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Capítulo XXVIII



- ¿Él es el muchacho? —comentó otra persona tras el extraño hombre que apareció en la puerta

-Si—mencionó después de analizarlo con esa avellana mirada, tan fría y firme ante su inspección.

-Llévatelo entonces. Estarán por llegar pronto, hazlo antes que se den cuenta—volvió a comentar la voz, Sebastian pudo notar que era una mujer, ella se hizo ver a la orilla de la puerta ante su último comentario, mientras se asomaba por los pasillos para que nadie los descubriera; era una mujer muy hermosa, morena, de ojos zafiros y cabellos como la nieve, vestía un traje bastante vistoso de cuero negro con tonalidades de gris y morado; Sebastian sabía que era un demonio por ello, sobre todo porque en su hombro izquierdo llevaba la marca de un contrato.

-Oye muchacho. No podemos hacer nada por tu amigo. Ya cumplió su tiempo en este mundo—ni siquiera se dio cuenta de cuando ese hombre se inclinó a su lado, solo pudo reaccionar abrazando el cuerpo frío de George mientras cerraba los ojos y sollozaba ligeramente, sus manos temblaban, acercando su rostro al cuello del joven dejó un suave beso en él en forma de despedida, abrazándolo a lo último.

-Hey Michael, tenemos que irnos—ante la mención de su nombre levantó la mirada con rapidez con el ceño fruncido listo para cualquier ataque que tuviera que realizar para defenderse.

- ¿Cómo sabe mi nombre?

-No hay tiempo Michael, te lo explicaré todo cuando sea seguro.

-Adrian, muévete—exclamó la peliblanca desde la puerta con algo de insistencia.

-Vamos Michael.

- ¡No! —apartó las manos del mayor, estaba asustado, no sabía lo que estaba sucediendo. Acababa de ver morír a muchas personas buenas, no tenían la culpa de nada, su amigo acaba de fallecer en sus brazos y estas personas solo querían llevárselo con ellos a quien sabe donde.

- ¿Ustedes fueron los que provocaron esto? —comentó en un susurro entrecortado...el temor notándosele en la voz y las lágrimas regresando a sus íris.

- ¡Oh! Vaya...— una tercera voz se sumó en la conversación cortando lo que el peligris quería decirle al menor—que bueno encontrarte en esta situación Shinigami 136649—comentó con gracia. Adrian se levantó del suelo y le hizo frente a ese sujeto.

- ¿Qué crees que haces aquí?

-Me contaron que aquí había un exquisito festín.

-No dejaré que toques ni un alma.

-Y yo no dejaré que te lo lleves—amenazó en un susurro con sus ojos enfurecidos en fucsia—o qué creíste malnacido, que no me iba a dar cuenta—Hanna se acercó al hombre tratando de detener esta locura.

-Señor, será mejor que nos vayamos, están llegando otros Shinigamis y no creo que sea una pelea que podamos ganar ahora—soltó el hombro del tipo y se acercó a Michael levantándolo de un brazo como si su peso fuera de pluma, alejándolo de George, apenas sus ojos pudieron guardar el recuerdo de su cuerpo abandonado, Sebastian, no podía decir nada. Hanna lo empujó contra el cuerpo de su tutor, este le miró con una expresión de satisfacción e ira, algo que hizo estremecer a Michael, que trataba de alejarse de él.

-Espero volver a verle 136649—con eso se retiró tomando a Michael consigo y cerrándolo la puerta tras ellos.

-Cuídalo mientras tanto Hanna—susurró el peligris, la morena asintió ligeramente, aun a si ambos sabían que sería imposible, no se podría hacer mucho con esa alimaña pegado a Michael día y noche.


...



-Se supone que soy una mucama, tengo un contrato que mantener, no podría estar peleando con ese Shinigami aunque lo quisiera; a menos que mi amo me lo pida, solo lo estaba entreteniendo para que ninguno de nosotros fuera llevado a la otra vida. Es más, deberías hacer que se defienda por sí mismo, no recuerdo que tuviéramos una niñera tras uno por cada cosa que hiciéramos, o es que acaso eres su niñera—se mofó la morena, el hombre rechinó los dientes con rabia.

-No soy ninguna niñera, solo estoy encargado de "cuidar" a este engendro—esta me lo comería de una vez por todas, valdría más que mil almas, y lo bueno sería que nadie lo sabría, pensó ante su comentario, solo debía esperar un tiempo más y podría tenerlo en sus manos—Por mí que hubiera muerto, pero como es un completo inútil quien sabe que información podría sacar de su boca—se acercó al menor tomando su mentón y haciendo una expresión de desprecio—y como él es tan fácil, hubiera sido peligroso dejarlo en manos de esos malditos Shinigamis.

Sebastian se mordió el labio inferior obligándose a no llorar, no demostraría debilidad frente a él, no dejaría que se burlara, pero inconscientemente acercó su mano derecha hacia su brazo izquierdo, lastimándose de nuevo.

-Entonces, si tanto lo repudias, suéltalo, que haga sus maldades solo, que se defienda del mundo como todos lo hicimos en su momento. Lo mejor es que aprenda a vivir con calidad—la mujer sonrió con picardía, tomando la conversación a algo de doble sentido para que el otro hombre dejara en paz al chico, así sería más fácil para que Adrian viniera por él. Pero el sujeto solo empujó al ojirojo dentro de una habitación, cerrando con seguro.

-Primero será castigado por acercarse a un humano, conviviendo con él tan sentimentalmente—masculló lo último.

- ¿Qué tal si era un contrato?

-Esa basura no tiene el derecho de hacer algo así, sobre todo sin mí autorización—el brillo fucsia en sus ojos reflejaba su odio y fastidio ante la mujer que tenía al frente, Hanna notó el tono de amenaza contra su persona, por lo que no dijo nada más, para solo dejar todo como estaba y retirarse por ahora.



...


-Perdóname Adrian, esto va a tener un tiempo antes de poder sacarlo de aquí.

-No te preocupes Hanna, lo comprendo.

Ambos seres no volvieron a formar palabra alguna, habría sido arriesgado y peligraría la vida de Michael.

Mientras Sebastian, en aquella habitación se abrazó así mismo después de haber intentado todo lo posible para salir de allí, ese pequeño campo impedía usar el agujero para escapar, y la fuerza bruta tampoco funcionaba de mucho, así que solo aprovechó el frio suelo para dejarse caer y llorar... la perdida de otro chico más en su vida.


...





Los días de verano eran muy frescos en esa parte de Londres. Sebastian andaba por los jardines de las mansiones de fuera de la ciudad, los demonios le habían "aconsejado" que buscara y observara el comportamiento de su especie en un contrato si es que quería sobrevivir por su propia cuenta en el mundo humano, por lo que le daría la ventaja de adquirir almas con más exquisitez que las que se encontraban por los callejones oscuros a la media noche. Pero ya había ido a seis mansiones casi iguales a esta y no había encontrado nada. Los demonios se burlaban de él al decir que no encontraba a ningún demonio en las mansiones, dándose cuenta de lo obvio, a lo que ellos se referían, en esa pequeña "charla".

-Tienes que ir a los barrios bajos niño, allá hay cantidades de demonios contratistas.

-Sobre todo en los bares o burdeles de mala muerte, ahí abundan muchos por lo que me han contado, puedes tener una noche con una de esas mujeres y saciar más que solo el estómago.

-Hay mucha calidad allá.

Y así seguían, cada uno riendo a carcajadas ante los comentarios dichos entre ellos. Le causaba asco el solo verlos, riendo con vulgaridad y burlándose de su inocente pregunta, sabía que no debió preguntarle a estos cretinos, ellos no conocían lo que era buen gusto. Así que allí se encontraba, yendo a hurtadillas en casa ajena para comprobar si habitaba un demonio en contrato, estaba mal visto por su parte, pero por lo menos no lo habían descubierto aún.

-Disculpe usted—hasta que una suave voz lo detuvo, quedando expuesto— ¿Qué hace aquí? —Sebastian miró al chico de arriba abajo, se levantó del suelo y sacudió sus ropas dándose cuenta que el chico frente a él era unos cm más bajo y por lo visto más joven.

-Perdóneme eh...

-Poul, Steven Poul

-Perdone mi atrevimiento joven Poul, quizás piense que soy algún delincuente solo por entrar a estos jardines de ese modo.

-No se preocupe, de hecho, ya lo he visto muy a menudo por aquí, así que quise entablar una conversación con usted, supongo que debí a verlo hecho antes.

-Para nada, no soy alguien de la realeza para merecer ese trato—comentó algo avergonzado, el joven solo rió y con un gesto con su mano le restó importancia a eso.

- Eso no importa. ¿Acaso necesita algo por lo que esté por estos lares?

-Sinceramente solo estoy algo interesado, por cómo puede ver yo no soy de aquí, así que he estado curioseando para ver si aprendo algo...mi tutor...dice que es esencial para mi aprendizaje—algunas palabras le salieron dudosas pero el chico parecía satisfecho con su respuesta.

-Puedo ver que tiene buenos modales por lo que me basta con ello—sonrió—si me permite mi atrevimiento, me gustaría que me acompañara al kiosco que hay detrás de mi casa, si quiere conocimiento, puedo mostrarle algo que quizás sea de su interés—Sebastian no podía negarse, ya había sido descubierto así que no le quedaba de otra más que aceptar la petición de aquel niño.

Ambos emprendieron camino a la parte trasera de la mansión, al kiosco, donde habitaba una mesa con algunos asientos acompañados de enredaderas y hojas caídas de algunos rosales que habitaban la mayor parte de los tallos, era muy hermoso y de un agradable aroma, fresco y relajante. El castaño le cedió el paso primero para que tomara asiento, de pronto entre los matorrales sacó un maletín negro, posándolo en la mesa con sutileza, y de él sacar un hermoso violín de caoba clara, tan limpio y pulcro como nunca vio. En el circo había visto este instrumento, eran algo viejos, pero no estaban completamente limpios, casi siempre estaban cubiertos de pes y alguna que otra marca de dedos que parecían tratar de apartar todo lo que se acumulaba en la caja perdiéndose el color del que portaba antes, pero eran perfectos para la música nómada que solían tocar en cada festival o en el final de la noche frente a la fogata mientras oía las historias que George le contaba con tanta ilusión, era divertido. Aun así, esto era mucho más diferente tanto en apariencia como en la forma en que sonaba, el sonido del violín hizo presencia en aquel espacio, era un sonido suave como la caricia de un pétalo de flor en su piel, Poul empezó a tocar Canon en D mayor generándole una paz y alegría a su corazón que hace mucho no sentía, cerrando los ojos dejó que el sonido llenara sus oídos y su mente se despejara, acompañándolo la ligera ventisca que empezaba a aparecer a esa hora, el sonido del arroyo y los repiques de las ramas junto a otras, la danza típica de la naturaleza.

-Veo que te gustó mucho—Michael volvió a abrir los ojos y sonrió en acuerdo—¿no te molestaría que practique la tonada de mi clase?

- ¿No era la que acabo de escuchar?

-No, ese solo fue el calentamiento, para despejar la mente y soltarse un poco, tengo que practicar otra pieza un poco más compleja.

-De acuerdo, pero... no te molesta que esté aquí.

-No, para nada, es para mí más sencillo, así me acostumbro a presentarme frente a las personas y no entrar en pánico, debo aprender de esto si quiero ser el mejor violinista del mundo. Así que no te abstengas de criticarme si cometo alguna equivocación, soy todo oídos—Sebastian asintió, el chico sonrió y se posicionó de nuevo, tomando su arco con elegancia y posando el mentón en el soporte cerró los ojos respirando profundo, al soltar el aire abrió los ojos y las notas comenzaron a fluir en un pianísimo creciendo con sentimiento, llenando a Michael de una sensación nueva y sublime al paso de los segundos, no podía dejar de ver al chico frente a él, estaba encantado de como él miraba su instrumento, como su mano se movía con basta elegancia por las cuerda y como su otra mano manejaba el arco con simplesa, en segundos la música empezó a sonar entre estacatos como notas saltarinas entre juegos y danzas, parecidas a las que bailaba con George o las melodías divertidas del trío de violinistas que tocaban en las fiestas, aquello lo hizo sonreír, depronto la tonalidad cambió de nuevo llegando a algo más profundo para regresar de nuevo con sus jugueteos, Michael estaba encantado, no podía cerrar los ojos porque la vista era toda una obra maestra.

El chico paró al tener un ligero error, respiró profundo, de nuevo, antes de volver a su postura, la cual fue interrumpida por el aplauso que recibió de su único público.

-Fue maravilloso

- ¿Eso crees? —Sebastian asintió con una sonrisa en el rostro

-Mi maestro cree que aún es imperfecto.

-Quizás te lo dice porque quieres ser el mejor y no puedes tener errores, pero para mí fue maravilloso. Me hiciste transportar a otro lugar, recuerdos que tuve con un gran amigo y eso es lo que te hace el mejor al poder enviar a las personas a recuerdos o imágenes de tu mismo esplendor. Y mucho mejor aún si es esta pieza.

-Conoces el Rondo Capriccioso por lo que veo.

-Tuve el privilegio de escuchar varias de estas sonatas en algunos viajes con este amigo del que te cuento—el chico se quedó admirándole por unos segundos que fueron largos para el ojirrojo sintiéndose un poco intimidado ante tan atenta inspección.

-Perdóname, pero...no supe tu nombre

-Oh, soy Sebastian, lo siento dejaste entrar a un total desconocido a tu territorio sin ni siquiera saber mi nombre.

-Creo que no es necesario que te digas "desconocido", ya de por sí me has dado varios aspectos de tu persona. Y ahora un valioso consejo, de verdad lo aprecio. Se nota que tienes muchos conocimientos

-Bueno he viajado muchos entre mis 14 años, es estupendo trasmitir conocimiento de varios lugares a otros—el chico frente a él abrió los ojos por la sorpresa y se inclinó levemente

-Disculpe mi descortesía, usted siendo mayor y yo tratándolo como una persona de mi edad.

-No es problema. Por favor no se incline, me hace sentir viejo de alguna forma—cuando el joven Poul levantó su vista pudo notar el gran sonrojo avergonzado de Michael, ese momento tan corto fue lo que puso su universo al revés porque deseó tanto el siempre ser él que cause eso en aquel rostro, pero después se quedó observando el pavimento ante tal pensamiento; jamás pensó algo tan atrevido en su vida, ni siquiera con las jovencitas que iban a sus fiestas de cumpleaños y que su padre le presentaba con tanto esmero.


¿Acaso era la pubertad?


Parecía que sí. Ya que después de aquel primer encuentro, Sebastian se interesó en aprender a tocar el violín, él no era un gran maestro, pero se ayudaba a sí mismo a mejorar y sobre todo podía ver el sonrojo de Sebastian más seguido.

El joven Steven poco después de dos semanas notó que Michael era sensible al tacto, o por lo menos en zonas específicas, cuando lo ayudaba a arreglar su postura.

-Tienes que estar firme, no te encorves jamás, es como si llevaras una espada de esgrima—le decía al tomar su cadera haciendo que sacara más su trasero, pero posicionando mejor su espalda, con elegancia, haciendolo parar derecho ante la posición de su instrumento, viéndose después algo sonrojado cuando decía...

- ¿Así estoy bien?

Vaya que Poul amaba esa vista tan preciosa. Tanto que una de esas veces se quedó mirándole atento, era en ese entonces otoño, cuando le enseñó a tocar Etude, Steven parecía babear ante su sublime presencia, que incluso se paró del suelo con la excusa de que había perdido la postura, solo para tomar su cintura y acariciarle hasta los brazos para que se relajara, pero aquello para Sebastian había sido íntimo, notando como un bulto se juntaba a su trasero haciéndolo sonrojar casi hasta parecer un tomate. Se preguntaba cómo es que un chico dos años menor que él podía intimidarle de esa manera.

Pero todo frenó cuando uno de los mayordomos de la casa, llamó a su amo, asustando a ambos chicos, haciendo que el castaño se sobresaltara comenzando a toser, cosa que duró bastante preocupando a Sebastian ante su ataque.

Ese día supo que el joven Poul sufría del corazón y cada movimiento brusco o acción que acelerara su corazón podría ser fatal, por eso, deducía que cada que se equivocaba en una pieza respiraba profundo, incluso antes de comenzar algún recital, así controlaba aquello, por lo que procuró no darle ningún motivo para hacerle daño, el Joven Poul era un buen chico.

Esa fue su promesa durante los meses en que se conocieron, Poul seguía dándole clases a Michael en el jardín. Cuando el invierno llegó iniciaron estas en su casa por lo que estuvo un poco más familiarizado con los quehaceres en una mansión, comprendió el porque un demonio en contrato no estaba allí, era mucho trabajo, sobre todo para mantener a un chico enfermo y otro más pequeño que parecía querer toda la atención del mundo; y nada que decir de los dueños de la casa, le causaba algo de lastima todas las mucamas que trabajaban para la señora, quienes iban de un lado a otro para arreglar a la mujer y adornar todo el hogar para las fiestas que se hacían, mientras los mayordomos atendían la cocina y el comedor, obedeciendo órdenes del mayor quien quería todo a la perfección. Era un caos.


-Discúlpame por traerte por aquí, no había otro lugar más silencioso.

-No importa, después de todo, soy yo el que está en tu casa—habían pasado de la biblioteca al cuarto del Joven, ya que, por las próximas festividades de invierno, la casa parecía un caos. Aunque solo fue por una semana hasta que terminaron los preparativos, pero Sebastian prefirió inventar alguna excusa para que no lo llevaran a esa locura, no soportaría al chiquillo que Poul tenía como hermano, así que ese mes lo terminó pasando en su habitación.

Fue cuando pasó, al despertar, un día después del nuevo año Michael se miró al espejo totalmente estupefacto ante esas dos alas negras que habían aparecido en su espalda, no iba a mentir, le encantaban, le parecían algo hermoso de tocar y tener, era algo de su ser demoniaco que admiraba, pero eran difícil de controlar, sobre todo con emociones buenas, no lo podía evitar.



Y ese había sido su más grande error



Una noche ambos chicos escaparon hacia los jardines de la mansión, aquellos que habían visto el día en que se conocieron y el cómo su amistad iba avanzando poco a poco, en luna llena fue que pasó la tragedia.

- ¿Y qué es lo que querías darme? —preguntó inocente el azabache. Poul observó como la suave luz azul que los cubría le daba un tenue color brilloso a aquellos rubís que Michael tenía por ojos y como su pálida piel lo podría confundir con una criatura de sus cuentos mágicos que tanto le leía a su hermano. El castaño se acercó a él acariciándole su rostro, haciéndole sentir mil y un emociones. Sus respiraciones se entrecortaron y sus ojos se iban cerrando, Sebastian sintió como la mano de Poul tocaba su rodilla en una delicada caricia, agachados entre los rosales se dieron un beso, su primer beso para ambos, emocionando a estos dos jovenes corazones, pero el de Michael se emocionó de más creando un sonrojo en su rostro y que sus alas salieran a la vista brillando con glamur.

Fue cuando Steven abrió sus ojos notando aquello, se asustó ante la presencia de aquellas alas tan negras como el mismo cielo que los cubría, se levantó exaltado tratando de huir de aquello que le era desconocido resbalando en el proceso, se alejó tan rápido de Michael dejándolo en desconcierto, Sebastian no entendía que era lo que pasaba hasta que notó el porqué de su extrañeza.

-No, Poul, no es lo que...

- ¡Eres un monstruo! —gritó con pánico levantándose del césped y echando a correr, con urgencia golpeó las puertas de su hogar al llegar a estas, gritando con terror ante la presencia que le estaba persiguiendo, quien solo quería explicar lo que pasaba.

Las velas iban encendiéndose de una en una, los perros de la mansión empezaron a ladrar oyéndose bastantes alterados, mientras el chico casi sin aire pedía que le ayudaran, Sebastian con todo el pánico y ruido a su alrededor se paralizó, los ojos de Poul estaban contraídos y le veían como si fuera lo peor que haya visto en su vida, ante ello no pudo guardar sus alas como había practicado antes, empezó a temblar, lo único que hizo fue emprender vuelo lejos de ese lugar.


Respiraba agitado cuando entró a su cuarto, no paraba de llorar e hipar por lo ocurrido. Ante el miedo y la angustia no pudo resguardar sus alas, incluso cuando se calmó no logró hacerlo, aún sus manos temblaban por lo que había pasado. Esa noche sus alas lo cubrieron como único confort en su cama, no pudo dormir tranquilo, solo pudo maldecirse así mismo por su error, su desgracia.

Al otro día fue que se enteró que el joven Steven Poul había muerto de un paro cardiaco esa noche, nadie supo que fue lo que sucedió, el por qué el chico estaba afuera de su casa, ni que fue lo que lo alteró tanto para llevarlo a su muerte, solo lo habían encontrado en las puertas de la mansión con una mano en el pecho, quizás tratando de encontrar la forma de respirar. Toda la familia puso el aviso de aquello y Michael no pudo ni dar la cara ante aquel suceso.





Sebastian solo se volvió a encerrarse por la culpa.





Había cometido el más grande error de su vida.




Continuara...


Ƹ̴Ӂ̴Ʒ 

Hola mis queridísimas almas lectoras, sé que prometí que este capítulo estaría para el 31 de Dic para poder terminar el año bien, pero bueno al fin lo pude terminar de editar y que mejor manera de poder comenzar el año 2021.

Vaya que cuando veo mi cuaderno de borradores digo que es mucho pero cuando lo paso aquí parece no ser suficiente, aun así seguiré dando lo mejor en estos últimos cap, por que si mis almas ya estamos cerca del final, por ello más cerca de la historia de Sebastian con Will, así que espero que la esperen con ansias.

Y díganme ¿cómo les a parecido estas parejas hasta ahora?

¿Tienen alguna favorita?

¿Cómo creen que sea el Will de estos recuerdo? Díganme sin miedo que piensan o que esperan de él o de la historia que tienen Sebastian y Will de jovenes.

Por ahora me despido mis almas. Espero la pasen bien, no se alejen de sus familias y sigan luchando fuerte, lean mis mensajes en mi muro que estaré mucho más activa que nunca.

Recuerden no fumar, no tomar tantas bebidas alcohólicas, ni tomar drogas, porque la vida es corta y es una sola.

Ba Bay

Violinblanco les desea un Feliz Año 

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