Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Capítulo 3 "Las pruebas"

Daeneris Rayndale

Cuando salí del baño, con el pelo ligeramente húmedo y con ondulaciones marcadas, la mujer ya me estaba esperando sentada en una silla al lado de una camilla que no había visto antes.

Tragué saliva, algo abrumada por el significado de todo esto. Lo único que me mantenía cuerda era la congelante sensación de mis pies contra el suelo de mármol blanco.

Ya podrían haberme dado unos zapatos.

Me habían quitado todo lo que llevaba, asegurando que me lo devolverían después.

Me acerqué a la mujer mientras mordía mi labio inferior en un gesto nervioso.

―¿Cómo son las pruebas? ―tanteé el terreno con lentitud, tomando asiento en la camilla cuando me lo indicó la mujer.

Tenía que sacar la mayor información posible, no podía dejar que vieran a mi familia.

Ella me mira con lástima mientras una pantalla con información y bastante números se desplegaba en el aire delante de ella.

―La inteligencia artificial hará una réplica de tu cerebro y estudiaremos tu comportamiento desde él. Analizaré las partes, como el sistema límbico, el hipocampo, la corteza temporal...

Divaga Abby mientras hace que me recueste en la camilla y yo me remuevo algo nerviosa. Frunciendo el ceño hacía ella. 

Extrañamente no me sentía en peligro, era más bien algo de incomodidad.

―Te pondré estos parches de anestesia, no sentirás nada, tú relájate.

Dice colocándome unos parches en el abdomen, subiéndome ligeramente la camiseta blanca algo suelta, otros en los brazos y en la parte interna de las rodillas.

―Prométeme que no me pasará nada. ―digo con la voz algo brusca por la inquietud.

―Te lo prometo, Daeneris. 

Sus ojos son lo último que veo antes de caer en una inconsciencia total. Mis ojos se cierran sin que pueda evitarlo y me quedo dormida.

Ya van dos veces en un día, menudo récord.

--☆◇☆--

Siento como el último parche es retirado de mi brazo y mis párpados revolotean, intentando acostumbrarme a la luz que me daba directamente a la cara.

La cara de Abby era algo contradictoria, me estaba dedicando una sonrisa, pero no le llegaba a los ojos.

Tragué saliva y me incorporé nerviosa, sabiendo que muy seguramente no recibiría buenas noticias para mí.

―Lo siento, cariño. Se veía que realmente no querías ser compañera de ninguna corporación.

―¿Qué?

Toda duda que hayan creado sus palabras se disipan cuando unos números se elevan en el aire entre nosotras.

Lo que parecía ser una hoja de informes, llena de números que se asemejaban al código binario.

Y justo al final de la pantalla se encontraba una información que me hizo palidecer.

"Resultado de compatibilidad: 98.9%"

―Lo siento.

―No es tu culpa.

Negué con la cabeza, cerrando los ojos para intentar que las emociones no se desbordasen.

―Esto no puede ser tan malo. La corporación en si es bastante buena, aunque hay algunos problemas por la falta de una compañera. ―admite en voz baja, como si esa información pudiera ocasionar que saliera de aquí corriendo como una desquiciada.

Y tal vez era así.

Porque sabía que eso significaba que no me dejarían ir.

Me tendría que quedar aquí.

Dylan y mamá no sabrán nada.

Estoy sola.

Y aunque me he sentido sola por mucho tiempo, ahora siento que de verdad lo estoy.

―Cualquier otra mujer estaría emocionada por ser compañera de una corporación tan prestigiosa. 

Intenta bromear Abby con una sonrisa triste al ver mi estado. Supongo que está intentando sacarme del trance en el que me encontraba, así que reúno mis fuerzas para dirigirle una sonrisa triste.

―Bueno, ciertamente no era mi plan de vida.

―Estoy segura de que te acostumbrarás. Llevan mucho tiempo esperando una compañera, cada año sin falta se presentan a la ceremonia. ―dice, supongo que intentando animarme, aunque solo consiga que frunza más el ceño al darme cuenta de que será más difícil librarme de ellos de lo que pensé.

―Dales una oportunidad, algunos son buenas personas, solo has conocido a cuatro, y son siete.

―¿Siete?

Sus comisuras se elevan al escuchar mi tono de pesadumbre.

―Siete, pero uno de ellos es encantador. 

Asegura mientras se pone de pie y comienza a guardar todas las cosas.

―Si tuviera un porcentaje algo más bajo te habría cubierto las espaldas al ver tu disconformidad, pero no puedo ocultar algo como eso, podrían despedirme si se enteraran.

Asiento ligeramente. No era su culpa.

―Está bien, supongo que me las apañaré sola. ―susurro mientras empiezo a levantarme de la camilla mientras la realidad se asienta poco a poco en mí.

Abby me echa una mirada que parecía ser maternal mientras suspira ligeramente.

―No estás sola, si necesitas cualquier cosa, puedes comentármelo.

Aprieto la mandíbula y frunzo el ceño.

―No necesito tu lástima. 

Cuando elevo la mirada ella me está dando una sonrisa suave.

Las típicas sonrisas que te daría tu madre cuando has hecho algo mal pero tu orgullo no te permite aceptarlo.

Me amedranto un poco ante esa mirada y suspiro de nuevo, poniendo los pies sobre el suelo mientras siento sus manos en mis codos para ayudarme.

―No te tengo lástima. Te veo algo perdida, cariño. ―susurra con tranquilidad, como si intentara que la noticia no me sentara demasiado mal.

Pero yo eso ya lo sabía. Así que me limité a negar ligeramente con la cabeza, apartando la vista de ella.

―¿Y ahora? ―cuestiono con voz suficientemente baja como para sentirme algo patética.

Usualmente era yo la que tomaba las decisiones y tenía que manejarlo todo.

Y ahora me asustaba que no fuera así.

Estaba aterrada.

Siempre había tenido que pensar rápido. Reaccionar para poder proteger a los demás, pero cuando ya no tengo a nadie a quien proteger me siento... perdida, justo eso.

Ahora tengo que protegerme a mí y creo que no sé como hacer eso.

―Ahora vas a cambiarte. Te vas a presentar a los hombres que están haciendo huecos de tantas vueltas que están dando en el pasillo y vas a decidir que quieres hacer con tu vida.

Esa es demasiada seguridad, mucha más de la que tengo yo.

Pero no se la demuestro cuando asiento lentamente y suspiro, tomando la ropa que se encontraba en sus manos, tendiéndola hacía mí.

Entro al baño y me cercioro de que es la misma ropa que tenía antes, solo que limpia.

Me la coloco con eficiencia a la vez de que miles de pensamientos de escapar de lo que podría ser mi perdición, llenan mi mente.

No puedo enamorarme de ninguno de ellos.

Sé que al final me obligarán a irme a vivir con la corporación. Dicen que según así la compatibilidad se hace más fácil, yo solo lo veo una forma de que todo se haga más incómodo.

Me conozco, y sé que no me sentiré segura rodeada de desconocidos en un territorio desconocido.

Además, si todos son tan bordes como Ilyan o Donovan, no quería verlos ni en pintura.

Con un suave suspiro coloqué bien la camiseta oscura en los hombros y me miré en el espejo.

No podía entender como todo se había arruinado tan rápido. No pude si quiera verlo venir.

Tragué saliva y sacudí la cabeza, intentando que los pensamientos autodestructivos volvieran a llenar mi mente. 

Cogí algo de agua entre mis manos y me pasé las manos por mis rizos blanquecinos, intentando darles algo de forma para que no me viera tan... ¿hecha polvo?

Aunque la camiseta justa a medio abdomen, con unos pantalones sueltos de tiro bajo y una tela suave no me quedan nada mal, no me siento yo.

Para mí, la Daeneris que se mira en el espejo con ojos perdidos no soy yo misma.

O tal vez siempre lo he sido, pero no he querido admitir que me veía así de rota.

Me echo agua en la nuca, lo que ocasiona que mis pensamientos se mantengan al borde de mi mente, esperando otro momento de debilidad para atacar.

―Estoy lista. ―mis botas de combate resuenan contra el mármol pulcro al salir del baño.

―Te ves mucho mejor. 

Le sonrío con suavidad, levemente agradecida. Porque aunque no dudo que sea verdad, era como una extraña en mi propio cuerpo.

―Gracias.

 Camino hasta su lado, donde ella me espera en la puerta con tranquilidad. 

Arrastro mis pies hasta ella, colocándome a su lado.

―Actúa con naturalidad. No te preocupes por caerles bien a los más gruñones, en cuanto se enteren de que tú eres lo que han estado tanto tiempo buscando, te bajarán el mundo.

Y yo me sentí mal, porque yo no debería ser esa mujer.

No me dio tiempo a arrepentirme y decirle que no seguiría con esto. Que probablemente saltaría por la ventana antes que tener que enfrentarme a un dilema como este cuando abrió la puerta.

―Señor Dixon, tenemos los resultados. ―la voz de Abby suena segura y amable, aunque no sé porque siento que está igual de nerviosa que yo.

Los siete pares de ojos se catapultan hacía mí, ignorando completamente a Abby, lo que me hizo fruncirles el ceño.

―Démelos. Ya. ―ordena el mismo hombre de antes con el pelo negro por los hombros parando su caminata.

Suspiro ante sus malos modales y Abby extiende el montón de papeles. Donovan se los arrebata mientras las manos le tiemblan ligeramente y pasa las páginas, desesperado por hallar la respuesta que anhela.

Mientras me dedico a llevar mi mirada a los demás, aprovechando el momento de poca lucidez de quién parecía el líder de corporación.

A su lado estaba Ilyan, mirándome con el ceño fruncido.

Se lo devolví con una mueca y eso solo hizo que el suyo fuera más profundo.

Bufé y rodé los ojos, viendo que en la pared de mi izquierda había tres hombres, parecían tener alrededor de 25 años. Y eran... escalofriantemente parecidos.

Él que estaba más alejado de la pared me analizaba meticulosamente mientras en un acto de ansiedad, rascaba las cutículas de sus uñas, ocasionando sangre en sus dedos.

Ladeé la cabeza hacía él e inmediatamente paró y apartó la vista de mí.

Bufé ligeramente, pensando que tal vez era demasiado parecido a mí.

Había otro que me observaba con curiosidad y una pequeña sonrisa, hablando en voz demasiado baja como para escuchar con el otro hombre lleno de tatuajes de antes.

Suspiré ligeramente y desvié mi vista hacía el otro lado del pasillo, donde se encontraba Wess observando con una sonrisa tranquilizadora a un hombre que parecía más pequeño que él.

Se veía algo preocupado mientras su mirada oscilaba entre mi persona y Wess. 

Me dediqué a observarlo durante unos segundos y cuando el lo notó, se mordió el labio inferior y me dedicó una sonrisa que duró a penas un segundo.

Son un poco peculiares cuanto menos.

De repente el sonido de papeles que sonaba molesto se paró.

Miré donde se encontraba Donovan de hito en hito, esperando a ver su reacción.

Él se quedó con la cara algo pálida y sus ojos parecieron abrirse ligeramente.

Me dio una mirada donde pestañeó más veces de lo necesario y luego se giró hacía Ilyan con lo que parecía fascinación.

―Nuestra. Es nuestra. ―afirma asintiendo ligeramente, intentando procesar la información.

Y entonces todo el lugar se deshace en suspiros y gruñidos aliviados.

Cuanta testosterona.

Me giro hacía Abby, tragando saliva mientras los siete se daban sonrisas entre sí, intercambiando miradas agradecidas.

―Son raros, muy raros, sácame de aquí. ―suplico con la voz angustiada solo hacía ella.

Su mano se coloca en mi mejilla con una sonrisa maternal.

―Cariño, te acostumbrarás. Será duro al principio, pero conócelos, hazte ese favor. ―dice Abby lentamente.

Iba a responderle con otra súplica para que me sacará de aquí, fingiendo mi muerte si hacía falta cuando siento una mano en el centro de mi espalda, ocasionando que Abby aparte la mano de mí.

Me tensó sin poder evitarlo, la mano es suave y no me reclama nada, pero parece decir que estaba ahí, que todos lo estaban.

Me giro para encontrarme con unos ojos azules preciosos y un pelo rubio ceniza que se veía bastante suave, acompañados de unas pecas repartidas por toda su nariz y pómulos.

―Hola, ¿qué te parece si nos presentamos? ―dice con tranquilidad y asertividad. Toda la corporación parecía estar detrás de él, demasiado nerviosos incluso para moverse.

Una sonrisa burlona se desliza por mis labios sin poder remediarlo al ver a hombres bastante mayores que yo nerviosos por mí. Es considerablemente divertido.

Al menos me lo voy a pasar bien.

―Sí, claro. ―murmuro asintiendo ligeramente.

Intento reunir la seguridad que se había esfumado hace mucho y me giro completamente hacía ellos.

―¿Cómo te llamas? 

Empecé mirando al rubio a mi lado.

―Me llamo Liam Hunt, es un placer. ―murmura con lo que parece falta de aire mientras sus dedos se deslizan por mi espalda, dejando caer el brazo a su lado.

Asiento ligeramente y miro hacía el hombre que parecía tener ansiedad.

―Ash Relish. ―dice con una seguridad que me trastoca un poco, ya que creo que nunca podré llegar a eso sintiéndolo de verdad.

No tengo que mirar al siguiente para que se sigan presentando.

―Kael Relish. ―le sigue el que no había visto antes y sin tatuajes a la vista.

―Niklaus Relish, preciosa. ―ronronea el que tiene el cuerpo lleno de tatuajes.

Gruño un poco ante el apodo, pero lo ignoro considerablemente y sigo deslizando mi mirada hacía la derecha.

―Ilyan Rusell. ―dice el pelirrojo dándome una mirada severa, con lo que puedo ver anhelo debajo de su rectitud.

Me mofo con una sonrisa divertida hacía él, por lo que puedo ver como sus músculos se tensan debajo de su camisa blanca abotonada y remangada hasta los codos.

―Joder, que bien me lo voy a pasar. ―mascullo entre dientes cuando me cruzo de brazos.

Oigo una pequeña risa a mi lado y me muerdo el labio inferior al recordar que Liam está justo a mi lado, observando cada pequeño movimiento.

―Donovan Dixon. ―dice de repente una voz más profunda y ronca de lo que la recordaba, haciéndome mirar hacía él de nuevo.

Me observa a los ojos con demasiada intensidad, diría yo.

Hago un sonidito de reconocimiento y elevo las cejas, replanteándome fastidiarlo un poco.

―El borde. ―digo en reconocimiento, quitando mi vista de él, pero aún puedo ver como su ceño se frunce el disgusto y aprieta los puños a los lados de su cuerpo.

Miro hacía Wess y le doy una pequeña sonrisa. Él es el que mejor me ha tratado de momento, sin contar que me desmayó en medio del bosque, claro, sigo teniendo metida esa espinita.

―Wess Hunt, querida. ―dice con voz melosa.

Paso mi mirada entre Liam y él con la cabeza ladeada.

―Wess es mi hermano mayor. 

Aclara Liam.

Asiento y desvío mi mirada hacía los que parecían hermanos a un costado de la línea que habían formado.

―¿Y vosotros? ―pregunto mientras rasco el dorso de mi mano, con la ansiedad ya formada en el pecho.

Noto que inmediatamente Ash se da cuenta y le da una mirada a Liam, bajándola hasta mis manos.

Inmediatamente Liam coloca su mano suave y cálida sobre las mías, parando mis movimientos.

―Somos trillizos, Daeneris. ―aclara Kael, dándose también cuenta del gesto con el ceño fruncido.

En este punto creo que todos tienen la vista puesta en como los dedos de Liam se deslizan entre el dorso de mi mano derecha y las uñas de mi izquierda.

Tiemblo ligeramente cuando la punta de sus alargados dedos se desliza por la piel llena de rasguños con suavidad.

Carraspeo y alejo mis manos de su toque mientras Abby mira la escena con una sonrisa.

―Vosotros sois imposibles. No me puedo creer que os comportéis así de bien. 

Dice Abby como si ellos fueran unos críos.

Sonrío ligeramente al escuchar como algunos gruñen por lo bajo.

―Ese no es el punto. ―gruñe de nuevo Donovan, dando pasos seguros hacía mí.

Trago saliva cuando se planta frente a mí. Es muy alto.

―Soy líder de la corporación, por lo que esta es la corporación Dixon. Y ahora perteneces a ella, Daeneris. ―dice con seriedad. Siento sus dedos recorrer mi mejilla, a lo que aparto mi cara ligeramente de él.

Él de inmediato gruñe por lo bajo, pero yo se lo devuelvo con indignación.

―¿Te crees que tienes mucho poder sobre mí?

―Lo tengo.

―Claro que no.

―Claro que sí y tú te vienes con nosotros.

Afirma con seguridad, intentando cogerme del brazo. Me alejo con brusquedad de él, justo cuando Liam le coloca una mano en el pecho e Ilyan en el hombro.

―Ni se te ocurra, Donovan, ella no es otro de tus títeres, así que no la vuelvas a tocar así. ―sisea Liam, por lo que él se ve bastante sorprendido y retrocede un paso.

―Gracias por defenderme, pero tengo boca y puños. ―murmuro mirando hacía él después de unos segundos de estupefacción.

Enseguida me devuelve una suave sonrisa.

―Lo siento, principessa. Dejaré que te encargues tú de ahora en adelante. ―asegura con convicción.

Refunfuño ante el apodo de lo que parece ser italiano. Niego con la cabeza y miro hacía otra parte, preguntándome donde se han ido los demás.

Una parte de la corporación se han llevado a Donovan hacía un lugar apartado, y parecen estar... ¿regañándolo? 

Vale, esto se ve algo ridículo.

―¿Le están regañando? ―pregunto inmensamente confundida hacía Kael, que se coloca a mi lado, con Ash junto a él a ver a Ilyan, Wess y Niklaus hablar en susurros furiosos con Donovan.

―Donovan es el líder de corporación, pero acordamos que no iba a haber mandamases con nuestra compañera, así que sí, le están regañando.

Aclara Ash mientras se coloca detrás de mí de brazos cruzados.

Elevo las cejas ligeramente ante la voz de Ash. Es profunda, y ronca, como si no la utilizara a menudo.

Suspiro ligeramente y niego con la cabeza, algo confundida al ver todo esto.

―Nunca dejaremos que ninguno de nosotros te toque de una forma que tú no quieras. ―Liam me sonríe ligeramente al ver que ya han acabado y ahora se dirigen hacía nosotros.

Ladeo la cabeza para mirar por al lado de Kael, observando que Abby se había ido.

―¿Y Abby? ―pregunto hacía Kael, él me mira desde arriba con atención.

―Se ha ido hace unos segundos para explicarle la situación a la Sección de Compatibilidad. ―dice con serenidad mientras yo trago nerviosa.

Rasco mi nuca con ansiedad y salgo del semi círculo que los tres habían creado cuando los otros cuatro se acercan de nuevo.

Empiezo a pellizcar mis brazos, colocándome algo alejada de Kael. Todos los demás se colocan delante de sus compañeros, como si nada hubiera pasado.

Pero claro que tengo que hacer un comentario.

―Eso ha sido divertido. ―aseguro con una sonrisa boba hacía los cuatro.

Todos se giran hacía mí con expresiones diferentes.

―¿Disfrutas de mi sufrimiento, mujer? ―gruñe Donovan mirándome desde arriba con una sonrisa ladeada.

―Te lo merecías. 

―Sí, tal vez me lo merecía. ―murmura con una pequeña sonrisa incrédula.

Veo a Niklaus acercarse a mí con pasos lentos y meditados.

―Lo que Donovan quería decir era que realmente nos gustaría que quisieras venir a vivir con nosotros. Nos hemos dado cuenta de que no tienes donde hacerlo. ―asegura con más convicción de lo que debería.

Yo, algo contrariada doy un paso atrás, sabiendo que no debería, pero que también no sabía como funciona este mundo además de lo que me enseñó mi padre biológico hace muchos años.

Sí que estoy perdida joder.

BUA, SE ME HA ALARGADO UN MONTÓN T o T

son 3100 palabras AJAJAJAJ

Espero que os hayan gustado, a ver quien os ha gustado más ahora jeje.

Wess.

Liam.

Niklaus.

Kael.

Ash.

Donovan.

Ilyan.

Espero que os haya gustado el capítulo tanto como a mí escribirlo.

Votar, ¡por favor y gracias!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro