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Complementos Cósmicos

¡Feliz Cumpleaños, CC! Soy tan feliz de que existas *-*

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Ya atardecía. El sol en su languidez desparramaba sus últimos haces de luz rojiza arrancándole  a la piedra de aquellas ruinas un brillo de un dorado cálido y volvía más intenso el rojo de la sangre de mis heridas. En realidad la vista era hermosa; las cimas nevadas de las montañas eran tan blancas que no tenía más remedio que entornar los ojos. Se trataba de una belleza frágil como el cristal y no podía evitar preguntarme si alguna vez tú habías visto ya este paisaje, o uno mejor. Al instante me di cuenta de todas formas que menuda tontería, eres una criatura que ha vivido cientos de años, por supuesto que habías visto paisajes más bonitos aunque, por otro lado…¿realmente tus ojos observaban de verdad? ¿O simplemente se limitaban a pasar sus pupilas por encima, archivándolo en el cajón de conocimientos adquiridos? Cameron me sacó de mis cavilaciones, con uno de sus comentarios típicos.

                —¿Oyes como los cuervos graznan, feroces? Están hambrientos, primero devorarán el cielo crepuscular y después nos devorarán a nosotros –exclamó dramáticamente.

Tragué saliva con dificultad. Sentía la boca pastosa, como si hubiera estado masticando algodón amargo.

—No seas fatalista, Cam. El equipo de rescate nos sacará de ésta –traté de animarla.

Incluso me esforcé por sonreír, pero sólo conseguí abrirme más la herida del hombro provocando que mi rostro se contrajera en una mueca ridícula. Los ojos de la reliquia se oscurecieron, y sus pestañas se espesaron, como si se hubieran vuelto de plomo.

—Estamos en el culo del mundo, Leo…no llegarán a tiempo.

—Lo harán. Hasta ahora Sergey nunca nos ha fallado, ¿verdad?

—Pero le hemos fallado nosotros a él –proclamó.

Sus palabras provocaron una inquietante desazón en mí. Poner en peligro nuestras vidas formaba parte de nuestro trabajo, de ser espías secretos. Cada vez que partíamos a una misión éramos conscientes de lo que estaba en juego. Y aún siempre habíamos conseguido volver con vida de todas las misiones anteriores. ¿Qué había salido mal en ésta?

Para empezar, que no nos habían informado adecuadamente de lo que de verdad ocultaban estas ruinas, algo impropio de nuestro jefe pues quería demasiado a sus agentes como para enviarlos a una misión suicida. Aún así Sergey confiaba en nosotros, en nuestras capacidades, al fin y al cabo Cameron y yo éramos los agentes más veteranos tras la traición de JD pese a nuestra joven edad.

—¿Duele? –me preguntó volviendo su dorada cabeza hacia mí.

—He salido vivo de heridas peores –repuse. Nunca olvidaría el sacrificio de Ambrose, mi ángel guardián, al salvarme del umbral de la muerte. La misma noche en que te había arrebatado tu primer beso…

—Me refería al iridio. Es la debilidad de los mutantes, ¿verdad?

—Ah, eso –cerré fuertemente el puño mientras maldecía internamente al maldito agente de MAT que me había envenenado con el iridio: un metal muy escaso, raro y caro; la única debilidad de los mutantes. Si Lifa que era Druida o su novio Matty con sus conocimientos de alquimia pese a ser un humano normal estuvieran aquí, podrían poner una solución a esto.

—Aún no puedo comprender cómo es que sabían del Códice. Se suponía que era una información clasificada que Menadel le había confiado a Sergey por su amistad. Debe de haber algún espía infiltrado en SEX –le comenté mis sospechas. Todavía me dolía que los de MAT nos hubiesen adelantado. Cada victoria de la organización rival suponía más muertes de gente inocente y eso me hacía comprender aún menos la traición de nuestro ex—entrenador.

Mis palabras desataron una sombra extraña en Cameron quien se puso tensa, sus ojos azules y cristalinos se empañaron. Al principio me pregunté qué diantres había dicho o si había visto algo a mis espaldas. El cielo seguía tan tranquilo como hacía unos instantes, con un águila deslizándose elegantemente por una de las laderas de la montaña. Sus plumas emitieron un destello cegador. Entonces di por hecho de que simplemente se trataba del loco carácter de la reliquia pues mi compañera a veces tenía reacciones muy inesperadas que escapaban a toda lógica.

—Leo… ¿qué hora es? ¿Cuánto llevamos aquí?

Fui a mirar el reloj multifuncional de mi muñeca izquierda, pero la pantalla se había hecho añicos y el iridio bloqueaba mis poderes tecnológicos.

—No lo sé, pero está atardeciendo por lo que deben ser cerca de las nueve…

—¿Tienes frío? –preguntó.

—Un poco.

Un súbito escalofrío me erizó la piel. Me quedé mirándola, interrogante.

—¡Oh, estás herido y no estoy haciendo nada por curarte! –clamó tan fuertemente que espantó a la bandada de aves negras.

Cameron se acercó a mí, con el botiquín de primeros auxilios. Se inclinó sobre mi herida para examinarla mejor. Las yemas de sus dedos se impregnaron con mi sangre. Se quedó paralizada, como si un hechizo mágico la hubiese convertido en piedra. Entonces se apartó repentinamente de mí, como si mi aliento le diera náuseas.

—¡Lo siento! No puedo…es mejor que no me acerque a ti –se disculpó, sumamente avergonzada mientras rehuía de mi mirada.

Entonces lo comprendí.

—¿No me digas que…?

No necesité acabar la frase. Ambos sabíamos a lo que me refería. Cameron era una reliquia, la reliquia de Cleopatra. Es decir, mediante magia negra de la más oscura y peligrosa habían devuelto a la vida al cuerpo de quien una vez fue la gran reina egipcia Cleopatra VII, rellenando sus venas con sangre de ángel e implantándole una nueva personalidad. Incluso su aspecto había sido modificado si de verdad se trataba de la famosa reina pues el cabello de Cam era rubio claro como el trigo y sus facciones delicadas y dulces. El problema de las reliquias es que necesitan de la magia para mantenerse con vida y cuando pasa un tiempo se descontrolan, se convierten en una especie de zombies poseídos por un hambre insaciable, hambre de cerebros…así que me hallaba atrapado en unas ruinas perdidas de la mano de Dios malherido, envenenado y con un zombie loco e imprevisible.

—Lo siento, soy tan inútil… —se disculpó, avergonzada. Cameron a veces tenía una gran falta de autoestima.

Sonreí. Al fin algo que salía bien.

—Tranquila, menos mal que soy previsor –anuncié rebuscando en un bolsillo de mi traje de espía.

Ya estaba acostumbrado a estas situaciones y por si a la reliquia se le olvidaba, muchas veces yo solía llevar una dosis más de LR, la droga especial que la organización suministraba a las reliquias para calmar este hambre incontrolable. Cuando le mostré el pequeño frasco de cristal rosado, sus ojos se iluminaron, se hicieron un poco más grandes.

—Oh, ¡gracias, Leo! –exclamó al borde del llanto.

 Se acercó a mí y disfrutó de su dosis. Yo desvié la mirada hacia otro lado, sabía que le acomplejaba un poco todo este asunto.

Su traje envolvía todo su cuerpo, adhiriéndose a sus marcadas curvas con increíble perfección, y por tanto la única piel que quedaba visible era la de su cara, incluso las manos las llevábamos enfundadas en guantes para no dejar huellas. La piel de su rostro se tornó más radiante, volvía a reflejar los rayos cobrizos.

—Bueno, las señales de S.O.S. ya están lanzadas, sólo queda esperar a que lleguen a por nosotros —dijo con una renovada alegría. Se sentó junto a mí, apoyando su alta espalda en la pared derruida de lo que una vez fue un templo glorioso.— Algo tendremos que hacer para matar el tiempo.

—En momentos como éste lamento no haber traído una baraja de cartas –traté de bromear para quitarle hierro a la situación.

—No me gusta jugar a las cartas, siempre pierdo. ¡Tengo una idea mejor!

Sus ojos, dos pedazos de cielo, se adensaron. En su interior refulgían pequeñas estrellas suplicantes. Estaba a punto de pedirme algo.

—Dime…

—No me has hablado aún de ese ángel. Lo cual es extraño, me gusta hablar de tu vida sexual aunque no sea tan compleja como la mía.

—¿Por qué te gusta hablar de mi vida sexual?

—Pones una cara muy graciosa –sus labios dibujaron una fina sonrisa traviesa.

Cam era una maldita maruja. Cuando estaba de misión trataba por todos los medios de no pensar en ti o podría provocar una catástrofe. Tu mirada intensa e incomparable estaba muy grabada en mí. Eres hermosa, demasiado hermosa. Aún no podía comprender qué habías visto en mí. Yo solo era un humano más…uno bastante normal y problemático. No es que me gustara meterme en líos, pero éstos se empeñaban en encontrarme hiciera lo que hiciese. Y ahora por mi culpa tú te hallabas metida en un gran lío. Lo peor del asunto es que aunque una parte de mí se sintiera fatal por ello, otra lo disfrutaba. Me hacía ilusión ser tan especial para alguien como tú, ser el que te había hecho despertar de ese ensueño aburrido y sin libertad en que todos los ángeles estáis atrapados. Romper las cadenas de Abaddon no es fácil y yo me dejo el alma en hacerte lo más feliz posible.

—¿Leo? ¿Sigues ahí o has perdido tanta sangre que no puedes hablar? ¡No te excites ahora que sino no te quedará sangre para llenar el cerebro!

—Estoy aquí… —respondí aún con tu recuerdo demasiado  vívido.

—Entonces, ¿cómo es estar con un ángel?

Medité mis palabras antes de responder.

—No es algo que se pueda describir fácilmente….—comencé.

¿Cómo le explicaba a la loca de Cam  lo que se sentía al besar unos labios que habían sido rociados con polvo de estrellas? Sumergirme en la inmensidad de tus ojos, perderme en la eternidad de tu carne inmaculada… Acariciar tus alas más suaves que un pétalo de rosa.

—¿Y bien? –me instó.

—…Es como bañarse en fuego y hielo. Como nadar en una blanca oscuridad. Demasiadas experiencias acumuladas en una sola, demasiadas emociones.

Nadie podría entender una explicación así pero no encontraba otra forma de describirlo. Mi garganta se secaba y un dulce cosquilleo trepaba por mi pecho. Y en ese momento fui consciente de lo mucho que te anhelaba, Tess, que sería capaz de dar cualquier cosa por tenerte en ese momento junto a mí.

Cameron me observaba con expresión críptica. Debía de morirse de ganas por soltar algún comentario burlesco sobre mi cutredad pero se contenía porque había hablado de forma muy seria y quería respetar mis sentimientos.

—Es un inquisidor, supongo que no lo habrás olvidado –me recordó.

No lo había hecho. Era consciente de todo lo que aquello implicaba. Pertenecías al bando enemigo y te estabas jugando la existencia cada vez que nos veíamos a escondidas.

—La Inquisición está muy interesada en tus poderes –prosiguió.

—¿Y? ¿Estás insinuando que es una trampa? –mi voz sonó más  dura y tensa de lo que pretendía.

—Sólo que es muy sospechoso el interés repentino de ella por ti desde lo de Brasil, luego la aparición de la musa…

—¡Estamos hablando de la santa Inquisición! De Abaddon y su aversión por cualquier tipo de placer o felicidad. ¿Por qué iban a sacrificar a uno de los suyos de esta manera?

—No lo sé… sólo que no quiero que te metas en más problemas. Todos sabemos lo propenso que eres para ellos. Mismamente piensa en SEX… si tus poderes pasaran a servir a la Inquisición, las demás organizaciones de nephilim estaríamos perdidas.

La verdad es que no comprendía del todo por qué estaban tan interesados en mis habilidades mágicas con la tecnología. Del resto de personas del mundo lo comprendía pues un súper hácker como yo resultaba demasiado útil, pero ¿para qué me querían un puñado de ángeles? Además saltaba a todas luces lo inútil que era en realidad.

—No voy a trabajar para Abaddon. Nunca.

—¿Y si te amenaza?

—Los ángeles no amenazan a los humanos… —o eso quería creer a pesar del dicho de que en la guerra todo vale.

—¿Y por qué amenazan a la musa?

—Las musas son seres únicos –repliqué, sintiendo pena por la pobre Amber— y más si han hecho alguna profecía que les interese. Los mutantes sin embargo… algunos nos consideran tan aberrantes como los nephilim.

Cam emitió un largo suspiro que sirvió de señal a las estrellas del cielo para que comenzaran a brillar pálidamente. Las nubes se habían puesto de un morado  que nunca antes había visto y sin la contaminación de las grandes ciudades, la bóveda celeste se encontraba despejada y diáfana. En realidad el paisaje compensaba todo lo demás.

—Entonces la amas –fue más una pregunta que una afirmación.

Hay silencios que valen más que cualquier otra palabra o gesto que pudiera hacer. Nos quedamos callados y quietos, disfrutando del viento que removía nuestro pelo.

Me quité los guantes y presioné la palma de mi mano contra la herida con la esperanza de que coagulara rápidamente. Era una herida aparentemente superficial pero que quemaba como mil infiernos y que yo sentía que me había alcanzado incluso el hueso. Envidié la capacidad regenerativa de Freya, la extraordinario del grupo.

<<Malditos matienses>>, volví a mascullar para mis adentros.

Por un momento, tras pensar en tus manos recorriendo mi cuerpo con tu relajante energía angelical, recordé súbitamente a mi hermano gemelo. Él no sabía absolutamente nada sobre este mundo de nephilims y ángeles locos, ni mucho menos que yo era un agente secreto. Si él supiera dónde me encontraba en realidad…

—Nuestro Leo finalmente se ha enamorado –dijo Cameron, sonriente. No había malicia ni mordacidad en su voz.

Tu recuerdo volvió a sustituir todo lo demás en mi mente, así de simple soy yo.

—¡Quizás puedo llamarla! –exclamé de pronto, causando que Cam pegara un respingo.

La idea me hacía vibrar, ¿cómo no se me había ocurrido antes? Al sacrificarse Ambrose por mí, me había traspasado parte de sus poderes angelicales, otro motivo por el que a la Inquisición le gustaba mantenerme vigilado. Entre estas nuevas habilidades se encontraba el hablar enoquiano, la lengua de los ángeles, inconscientemente. Ya lo había hecho en ocasiones anteriores. Tu nombre tronaba fuertemente en el aire y su eco me dulcificaba el paladar, pero no provenía de mi garganta sino de mi alma y tú siempre habías acudido.

—El lugar está protegido con magia anti—ángeles, además yo soy un nephilim, me aniquilará.

—No lo hará—repuse—, eres mi mejor amiga.

—¡Oh! Me emocionas cada vez que dices eso –sollozó, frotándose delicadamente las pestañas.

                —Anda, eso ni lo dudes.

                —De todas formas el lugar sigue protegido por la magia anti—ángeles, al menos los inquisidores no podrán encontrarnos y por tanto no podrán hacer combinado de nephilim y mutante. Si fuésemos un pincho moruno tendríamos mucho éxito.

                Cam conseguía provocarme imágenes realmente perturbadoras aunque si fuésemos así disfrazados durante el próximo Carnaval seguramente ganaríamos algún premio. Sus palabras no me gustaban pero tenía razón. A pesar de todo no podía evitar preguntarme si la conexión especial que nos unía sería más fuerte que la magia del lugar o si seguías siendo un ángel después de todas las cosas que habíamos hecho… Cam debió de percatarse de mi pesadumbre porque continuó hablando.

                —Se trata de la chica castaña, ¿verdad? La que estaba contigo en el Pandemónium. La que se supone que besaste delante de todo el mundo mientras yo estaba con tu hermano.

                Me sorprendió que mencionara su relación con Steph de forma tan tranquila teniendo en cuenta que su corta pero intensa relación había acabado antes de lo que la hubiese gustado, fuera lo que fuese que hubiese pasado en realidad entre ellos.

                —Sí, es ella –inconscientemente me llevé la mano a la pulsera de plata que me regalaste. Siempre que pensaba en ti hacía este gesto.

                —La misma que te secuestró en Brasil –insistí.

                —No me secuestró exactamente. Ambos estábamos buscando la gema de Lirdi y…bueno, si hubiese sucedido al revés yo hubiese hecho lo mismo.

                Cada vez que recordaba lo idiota que me había comportado la primera vez que nos habíamos conocido en los alrededores de aquel volcán de Argentina me moría de la vergüenza.

                —Es mona –proclamó—pero se la ve muy unida al otro ángel—añadió con cierta malicia.

                —¿Al rockero del vestido rosa? –pregunté muy reticente.

                —Bueno son tres creo, aunque yo me refería al otro, al bajito de los ojos saltones.

                —El que por poco te mata en el Pandemonium y después nos persiguió en esa limusina –dije, recordando todo lo sucedido una vez más—. Es que atacaste al rockero con un secador molecular, loca.

                —Ey, que era el único arma que llevaba a mano –se defendió—. Te recuerdo que no nos encontrábamos en una misión oficial.

                Volví a sentir una punzada de culpabilidad, al fin y al cabo todo lo que había sucedido aquella noche había sido culpa mía. Yo les pedí que me acompañaran al Pandemonium, yo te robé aquel beso, yo salvé a la matiense de los tatuajes sabiendo que probablemente me mataría.

                —En realidad son cuatro en su escuadrón más una nephilim –decidí que contarle eso a Cam no te perjudicaría.

—¿Todo eso te lo ha contado ella? –Asentí con la cabeza casi imperceptiblemente—. ¿Y qué más información te ha contado?

—No mucho más. Inicialmente eran tres. Ella, el que casi te mata que se llama Uriel o algo así y otro ángel llamado Derain. Pero Derain ahora tiene que hacerle de ángel guardián a la líder de MAT y a Uriel le cortaron las alas para que se infiltrara en el grupo de ángeles caídos de Raziel. Ella ascendió hasta convertirse en la jefa de su Sede inquisitorial donde se les unió el rockero, la chica nephilim que es una mentalista y un monje. También es ahí donde tenían a Amber atrapada…

—¿¿Es la jefa de su sede??

—En realidad no sé mucho más –proseguí, ignorando su comentario—. Cuando estamos juntos preferimos aprovechar lo mejor posible el tiempo...

Mis mejillas se arrebolaron al instante.

—Oh, ya veo –se rio entre dientes—. ¿Pero y no estás celoso?

—Los ángeles de Abaddon son asexuales, tienen prohibido toda forma de amar—repetí lo que todos estábamos hartos de escuchar hasta la saciedad.

—Pero  el Uriel ése estuvo conviviendo entre los Caídos por lo que me has contado…

—Por el tono que emplea para hablar de él deduzco que más bien le odia.

—¿Y el monje guerrero? Ellos no tienen prohibido el sexo.

—Soy yo el que trabaja en una organización rodeado de mujeres guapas a lo Ángeles de Charlie, si acaso es ella la que debería sentir celos, ¿no crees?—dije en tono  tajante.

Claro que sentía celos de que estuvieras con otros hombres mientras yo me encontraba tan lejos de tí, pero eran más bien celos sanos, del tipo irracional que simplemente brotaban de algún lugar de mi interior pero que la lógica me decía que no tenían sentido.

—Cierto, si ella supiera cómo te miran algunas…

                Puse los ojos en blanco. Nunca comprenderé por qué mi amiga estaba empeñada en que todo el mundo de mi alrededor me quería violar. Más bien  me veían como un amigo o algo así, pero ella estaba empeñada en ver tensión sexual donde no la había.

                —Cuando estoy con ella me entrego por completo…Lo siento Cam, es demasiado intenso incluso para que alguien como tú lo comprenda –bromeé un poco aunque en realidad lo pensaba de verdad.

                —¿Es posible que se corte las alas para estar contigo?

                La pregunta de Cam, aunque era simple en apariencia, escondía una fuerza más compleja, como un hechizo mágico que removía cosas en mi interior. Fue como si mis órganos internos despertaran de un sueño muy largo y en vez de reanudar su función orgánica, se pusieran a fabricar un sentimiento diferente cada uno de ellos.

                —No lo sé y tampoco quiero forzarla a ello…

                —Pero entonces tú envejecerás y un día tu alma dejará tu cuerpo y en fin, a saber qué es lo que sucede después de morir, pero entiendes el punto.

                —¿Quién sabe? Ahora la energía de mi ángel guardián recorre mis tejidos. Quizás yo tampoco envejezco… —La verdad es que como lo mío se trataba de un caso único y sin antecedentes nadie tenía ni la más remota idea de las consecuencias y de cómo me afectaba.— O tal vez un día despierto en un futuro muy lejano como reliquia y diré “¡En otra vida yo fui Leonardo Marchessi!” claro que nadie sabrá quién narices fue ese Leonardo.

                —No sé, no me gustaría para ti ese destino. A veces es horrible el tener fantasmas sobre recuerdos de una vida anterior. El estar preocupada de encontrarme con Marco Antonio por la calle… claro que a veces pienso que esto es un castigo por las cosas que hice. Quizás en tu rencarnación no tendrías estos problemas, eres demasiado bueno para tu propio bien.

                Se suponía que Cam se estaba abriendo de sentimientos a mí por lo que se trataba de un momento delicado y doloroso para ella, pero me era inevitable sentir gracia. No sabes lo cómico que resultaba verla de repente escondiéndose donde fuera porque estaba empeñada en que alguien que había visto era la rencarnación de su Marco Antonio que se quería vengar de ella…Como te dije, Cameron estaba muy loca.

                —Quizás sucede como en aquel libro que leí una vez…el de “Todo lo que podríamos haber sido tú y yo sino fuéramos tú y yo” –comenté.

                —Yo sólo he leído alguna que otra novela erótica.

                Cameron, a parte de como modelo y algún trabajo como actriz que había conseguido, trabajaba como sexóloga de la Cosmo. A mí sí que me gustaba leer, siempre había sido irónicamente de letras al contrario que mi hermano, solo que entre mi vida como estudiante normal y corriente y mi doble vida como agente secreto, no disponía ya tanto tiempo para leer.

                —Pues en ese libro te cuentan que en realidad existan seis planetas—accedí  a contarle—. La Tierra es el planeta número dos. Cada vez que morimos, renacemos en el próximo planeta y siempre tenemos una vida mejor que en el planeta anterior, lo único, que no podemos recordar estas vidas anteriores hasta llegar al sexto planeta porque sino muchos se suicidarían a sabiendas de que les espera una vida mejor. Los del planeta cinco deben elegir entre terminar de vivir una vida plena o pasar al último planeta. El extraterrestre del libro que viene del planeta cuatro tiene por error el don de recordar sus vidas anteriores a pesar de que aún va por el planeta cuatro, así que decide regresar a la Tierra en busca de la mujer que amó aunque ella ya tiene 109 años. Sin embargo, al llegar a la Tierra, le atrapan y le someten a dolorosas pruebas durante tres meses, ya sabes cómo son los humanos ante lo desconocido, por lo que no llega a tiempo y ella muere.

Cameron soltó un hondo suspiro que sonó a quebrado, a veces se emocionaba muchísimo con las historias de amor de final trágico.

—Entonces ella pasó al tercer planeta, ¿no?

—Así es, y él decidió que la acompañaría aunque quizás tardaría muchísimo en encontrarla y ella no se acordaría de él, pero prefirió creer en la fuerza de su amor, tener esperanza.

—Me recuerda mucho a una historia que me contó un sacerdote egipcio –dijo.

—¿Y cómo es esa historia? –pregunté con curiosidad.

—Bueno, ya sabes cómo es la gente de pesada con lo del final del mundo, profecías mayas y todo eso –asentí en silencio para que continuara—. Pues los egipcios también teníamos nuestras historias al respecto. Supongo que sabes que adorábamos a los dioses que vivían en las estrellas, en las Pléyades –volví a asentir—. Pero supongo que nunca habrás oído hablar de los Complementos Cósmicos.

Aquel término se quedó flotando en el aire por unos instantes. Era parecido a hablar en enoquiano pero sin sonar tan fuerte. Complemento Cósmico. Esas dos palabras poseían la fuerza de mover mundos, podía sentirlo.

>>Sólo existen dos personas en el mundo que pueden ser Complementos Cósmicos –prosiguió—. Son como elegidas para salvar el mundo. Están destinadas la una para la otra desde antes del principio de los tiempos. El mundo existe en realidad para que ellas puedan encontrarse en esta vida, pero para que eso pase, primero deben superar infinitas pruebas. Nacen separadas, aunque de algún modo están conectadas de forma especial a pesar de la distancia, a pesar de no conocerse aún, saben que en algún lugar su complementario la aguarda para darle sentido por fin a su existencia.

>>Monikah nació en el oeste del mundo, al otro lado del Gran Océano. Se dice que sus cabellos eran negros y lustrosos, lisos como ríos de tinta y suaves como la seda. Sus ojos, dos gotas brillantes de karkadé pues tenían el poder de aumentar o disminuir la temperatura con sólo una mirada. Con curvas que ya quisiera tener el Nilo y labios más dulce que los dátiles, muchos artistas intentaron representar su figura para poder contemplar su belleza incluso cuando ella no estaba presente. Se ha llegado a confundir con otras supuestas representaciones de bellezas místicas como Nefertari, por ejemplo, o estatuas de la diosa Isis. Se dice que valiéndose exclusivamente de su bondad y su callado, comenzó una campaña expansionista. Su objetivo: cruzar el Océano.

>>Airelavh nació al otro lado del mar. A ella le gustaba tintar sus cabellos de rojo así como sus uñas y fue la creadora del látigo, de ahí que los faraones pasaran a usarlo como símbolo de poder y castigo. Ella también comenzó su propia conquista hacia el oeste, valiéndose de sus látigos.

>>Ambas consiguieron conquistar una gran cantidad de terreno. Sus territorios se extendieron desde la primera estrella del alba hasta, se dice que no tenía límites, pues los Complementos Cósmicos se caracterizar por odiar los límites. <<Definirse es limitarse>> y ellas se sienten desesperadamente limitadas. Pero aún así, muchos intentaron a aprovecharse de ellas, y sus enemigos movidos principalmente por la envidia, eran tan numerosos como sus amantes y al final nunca pudieron cruzar el océano que las separaba. ¿Acaso nadie comprendía la importancia de su amor, el anhelo de sus corazones? Ellas solo querían encontrarse, poder fundir sus almas y acabar así con los límites que definen sus cuerpos. Pero ellas no se han rendido todavía, nunca lo harán. El anhelo por encontrarse va más allá de todo, además está escrito que sucederá en el brillo más secreto de las estrellas, en las primeras olas del atardecer, en los surcos de la arena que traza el viento. En realidad todo el mundo lo sabemos, lo que pasa es que tememos a lo desconocido pues nos cuesta comprender la intensidad de su amor.

>>La profecía dice que cuando al fin se junten, llegará el fin del mundo conocido, todo el sufrimiento desaparecerá pues ellas crearán uno nuevo mejor en todos los aspectos. Reinventarán el lenguaje para poder expresar la intensidad de sus emociones, crearán nuevas estaciones para volver más hermoso el paisaje, la luz brillará más y la oscuridad dejará de ser oscuridad. Y al fin, tras tanto tiempo separadas, sufriendo las pruebas de la humanidad una y otra vez, podrán vivir felices en su palacio de estrellas mientras los pocos que valen la pena disfrutarán de poder adorarlas. También hay versiones que dicen que Monikah lleva consigo en forma de colgante el corazón de Airelavh…en fin, lo importante es que se aman demasiado y se buscan incesantemente hasta que al final podrán estar juntas por siempre y todo el displacer habrá merecido la pena. ¿No es emocionante?

Cuando Cam acabó el relato ya era de noche pero el cielo tenía una claridad que no había visto nunca. Las mejillas de Cam estaban encendidas y sus ojos, vidriosos por la emoción. A mí me costaba respirar, su historia me había dejado sin aliento. A pesar de que me preguntaba qué clase de historias contaban en el Antiguo Egipto, no podía evitar pensar si aquello era posible. ¿Cómo podías saber que amabas a alguien sin haberlo conocido antes? ¿Si yo me rencarnara te recordaría, Tess? Si la historia de Cam era cierta, el mundo sólo existía para que ellas pudiesen encontrarse de una vez por todas. ¿Eso dónde nos dejaba a los demás? ¿Qué importancia teníamos? ¿Podía mi amor por ti, Tess, cambiar el mundo? Eran preguntas que me asediaban, y sabía que la única forma de darles respuesta era siguiendo adelante, si te seguía amando un día encontraría las respuestas aunque en realidad no me importaba tanto. Nosotros no somos Complementos Cósmicos pero puedo amarte con cada fibra de mí igualmente.

—No podemos quedarnos aquí parados a esperar que nos rescaten –proclamé repentinamente.

Cam se me quedó analizando, sorprendida por mi súbita determinación.

—¿Pero, y tu herida?

—Estoy bien, no es nada –respondí incorporándome a duras penas.

Cam se apresuró a ayudarme, dejando que me apoyara en su robusto cuerpo.

—Quizás aún haya algo que podamos encontrar en estas ruinas –proseguí.

—¡Si es así entonces lo encontraremos! –exclamó, animándose.

Las ruinas estaban constituidas por un complejo entramado de piedra tallada que el tiempo había desgastado y maltratado. La composición debía de contener hierro pues en algunas partes estaba recubierto de polvillo rojo. El viento se colaba entre agujeros que debían ser ventanas y huroneaba entre las ruinas, sibilante. Era un maldito laberinto diseñado deliberadamente para que los ajenos al templo se perdieran entre las figuras perturbadoras grabadas en las paredes, sobretodo de noche. Me preguntaba si en alguna parte del mundo existiría un templo similar que hablase del amor de los Complementos Cósmicos.

—Si Morag estuviera aquí sabría explicar qué significan –rompió Cam el silencio ventoso.

Me imaginé a nuestra compañera daimon con su llamativa cabellera blanca y su acento inglés relatando los misterios que yacían aquí dormidos.

Llegamos a la sala central, donde los agentes de MAT nos habían arrebatado el Códice que buscábamos. La pelea había dejado grandes secuelas, la mitad se había derrumbado y había grietas de láser en la pared. Para nuestro asombro, la luz de las estrellas que se filtraba a través de las numerosas ventanas, iluminaba símbolos y caracteres en el techo, suelo y piedra. De pronto, más que en el corazón de un templo en ruinas, parecía que nos encontrábamos en el interior de alguna nave de ciencia ficción. El corazón se nos sobrecogió por el bello espectáculo. Nos sacó de nuestro asombro una voz que ambos reconocíamos muy bien: la voz de la jovial Lis, que nos anunciaba a través del telecomunicador de Cam que ya venían de camino y que nos preparásemos para recibir a nuestra compañera Natsu en su forma impresionante de dragón.

—¡Ya funciona! Eso quiere decir que los efectos del iridio están desapareciendo —me dijo tras despedirse de la peliverde.

Yo seguía rebuscando entre los nidos de oscuridad plateada.  No sabía muy bien por qué lo hacía, tal vez por instinto o tal vez porque me negaba a decepcionar a Sergey una vez más, pero de alguna forma, podía comprender lo que significaban aquellos grabados. No es que pudiera leerlos como el enoquiano, pero de alguna forma al verlos cobrar relieve gracias al resplandor de las estrellas, podía entenderlos, como cuando leía los códigos informáticos de la red y por eso supe que los de MAT se habían llevado el Códice equivocado.

—Los antiguos acólitos eran más listos de lo que pensamos –le informé a mi compañera que se encontraba curioseando por aquí y por allá—. Los escritos hablan de un Códice, sí, así lo llamaban para despistar.

—¿Entonces en el dichoso Códice que nos arrebataron no contenía la palabra de Metatrón?

—Sólo hablaba de consejos para alcanzar orgasmos <<más místicos>>.

Cam soltó una sonora carcajada.

—¡Ey, que a mí me interesa más ese códice entonces que la palabra de un ángel excéntrico! Y seguro que a la jefa de MAT también, así tiene nuevas cosas que experimentar con JD.

No me pasó desapercibido cierto tono rencoroso en sus palabras, Cam aún seguía dolida por la traición de nuestro antiguo entrenador, aunque bien que disfrutaba de los entrenamientos del nuevo licántropo.

—Aún podemos triunfar en la misión.

—Pero y entonces, ¿dónde está la palabra del Metontón ése?

Me situé ante la pared frontal, un pequeño mural de mármol azul. Sobre él había dibujado un árbol junto con más símbolos cabalísticos. Entre ellos pude reconocer el sello de Metatrón. El corazón se me disparó al comprender la importancia de las imágenes que inundaban mis retinas.

—¿Leo? –me llamó Cam, un poco asustada por mi parálisis.

—¿Sabes lo que es esto? –pregunté, algo aturdido.

—Mmm, ¿un acertijo angelical? Mira que a veces sospecho que viajaron al futuro para inspirarse de las películas cutres de acción…

—Es una puerta, Cam.

—¡Entonces abrámosla!

Se aproximó a la pared y comenzó a empujar con todas sus fuerzas, en vano.

—Es la puerta que lleva a Dios—anuncié con la voz temblorosa.

Cam pegó un respingo, era evidente que mis palabras le causaban recelo.

—Dios ha estado ausente durante eones o eso es lo que dice Abaddon…y ya sabemos su habilidad para inventarse pasajes bíblicos.

—Cam, según la Cábala el Árbol de la Vida está constituida por diez esferas o séfiras que contienen la clave de la Creación. Cada séfira está regida por un arcángel. A Metatrón se le atribuye la primera de todas, la del nivel superior, conocida como <<Kéter>> o <<Corona>>

—¿Y ésta es la puerta que lleva a esa séfira? –inquirió suspicaz.

Asentí con la cabeza, tragar saliva se me hacía dificultoso.

—Representa la propia esencia, atemporal y libre. Es la génesis de todas las emanaciones canalizadas por las otras séfiras. Y la Luz Superior generadora de todo el movimiento de la Creación.

Metatrón era un ángel más antiguo que Raziel y que Abaddon, tan antiguo que incluso los ángeles consideraban que se trataba de una leyenda. Pero podía sentir el gran poder que había tras este panel de piedra azulada, una energía pura. La idea de tener ante nosotros el poder de la Creación obnubilaba mis pensamientos y me agitaba la sangre. Recordé una vez más la historia de los Complementos Cósmicos, de cómo reinventarían un mundo nuevo cuando se rencontrasen. Y pensé en ti, Tess. En ambos viviendo en un mundo completamente nuevo, un mundo sin ataduras donde tenía cabida el amor más puro y verdadero. Un mundo donde tú y yo podríamos ser eternamente felices. Tu nombre comenzó a brotar de mis entrañas...

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Esta relato-divague lo escribí para mi Complemento Cósmico y está basado en los personajes (el mismo universo que los de mi otro relato Traición) del Pink Rol del foro genialoso y más loco de todos Pink Lemonade.  

El video es de Crepusculo xD pero lo encontré y me hizo gracia (aunque el de las fotos parece mas Steph que Leo pero se entiende el punto) 

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