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Capítulo XXVI


Capítulo 26






-Corre Karui y no mires atrás por nada del mundo. No te detengas






Lo último que Yui pudo ver de su familia ese día fue la espalda de su amada y los ojos llorosos de su pequeño brillando en un fucsia intenso tratando de alargar sus bracitos para alcanzarla y que no se quedara atrás.

Ese día dolió más verlos partir por su seguridad, ver cómo el futuro que creó con tanta ilusión se desvanecía ante sus ojos; dolió más de lo que le hicieron por su traición, por no revelar la ubicación de su pequeño, dolió más el no haber estado junto a las personas que amó tanto, que el hecho de perder la vida frente a esos viles demonios con caras repulsivas que degustaban de sus gritos y el olor de su sangre derramada.




Solo esperaba que su familia pudiera estar a salvo.




Pero Yui no contó con el hecho de que Adrian no se encontraba en Gran Bretaña y que no estaba enterado de nada de lo que ocurrió en ese entonces.




Karui cuando encontró refugio calmo a su pequeño con un biberón, notando los ojos fucsia en su hijo, sabía que pasaría, pero no pensó no tener a Yui para afrontar esta etapa; aun así haría lo posible para enseñarle lo que sabía, por lo menos hasta que la más alta volviera,

-Porque va a regresar, ¿verdad pequeño? Mamá Yui va a regresar pronto, así que no te preocupes mi amor, por ahora solo seremos tú y yo ¿de acuerdo, cariño? Por favor no me hagas las cosas difíciles. Sí. Eres un buen niño.

Poco tiempo después fue que su hijo no mostró nada más de ser mitad demonio o si no...sería cazado como una bestia por los hombres. Por ahora había podido rentar un cuarto con la ayuda de una conocida, Karui tenía que trabajar para el sustento de su hijo y de ella misma, así que a veces le pedía ayuda a una muchacha, vecina suya, para que cuidara de su pequeño mientras ella salía. Vivian en la última casita del pueblo para no crear revuelo si pasaba algo extraño, a veces llevaba a su hijo consigo para poder estar más al pendiente de él, pero hoy el deber no se lo permitió, tenía muchas cestas de ropa sucia que cargar y llevar a lavar al río; no podría... y no se arrepentía de haberlo dejado, de no ser así se lo hubieran arrebatado de las manos y no podría con el dolor de saber que su hijo estaría con esas alimañas, por eso al tomar el arma y dirigiéndola a su cabeza sonrió, cerrando sus parpados haciendo que sus alargadas y suaves pestañas que tanto Yui amaba acariciaran su piel al igual que aquella cristalina lágrima recordando que su pequeño estaría en buenas manos.

El resonar de un disparo asustó a las aves de allí haciéndolas tomar vuelo lejos del rió donde yacía una mujer de cabellos como la noche entre un charco de sangre con una sonrisa en su bello rostro dándole a su vista algo elegante pero triste de presenciar.

Karui murió sin contar que en su hogar la mujer que cuidaba de su pequeño no pudo hacer nada para evitar que robaran al niño y ni siquiera evitar su propia muerte. La chica había perdido de vista a Sebastian pensado a que se refería la madre del chiquillo cada que decía "si no vuelvo o si pasa algo raro, ve con el funerario del pueblo vecino, su nombre es Adrian, él es muy confiable" hasta que sonó algo romperse, que la devolvió a la realidad, se dio cuenta demasiado tarde de su accionar porque sin esperar ni un segundo su sangre ya corría por el suelo de aquel cuarto y el pequeño lloraba histéricamente tratando de defenderse con sus manitas, sus colmillos y sus ojos encendidos.








Ese día un Shinigami Legendario había nacido, pero gente inocente había perdido la vida, es cuando el peligris se dio cuenta de su grave error, y que la promesa de proteger a aquella familia se había roto...




Había fallado...








De nuevo...






...


Sebastian recordaba vagamente a dos mujeres, sabía que ellas eran importantes pero no sabía por qué nadie le hablaba de ellas o por qué le hablaban mal cada que mencionaba el tema.

Sebastian Michael cumplía los 7 años humanos, era el único demonio que crecía, los niños de allí lo molestaban, maltrataban y se burlaban de él por ser alguien distinto, de otra especie, se reían de que fuera capaz de crecer y no defenderse de los abusos. Incluso su tutor se burlaba de él con los demás, miserablemente frente suyo, diciendo mil cosas que tenía que hacer por enseñarle a alguien de su tipo.

No podía hacer mucho si solo lo trataban de basura.

Sabía que era diferente pero nadie le explicaba el por qué de ello, ni siquiera sabía por qué debía ser cruel o por qué no debía tener sentimientos como se refería su maestro cada que lloraba al hacer algo mal o que le desagradara al mayor.

Era tan ignorante de ese mundo que no lo comprendía en su totalidad.



...


-Agárralo con fuerza, no ves que puede escapar.

-Ehy! no dejen que rasguñe.

-Quizás deberíamos quitarle las uñas.

-Yo digo que lo amarremos del cuello y lo arrastremos.

-¡¿Oigan que creen que hacen?!

-Vete fenómeno—uno de los niño se acercó al ojirojo empujándolo.

-No deberías estar aquí Michael, se supone que debes estar haciendo cosas de niñas—se burló el más bajo de todos, mostrando una dentadura de colmillos y algunos dientes caídos, causaba escalofrío cada que le dirigía la palabra, a pesar de parecer un niño de 5 años.

-No me iré hasta que lo suelten—mencionó el azabache con valentía, (y a la vez con miedo), el chico frente a él se burló con carácter siniestro.

-No me hagas reír Michael—pero Michael no se dejó, empujó al chico y tomó al gato entre sus brazos echando a correr lo más rápido que podía, pero esas cosas horribles lograron alcanzarle en menos de nada, votándolo al piso y comenzando a golpearlo, el pequeño Sebastian no le gustaba que esos niños torturaran a los gatos, aunque se ganara todos los golpes y su cara quedara llena de moretones e incluso sangrando, él era feliz de poder salvar a esos gaticos peludos, porque cuando lo hacía podía ver unas grandes sonrisas en esas dos mujeres como si lo felicitaran por su logro, se sentía un héroe. Al parecer eran las únicas que lo felicitaron alguna vez en su vida y quería hacerlas felices a pesar de no recordarlas bien.

Eso deseaba, hasta que un día que fue a ver a sus pequeñas mascotas, que cuidaba desde que les salvaba de las malignas garras de esos niños, no estaban con vida...





El refugio que había construido para mantenerlos allí hasta que supiera cómo llevarlos a su verdadero hogar yacía vacío, pero todo desordenado, habían entrado allí sin su permiso, descubriendo que había un camino hecho con sus mismos amiguitos encontrándolos uno por uno, manchados de tierra y sangre por los golpes, hasta encontrar al resto amontonados en un hueco formado en la tierra como una tumba, en un charco de aquel líquido carmesí, Sebastian abrió los ojos horrorizado, la vista se le volvió borrosa por los borbotones de lágrimas que salían de sus ojos; pero se quedó paralizado...




No gritó...




No lloró...




No dijo absolutamente nada...




Ni siquierao fue a pedir ayuda... sabía que nadie le ayudaría, nadie le daría importancia porque vivía en un maldito infierno, lleno de gente retorcida que le daría más placer que pena aquella escena.

Sus pobres amigos peludos, su única fuente de felicidad, aquellos que le acompañaban y le daban una razón para no rendirse, no los había podido salvar esta vez.



Ese día el vacío en su pecho... comenzó.



...


Después de un tiempo Sebastian aún lloraba por sus amigos peludos, el día que lo encontraron allí entre los cuerpos de los animales lo sacaron a la fuerza, su tutor había enviado a buscarlo, los dos demonios que lo tomaron de sus brazos lo arrastraron lejos de allí, mientras las sombras tan asquerosas se comían a sus amigos con todo el descaro de la degustación y satisfacción del mundo, gritó y golpeo a esos hombres que lo alejaban de aquella escena, pero lo único que pudo conseguir fue que lo votaran por el acantilado, donde permaneció hasta entonces castigado por sus acciones, no pudo hacer nada por sus amigos. Como siempre había fallado.

-Ehy! Amorfo—aquellos niños se acercaron como todos los días, diciéndole y recordándole que era diferente a ellos—tu tutor te llama.

-¿Me van a sacar de aquí?—preguntó con voz inocente haciendo eco por lo profundo y pequeño que era el lugar en donde se encontraba.

-¿Sacar? Jajaja Tienes que salir por ti mismo fenómeno—se mofó el chico haciendo que sus compañeros también rieran con él. Sebastian suspiró, tuvo cuidado de no pisar esos esqueletos que habitaban el lugar con sustancias viscosas y malolientes, los sujetos no se fueron hasta que Michael hubiera logrado subir. Le tomó un tiempo; rasgando sus ropas y raspando sus rodillas por las veces que se caía, incluso se abrió una herida en la cabeza cuando la roca, que había tomado para subir y por fin llegar al borde del hueco, se zafó y cayó en su cara al llegar al suelo.

Pero logró subir, con lágrimas en su rostro y con sus dedos sangrando, pero lo logró, hizo lo que pudo para poder salir de allí, ignorando a esos imbéciles que se reían de su desgracia, se dio cuenta después de su entrenamiento que sus uñas se habían vuelto negras, creyó que era la sangre seca por lo que había pasado, pero cuando se curó seguían igual, pensó que fue porque no había podido curarlas a tiempo, como todo niño inocente creía en cosas de ese estilo.


...


11 años humanos. Sebastian estaba ahora seguro de eso después de que a su tutor se le saliera en una de sus "platicas" con los demás demonios, dándose cuenta que esas dos mujeres que aún yacían borrosas en su memoria, eran sus madres.

Michael era astuto, rápido y sagas, dejó de ser aquel pequeño niño que dejaron que se arrancara la piel de sus dedos para poder ser fuerte y valerse por él mismo; su tutor parecía feliz... pero no orgulloso, aún trataba de hacerle lo posible para que dejara de comportarse como un humano. Si, también lo sabía, y no le avergonzaba ser lo que era porque estaba orgulloso de serlo, no le importaba lo que esas criaturas dijeran de él.

Con el tiempo descubrió como llegar al mundo humano, gracias a su tutor, (aunque este no tenía idea de ello), había mandado a Michael fuera de la zona donde todo parecía perderse en la oscuridad y nunca volver, encontró un montículo de moho que se adueñaba de las paredes húmedas recorriendo diferentes túneles como si fuera un laberinto, una suave brisa le atrajo, un aire que lo dejó sentir una paz sin saber que lo era, se montó por la pared, ya no le importaba si arrancaba sus uñas al trepar hasta el final de ese lugar, quería saber que había más allá de ese inmundo sitio que le prohibían ir, por algo era que se negaban a dejarlo ir solo por esas zonas, pero su tutor aún creía que era un chiquillo miedoso, por eso lo dejo ir solo.

Al salir, presenció un suelo vivaz, lleno de un verde precioso con diversas flores blancas, árboles enormes que podrían tocar el hermoso cielo de color azul y el sonido del aire golpeando las ramas.

Claramente recordaba a ver visto algo de esto hace años, pero no estaba seguro de saber bien el nombre de las cosas, pero le parecía hermoso. Caminó por el lugar notando cosas distintas, animales diferentes a los gatos que salvaba de los niños, olores que nunca había sentido y la caria del sol y el viento en su piel. Atento a cada cosa oyó a lo lejos el suave sonido de risas y conversaciones, unas alegres y otras ruidosas, debió de caminar demasiado notando, al mirar atrás, que del pozo de donde había salido no se veía a simple vista.

-¿Gusta comprar algo joven?, le tengo buenos precios.

-Me da tres para llevar

-Mamá!!! Yo quiero eso, no te pediré nada más en la vida

-Oye, ten más cuidado—le respondió una mujer con el ceño fruncido, Michael solo pudo hacer una leve reverencia, no sabía cómo expresarse ante la gente, todo el mundo hablaba y decía cosas que no comprendía, solo se alejó a un sitio más tranquilo; el rió, sus aguas cristalinas brillaban con envidia a la luz del sol, pasó sus manos en esta notando lo fría que estaba, le pareció increíble e inentendible como esta podía conservar la temperatura ante aquel cálido ambiente.

De pronto oyó risas cerca; se asomó por los arbustos notando a una pareja con un niño, parecían que le enseñaban a caminar porque se veían bastante desconcentrados ante la presencia de una ardilla que tomó uno de los alimentos de la cesta ajena, Michael le vio echarse algo a la boca para salir corriendo y treparse en un árbol, le resultó curioso por lo que él hizo lo mismo con bastante sigilo de que no fuera visto, tomó una bola roja y otra de color naranja o melocotón, no recordaba bien, y se escabulló de nuevo a los bosques que rodeaban el pozo.

Miró la manzana, la veía como deforme y pensaba que no era algo que podría echárselo a la boca como hizo aquel animal, pero lo intentó y el dulce sabor le fascinó demasiado, suspiró saboreando cada bocado, al terminar se echó a la boca la otra bola que parecía un poco más grande que la otra y esta tenía uno que otro desperfecto pero se veía más redonda, pero su sabor le pareció bastante ácido, intentó probarla de nuevo para saber que era exactamente esta, hasta que el jugo de aquella fruta llegó a su paladar, era algo agria pero dulce a la vez dejándolo viajar al pasado donde alguien le daba a morder algo como esto, su recuerdo resultó algo borroso pero supo que debía pelar aquel alimento para poder consumirlo, mientras comía notó como sus ojos yacían llorosos; sí, ese era un alimento que pudo recordar probar a manos de una de sus madres, y sonrió, sin limpiar sus lágrimas.

Después de eso se dio cuenta que ese era su hogar, en el que debió haber vivido en vez de lo profundo del dolor.


...


Días después su tutor le enseñó el agujero negro.

-Así podrás desplazarte entre nuestros mundos y al mundo de los mortales.

-No sabía que era posible—mencionó entrando en su papel de farsante.

-Es obvio que no sabías, eres tan bruto, pero ya entenderás—se burló como siempre el hombre, solo obteniendo la expresión seria de Sebastian, claro, no podía arriesgarse a soltar algo indebido y que sea castigado o peor...






Descubierto...






-Tienes que saber una cosa importante Michael—le mencionó con una sonrisa falsa impresa en su rostro—aquel que entra a estos agujeros es porque se lo merece—Sebastian no dijo nada—me refiero que habrá de haber hecho algo malo en su vida para que sea fácil de entrar aquí, claro que solo matar a los gatos no es del todo merecedor—él siguió como si nada, logrando hartar a su maestro y lograr que se apresurara en su trabajo, la expresión de Michael cambio drásticamente al ver formarse un agujero frente a él.

-Entra

Lo dudó...

Él nunca había hecho algo malo como para que pudiera entrar allí como le había dicho su maestro, pero la expresión de burla en su rostro no lo hizo desistir, corrió lo más lejos hacia la otra dirección para tomar impulso y regresar con todas sus fuerzas para que el agujero recibiera todo su cuerpo, que cayó con brusquedad al suelo al estrellarse en este, el sujeto a su lado se carcajeó.

-Es obvio que no vas a poder sin importar cuanta convicción tengas. Se acabó la clase, ahora vete.

Esa tarde viendo como el sol se ocultaba tras las casas pensó en cómo podría pasar en aquel agujero, sin necesidad de hacerle algo a alguien, los demás lo hacían sin problema para ir y venir a ese lugar mientras él... le tocaba salir de su zona y escalar un gran muro para llegar allí; claro, no se quejaba, con el tiempo mejoró al ser más ágil por lo que con ello había podido aprovechar para entrenar superándose así mismo cada día y subir en menos de un minuto. Suspiró derrotado y extendió sus piernas para relajarse un poco y poder apreciar los encantos de ese mundo.

-Hermoso, verdad

Ese día Michael conoció al hijo de un dibujante, que lo dejó sin aliento.

-Mi nombre es Edwart, un gusto.

-S-soy Sebastian—mencionó algo nervioso.

Sebastian por primera vez sintió que algo cambiaría a partir de ese momento, algo... que lo haría sentir bien después de tanto sufrimiento.






Continuara...



Ƹ̴Ӂ̴Ʒ


Este cap está dedicado a @GVTmap y a @Erick_Michaelis

Gracias por comentar  cosas lindas en mi muro uwu


Hola mis queridísimas almas lectoras, espero que estén bien y hayan tenido un buen inicio de mes.

¿Qué les pareció este capítulo?

Es una parte de la infancia de Sebas-chan, ya estaremos descubriendo cómo fue su vida amorosa.

Así que vamos a poner algo:

Edwar es uno de los chicos que le enseña una habilidad importante a Sebas-chan ¿cuál cree que es? quien me responda bien dedicatoria, pueden comentar (por separado) lo que se les ocurra. Ej: "le enseña a hacer huevos fritos :v" publican su respuesta si se les ocurre otra cosa vuelven a comentar "Le enseña ronronear :v" ok, todo lo que se les ocurra.

PISTA

Es algo fundamental que a estado rondando en la historia.



...


Bueno mis almas, también les quería comentar si querían que estuviera en Instagram.

Tengo una cuenta fantasma xD

Donde suelo expresarme y poner escritos, así que no sé si desean que hablemos por ahí, pero claro será un lugar donde comente de todo jejeje


Aún así si gustan, siganme y me comentan:....

"Soy un Alma :v"

Vale? xD ejejeje


No siendo más me despido mis almitas, recuerden no fumar, no tomar tantas bebidas alcohólicas, ni tomar drogas, por que la vida es corta y es una sola.

Bay bay <3

Violinblanco cambio y fuera ♪

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