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Complejo de la Hidra de Lerna

—Cisco... ¡Cisco! Responde, ¡no oigo ni siquiera estática!— Barry corría, mientras la angustia invadía su mente. Para él era más alarmante el silencio que un daño en la comunicación, pues implicaba que Caitlin y Cisco no estaban al otro lado de la línea. —Vamos... díganme alguna cosa, ¡se los ruego!— Silencio sepulcral. —Maldita sea, ¡Caitlin! ¡Alguien que responda!


Durante un buen tiempo, Barry tuvo que correr solo, buscando a Lava River por toda la ciudad, sin saber cuál sería su próximo objetivo. Ella era una chica díscola y acomplejada, que atacaba algunos sitios de la ciudad lanzando ríos de lava, destruyendo sus cimientos, y eventualmente acabando con edificios enteros.


Pero a pesar de que era una chica peligrosa, no era el mayor de los problemas de Flash.


—Aquí estoy, Allen. Me disculpo por el silencio, hubo un pequeño problema aquí. —Harrison Wells tomaba el mando del laboratorio, tratando de no preocupar a Barry.

—¿Encontraste a Lava River?

—No, doctor Wells. Su patrón de ataque es un poco... aleatorio. No se me ocurre un lugar en el que pueda estar.

—Regresa al laboratorio, Allen. Ya pensaremos en algo.


En segundos, Barry estaba de vuelta en el laboratorio, donde el doctor Wells, Caitlin y Cisco lo esperaban. Sobre todo el último, que lo buscó con impaciencia. —Barry, tengo que decirte algo. A solas.— Barry asintió, y junto a Cisco, entró a la bóveda del tiempo.


—Barry, necesito hablarte de algo.

—Dime, Cisco.

—¿Recuerdas la fiesta de despedida de tu padre?

—Sí. ¿Qué sucede con eso?

—Bueno, es que... ese día... Barry, no sabía bien lo que me pasaba, y... vibré.

—¿Qué?

—Vibré varias veces.

—Cisco, ¿qué viste?

—Barry... vi a Zoom. Vi su cara. Y no era Jay Garrick.

—¿Qué dices? ¿Quién era?

—Eddie.

—¿Thawne?

—Y la Tortuga.

—Cisco...

—Y Joe, Iris, el capitán Singh, Harrison Wells, Tockman... todos a la vez.

—¿Quieres decir que Zoom podría ser cualquier persona de Tierra-2?

—Eso digo. Al parecer nos equivocamos con Jay.

— No comprendo, Cisco. ¿Por qué no lo habías dicho antes?

—No lo entendía, Barry. Pero cuando vibré con el casco de Jay, todo fue más confuso. Digo, él no puede ser Flash y Zoom a la vez.

—Hemos visto eso antes y sabes que puede ser posible.

—Pero no aplicaba para dos velocistas.

—Cisco, hay que investigar un poco, y creo que deberíamos hacerlo en secreto. Pero primero hay que encontrar a Lava River.

—Vale.


Caitlin tecleó algo en su computadora, y de inmediato llamó a Barry. —Encontré a la chica, Barry. Escuela Primaria de Central City.— Con su traje rojo, Barry corrió hasta la escuela, y no le costó mucho trabajo encontrar a la revoltosa chica de fuego líquido en el salón de maestros. —Lava River... ¿qué haces aquí?— La chica, sin moverse, miró a Flash con odio. —Vete, Flash. Sólo... vete.— Barry empezó a correr en círculos alrededor de Lava River, y ella, sintiéndose acorralada, empezó a lanzar lava y piedras llameantes en todas las direcciones.


Barry apenas tuvo tiempo de esquivar una de las piedras, pero no vio el pequeño chorro de lava que le salpicó el abdomen y atravesó su traje. Ardía. Peor que el fuego y el ácido juntos. Barry sintió que su piel se derretía, y antes de poder atrapar a la incandescente pelirroja, él prefirió regresar al laboratorio S. T. A. R. en lugar de hacerse más daño.


Cuando entró al laboratorio, Barry se quitó el traje de inmediato. En su abdomen se había formado una enorme ampolla roja, e incluso con su regeneración rápida de tejidos, sufrió un poco. Aquel dolor le provocó un desmayo, que Caitlin aprovechó para hacerle una curación rápida.


Barry despertó después de unas horas, y al mirarse el estómago, la ampolla había desaparecido. Caitlin estaba junto a él, dándole una nueva dosis de analgésicos. —Te salvaste por unos minutos, Barry. Si no hubieras escapado a tiempo, o si te hubiera dado en el pecho...— Barry se sentó en la camilla y suspiró. —Cait... esa chica... tenía mucho resentimiento en los ojos. Como si... quisiera destruir la escuela. Y creo que la he visto antes.— Caitlin puso un parche de gel frío en el pecho de Barry para terminar su curación. —Hay que atraparla cuanto antes. A este paso, va a terminar destruyendo toda la ciudad.— Barry se levantó de la camilla para atender su celular. Singh, al otro lado de la línea, estaba furioso. —Maldita sea, Allen... no me importa qué demonios estés haciendo ahora, tienes una montaña de papeleo por entregar, ¡Y LA QUIERO AHORA!


Barry, en un abrir y cerrar de ojos, estaba en la comisaría de policía, y Singh estaba a punto de enloquecer cuando lo vio. —Allen, ¿qué demonios haces? ¡VE A RESOLVER LO QUE TE PEDÍ!— Barry obedeció. En su laboratorio apareció una pila de archivos sobre metahumanos, y entre los documentos había una hoja de papel con un informe de reconocimiento facial: el perfil de Lava River, cuyo nombre real era Jessamyn Stetson.


—Stetson, Stetson... demonios, ¡es Jess!— Barry de inmediato recordó de dónde la conocía: era una pobre chica de su escuela primaria. Los niños de cursos más avanzados que ella la molestaban por sus problemas de peso, su cabello rojo y sus enormes anteojos. Al crecer, su físico no cambió mucho, pero se convirtió en una joven resentida con los que la irrespetaban, y cuando se convirtió en metahumana mientras jugaba con una lámpara de lava, encontró su oportunidad para vengarse.


—Cisco, necesito que busques a alguien en el sistema. Jessamyn Stetson.— Barry le habló a Cisco por teléfono antes de aparecerse en S. T. A. R. —Jessamyn Stetson, Barry. Ella es...— Barry asintió.


—Así es. Ella es Lava River. Y la conozco. Estuvimos en la misma escuela primaria.

—Vaya, ¿siempre se veía así?

—Imagina eso. Los más grandes se burlaban de ella.

—Y anoche estaba en la escuela, probablemente en busca de algo. O de alguien.


Tratando de averiguarlo, Barry de inmediato recordó al profesor de matemáticas. Jessamyn trató de explicarle al señor Bateman lo que hacían con ella, y él no prestó atención a sus palabras. —El señor Bateman... Cisco, ya sé a dónde va Jess.— Antes de que Cisco pudiera sentarse, Barry había atravesado la ciudad entera hasta la casa de Dorian Bateman, el profesor de matemáticas. Él se encontraba en la sala, junto a la fogata, cuando una franja roja se materializó ante sus ojos como Flash. —¿Flash? ¿Qué haces aquí?— Barry, sin responder aquella pregunta, sacó al señor Bateman de su casa y lo llevó a dos manzanas de distancia.


—Barry, Lava River está cerca, ¡trae a Bateman aquí!

—No, ¡Cisco! ¡Es muy peligroso!

—Es más peligroso si ella te vuelve a quemar, ¡tal vez no sobrevivas!

—Correré el riesgo.


Antes de poder voltear otra esquina, Barry se encontró de frente con Lava River, y apenas tuvo tiempo de llevar al señor Bateman a un lugar seguro antes de enfrentarse a la revoltosa pelirroja, que se había refugiado en medio de un pequeño lago de lava en la mitad de la calle.


Era Flash contra Lava River.


—Lava River... tienes que detenerte.

—Sólo porque un idiota de rojo me lo dice...

—No es eso... Jessamyn, sé por qué haces esto.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Te conozco. Desde la primaria. Eras la de mejores notas en la clase de Bateman.

—¿De qué me sirvió eso cuando Bateman no creyó que los de sexto metían mi cabeza en el inodoro?

—Jessamyn... Jess, no tienes por qué hacer lo que planeas. Eso no te traerá tranquilidad.

—Quién dice que no, ¿Flash? Sólo hablas así porque eres un héroe, todos te adoran, eres ridículamente delgado, ¡y probablemente te ves como un supermodelo sin ese traje! ¡Apuesto lo que sea a que eras un debilucho antes de convertirte en metahumano! Pero claro... todos se van en contra de la gorda pelirroja porque tiene ahora tiene actitud.

—Jess... por favor. Deja tranquilo a Bateman.

—No.

—Por favor, ¡no hagas algo de lo que puedas arrepentirte!


Lava River, cansada de que Flash intentara persuadirla de dejar algo que ella estaba más que decidida a hacer, lanzó una bola de lava hacia una caneca de basura, que se derritió al instante. —Cállate, ¡por Dios! ¡Me estás cortando el rollo!— La chica no tenía la más mínima idea de dónde estaba Bateman, y estaba perdiendo la paciencia. —Flash, apártate. Lo digo en serio, si vuelves a interferir, apuntaré la lava a tu corazón.— Barry se atravesó en el camino de Jessamyn y ella, sin titubear, dirigió otro chorro de lava al Velocista Escarlata.


Ante los ojos de Lava River, su ataque se vio neutralizado por un disparo de hielo que convirtió la lava en dura y fría obsidiana, salvando a Flash de una muerte segura. Al volverse hacia el lugar de donde provino el disparo, Barry sonrió. —Veo que hay otra de esas pistolas rondando en los alrededores. Tengo que agradecer a Lenny por dejar que jugaras con ella un rato.


Lisa Snart estaba frente a Flash, sosteniendo en su mano una pistola fría.


—Supongo que ahora me debes una, Flash. Rápido, llévate a esa chica al laboratorio antes de que se descongele. Saluda a Cisco por mí, ¿quieres?— Barry, sabiendo que Lisa tenía razón, le sonrió antes de llevarse a Jessamyn al laboratorio y encerrarla en una de las celdas de la tubería.


—Amigo, ¿qué fue eso? —Cisco, que no había visto a Lisa desde hacía meses, se sorprendió al ver que ella lo recordaba.— Lisa dice hola. Por alguna razón estaba cerca, y me salvó. Ahora todo se solucionó, Lava River está encerrada, y tú y yo podemos investigar lo de Zoom.— Cisco le indicó a Barry que entraran a la sala de la banda para correr, y le mostró un pequeño cubo metálico con dos pares de electrodos conectados.


—¿Qué es esto?

—La versión reducida de lo que usan en "Inception" para compartir los sueños. Logré adaptarlo para usarlo con los anteojos.

—Quieres decir que...

—Bingo. Los dos podremos ver mis visiones.

—¿Qué estamos esperando? ¡Vamos!


Barry y Cisco se sentaron frente a frente, y Cisco encendió el artefacto después de ponerse los anteojos. —Aquí va, Barry. No podemos decirle esto a nadie, ¿vale?— Barry asintió y cerró los ojos con fuerza.


Lo que Barry Allen vio a través de la mente de Cisco fue un tanto nebuloso y complicado de entender, tan confuso como inesperado: Barry, corriendo más rápido que Zoom, por fin había logrado alcanzarlo. Definitivamente había usado el Velocity 9, después de haber rechazado aquella sustancia cuando supo lo que podía hacerle a su cuerpo, y aún así se había atrevido a correr el riesgo. Pero de algo había servido, pues al final logró lo que quería: atrapar a quien quería robarle su velocidad. —Por fin sabré quién eres, hijo de...— Cuando Barry descubrió el rostro de Zoom, la incredulidad invadió su mente. —No... no puedes ser tú. Es... ¡imposible!— Zoom le respondió con una sonrisa macabra. La identidad que su némesis había tomado frente a sus ojos era más que inconcebible, tanto así, que Barry le rogó a gritos a Cisco que le quitara los electrodos, a lo que él obedeció.


Las sensaciones que las visiones de Cisco causaron en la mente de Barry lo desestabilizaron tanto, que un fuerte mareo lo obligó a tirarse al piso, sin entender lo que le sucedía. Estaba en shock, y su estado se complicó tanto, que empezó a convulsionar, y su vista se nubló. En segundos, la mente de Barry colapsó, una mezcla de sonidos estuvo a punto de hacer que su cerebro estallara...


... y después reinó el silencio.


Cuando Barry abrió los ojos, todo estaba oscuro. Reconocía su habitación, su cama, su propio cuerpo. Pero no reconocía lo que acababa de pasar por su cerebro. No entendía lo que había visto, y cuando despertó de aquella pesadilla, seguía tan confundido, que no sabía exactamente lo que había soñado. El indicador de realidad fue su celular, con tres llamadas perdidas de Cisco, dos de Caitlin y una de Joe. —Demonios... ¿qué hora es?— Las siete de la noche, y Barry se había quedado dormido. Llamó a Cisco para asegurarse de que todo estuviera bien, y lo que le dijo lo desconcertó.


—Barry, ven al laboratorio. Tenemos una metahumana por buscar. ¡Tienes que ir tras Lava River ahora!

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