Complejo de Escritor
He pasado tanto tiempo aquí, mi lenguaje se ha deformado y ya ni siquiera recuerdo porque lo estaba haciendo, han pasado horas y días, las ojeras incluso ya se apoderaron de mis párpados, mi cuerpo ha quedado casi postrado en esta incómoda posición, la papelera está llena de ideas lanzadas al aire, escribo y escribo, pero no soy capaz de escoger aunque sea un maldito título, mi mente ha viajado desde los oscuros callejones de una peligrosa ciudad, hasta los fríos inviernos de un pueblo extranjero y aun así, nada de eso es lo que busco.
Mi madre solía decirme que pasar tanto tiempo escribiendo terminaría por desconectarme de la realidad, pero ella no entiende que por eso me apasiona esta profesión, después de todo, ¿Qué tiene el mundo real para ofrecerme más que dolor, tristezas y decepciones?, ¿Acaso no tengo derecho a vivir en la realidad que yo desee?, es por eso que me dedico a esto, para evadir la cruda realidad y de paso ayudar a las pobres almas condenadas a este sufrimiento, no importa cuanto me tome estoy decidido a crear la mejor historia que el mundo haya conocido.
Por desgracia mi cuerpo no piensa igual y debo sucumbir a mis necesidades fisiológicas, levantarse de la silla por un rato es realmente confortable, tal vez un poco de agua en mi rostro me ayude a refrescar mi mente.
Pero en ese justo momento vi gracias al manchado espejo del baño, una sombra que parecía haber escapado de mis pensamientos, no es nada, probablemente solo estoy hambriento.
Adoro mi trabajo y aunque mi cuerpo me impida continuar con él veinticuatro siete siempre trato de aprovechar cada segundo, pero no puedo permitirme caer en mis viejos patrones, quiero crear algo nuevo, algo que el mundo no haya visto.
Tal parece que no comer adecuadamente está afectando mis sentidos, pues desde hace semanas no dejo de escuchar un ruido semejante a un chillido de un fino plato de cerámica siendo rayado con un tenedor de plata, mi obsesión es tanta que apenas si pude percatarme de que mi dedo pudo haber sido rebanado con el cuchillo.
Tal vez eso es lo que necesito, algo rojo, con mucha sangre, algo que aterre a la gente o cuando menos los haga sentir incómodos.
—Pero no es la sangre lo que quieres, ¿o sí? —Escuché murmurar a mis espaldas.
El eco de la voz me estremeció. Me di la vuelta rápidamente, pero no había nadie allí. Solo el vacío oscuro de la habitación se extendía ante mí. ¿Había sido solo mi imaginación jugándome una broma?, la falta de sueño estaba empezando a pasar factura.
Decidí regresar a mi escritorio y continuar con mi obra. Pero mientras me acomodaba en mi silla, sentí una presencia siniestra en la habitación. Como si algo me estuviera observando desde las sombras. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza mientras miraba a mi alrededor, buscando una explicación.
Fue entonces cuando noté que mis notas estaban esparcidas por el suelo. El manuscrito que había estado escribiendo durante días yacía desordenado, sus páginas arrugadas y manchadas de tinta. Sentí un escalofrío recorrerme la columna vertebral mientras miraba el caos en mi estudio.
Había llegado a mi cabeza la idea de que algún ladrón había entrado a mi casa por la ventana que siempre dejo abierta para refrescar mi habitación, después de todo, ¿quién tendría precaución al entrar?, no he salido de mi casa en días, de seguro piensan que me he marchado o que he muerto en mi domicilio, el olor a muerto ya comienza a salir de mis poros tras días sin tocar el agua, no sería algo de extrañarse.
Pero mis temores se hicieron más fuertes tras escuchar el ruido de cristal rompiéndose que parecía provenir de la sala principal. Sin embargo aun así tomé valor y me levanté de mi escritorio dispuesto a encontrar el origen del ruido.
Por suerte había dejado el cuchillo sobre la barra de la cocina, suficientemente cerca de mí, pero a la vez oculto de los ojos curiosos, lo tomé entre mis manos con fuerza y me acerqué cada vez más a la sala de estar, se escuchaba como alguien rebuscaba entre mis manuscritos, ahora era claro que tenía compañía.
Mire disimuladamente para ver la silueta de esa persona, pero sorpresivamente la sala de estar se encontraba vacía, los manuscritos que había realizado anteriormente se encontraban tirados en el suelo, igual de rotos que el viejo florero de vidrio que me había regalado mi madre.
Sobre la mesa de café se encontraban fragmentos de mi obra más famosa, pero ahora estaban manchados por la tinta de la elegante pluma fuente que me había regalado uno de mis maestros tras graduarme de la universidad, lo única palabra legible entre el montón decía “TERMINA”, escrito en letras mayúsculas de forma violenta y errática, semejantes a las de el cuchillo de un asesino que había sido provocado por su víctima.
De repente, una sombra oscura se movió en el rabillo de mi ojo. Giré la cabeza rápidamente, pero no había nada allí. La sensación de ser observado se intensificó y me pregunté si mis propias creaciones literarias estaban cobrando vida y persiguiéndome en mi propio hogar.
El mensaje era claro, mis manos temblorosas alcanzaron la pluma sobre la mesa, y aunque mi instinto me decía que huyera, mi obsesión por terminar mi obra maestra me impulsó a continuar. Sin embargo, algo en el fondo de mi mente me advertía de los peligros que podrían esperarme en el mundo que estaba creando.
Tomé una libreta y me dispuse a continuar escribiendo. Mientras volvía a sumergirme en la escritura, las palabras comenzaron a fluir de mí con una intensidad sobrenatural. Mi mente se perdió en los oscuros pasadizos de la imaginación, donde los horrores más profundos se manifiestan en palabras impresas.
Pero a medida que la historia se desarrollaba, las alucinaciones se intensificaban. Sombras acechaban en cada esquina, voces susurrantes llenaban el aire y sentía la mirada penetrante de ojos invisibles siguiéndome a cada paso.
Mi cuerpo se agotaba, mis dedos temblaban mientras seguía escribiendo. Cada palabra era un acto de resistencia contra el abismo que amenazaba con consumirme por completo. Pero, ¿qué era real y qué era producto de mi imaginación desgarrada?
La línea entre la realidad y la ficción se desdibujaba peligrosamente, y ya no sabía si era el escritor o la víctima de mi propia creación. Me sentía poseído, pero aun así me resistí a este impulso diabólico de terminar mi creación.
La pluma había manchado mis manos de tinta mezclándola con la sangre seca en mis dedos, la escena que observaban mis ojos era tan poética que casi parecía que la tinta reemplaza mi sangre. Por suerte había parado, ahora podía lavarme las manos y volver a la realidad como debí hacerlo desde el principio.
El agua recorría mis manos, pero la tinta parecía no marcharse, era casi como un tatuaje que penetró en mi piel, pero al mismo tiempo se sentía fresca como si brotara de mi interior, trataba de quitar la tinta, pero en su lugar el agua manchada llenaba el fregadero.
—Esto es lo que eres ahora. —Escuché decir a una voz infernal, me di vuelta solo para observar cómo los manuscritos se retorcían hasta formar una figura humanoide que inmediatamente se convirtió en cenizas y humo que formaban una grotesca sombra. —Ahora me miras, esto es lo que somos.
Sus garras se arrastraban evitando los destellos de la luz mientras su esquelético cuerpo se contorsionaba, el terror me tenía paralizado, pero aun así me eché a correr solo para ser detenido por la tinta derramada por el suelo.
La tinta me había hecho resbalar, su consistencia se sentía completamente espesa y pegajosa al punto de retenerme en el suelo como si fuera una trampa para ratones.
La tinta palpitaba al ritmo de mi corazón como si tuviera vida, no sabía qué sucedía, pero no iba a quedarme esperando.
Con mis manos me arrastré lejos de la tinta solo para sentir como la sombra arañó mi pierna derecha provocando un fuerte dolor, la sangre que brotaba de mi pierna era devorada por la tinta que parecía no querer soltarme, pero tuve la suerte y fuerza suficiente para librarme de ambos y resguardarme en el armario de escobas.
Cerré la puerta rápidamente y me alejé lo más posible de ella, pero los arañazos del otro lado de la puerta no cesaban, faltaba poco para que las bestias tumbaran la puerta y comenzaran a devorarme. En ese momento lo único que pensé fue en usar el palo de la escoba para intentar derrumbar las delgadas paredes del fondo.
Ahora el escombro caía al ritmo del reloj del tiempo perdido que sonaba en mi cabeza, no podía pensar que es lo que estos monstruos querían de mí, así que en cuanto el hueco de la pared estuvo lo suficientemente ancho no pensé a dónde me llevaba sino en escapar de las criaturas.
Por desgracia, lo único que había detrás de ese armario eran las escaleras hacía el sótano, por las cuales caí lastimando mis costillas, la sombra me había encontrado nuevamente, pero al mismo tiempo la pluma y la libreta se salieron de mi bolsillo mostrándome que debía hacer para terminar esta pesadilla.
Me arrastré hasta la pluma mientras observaba como la sombra se retorcía en el techo susurrando versos de mis propias creaciones que ahora sonaban como gritos de agonía que encendían y apagaban las luces del sótano.
Tomé la pluma entre mis manos temblorosas, pero toda la tinta se había vaciado, no podía seguir escribiendo a menos de que decidiera usar mi propia sangre para terminar la historia, la sombra solo observaba esperando a que terminara de escribir.
Así que no esperé y encajé la afilada punta de la pluma en mi otra mano y utilicé la sangre para terminar de escribir, cada palabra se sentía como una puñalada en mi pecho, pero mi musa me había vuelto a poseer, no importaba cuánta fuera mi agonía, no podía parar.
Apenas agregué el punto final pude sentir como el aire volvía a fluir en mis pulmones, las sombra se convirtió en cenizas que desaparecieron tan pronto se volvieron a encender las luces.
La pesadilla había terminado al igual que mi nueva historia, ¿Entonces porque me sentía tan vacío?, ¿Qué era lo que faltaba?, era casi como si mi vida hubiera acabado en el último párrafo, ya no podía pensar en nada, no sabía ni siquiera si aún pertenecía a la realidad o la ficción se había apoderado de mí por completo.
Miré la pluma aun llena de sangre, permanecí hipnotizado y solo fui capaz de pensar una sola cosa, la única forma de terminar con esta historia era dejar que mi obsesión acabara conmigo por completo, mientras lo último que veía era la punta de la pluma a punto de atravesar mi cráneo.
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