[❤] Capítulo 10
¿Juegos?
4 días.
Cuatro largos días desde que ese estúpido juego empezó.
Él no pensó que ella llegaría a tomárselo tan en serio. La veía a lo lejos leyendo algún libro, tenía puesto unos pantalones de pijama, muy cortos a su parecer. Se veía sexy, aquella pequeña tela mostraba la mitad de sus nalgas, y la mayoría de tiempo llevaba unos top —sin sujetador cabe destacar—. Tenerla tan cerca y a la vez tan lejos.
Cada vez que trataba de acercarse a ella, simplemente lo ignoraba, estaba reconsiderando pedirle disculpas, pero eso sería dejarle paso a la victorita fácil. Pero estaba desesperado, ni si quiera preparaba en su presencia, o tan sólo no le prestaba atención.
Ella por otro lado sonreía, más que feliz, triunfante. Él quería jugar ¿no?, ella le enseñaría a jugar. Era divertido ver cómo trataba de llamar su atención, había veces dónde lo torturaba —llevando ropa diminuta—, era aún más placentero ver cómo la recorría, acariciándola con la mirada. Tenía que admitir que su cuerpo reaccionaba de forma no muy favorable para ella, su mirada azulada le causaba nerviosismo y excitación, sus ojos mostrándole pasión pura, su cuerpo seguramente en tensión y su piel caliente y suave cómo terciopelo. Era mucha tentación.
Pero seguiría castigándolo, aunque no sabía cuánto más resistiría.
Veía desde el umbral cómo ella estaba concentrada en su lectura, estaba boca abajo, su pierna danzaba de un lado a otro, mechones caían de vez en cuando de su moño. Sus labios se movían brevemente cada vez leía algún párrafo, se veía hermosa; quería acercársele, pero quería seguir contemplándola, o lo más razonable, sabía que ella haría de cuenta que él no estaba, y eso lo frustraba.
—Anna —llamó.
—Señor —respondió la aludida, concentrada aún en su lectura, prestando su mínima atención.
Él no dijo nada, no sabía que decir, de pronto las palabras habían quedado atascadas en su garganta sin querer salir.
—Acércate —pidió.
Ella lo miró por un momento, inexpresiva, pero luego dejó su libro con mucho cuidado en la mesa, para luego dirigirse a él.
—¿Sí? —apremió ella.
—Acércate más —ordenó. Ella no rechistó, dió un paso más, quedando más cerca de su cuerpo.
—¿Así? —preguntó, sus cuerpos se rozaban, se sentía a leguas la tensión sexual en el ambiente.
—¿Sabes algo? —preguntó él, rodeando con sus fuertes brazos su delgada cintura, atrayéndola más a él.
—¿El qué? —aún mantenía su expresión ilegible, sin ninguna expresión, aunque por dentro su corazón latía a mil, pedía que él no lo notara.
—No puedo más —se rindió.
—¿Con qué? —ella sabía a lo que se refería, pero quería que él mismo se lo dijera.
—Sabes a lo que me refiero —contestó.
—¿Ah, sí? —ella rodeó su cuello con sus brazos, él era más alto, así que se alzó en las puntas de sus pies, quedando a sólo milímetros de sus labios. Tenerla tan cerca era embriagador, sentirla; pero él quería más, quería probar esos labios besables, dulces y suaves. Se veían tan rojos y su mirada era seductora, estaba jugando con él, eso le encantaba.
Ella se acercó lentamente, rozando sus labios de manera seductora, logrando un suspiro de parte de su acompañante. Atrapando con descaro su labio inferior, succionándolo, probándolo.
Él jadeaba un poco, su boca estaba caliente y húmeda. Sus pequeños labios jugueteaban con el suyo, esa sensación era tan placentera, estaba extasiado.
Ella tomó las manos que rodeaban su cintura, entrelazándolas a las suyas momentaneamente. Dejó sus labios, trasladándolos a su quijada, dejando pequeños mordiscos a su paso, besando su cuello. Poco a poco sus manos bajaron a su torso, subiendo el dobladillo de su camiseta, y acariciando su bien marcado abdomen, bajando un poco más, tomando el elástico de sus bermudas, y jugueteando con éste.
Sus suaves caricias se sentían cómo un cosquilleo ardiente, su tacto quemaba, a pesar de tenerla tan cerca, quería sentirla. Quería tocarla, pero la dejaría consentirle, dejaría que hiciera lo que quisiera con él.
Ella estaba jugando, pero se le estaba saliendo de las manos, tenía que parar y pronto. Sus manos vagaban por todo su cuerpo, mientras él jadeaba. Su respiración era entrecortada, muy irregular.
Podía notar como sus músculos se tensaban con cada toque, ella sonreía. Ella se acercó a sus labios, probándolos lentamente como si de un helado se tratara, poco a poco fue guíandolo hacia la cama y lanzándolo en ésta, mientras se sentaba sobre él a horcajadas. Quedando justo encima del bulto visible en su bermuda.
Ella movía sus caderas de manera lenta y sensual, logrando un roce placentero entre sus partes. Él no lo soportó más, sus manos se posicionaron en sus caderas, tomándolas e impulsándolas hacia abajo, dando pequeñas embestidas pero intensas.
Sentirlo debajo de ella, era simplemente excitante, ver su desesperación por tenerla le causaba gracia. Al sentir su miembro duro, su excitación aumentó. Ella se balanceaba de arriba hacia abajo, él estaba muy duro; mientras él apretaba su trasero de manera posesiva.
El cerró sus ojos, disfrutando aquella sensación. Quería poseerla en ese mismo instante, oírla gemir su nombre, sentirla retorcerse debajo de él y ver su hermoso rostro mostrar placer. Ella echó su cabeza hacia atrás, aún frotando sus pelvis.
Lo miró por un momento, acercándose a su rostro, besándolo. Ya no podía más, estaba a punto de despojarla de sus ropas, pero...
—Creo que iré a llamar a Tony -y con eso se levantó de la cama retirándose de la habitación.
Él estaba pasmado, ¿qué acababa de pasar? Tenía que ser un broma, y una de muy mal gusto. Estaba mal, muy mal.
Llevó su mano a el bulto en sus bermudas, estaba muy excitado, y dolía su ausencia, literalmente. Y fue ahí donde reparó en lo que dijo: «Creo que iré a llamar a Tony.» ¿Estaría hablando en serio?
Estaba recargada en la puerta, tratando de normalizar su respiración, eso había sido intenso, por poco y se dejaba llevar. Entró al baño, mientras llenaba la bañera, ella iba despojándose de su ropa depositándola en la cesta de ropa sucia; sentir el agua rodeándola se sentía relajante, y más para apaciguar el cosquilleo en su vientre. Mientras se tranquilizaba, se preguntaba si había llegado muy lejos con su pequeña venganza, haberlo dejado así, apostaría a que tendría un gran dolor en los testículos en ese momento, al menos si no lo calmaba.
Al salir del baño, pensó en sí entrar o no, no estaba segura de si aún seguía ahí. Lentamente se acercó a la puerta, pegándose a ésta para escuchar.
Definitivamente no entraría, suficiente escuchó, él estaba ocupado arreglando su problema. Buscó en el baño una bata, pasándola por sus brazos y amarrándola en su cintura. Se dirigió a la cocina, su estómago pedía a gritos ser alimentado, observó el interior de la nevera.
No la había mandado a equipar, sólo había un poco de leche condenzada y agua. Buscó en la alacena galletas, eso estaría bien por los momentos.
Fue a la sala, su computador se encontraba en la mesita, así que la tomó, revisando sus redes sociales y su buzón de mensajes, y encontró uno de Lorena.
Lorena Barrueco se encuentra Activo(a) ahora.
»Hello baby :)
Anna Godoy se encuentra Activo(a) ahora.
»¿Qué tal? :)
Lorena Barrueco:
»Eso te pregunto a ti. Me tienes abandonada :'(, seguro ya andas teniendo orgías y por eso ni te acuerdas que tienes amiga.
Anna Godoy:
»No exageres :/
Lorena Barrueco:
»Que mala. Oye, y ¿qué pasó con, tu sexy enfermero? 7u7
Anna Godoy:
»Nada.
Lorena Barrueco:
»¡¡Cuéntame ahora!!
Odiaba que la conociera tan bien. Una notificación de un nuevo mensaje apareció en la barra lateral.
Alonso Mendoza se encuentra Activo(a) ahora.
»Hey.
Ahí lo recordó. Sólo faltaban un par de días.
****
El dolor en sus testículos era insoportable, necesitaba calmarlo, salió en dirección al baño, pero éste estaba cerrado, seguramente ella se encontraba tomando una ducha. Entró de nuevo en el cuarto, sentándose en la orilla de la cama y dejándose caer de espaldas, tenía que hacer algo.
Ella estaba en el baño, así que tardaría un poco en regresar a la habitación. Dudó un poco, pero lentamente su mano se fue trasladando hasta dabajo se sus bóxers, ahí comenzó a acariciar su miembro eréctil, despacio. Recordando la noche anterior que había hecho el amor con Anna, su excitación aumentó al recordarla desnuda, sus mejillas rosadas, sus labios hinchados, sus ojos dilatados por la excitación, y por último esas curvas que lo volvían completamente loco.
Los movimientos empezaron a ser más rápidos, sus músculos comenzaban a entrar en tensión, una fina capa de sudor adornaba su frente. Pronto sus movimientos dieron tregua, siendo más lentos y pesados, viniéndose. El líquido blanco y viscoso bajaba lentamente por su abdomen, se levantó, buscado toallas húmedas y limpiándose.
Se terminó de sacar su camiseta, lanzándola en el cesto, al igual que sus bermudas y bóxers, y enrollando una toalla en sus caderas, para luego dirigirse al baño.
Unos ruidos en la sala lo alertaron, así que se asomó para ver de que se trataba. Era Anna.
Estaba hablando con alguien por su computador.
Estaba llorando.
Mayo, 6 de 2018.
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