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Juliet nunca pensó que haría algo así, nunca creyó ser de ese tipo de personas... Mas, ahí estaba, saltándose las últimas clases del día para ir a buscar a un chico a su casa.
Sin embargo, Eitan no era sólo un chico; Eitan era su compañero de pupitre, aquel que la había estado observando desde lejos, el que la protegería de cualquier cosa, el chico que estaba tan colado por ella que Juliet era la única que no podía sentir la intensidad de sus sentimientos.
Y ella quería corresponderle. Juliet deseaba quererle como él la quería a ella. Pero, ¿cómo haces que tus sentimientos atiendan a tu cabeza? ¿Cómo sabes cuándo sientes algo por alguien? Ella no tenía ni idea.
Eitan no vivía muy lejos del instituto. Su casa se encontraba en el vecindario más próximo, y Juliet llegó a su puerta en cuestión de minutos.
Una vez allí, vio que, efectivamente, sus padres estaban en el trabajo puesto que no había coches en la entrada. Corrió hasta la puerta y tocó el timbre. ¿Estaría Eitan?
La puerta no se abrió.
Decidió tocar otra vez.
Esperó.
Oyó como unos pasos se acercaban a la entrada y rezó con todas sus fuerzas para que fuera Eitan quien estuviera al otro lado.
Y así fue. La puerta se abrió, y tras ella estaba Eitan. Tenía el cabello negro despeinado y algo más largo de lo que Juliet recordaba, y sus profundos ojos verdes no gozaban de la luz que ella antes veía y tanto le gustaba.
Juliet tomó aire. Eitan se había quedado paralizado.
—Lo siento —soltó ella.
Eitan siguió sin pronunciar palabra.
—Siento —continuó Juliet— que todo esto esté siendo mi culpa, y siento ser tan estúpida contigo. No te lo mereces. Lo siento.
Eitan asintió y se hizo a un lado haciéndole un gesto a Juliet con la cabeza para que entrara.
—¿Por qué no estás en clase? —dijo tras cerrar la puerta, dirigiéndose a la cocina.
Juliet le siguió.
—Llevas dos semanas sin ir a clase, sin contestar a mis llamadas y sin responder a mis mensajes. Necesitaba saber que estabas bien.
—¿Lo sabes ya? —murmuró sentándose frente a su bol de cereales y leche.
Juliet se quedó de pie frente a él.
—Sé que no tienes buen aspecto. ¿Estás enfermo?
—No.
Eitan ni siquiera la miraba, y tampoco comía los cereales. Estaba tan distante...
—¿Qué pasa?
—¿Qué no pasa, Juliet?
—No me respondas con una pregunta.
Eitan, que había estado jugando con una cuchara, la dejó de golpe sobre la encimera y se levantó para quedar frente a Juliet con el semblante serio y algo sombrío. Tenía las mejillas demasiado sonrosadas, y Juliet pensó que podría tener fiebre. Desde ahí, a unos pocos centímetros, ella podía distinguir las oscuras ojeras de Eitan, que la superaba bastante en altura, y también cómo apretaba los puños hasta que sus arañados nudillos quedaron blancos.
Juliet se estaba asustando.
—Eitan...
Él se mantuvo en aquella posición a pesar del notable pánico de ella. Juliet se dio cuenta de que estaba esperando algo más.
—Y —añadió lentamente— lo que más siento, Eitan, es... es no sentir lo mismo que tú.
*CDP*
¿En serio pensábais que había matado a Eitan? ¡No soy tan malévola! 😭 Eitan sólo estaba un poco enfermito y bastante frustrado por la situación pero ya está.
Ahora sí que estamos en la ronda final los siguientes capítulos serán cruciales.
PD: esta historia ha pasado las primeras eliminatorias del concurso en el que participa y estoy muy muy contenta😊
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