos antes su novio tenía la mano allí.
Erik coloca los dedos en el resorte de su pantalón y la mira una vez más. Sabe lo que está preguntando.
—Quiero... todo —murmura—, prometo que te detendré cuando hagas algo que yo no quiera, así que deja de solicitar aprobación cada segundo —responde con una mala combinación de deseo y anhelo.
El rubio ríe.
—De acuerdo.
Entonces, Erik le baja los pantalones a una velocidad abrumadora y ella queda completamente desnuda. Resiste el impulso de cubrirse con las sábanas y su novio repta a través de entre sus piernas, sin embargo, Lyra no entiende cómo lo hará... él todavía tiene puesto el pantalón.
Un segundo después descubre cuáles son las intenciones de Erik, pero ya es muy tarde para frenarlo. Besa sus muslos con parsimonia, hasta que eventualmente su lengua está jugando con la unión de sus piernas, se mueve de arriba abajo y la penetra con suavidad en aquella cavidad que ha palpitado desde el inicio. Sin ser plenamente consciente, Lyra lleva las manos al cabello de Erik y se aferra a él. Las sensaciones son tan fuertes que, si antes creyó que los sonidos que escapaban de su boca eran bochornosos, estos son realmente obscenos. No hay palabras, solo simples jadeos o gemidos que dan cuenta de cuán cruda y fuerte es su necesidad, y poco a poco el placer va incrementándose hasta que está a punto de explotar. Solo que no lo hace.
De pronto, todo se detiene, su novio se aleja un poco.
—Lyra... necesito que abras las piernas.
—¿Ah? —Le toma varios segundos comprender lo que intenta decirle.
—No me dejas moverme si me aprietas con ellas. —Les da un fuerte apretón que marca sus dedos en la piel sonrojada de Lyra.
Siente cómo su sangre se agolpa en su rostro, de pronto su tez está hirviendo y sabe muy bien la razón.
—Claro, claro... —Esta muriendo de vergüenza, aun con ello obedece y separa las rodillas un poco—. ¿Así está bien?
—Un poco más, por favor. —Erik habla como si lo estuviera con un mesero que le sirve agua, aun con ello se las ingenia para cargar sus palabras de doble sentido.
—¿Así? —Sus rodillas están más de varias decenas de centímetros separadas.
—Es perfecto.
Él vuelve a descender. Esta vez, la lengua de Erik no para de entrar y salir y por su cavidad, y de besarle unos centímetros arriba, allí donde el verdadero corazón de su placer se encuentra. De nuevo, Lyra comienza a sentir que va a explotar a estallar, Erik parece darse cuenta y se dedica por completo a ese botón sensible que la está haciendo enloquecer. Lyra alcanza el orgasmo con un sonoro jadeo. Vuelve a apretar las piernas incapaz de controlarse, solo que sus rodillas no se juntan porque Erik se ha incorporado y su cuerpo está en medio de sus piernas. La liberación la hace gemir.
Erik se ha incorporado, mas no deja desatendida la zona y una de sus manos se encarga de continuar estimulándola. La observa temblar de placer. No es capaz de resistirse y roba su boca unos segundos. Hasta que la intensidad ha pasado.
—Me encantó —susurra Lyra una vez se ha recuperado.
Eso ha sido algo... devastador. Como la fuerza de un huracán que altera todo a su paso así la ha dejado Erik.
—Me alegra.
—Quiero más.
—También me alegra escuchar eso. —El rubio ríe.
Las manos de Lyra viajan a la pretina del pantalón de su novio, desbrocha el botón con facilidad y baja con cuidado el cierre. Los labios de Erik no la han abandonado su rostro en ningún momento, por lo que para saber el estado de su deseo no usa más que las manos. Húmedo y duro. Le complace encontrarlo así y con sus manos empieza a estimularlo por encima de la ropa hasta que se envalentona y hunde los dedos por debajo de esta.
Entonces, sí que siente a Erik y lo escucha gruñir por lo bajo. El sonido es ronco.
—Lyra...
Escuchar su nombre cargado de necesidad le genera deliciosos escalofríos, ella también lo quiere dentro. Así que, con manos torpes y jalones, se encarga de desnudar a su novio. En medio del proceso, él se aleja lo suficiente como para que ella pueda elevar un poco el rostro y verlo por completo desnudo. Es... caliente. Lyra sabía que era atractivo, solo que nunca lo había visto de esta manera por lo que su corazón se acelera con genuino placer y encanto. Es...
Lyra no va a negar que desde la primera vez que lo vio le pareció una persona hermosa, sí, hermosa porque sus rasgos no solo eran armoniosos, sino también la paleta de colores con la que había sido bendecido. Sin embargo, en ese instante más allá de lo físico, Lyra ve belleza en él por el brillo de sus ojos, por sus orejas y mejillas rojas, y por la gentileza y prioridad con la que la está tratando. Lyra puede sentir su cariño. Eso es lo que hace de Erik una persona hermosa. Esa sinceridad y transparencia que gasta y que no ha tenido reparo en mostrarle. Lyra lo encuentra admirable. Por lo que mostrarse tal como es no le resulta complicado con él porque sabe que de algún modo él valorará esa verdad en ella. No la juzgará ni tampoco se burlará.
Un segundo después, ella es la que asalta sus labios a la par que sus manos no abandonan el cuerpo de su novio. Poco a poco ambos van acomodándose hasta quedar él en medio de ella, con la punta de su virilidad insinuándose en la humedad de Lyra, y ella con las piernas rodeándolo.
Así que ahora está desnuda frente a un Erik en las mismas condiciones y con su miembro erguido, duro y deseoso. Saber que ella es el motivo hace que su necesidad incremente. De pronto, los besos se detienen y esos ojos azules caen sobre los de ella.
—¿Estás segura? —pregunta.
Lyra quiere golpearlo. ¿Acaso no la escucha? ¿Acaso no siente que se frota contra él en un pobre intento de estar más cerca? Por un instante, casi se molesta.
—Estoy frente a ti, desnuda y gimiendo, ¿de verdad crees que quiero echarme para atrás? —No sabe de dónde ha venido su desinhibición, tampoco Erik, pero es la verdad—. Hazlo ya —jadea a la par que ella se empuja un poco más abajo.
Erik; sin embargo, no atiende a su solicitud de inmediato, pero no por ello la deja sin atención. Roza su miembro a través de toda la entrepierna de Lyra, frotando con su glande desde el frente hasta su entrada. Lyra gime con cada movimiento, siente no solo palpitar la piel entre sus piernas sino también su vientre. Lo desea con fervor.
—Espera... —dice él y se incorpora.
Lo observa estupefacta, se dirige a su mochila y busca entre sus cosas hasta dar con un pequeño cuadrado. Sabe lo que es. Asiente, aun si no le han preguntado nada. Erik vuelve a colocarse entre sus piernas y se apoya en sus pantorrillas para maniobrar. Lyra lo observa ponerse el profiláctico y una vez se encuentra en su lugar, él se inclina hacia ella. Se frota y la besa con vehemencia. Lyra podría alcanzar el orgasmo una vez una vez más.
—Erik... —ruega.
Entonces, su novio, por fin, le da lo que ha estado pidiendo.
—Ah...
Una punzada de dolor acompaña el placer de tenerlo dentro, aunque sea unos centímetros. Lyra ha elevado la cabeza para ver aquella unión. Es casi primitiva y la imagen la hace temblar ante la expectativa. Erik está rígido mientras ella experimenta unas deliciosas contracciones en su vientre y entrada, arde, pero sobre todo lo disfruta. Se siente bien, se siente rico. Una mano de Erik se desliza hasta ese botón suyo de miles de terminaciones nerviosas y comienza a frotarlo con suavidad después de haber humedecido sus dedos con la boca.
El placer en Lyra aumenta y el dolor se va. Entonces, él vuelve a empujar hacia ella, consiguiendo entrar un poco más. Jadea, pero Erik se encarga de brindarle placer en lugar de dolor. La necesidad de que él empiece a moverse nace.
—Más... —susurra.
Erik obedece y da pequeños tiempos de descanso.
—¿Estás mejor? —inquiere él.
Asiente, y es ella quien se empuja una vez más hacia él, consiguiendo que Erik entre un par de centímetros antes de que el dolor la ataque de nuevo. Erik mantiene la mano entre sus pliegues y se agacha sobre ella, sus labios atienden su cuello y muerden su piel para después enfocarse de lleno en su boca.
—Tienes que ser paciente —la reprende Erik con voz grave.
Sonríe contra su piel.
—Cállate.
Lyra reconoce que su primera vez no está siendo muy convencional, no hubo rosas, ni chocolates, tampoco ha sido una cosa extremadamente vergonzosa, aunque tuvo sus momentos. Sin embargo, no por ello no es especial. El acto, cualquier acto, se vuelve especial por las personas con las que la compartes. Ella está con Erik, con el muchacho al que quiere y desea. Eso es suficiente para que ese momento sea mágico y especial.
No lo califica tampoco de puritano, es claro que lo que están haciendo sería pecado para muchos ojos, pero no le importa, en ese instante lo único relevante es que disfruten y que quieran hacerlo. A su parecer, ambos lo hacen por lo que no podría pedir más. Querer y ser querida, desear y ser deseada... bien podría ser un tipo de cielo. Ese en donde el alma encuentra un compañero, en donde la alegría es tal que se siente explotar y en donde la intimidad es un momento lleno de cariño, cuidados y placer.
Pronto, Erik se encuentra a ninguna distancia de ella. Lyra piensa en ello no solo por sus cuerpos, sino también por sus corazones. Los ojos del rubio no han abandonado los suyos, siempre alertas, siempre cuidándola, siempre con amor...
Amor... sí, esto es amor.
La verdad la hace sonreír. Erik desciende para besarla y comienza a moverse, al principio lo hace con lentitud hasta que Lyra lleva sus propias manos a los glúteos de su novio y lo ayuda con el ritmo. Ambos ríen, pero de nuevo obedece y le da lo que pide. Comienza a embestirla con fuerza, presionando ese lugar sensible en su interior.
El orgasmo se anuncia unos minutos después, Lyra siente que está por llegar y sus brazos, con vida propia, se aferran al cuerpo de Erik. Él debe sospecharlo o saberlo porque incrementa su vigor y pronto se vuelve imposible para Lyra resistirse. Alcanza la liberación y sus manos se aferran a él mientras continúa moviéndose. Unos segundos después, escucha un sonoro gruñido de él y el movimiento se detiene. Sin embargo, él no se deja caer a un lado y, aún dentro, se apoya en los codos para observarla y besarla por largos instantes. Entonces, ella comienza a sentirse avergonzada.
—¿Qué? —inquiere, no deja de verla.
—¿Te dicho alguna vez qué hermosa eres?
Su pregunta la hace reír y lo fuerza a acostarse a su lado, ella se gira también para verlo a la cara.
—¿Crees en el destino? —pregunta Erik de repente y estira el brazo para atraerla hacia sí y abrazarla.Lyra frunce el ceño.
—No estoy segura de creer... ¿tú sí?
—Me gusta pensar que tú y yo estábamos destinados a conocernos.
Niega con una sonrisa.
—Nos conocimos en la biblioteca de la escuela. Estoy segura de que eso no es nada mágico. Compartimos escuela, eventualmente sucedería para bien o para mal.
Erik sonríe con los labios cerrados y estira la mano para acariciarle los labios.
—En todo el año, solo he ido a la biblioteca una vez por voluntad y ocio, y las demás solo por ti y contigo.
—¿Eso que significa?
—Significa que no puedo separarme de ti. Que te quiero y necesito más que al aire que respiro y que jamás me había sentido de esta manera. Que podrían pasar mil años y no podría amarte más porque moriría de amor...
Amor... Esto es amor. Lo es. De verdad.
—Erik...
—No me importa si tus sentimientos no igualan los míos, me basta con adorarte, con sentirte cerca y verte para ser feliz. Y cuando sonríes podría jurar que mi corazón estalla de gozo al observarte...
—¡Erik! —Ha elevado un poco la voz.
—¿Qué? —pregunta medio sorprendido.
—También te amo.
—¿Es amor?
—Es amor.
Holaaaaa!!! ¿Cómo les va?
Quisiera hablarles un poco sobre el capítulo. La verdad me ha costado un poco decidirme si subirlo o no porque en parte no quería ni quiero reducir esta historia a algo +18. También me ha resultado difícil escribirlo, jajaja y no solo por la cuestión física que he tenido que describir, sino por la necesidad de impregnar el acto como algo voluntario, un momento en donde sí es normal sentirse apenada, pero no por ello no expresar lo que complace o guste. Un momento en donde incluso sin palabras es necesario escuchar los deseos del otro, de preguntar y de detenerse si es preciso. Pensé que Erik podría ser el personaje que mejor encajaría con lo quería expresar, así que al final he optado por publicarlo. Así que lamento si les resulta aburrido y no caliente xD mi intención era crear algo caliente y educativo a la vez JAJAJAJA
Además de lo anterior, también fue complicado no reducirlo a que no fuera solo sexo, sino que también quería dotarlo de algo "íntimo" en términos emocionales. Era en cierto modo la primera vez para ambos, así que descubrir ciertas cosas era, desde mi perspectiva, natural. En fin, me encantaría leer sus impresiones y agradezco mucho sus comentarios.
PD. Si van a tirar tomates por fis haganlo a un lado, jaja que duelen (o sea, que sean críticas constructivas, por fis).
Muchas gracias por leer :D
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