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Capítulo XXXII


Aroma


Había pasado siete días desde la fiesta, Michael frecuentaba más la mansión y la señora Spears era encantada de recibirle. En una de esas tarde charlando con la dama fue que William se enteró que Sebastian era diestro en la pintura, y por insistencia de la mujer el retrato que ahora yacía arriba de la chimenea de la biblioteca de la señora de la casa, había sido pintado por él, Sebastian estaba convencido que no era lo suficientemente bueno como para que la familia se tomara la molestia de dejar el retrato a la vista de todos, pero los dueños del lugar le elogiaron sin falta.

Ahora en aquella biblioteca, donde estaba tomando sus lecciones, se encontraba, mirando a la pizarra donde William le enseñaba geografía, aunque realmente no estaba poniendo atención a eso, pero era tan inevitable. La camisa que ese día portaba William dejaba ver el pecho del hombre todo lampiño, y su piel blanca parecía taaan suave, Sebastian se mordía el labio cada vez que sus ojos recorrían ese torso, las caderas y los fuertes brazos que William tenía y su mirada cada vez iba más abajo; apretaba sus piernas cruzadas moviéndose un poco hacia atrás viendo el gran paquete que se marcaba en el mayor. Era lo que más le avergonzaba haber visto cuando llegaba a casa, pero era lo que más deseaba cuando le veía de esa forma, incluso hasta gemía ligeramente por la vista y podía jurar que se acaloraba al pensar más allá de la raya. Ay. Y pensar que había tenido la oportunidad de poder tenerlo sin nada frente a él, pero la perdió por sus miedos y vergüenza.

-Creo que deberíamos parar la clase hasta aquí, —comentó William sacándolo de su ensoñación, nada sana.

- ¿Q-qué? —, Sebastian consternado preguntó.

-Ya no estabas prestando atención así que supuse que te aburría, y prefiero que me pongas atención al tema, en vez de que me ignores, —se sentó frente a Michael en la mesa.

-Es que tú me desconcentras, —comentó sin pensarlo, cuando cayó en la cuenta de sus palabras se tapó la boca con sus manos, rojo hasta la médula —no... osea... yo—, William también había abierto los ojos con sorpresa y se sonrojó por tal sinceridad del más joven, pero ambos no comentaron nada más.

-Joven Spears. El señor le necesita, —comentó Hanna llegando a interrumpir lo que fuera el ambiente que tenían ambos chicos. Con un ligero tartamudeo William se levantó de la silla para retirarse pidiéndole a Michael que lo esperara. Mientras tanto Hanna entró a la biblioteca fijándose que estaba sola con el muchacho, Sebastian solo intentó evadir su presencia leyendo el libro que estaba viendo con William hacia unos minutos, pero la insistente mirada de la mujer le incomodaba demasiado.

- ¿Por qué estás siempre observándome?, —atacó con frialdad, pero sin mirarla. Hanna no dijo nada, solo se entretuvo en lo que estaba haciendo. —No te hagas la que no entiende, te reconozco, —esta vez si la miró—y sé que no fue coincidencia que nos encontráramos aquí pero desde entonces, siempre que estoy con Will, estás siguiéndome y no me gusta para nada. —Hanna suspiró y dejó de fingir que limpiaba los utensilios cerca de allí.

-Eres un joven muy listo Michael, ­­—Hanna se acercó amenazante, sus ojos zafiros a penas en un parpadeo tomaron el color fucsia que les caracterizaba, y, hablando con firmeza y encarando al joven Michael le habló, —lo que yo si me pregunto es, ¿qué hace un chiquillo y torpe demonio aquí?, ¿acaso quieres algo del joven Spears?

-No creo que le deba de importar lo que haga con él o no—, contestó igual de amenazante, pero Hanna no parecía intimidada, ni siquiera parpadeo, solo veía eso... nada, solo su voz anunciaba su ataque hacia ella.

- ¿Acaso debo decírtela obviedad de mi trabajo? Vaya que si eres inútil, —Sebastian frunció el ceño, sin embargo, no reaccionó más que con el temblor de sus manos y el tragar saliva ante esas palabras, sentía que el aire era pesado y un nudo se sentía en su garganta.—Tengo un contrato con el señor de esta casa y cuidar de esta familia es uno de mis deberes, así que todo lo que hagas con William me interesa hasta la más mínima cosa... ¿entendiste? —dejó sus rostros a solo centímetros, mientras esos ojos fuscia dejaban tan perplejo a Michael que no pudo hacer nada. Estaba asustado, no sabía ni siquiera como actuar ante esto.

Miles de preguntas pasaban por su cabeza ¿Y si ella venía a matarlo?, ¿lo llevaría de regreso con su tutor?, ¿ya no podría ver a William nunca más?

- Michael, ¿qué es lo que te haz estado haciendo?, —la pregunta lo tomó por sorpresa. Fue entonces que el brillo de aquellos aterrorizantes ojos cambió a los azules que antes estaban allí— ¿cómo es posible que no te haya podido notar, ni siquiera cuando me mirabas con tanta seguridad hace nada. Es más, en ninguna de las ocasiones en las que he pasado cerca de ti, no siento nada. Cada vez que estás en esta casa no tengo idea de dónde estás. ¿Acaso estás echándote algo? ¿Qué es lo que estás haciéndote?, —frunció el ceño persiguiéndole, Sebastian solo se alejaba de ella rodeando la mesa como si de un juego se tratara.

-No sé a lo que se refiere.

-Tú aroma Michael. Eso es a lo que me refiero.

- ¿Mi aroma?

-Todo demonio se caracteriza por un aroma fuerte; para los Shinigamis es un hedor para encontrarnos o estar prevenidos; un aroma que los humanos no sienten, pero entre nosotros está presente. Pero tú Michael, no tienes olor. ¿Qué es lo que te estás haciendo?, —Sebastian no entendía nada, en ese momento la voz de William se hizo escuchar por los pasillos, Hanna volvió a su semblante sereno y haciendo una reverencia salió de la biblioteca.

-Mamá quiere que te quedes a cenar, —William mencionó mientras entraba al recinto con una sonrisa grande que parecía brillar en su rostro, pero su expresión cambió al ver extrañado al más joven, —Sebastian, ¿estás bien?

-Sí, no te preocupes, solo... solo. Necesito un poco de tiempo a solas.

Ese día Michael regresó a su pequeño hogar sin compañía, realmente se sentía bastante mal por alguna razón. Acostado en su desarreglada cama que rechinaba a cada movimiento, trató de descansar, pero no pudo hacerlo ya que algo había llegado a irrumpir la paz que trataba de buscar.

- ¿Hanna?

-Sebastian Michael, tenemos mucho de qué hablar.





Continuará...


Ƹ̴Ӂ̴Ʒ 

Sé que es demasiado corto, demasiado, pero tengan en cuenta que este capítulo es el más importante de este momento, así que por favor, léanlo con detenimiento (sí, léanlo de nuevo :v).

Les había comentado ya hace unos meses de enseñarles algunas cosas que veo de mi carrera, así que esta es una de ellas:

-¿Por qué la imagen del multimedia es un bosque?
-¿Por qué este capítulo es importante?

En mi carrera nos enseñan a analizar los escritos, así podremos saber que tan predecible es la historia y para ver precisamente si van siguiendo mi hilo con lo que tengo pensado para cada episodio, haré algunas preguntas en alguno de los capítulos de la recta final.

Estaré mirando si les dejo el otro capítulo a mitad de semana, ya que el domingo anterior no publiqué nada. 

Por ahora eso es todo. Recuerden no fumar, no tomar tantas bebidas alcohólicas, ni tomar drogas. Porque la vida es corta y es una sola.

Ba Bay

Violinblanco cambio y fuera


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