30
Lyra llega a la escuela con el corazón a mil. No va tarde, tampoco ha corrido, su reacción se debe al infantil miedo de que vean en su rostro que estuvo ayer con Admarie. Siente que, si la ven, lo sabrán. Respira profundo e intenta calmarse, es ridículo, nadie los vio, ni siquiera Aarón. Sin embargo, no puede evitar tener miedo.
Camina hacia su taquilla y coge los libros que usará y folios extra antes de ir a su salón. En el trayecto ve a Mirabella con un chico; es muy alto, tiene hombros cuadrados, cabello de ébano y ojos de un insólito azul. Frunce el ceño, al principio no lo reconoce, pero luego, tras un escrutinio extra, sabe dónde lo ha visto. Junto a Christine. Ahora, la razón de sus sentimientos cambia.
Lyra teme que Mira esté siendo molestada, así que se arma de valor y se dirige a ellos.
—Hola, Mira... —saluda y evalúa la atmósfera.
El chico no luce molesto por la interrupción, ni tampoco avergonzado. Lyra tampoco percibe un ambiente hostil, pero decide esperar unos minutos más antes de llegar a una conclusión. Hay gente capaz de fingir una atmósfera cálida de un segundo a otro.
—Hey, Lyra —responde su amiga, y enseguida añade—: me tengo que ir, Gavar.
Hay algo en la voz de Mirabella que le indica que no se trata de una simple despedida, ni tampoco de una grosería. Su voz mezcla alivio, ansiedad y cierta... vergüenza. ¿Vergüenza por qué? No lo sabe.
—¿Quién es? —pregunta unos metros después.
—Un compañero de química —responde Mira y agacha la mirada.
Frena en seco ante la idea de que su amiga esté en problemas. ¿Y si es otro Aarón? ¿Y si Gavar es el Aarón de Mira? ¿Y si le hace lo que Aaron a Avery?
—¿Segura? —Lyra la escanea de pies a cabeza en busca de alguna minúscula señal que indique gritos de auxilio.
Sin embargo, Mira ríe con nerviosismo y sus mejillas se colorean de un vibrante rojo. Diez segundos después, el entendimiento se asienta en la cabeza de Lyra, y agacha la mirada avergonzada. A veces puede ser increíblemente lenta.
—Lo... lo siento —tartamudea—, no sabía...
—Vamos —dice Mira y el rojo de sus mejillas se intensifica.
Pocos minutos después toman caminos separados. Lyra se apresura a coger un asiento libre en el salón, por suerte esa clase no la comparte con Christine, pero sí con Erik. Suspira y pretende no prestar atención a su hermosa mirada azul que brilla con la luz del día...
Lyra lo ha estado evitando desde la vez en que le llevó una botella de agua a su lugar. Es un gesto intrascendente, su cabeza lo sabe bien, pero en lo que respecta a su corazón no está muy segura. Lo nota agitado, ansioso y nervioso cuando Erik entra en su campo de visión. Incluso con esas reacciones, sabe que no es lo más preocupante, lo preocupante viene después de verlo, la manera en que no puede evitar sonreír y agachar la cabeza para que nadie note esa explosión de felicidad en su interior. Eso es lo más grave del asunto.
Sin embargo, por más que Lyra intenta controlarse, lo cierto es que tiene poco éxito en su cometido. Gime en su fuero interno y su imaginación rompe los escudos para divagar por derroteros que no ha querido hacerlo a consciencia, por suerte para Lyra algo cae entre sus manos y los escenarios apenas materializándose en su cabeza se desvanecen como espuma de mar.
Frunce el ceño y piensa que se han hecho más valientes los matones, hasta ahora no habían dejado notas en las clases que compartía con Erik y sabía la razón a exactitud, le temían a Van Blankesntein. Toma el papelito y le lleva más de cinco segundos animarse a abrirlo. Su corazón se detiene antes de saltar como loco.
¿Qué harás esta tarde?
La caligrafía es delicada, cursiva y elegante. Ladea el rostro discretamente hacia donde está Erik, su cielo la descubre y sus labios se curvan en una sonrisa amable. Regresa la mirada de inmediato a la notita que quema sus manos.
No va a responder. No lo hará por dos sencillas razones. Sabiendo de su mala suerte, es muy probable que el profesor la descubra en el acto y segundo porque, aunque tenga muchas cosas que estudiar, corre el riesgo de mentir y decir que no tiene nada en absoluto. Dobla la nota y la desliza al interior de su mochila.
Cuando la clase concluye media hora después, se apresura a recoger sus cosas para...
—No respondiste.
Reconoce la voz grave y profunda sin necesidad de alzar el rostro.
—¿A qué cosa?
—¿Qué harás esta tarde? —Erik se acuclilla frente a ella, no de manera en que luzca suplicar perdón, sino más como un niño que espera por un dulce—. O mejor aún, ¿qué harás el viernes por la noche?
Sus ojos la hipnotizan, su rostro tan cerca y él tan... no sabe cómo describirlo, su mente está embotada que apenas es capaz de controlar su cuerpo para que continúe haciendo las actividades más básicas del ser humano como respirar y que su corazón siga latiendo.
—No lo sé —responde en un susurro, alguien hace chirrear una banca y eso la saca momentáneamente del estupor, aprovecha ese preciado segundo—. Pero ahora debo irme a clase.
Se levanta sin mirar atrás y casi corre al salón que le corresponde. La clase transcurre amena, no siente que su espalda cosquillea por ojos curiosos ni que su nuca arde ante miradas poco probatorias. Luego, es el descanso. Sabe que pasará el receso sola, Mira ha mencionado algo sobre un proyecto pendiente y Diana ha estado ocupada con... no sabe qué.
Su estomago gruñe, así que se apresura al comedor y se forma para tomar sus alimentos. La cajera le sonríe y le devuelve la tarjeta. Lyra camina hasta una mesa dispuesta a atacar los alimentos en la bandeja, se sienta y por cortos y placenteros minutos lo hace, hasta que un par de ojos grises la escrudiñan. Lyra intenta mantenerse calmada, pero su corazón la traiciona.
—Hola, Lyra —saluda Aarón con una sonrisa que casi puede pasar por amable.
Se obliga a devolver las palabras y, luego, para humedecer sus labios y cavidad, bebe casi toda la botella de agua.
—¿Quieres otra? —El chico hace un gesto hacia el agua.
—No, gracias. Estoy bien.
Lyra desea que se vaya, se siente incómoda, tan incómoda que le es imposible comer. Así que coloca sus manos apoyándose sobre la mesa, como si le transmitiera seguridad ante el muchacho.
—Creo que te vi ayer —comenta casual.
Las palmas de Lyra sudan.
—No. No fue así —asegura.
Aarón sonríe como lo haría un cazador ante su presa.
—Qué curioso. Me aseguras algo de lo que ni siquiera tienes contexto. —Sus palabras se interrumpen, la mesera coloca la comida frente a él—. Cualquier otra persona habría preguntado dónde.
Siente que la han descubierto, no sabe qué responder así que para ganar algo de tiempo lleva un trozo de fruta a sus labios, mastica más tiempo de lo necesario.
—Estuve estudiando hasta tarde —responde—, a no ser que hayas ido a mi casa y me hayas espiado, cosa que dudo porque no tienes mi dirección.
—En el centro, en el parque... —Aarón no se inmuta, intenta leer el rostro de McTavish, pero ella solo se encoge y vuelve a llevarse un bocado a los labios.
Lyra traga y se prepara para responder; sin embargo, una voz profunda y que conoce quizá demasiado bien para su propio bienestar por el poco tiempo que llevan interactuando, la interrumpe.
—Estás en mi lugar —gruñe Erik.
Aarón sonríe con autosuficiencia, y se levanta con el pecho inflado.
—Ah, ¿sí? ¿Y qué piensas hacer al respecto?
Erik ha aprendido a controlar sus gestos y a sesgar sus emociones antes de que sea demasiado tarde, nunca tiene excesos a no ser que así lo desee; sin embargo, cuando ve a Aaron sentado con Lyra, su sangre hierve, y sus manos se vuelven puños. Mycroft a su lado intenta sostenerlo, pero él zafa el brazo con presteza y se apresura a llegar entre Aarón y Lyra.
—Estás en mi lugar. —Su voz es baja como una amenaza.
El hermano de Diana se eleva con una sonrisa burlona.
—Ah, ¿sí? ¿Y qué piensas hacer al respecto?
Erik quiere golpearlo, necesita hacerlo... No obstante, la visión de Lyra asustada en su periferia logra lo que Mycroft quiso hacer por la fuerza. Erik coge a Aarón de la solapa y lo arrastra consigo hasta la salida del comedor, en donde lo arroja al suelo. Escucha a Lyra llamarlo e intentar que suelte a Pendragón, pero, aunque se las arregla para no lastimarla ni por accidente, no deja ir al muchacho.
—No vuelvas a acercarte a Lyra, ella es... —No concluye su idea porque la verdad eso sería mentir.
Pendragón se incorpora como si nada y sacude su ropa.
—Ella no te pertenece, Erik.
Una mano pequeña envuelve la suya de pronto, y Van Blankesntein olvida al joven que yace en el suelo.
—Vámonos. —Un susurro en labios de Lyra—. Déjalo.
Asiente y se deja guiar por Lyra, zigzaguean a través del resto del alumnado, sus rostros y formas son algo borroso, solo piel y respiraciones, no importan, los ojos de Erik están concentrados en la figura del frente, en el cabello negro que brilla y la joven a quien pertenece.
Una vez el barullo desaparece, los sentidos de Erik despiertan y comprende que había dejado de escuchar y ver, que de no ser por Lyra habría estado así por el resto del día hasta que la noche llegara y el silencio de la oscuridad se uniese al de su cabeza, entonces retornaría al mundo real y vería lo que ha hecho.
Se encuentran en un invernadero, uno que supone ha de pertenecer al club de jardinería, Lyra lo sienta en un banco de madera.
—¿Estás bien? —pregunta a la par que lo revisa como si se hubiera peleado.
—Eras tú la que estaba en una situación incómoda —murmura como si eso explicara lo sucedido.
—Hubiera sobrevivido. —Lyra se aleja.
Por eternos segundos Erik teme que se haya molestado.
—¿Estás enojada? —Hay un ligero temblor en su voz.
—Para nada —niega y vira hacia él—. Agradezco tu apoyo, pero sé defenderme sola. —Se apoya en la esquina de una mesa.
Erik abre la boca para contradecirla, para señalar que, aunque su rostro estaba impávido, sus hombros estaban al frente y ligeramente inclinados, como si se protegiera a la vez que preparaba para atacar. Se incorpora y se acerca hasta ella, la toma de las manos y siente el estremecimiento tan liviano como una pluma que la recorre. Quiere creer que es por él, por sentimientos idénticos a los que en su pecho germinan.
—¿Me tienes miedo?
Entonces, por improbable que resultara, ella suelta una pequeña y musical carcajada. Erik frunce el ceño completamente desconcertado. ¿Ha dicho algo erróneo?
—No te tengo miedo.
—¿Por qué tiemblas?
Un tierno sonrojo cubre las mejillas de Lyra y asciende hasta sus orejitas, Erik estira la mano y toca su lóbulo izquierdo, asombrándose por el calor de su piel y por el nuevo estremecimiento que la recorre.
—No lo sé —bisbisea y humedece sus labios.
Erik no piensa y su mano curiosa, la misma que tocó el lóbulo de Lyra, se desliza por su piel, recorriendo sus mejillas y deleitándose con su calor que va despertando hasta que llega a la comisura de sus labios; su dedo pulgar pronto baja al labio inferior de Lyra, tiene la boca entreabierta por apenas unos milímetros, eso facilita que su dedo explore ambos sin invadir su cavidad. Lyra frunce los labios como si lo besara y Erik se inclina con lentitud, lo necesita, lo desea tanto como un adicto a una nueva sustancia...
—El receso ha concluido hace dos minutos. —Una voz grave rompe la atmósfera.
Erik eleva el rostro hacia el emisor y el rostro de Lyra enrojece con violencia, luce como un tomate. Sus ojos brillan y su expresión es de profunda vergüenza.
—Pro... Profesor Admarie...
Cuadra los hombros y avanza un paso para escudar a McTavish. No consentirá que la regañen, ni que intente humillarla. Lo último es una probabilidad nimia, pero no quiere correr el riesgo.
—Ya, largo de aquí —ordena una vez más el profesor Admarie.
Esta vez, es Erik quien tira de Lyra.
¡Hola a todos!
Sé que dije hace tiempo que mudaría de perfil, jaja por favor, olviden esas palabras. Estaba loca x.x jaja En fin, continuemos:
¿Cómo están? ¿Qué tal van sus clases? Las mías me están matando D:
No sé cuántos de aquí me tengan en fb, pero solo paso a decirles que mi teléfono se murio y que por ello no he podido entrar. :c
Por cierto, ¿qué les parece hasta ahora la historia? ¿Han pasado por situaciones similares? ¿Quién es su personaje favorito masculino? ¿Y el femenino? El mío es Mirabella jaja, de los chicos... no se los diré aún muajajaja
¿Mis personajes les recuerdan a otros? ¿A quienes? :O Una vez me dijeron que Erik les recordaba a Chat Noir, y bueno, la verdad es que me hizo el día jajaja, porque veo esa serie y me encanta! jaja
En fin, les agradezco sus votos y comentarios a todos, no saben cuán gratificante es para un autor recibirlos. De verdad, nos dan vida, y muchas ganas de continuar escribiendo al saber que a la gente le gusta lo que hacemos. Así que, por favor, querido lector fantasma, aunque valor tu presencia, también me gustaría saber de ti, por favor, cuéntame qué es lo que más te gusta de la historia, qué te desagrada y qué crees que le depara a Lyra en el futuro <3
De nuevo, muchas gracias
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro