⤷ 3
Yoongi volvió a su habitación unos minutos después de hacer una llamada.
—Mamá dice que definitivamente no cocinará para 7 personas, así que... ¿pido pizza o hamburguesas?
—¡Pizza! —dijeron algunas voces.
—¿Qué? ¡No, no, yo quiero hamburguesas! —protestó Taehyung.
—¡Yo también! —dijo Jimin.
—Bueno, 2 hamburguesas y 2 cajas de pizza —repasó el peliplata.
—Que sean 3 cajas de pizza —opinó Namjoon.
—Pensándolo bien yo también quiero una hamburguesa —habló Jungkook.
—Entonces 3 hamburguesas y 3 cajas de pizza —bufó.
—No, si Jungkook no va a comer pizza que sean sólo 2 cajas.
—Por el amor de Dios, ¿pueden decidirse de una maldita vez? —Yoongi estaba tratando de no lanzar por la ventana a todos sus invitados.
—3 y 3, Yoongi, no más cambios —aseguró Seokjin.
—Está bien —suspirando salió del cuarto nuevamente para realizar el pedido sin tanto alboroto.
Incluso desde la planta baja podía escuchar a sus amigos gritando, habían desplegado bolsas de dormir y mantas por todo el cuarto de manera que apenas se podía transitar. En ese momento jugaban en la consola de Yoongi, quien la había usado sólo un par de veces desde que la compró y todos los juegos tenían récords establecidos por Taehyung y Jungkook.
Esperaba que para cuando su madre volviera del trabajo se hubieran calmado un poco.
Caminó hasta la cocina, que era el lugar donde menos se escuchaba el griterío, e hizo el pedido.
Cuando al otro lado del teléfono le informaron que tardarían aproximadamente media hora en llegar, colgó.
Pero aún no quería volver arriba, necesitaba un momento de paz, el día no había salido como quería, en definitiva, y a pesar de haber probado los labios de su chico se sentía mal por la deshonestidad de la situación.
Él hubiera preferido besarlo luego de confesarle sus sentimientos y ver que también fuese correspondido, en una fecha especial tal vez, con flores y en algún parque tranquilo.
Pero en vez de aquello simplemente le había besado en un impulso, cuando tuvo oportunidad. No lo planeó, no hubo flores y había sido en su habitación. Lo peor de todo es que no le dijo de su enamoramiento y, por lo tanto, no tenía idea de si a Jimin le gustaba al menos un poco.
Lo había arruinado.
Aquel pensamiento de fracaso era tan aplastante que eclipsaba cualquier cosquilleo de la memoria táctil de sus labios.
Llevó sus manos a su rostro e intentó despabilarse un poco. Unos segundos más tarde decidió que tomaría un té, importándole poco si la comida llegaría en breves.
Cuando minutos más tarde tuvo una taza humeante frente a sus labios, cerró los ojos al tiempo que soplaba para enfriarla.
—Hyung —y entonces un sobresaltado Yoongi dejó caer un poco de té en sus manos, murmurando maldiciones al instante—. Perdón, no quise asustarte... ¿Te quemaste?
—Estoy bien —dejó la taza sobre la mesa antes de encararlo—. ¿Pasó algo, Jimin?
—Los chicos me enviaron a ver por qué tardabas tanto —dijo—, pero veo que sólo tomabas un té.
—Sí, me dolía la cabeza —habló de espaldas mientras se lavaba las manos que estaban ligeramente pegajosas por el líquido.
De pronto sintió unos brazos rodear su cintura y todo su cuerpo se tensó.
—Hyung, no tuve oportunidad de agradecerte hoy, realmente me sentía mal cuando llegué pero lograste que me olvide de ello en cuestión de segundos —la cara de Jimin estaba hundida en su espalda, pero aun así el peliplata pudo escucharlo con claridad.
—Ya sabes que no me gusta verte mal... y menos por una tontería —respondió con simpleza—. Y es mi deber como mejor amigo, ¿no?
—Sí, es cierto, y estoy tan agradecido de que lo seas desde hace tantos años... ¿Cuántos ya?
—Once años —contestó de inmediato, claro que Yoongi llevaba la cuenta.
—Once años —repitió el rubio—. Gracias.
—Ya, Jimin, deja de agradecerme tanto, me haces sentir raro —su pálido rostro luchaba por no tomar color.
Lo sintió reír— Y puedo avergonzarte aún peor, ¿sabes?
—No lo creo, estás en tu punto máximo de cursilería.
—Aún no, pero escucha, besas muy bien —Jimin siguió riendo y Yoongi sintió su estómago dar un vuelco.
—¡Jiminie! No es justo, cállate —se tapó el rostro de lo más cohibido.
—Te dije que podía avergonzarte aún más —triunfal, se apartó del mayor, concediéndole de nuevo su espacio personal.
—Tu ganas, bobo, deja de mencionar nuestro beso —pidió volteando.
—Ah, pero Yoonie, fue lindo —el peliplata hizo una mueca de incomodidad ante la desobediencia de su dongsaeng por tocar el tema—. Creo que todos los mejores amigos alguna vez se dieron un beso, ¿no?
—Sí, supongo —admitió, tal vez la situación no debería seguir torturando la mente de Yoongi como si hubiese sido un error—. Sólo pensé que te había incomodado, es todo.
—¿Por qué piensas eso?
—Bueno, no sabía si tenía tu consentimiento para hacer eso, incluso si no se pide permiso explícitamente cuando vas a besar a alguien, pero ya me entiendes —se sentó en la primera silla que vio libre, dispuesto a tomar su té de hace unos momentos.
El menor se sentó a su lado— Creo que lo piensas demasiado, hyung, soy tu mejor amigo, sé de sobra que no lo hiciste con intenciones de invadir mi espacio o faltarme el respeto —le dedicó una sonrisa.
Y como se le estaba haciendo costumbre, comparó la sonrisa de Jimin con la de un niño.
De pronto recordó al Jimin de hace once años, que era nuevo en su escuela al igual que él, portaba aquella misma sonrisa cuando le preguntó si podía sentarse con él en el almuerzo, la misma sonrisa que llevaba cuando Yoongi accedió a ser su compañero de banco, e incluso era la misma sonrisa que puso cuando pactaron ser mejores amigos.
—¿Te quemaste también la lengua? —preguntó el rubio, haciéndole notar a Yoongi que se había quedado callado de repente mientras lo observaba.
—Sólo estaba recordando.
—¿Qué cosa? —indagó.
—Cuando éramos niños —admitió—, sigues siendo igual.
—Aww, qué lindo —sonrió.
—Sigues teniendo el mismo diente chueco —dijo para cortar la tensión.
—¡Hyung!
Cuando las cajas de pizza hubieron quedado vacías y desparramadas por el suelo, Yoongi se levantó de la comodidad de su cama para recoger todo el desorden. Botó en el basurero todo lo descartable y llevó a la cocina vasos y platos que luego debería encargarse de lavar.
Volvió a su habitación donde sus amigos, luego de recobrar fuerzas, volvían a viciarse en la consola de videojuegos o sumergirse en su teléfono.
Afuera seguía lloviendo y el viento producía sonidos fantasmales al chocar con el cristal, la negrura de la noche se extendía por todo el vecindario pero, fuera de asustarlo, lo tranquilizaba.
Se descubrió a sí mismo con sueño cuando bostezó al cerrar la cortina, de modo que se dirigió a su cama. Dándole un último vistazo a sus amigos por si les faltaba algo, decidió acostarse.
—Jungkook —habló.
—Hm —murmuró concentrado en el juego.
—Apaga la luz —ordenó cerrando los ojos.
El aludido detuvo unos segundos los movimientos del mando para obedecer a su mayor, era el que más cerca estaba del interruptor.
Una vez la luz estuvo apagada, Yoongi murmuró un "gracias" y se dispuso a dormir. Escuchó que el volumen de la televisión también bajaba y se sorprendió de lo decentes que podían ser sus amigos cuando se lo proponían.
Los siguientes minutos escuchó como de a poco sus amigos se recostaron en sus respectivas bolsas de dormir y luego de quejas por parte de los mayores, pusieron una película en la televisión, sacando a Jungkook y a Taehyung de su viciosa actividad.
—Oigan, ¿Dónde voy yo? —habló repentinamente Jimin, dándose cuenta de que entre sus apretujados amigos ya no cabía y ni siquiera había una bolsa de dormir para él.
—Duerme con Yoongi —sugirió Seokjin—, eres el único al que no echará a patadas de su cama.
—Además el piso no es muy cómodo —le aseguró Hoseok.
—Está bien —accedió caminando hasta la única cama de la habitación.
El peliplata sintió una repentina ola de felicidad que no sabía explicar. Cuando el menor se hubo acercado un poco a él para sacudirlo, fingió que recién se despertaba y no estaba enterado de nada.
—¿Pasó algo, Jimin? —indagó con voz ronca.
—Hyung, me quedé sin lugar para dormir, ¿podrías hacerme un espacio junto a ti? —y cómo decirle que no a esa carita triste.
—Claro —se apartó hasta la pared para dale acceso y lo sintió envolverse entre las sábanas a su costado.
—Gracias, hyung, además calentaste mi lugar —sonrió.
—Por nada —le devolvió la sonrisa que apenas fue visible en la penumbra de la habitación.
Pasaron minutos largos, minutos en los que sólo se escucharon ronquidos, la lluvia y el viento azotar la casa, y el leve sonido del televisor que transmitía una película de misterio.
Yoongi estaba intentando acostumbrarse a aquellos ruidos para poder dormir pasándolos desapercibidos. Comenzaba a quedarse dormido, pero fue entonces cuando otro sonido se unió a la sinfonía de la noche: chasquidos.
Abrió los ojos adormilado e intentó conectar todos los cables de su mente para reconocer la procedencia de aquello que se escuchaba débilmente, pero no pudo entenderlo hasta que levantó su cabeza cautelosamente para mirar en la oscura habitación.
Para su suerte la escena que se mostraba en televisión cambió de pronto a una más iluminada, dándole al peliplata un panorama completo de lo que ocurría en su habitación; Namjoon, Seokjin y Hoseok dormían, pero Taehyung y Jungkook no, ellos se estaban besando.
Sin quererlo sonrió de lado, al fin tendría material para molestar a Jeon luego de lo boca suelta que había sido esa misma tarde.
—¿Hyung? —habló una dulce voz a su lado, muy cerca.
Yoongi bajó la vista, dándose cuenta de que se había inclinado sobre Jimin para ver mejor la escena que ocurría en la otra punta de la habitación.
—Shh —dijo despacio—, mira —le hizo señas con la cabeza a donde antes observaba.
El rubio giró el rostro en aquella dirección, siendo apenas audible el murmullo de las frazadas al moverse, y entonces lo vio también. Los dos menores del grupo estaban tan mezclados que no se sabía dónde empezaba uno y dónde terminaba el otro.
El rostro de Jimin se volvió a Yoongi nuevamente, tenía los ojos agrandados y la boca entreabierta por la sorpresa— ¿Ellos salen? —habló muy bajo, pero estaban tan cerca que el mayor pudo escucharlo— ¿Desde cuándo?
—No sé si salen —afirmó en su oído—, sólo sé que Jungkook se le confesó hace una semana.
Jimin asintió en comprensión y Yoongi volvió a echarse en el colchón, estando ahora ambos de costado observándose.
—Supongo que le correspondió —soltó el rubio.
—Al parecer, sí...
De pronto el ambiente entre ambos se sintió intranquilo, incómodo.
El impulso de idiotez del peliplata sugería que simplemente lo besara, pero su lado racional le decía que simplemente se diera vuelta e intentara dormir. Pero como Min Yoongi jamás hacía ni lo que quería ni lo que debía, terminó por preguntar otra cosa totalmente diferente.
—¿Tienes frío?
—Un poco —admitió.
Y no hizo falta decir nada más para que Min lo arropara con las sábanas y luego con sus propios brazos.
Siempre al límite.
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