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32

—¿Tu eres César?

El hombre mayor se giró hacia la chica. Grusha saludó con la mano.

—Si, ¿Quienes sois vosotros?—la voz ronca del hombre sonaba en un tono alto. Quizá estuviera acatarrado por pasar tanto tiempo en un ambiente tan frío.

—Yo soy Grusha, y ella es mi novia t/n. Veníamos a ver uno de tus combates.

—Si, eso es—t/n asíntió repetidas veces.

—Ah entonces estáis de suerte tengo uno en diez minutos—el líder terminó de comprar unas superpociones—, ¿Venís al gimnasio? Allí no hace frío.

Grusha y t/n asintieron. César comenzó a caminar hacia el edificio, que estaba bastante cerca y ellos lo siguieron. Con cada paso los pies se les hundían en la nieve, parecía que cada vez más.

—Y bueno César—comenzó a hablar el de cabello azul ya en el gimnasio, limpiándose la nieve de las botas que traía—, ¿cuánto tiempo llevas como líder de gimnasio?

—¿Yo? Uf, tantos años que ya perdí la cuenta.

—¿No se hace pesado? Me refiero, a combatir todos los días, varias veces...—preguntó la chica frotando las manos para calentarse.

—¿Pesado? ¿Mi trabajo?—César fingió sorpresa—Ja, realmente no. Sobre todo vienen entrenadores jóvenes e ilusionados que acaban con sus sueños rotos al toparse con el líder de gimnasio más fuerte de la región.

—¿No crees que puede ser un poco cruel aplastar sus ilusiones?—t/n lo miró sin saber muy bien que cara poner.

—Si piensas que eso es cruel... Ellos deberían haber pensado un poco más en a que líder de gimnasio deberían haberse enfrentado primero.

T/n dirigió su mirada a su novio, el cual solo se encogió de hombros.

—Bueno jovencitos, tendréis que esperar aquí un par de minutos que debo prepararme para el combate—el líder hizo un gesto de despedida con la mano y se acercó a la recepción, habló un pco con el recepcionista y luego desapareció tras una puerta.

La chica se ajustó el beanie que se había puesto. En el edificio no hacia frío gracias a la calefacción pero no quería acostumbrarse a esa sensación de calidez puesto que en cuanto saliesen a fuera una ráfaga fría le daría de lleno, eso era lo normal en esa sierra.

—Oye t/n.

La mencionada dirigió su vista a Grusha.

—¿Que pasa?

—Estoy orgulloso de ti, mucho—dijo él sonriente posando su mano en la mejilla de ella.

—¿Eh? ¿Por qué?—no entendía la razón de sus palabras.

—Estas consiguiendo hablar con desconocidos por tu propia cuenta, sin mi ayuda.

T/n no había pensado en eso, solo fluyó todo.

—Oh bueno pues... Parece que si, supongo. Solo no lo pensé—dejó escapar una sonrisa tímida mientras miraba un poco de nieve que había dejado su zapato blanquecino.

—Ah por cierto.

—¿Que cosa?

—¿Que haremos con el cetoddle?

—Por mi te lo puedes quedar, y cuidarlo. Quizá entrenarlo... En realidad no sé, haz lo que quieras.

Grusha sacó de su bolsillo la pokeball de cetoddle y la miró por un momento.

—Habia pensado en liberarlo... ¿Y si le preguntamos a él?

—Pero es un pokémon, no te va a poder responder.

—¿Con gestos quizá?—el chico sacó al pokémon tipo hielo de su pokeball. El pokémon miró hacia todos lados, confundido, no sabía dónde estaba. El de cabello azul se agachó un poco para estar algo más a su altura—Hola pequeño, estás dentro del gimnasio de la sierra, no te preocupes estás bajo mi cargo.

—Cet—el pokémon hizo un ruido en volumen bajo.

—Eh... Quería preguntarte si quieres regresar a la naturaleza, quizá encuentres a tu familia—propuso Grusha.

El cetoddle abrió mucho los ojos con expresión de pánico y soltó un chillido. T/n se tapó los oídos con fuerza. Varias personas que había allí dentro se giraron asustados hacia ellos buscando explicación a ese ruido.

—Parece que no quiere—se aventuró t/n.

—Ya veo...—el de la bufanda roja y azul acarició al pokémon que se había asustado— No te preocupes chiquitín, si no quieres que te libere te cuidaré—luego se giró hacia su novia—, será nuestro hijo.

A t/n se le subieron los colores y murmuró algo inteligible.

Grusha guardó al pokémon en la pokeball y se le cayó la pokeball de swablu, haciendo que este saliera y se posó en su cabeza. El pokémon cerró los ojos y ahí quieto se quedó.

T/n miró al pokémon pajaro que tenía su novio. Se le hacía tan tierno que quería abrazarlo pero no quería parecer grosera o cometer una falta de respeto.

Poco después salió César de tras aquella puerta con energías renovadas.

—Estoy listo, avisad al entrenador de que el combate empieza en breve—dijo el líder al recepcionista.

—De acuerdo jefe.

El hombre mayor salió rápidamente del gimnasio. Varias personas que había en este lo siguieron, incluidos t/n y Grusha. Al salir al exterior una ráfaga de aire helado los azotó, tal y como la chica había esperado pero pese a eso se estremeció.
Todos fueron al área de combate, César se quedó en un extremo del área y el resto de gente se colocaron a un lado.

—Me pregunto cómo será el entrenador que lo ha retado—se preguntó Grusha para si mismo.

Entonces llegó un chico al área. César le sonrió y se acercó unos pasos a él. El chaval también se acercó un poco. Tenía una mirada de determinación.

—Joven, como ya sabrás yo soy César, líder de este lugar. ¿Estas seguro que quieres combatir contra mi? No me hago responsable de llantos.

—Seguro, jamás me vencerás porque estoy invicto. Cero derrotas desde que comencé mi travesía—el entrenador cerró el puño con fuerza delante de él con una sonrisa decidida en el rostro.

—Está intenso...—susurró t/n a su novio.

—Intensito—rió él

—Es hora de romper esa racha, con mis gélidos pokémon—habló César.

Los dos se colocaron cada uno en un extremo del campo y comenzó el combate.

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