La semana hasta la Navidad estuvo mayormente llena de hablar con Draco (cuando no estaba marcando ensayos). Como no tenían clases nuevas, era difícil mantener el pretexto de que solo hablaban para presumir de que eran mejores que los demás. Sus conversaciones se transformaron lentamente en cosas más normales, como el Ministerio de Magia y cómo su liderazgo parecía algo competente por una vez, y ligas profesionales de Quidditch, y cómo Neville podría regresar a su puesto como profesor de Herbología el próximo año, después de haber pasado dos años investigando plantas en la Amazonía.

La pobre Pomona tuvo que salir de su retiro cuando se fue por falta de magos con conocimientos de herbología y lo suficientemente apasionado como para querer enseñarlo.

Honestamente, esa fue la razón principal por la que Draco y Harry se mantuvieron juntos incluso cuando no estaban compitiendo: muchos de los profesores les habían enseñado, y era extraño estar al mismo nivel que ellos. Tener a Neville cerca sería bueno. Entonces tal vez Harry tendría más de una persona en Hogwarts para pasar el rato.

Había visitado a Hagrid varias veces para tomar el té en su cabaña, pero después del saludo inicial y ponerse al día el segundo día, no había mucho de qué hablar. Por mucho que le gustara Hagrid, había tantos pasteles de roca que podía pretender comer.

De vez en cuando llamaba a Ron y Hermione, pero apenas creía que eso contará: ambos estaban tan ocupados con el trabajo que solo habían hablado tal vez tres veces desde que Harry había comenzado en Hogwarts. Hermione había desaprobado su competencia infantil y la de Draco, pero permitió que fuera mejor que ellos peleando todo el tiempo. Al menos estaban actuando civilmente entre ellos.

Ron, por otro lado, lo había encontrado absolutamente divertido, diciendo que no había manera de que las Pociones pudieran ser mejores que la Defensa, incluso sin tener en cuenta el hecho de que "Malfoy es un completo imbécil". Eso había hecho reír a Harry, pero había decidido que no sería prudente decirle eso a Draco, ya que ciertamente no estaría de acuerdo.

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Cuando llegó el día de Navidad, se despertó con un paquete gigante de la Sra. Weasley al pie de su cama, Ella, fiel a su forma, incluía un jersey tejido a mano y una variedad de dulces, incluidos varios pasteles de carne picada. Harry decidió que valía la pena enfermarse al comer cuatro para el desayuno

Hermione y Ron le habían enviado un libro sobre identificación de objetos malditos, y uno sobre romper maldiciones (claramente idea de Hermione), así como una botella de Whisky de Fuego Antiguo de Ogden (contribución de Ron). Ginny le había enviado un diario de cuero, que le pareció agradable, considerando todo (le había enviado una bonita bufanda, inseguro de si debía enviar algo)

La mayoría de los profesores se habían ido de vacaciones, pero los que quedaban habían planeado intercambiar regalos en la sala de profesores antes de la fiesta. Harry no estaba seguro de qué comprarles, y fue entonces cuando descubrió su dilema. Se dio cuenta de que no tenía idea de qué hacer con Draco. No eran amigos, estaba bastante seguro de que Draco tampoco lo consideraría un amigo, pero hablaron bastante. Su relación se formó por la falta de otras opciones y una competencia apenas amigable. Draco no estaba al mismo nivel que el resto del personal, pero Harry no estaba seguro de si debería darle algo más o no. Ni siquiera estaba seguro de que iba a conseguir con el resto del personal.

Finalmente, decidió que una buena pluma de águila siempre sería una apuesta segura, y simplemente agregó un poco de chocolate para Draco.

Había enviado un paquete de dulces para Hagrid en búho, junto con algunas golosinas para el cachorro que había recibido después de la muerte de Fang. Con todo, Harry estaba exhausto por Navidad, y realmente esperaba no haber olvidado a nadie importante. Ya había enviado regalos a los Weasley, Teddy y Andromeda, pero las vacaciones siempre le daban la sensación de que estaba olvidando algo.

Ahora que era un adulto, la Navidad era más una tarea. Una lista monótona de personas para las que tenía que encontrar cosas.

Honestamente, encontró todo el asunto bastante aburrido, aunque aún apreciaba sus regalos y el pensamiento detrás de ellos.

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El intercambio en la sala de profesores fue un poco extraño y formal, pero fue lo suficientemente agradable. Solo Harry, Draco, Filius, Poppy y Septima Vector estuvieron presentes. Filius les dio a todos bombones de bourbon que emitieron pequeños y coloridos fuegos artificiales cuando fueron mordidos, y Poppy dio un borrador restaurador. Septima (a quien Harry no conocía muy bien, ya que nunca había tomado su clase mientras estaba en la escuela y ella se mantenía principalmente para sí misma) repartió pequeñas figuritas de colibrí que silbaban a la hora. Draco optó por la papelería personalizada, que podría cambiarse con la onda de una varita de personal a oficial.

En la fiesta, Harry y Draco juntaron galletas de magos, y cuando apareció un sombrero particularmente ridículo, Draco lo levantó y lo colocó sobre la cabeza de Harry, inclinándose para hablar en voz baja.

"Gracias por el chocolate antes"

"Lástima, Malfoy. Era lo menos que podía hacer, considerando que los estudiantes prefieren enormemente mi enseñanza a la tuya".

Draco echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.

Ambos bebieron más profundamente.

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Harry se fue a la cama borracho esa noche, pero más feliz y cómodo de lo que se había sentido en mucho, mucho tiempo.