Capítulo 4: Me Vuelves Un Chico Enamorado
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Un par de copa juntos:
"Quizás ahora sea capaz de decirle lo que me he guardado tanto tiempo".
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Bien, al parecer lo correcto es ir al grano del asunto. No más rodeos; Sólo una pregunta; ¿Qué carajos?
Tomaron asiento en la barra, frente a frente y con un lindo bochorno en el ambiente, al menos por parte del azabache. Yuuichiro comenzó a experimentar un sutil hormigueo en sus labios; era un cosquilleo curioso y no pudo evitar repasarlos con la punta de sus dedos. Se lamió, y Mika lo observó con curiosidad, todavía tenía una vaga sensación de sus labios unidos.
Ese, directamente, fue su primer beso y estaba con el corazón en la garganta. De verdad se encontraba tan emocionado porque fuera con Mikaela, que tuvo que ahogar un chillido de euforia.
¡Ahora que lo pensaba! Tarde o temprano se lo debía contar a Shinoa y presumirle que a lo mejor eso era un paso para una relación seria. Aunque, todavía había algo que no lo dejaba en paz, podía observar al rubio, reír juntos y tener una plática amena, pero seguía sin saber mucho de Mikaela.
—¿Pasa algo, Yuu-chan? —le preguntó mientras le servía fruta en un pequeño platito acompañado de un tenedor—. Toma, aquí tienes, provecho.
El trigueño negó con levedad, pero eso no sería suficiente, tuvo que responder con su voz para no alertar a Mikaela, quien seguramente se la estaba pasando más que bien con lo que había provocado en él.
—N-No pasa nada... —demonios, había tartamudeado un poco y eso, al parecer, le gustó al rubio, pues su mirada atrevida lo delataba. Se encogió de hombros y tomó el plato en un vehemente intento de no temblar—. Gracias.
Recibió un asentimiento por parte del oji celeste, además de una sonrisa tan inocente que era imposible llegar a concebir una idea cercana a lo que Mikaela estaba cocinando en su cabeza; lugar donde sus sentimientos se unían a los de Yuuichiro y formaban un par de camelias hermosas y eternas.
Volviendo al inicio, Yuuichiro se llevó una fresa a los labios. Consciente o inconscientemente, tan sólo morderla y sentir ese dulce en sus papilas recordó con fuerza aquel beso con el rubio. No lo iba a olvidar, estaba bien seguro de ello.
Pasaron unos cinco segundos, tiempo en donde estuvieron en silencio y Yuuichiro por fin llegó a la cuestión de todo, al final de la espiral. Al fin pudo pensar como era debido, con normalidad y sentido, así que...
¡¿Qué carajos había sido todo eso?! ¡¿Qué significaba?!
Recapitulaba una y otra vez lo que había sucedido desde que se accidentó el dedo hasta ese momento en que estaba en la mesa, desayunando con total naturalidad al lado del hombre que le había robado su primer beso.
Y nada le parecía normal, ni lo uno, ni lo otro; ni el primer beso, ni el segundo, que más pareció que iba a terminar en otra cosa donde el calor envolvería sus cuerpos desnudos. De haber sido así, no sabría cómo reaccionar. Estaba de acuerdo en algo, se había dejado llevar por el momento y al parecer a Mikaela no le disgustó para nada lo que pasó.
Tal vez... ¿Podían tener los mismos sentimientos? Mikaela nunca se había comportado así, aunque tampoco era una persona muy normal que digamos.
De cualquier forma, tuvo la oportunidad de probar los labios del rubio y si le se le preguntaba, el dolor de su dedo dejó de ser preciso desde que se unieron y se sintió preso en sus brazos.
Sí fue una recompensa que le ayudó, pero también lo confundió porque después nadie dijo ni pío sobre el tema.
Entonces, ¿Qué significaba todo eso cuando no hubo palabras de por medio? Podía estar jugándole alguna broma que estaba de moda y él ni enterado. Tampoco quería pasar una vergüenza si estaba siendo grabado o algo por el estilo.
Yuuichiro levantó la mirada, mordisqueando un pedazo de manzana se encontró con un Mikaela actuando como si nada hubiese pasado. Comenzó a ser frustrante, necesitaba una respuesta a ello y el otro no parecía tener intención de explicarse.
—Eh...
Justo en el momento en que Yuuichiro había tomado el valor de iniciar una conversación, el celular de Mikaela los alertó de una nueva llamada desde su habitación. El rubio observó a su compañero, y este le hizo un ademán, invitándolo a atender.
—Corre, puede ser importante —dijo Yuu, maldiciendo por dentro la interrupción.
Mikaela le agradeció y volvió corriendo a su habitación mientras que le prometía retomar lo que le quería decir. Dio la espalda, y ni bien lo hizo, una enorme sonrisa surcó sus labios; "Se ve tan tierno cuando está tan nervioso e impaciente" pensó al mismo tiempo en que llegó a su habitación y respondió a su celular sin observar el nombre en la pantalla.
—¡Mika! —ni bien iba a hablar, una voz bastante conocida le interrumpió.
El mencionado enmudeció. No creía posible que volvería a escuchar esa voz, no después de lo ocurrido.
—Tú de nuevo... —le respondió al cabo de unos segundos. Dio un paso a su cama para tomar asiento en ella mientras daba la espalda a la puerta.
—¡Sí! —atacó el sujeto del otro lado de la línea—. Por un momento creí que no me ibas a contestar. ¿No te alegra? Por fin podemos hablar bien. No respondías mis mensajes, así que tuve que insistir en llamarte.
Aquel hombre hablaba como si nada hubiera pasado, como si nunca hubiese lastimado a Mikaela, quien sintió que sus entrañas se revolvían y el hastío se le subía hasta la garganta. Se sentía a las orillas de un precipicio que lo llevaría al fondo de la depresión y odio consigo mismo.
Había trabajado tanto en no preocupar a sus amigos y mucho menos a Yuu, que ahora todo estaba a nada de convertirse en una perdida de tiempo.
—No —respondió con total seguridad—. Las cosas quedaron muy claras en su momento y te lo dije, que no me volvieras a buscar. ¿Quién carajos te dio mi número?
Un estremecimiento sacudió el cuerpo de Mikaela, sólo pocas personas podían despertar en él el odio y la furia, y este hombre era todo un experto.
—Eso no importa —le respondió, terminando por completo con su paciencia—. No, yo creo que hubo una confusión lo que acabó con lo nuestro. Pero no fui el único que se equivocó, tú...
—¡¿Me estas echando la culpa?! ¡¿Eso estas intentando?! —interrumpió Mikaela alzando la voz, frunciendo el ceño y levantándose de la cama de un salto. Si lo tuviera frente a frente ya le había propinado un buen puñetazo en guisa de algún sentimiento que tuvo por él en su momento y que no supo respetar.
El volumen de su tono hizo callar a la persona del otro lado de la línea. Mikaela se había escuchado tan molesto, que, incluso, Yuuichiro saltó de su sitio y corrió a ver si todo estaba en orden. Se detuvo en el umbral de la puerta y presenció el resto de la conversación.
—¡Claro! —continuó el rubio, un relámpago le cruzó por la mirada turbada—. ¡Yo también me acosté con un hombre que conocí en el bar justo en ese día que se suponía, era especial para los dos! Lo había olvidado.
—No, Mika. Ya te pedí disculpas por eso —respondieron del otro lado de la línea, sin tener un ápice de arrepentimiento—. Además, estaba borracho y te habías enojado conmigo.
—Y qué bien lo sientes —dijo Mika llevándose la mano al rostro.
Estaba a nada de colapsar ante lo que había pasado hace tiempo y todo por culpa de ese cabrón que había vuelto a dar con él. Creía que había sanado las heridas de ese momento y terminado con todo dolor.
Dio la vuelta, listo para colgar y reunirse con Yuuichiro y relajar sus nervios, pero se lo encontró en la puerta. Carajo, lo había escuchado todo y lo peor, lo había visto molesto. Se suponía que ese día iba a ser perfecto.
Todo se estaba yendo a la mierda y con una rapidez increíble.
—¿Está todo bien? —le susurró el azabache, sabiendo que no, pero tampoco podía meterse en la vida de Mikaela. No se sentía con el derecho, sólo pensó que podría estar a su lado.
El rubio respondió con un asentimiento, pero con la mirada adolorida; se notaba que estaba librando una lucha en su interior. Lo que menos quería era tocar ese tema con Yuuichiro, no era la persona correcta para ir a contarle que en un momento de debilidad se fue a "enamorar" del hombre incorrecto.
Eso fue hace tiempo, como un año, donde el rubio pensó en darse por vencido con el azabache y vaya que se arrepintió en cuando se dio cuenta de la traición de ese bastardo.
—Está todo bien, vuelve a la cocina, ya voy en unos dos minutos —le respondió tapando parte de su celular, dejando hablar sola a la otra persona detrás de la línea.
Yuu asintió, volvió sus pasos, pero en lugar de volver a la cocina como se le había pedido, se quedó pegado a la pared. Se ocultó para poder escuchar el resto de la conversación; sí, eso estaba mal, pero no podía hacer oídos sordos ante lo que parecía ser algo importante.
—¿Me entiendes, Mika? —le prestó atención justo cuando estuvo seguro de que estaba solo en la habitación—. Lo que quiero decir es que puedo sacarte de trabajar en ese lugar. Puedo darte la vida que quieras y hasta una casa, no un departamento cualquiera como en el que estás viviendo.
—¡¿Te estas escuchando?! —respondió Mikaela, lo que lo había puesto todavía peor eran esas descabelladas intenciones—. Así fueses el ultimo jodido pene en el mundo no caería otra vez en tus tonterías. No tengo ningún problema con mi trabajo y mucho menos dónde vivo; Tú eres el único jodido problema. No sabes cuanto me arrepiento de haberte conocido y más aún, de obligarme a quererte; maldita basura.
Y dicho esto, Mikaela colgó llamada casi queriendo atravesar la pantalla con su dedo. Quería gritar, dejar todo atrás para ir a buscar a ese maldito y darle una buena lección de una vez por todas.
Se dejó caer en la cama nuevamente, las emociones encontradas lo estaban dejando sin energía y sumiendo en un vacío del cual sólo podía salir con una buena cantidad de licor. Se llevó las manos a sus rizos y un ataque de ansiedad ya le venía cuando sintió que otra persona tomó sitio a su lado.
El tiempo se detuvo, alguien le había extendido la mano para evitar su caída en ese barranco.
Justamente la persona que le había ayudado en el momento en que había sido lastimado hacía tiempo (sin ella estar enterada) fue la misma que ahora le tomó una de las manos entre las suyas y le otorgó una calma única con su calor. Mikaela levantó su mirada acuosa para encontrarse con el rostro de Yuuichiro.
El joven le dedicó una sutil sonrisa, diciéndole que no estaba solo.
—Escuchaste... ¿Verdad? —preguntó Mikaela, viendo cómo de a poco sus oportunidades con Yuu se iban desvaneciendo por una tontería de hace un año.
El azabache asintió, dejándose para sí solo el título de chismoso.
—¿Y? —dijo Mikaela con la mirada ensombrecida—. ¿Me dirás "jodido marica" o algo así? Soy gay, Yuu.
Yuu negó, sin saber cómo era que Mikaela llegaba a tan extrañas conclusiones; quería decirle que también era gay, pero pensó que tal vez Mika no le iba a creer. Dio un saltito más para acercarse al rubio y lo encontró bañado en una lluvia de malos pensamientos.
Si era lo correcto o no, estaba lejos de saberlo, pero quería compartir con Mikaela ese mal momento, que supiera que no estaba solo.
Claro que tenía sus dudas, como quien era ese tipo y si el bar del que hablaban era en el que trabajaba o era otro. Sí, sabía pocas cosas de él, pero no estaba tan perdido en cuanto al lugar en donde trabajaba, aunque Mikaela no le contaba demasiado y siempre evitaba hablar de ello.
—Lo que puedo es ayudarte —respondió Yuu, dejándose vencer por un tenue sonrojo en sus mejillas.
Tuvo una idea. Seguramente así podía devolverle el favor de hace rato cuando se lastimó el dedo.
—¿Ah sí? —preguntó el rubio, totalmente escéptico y con la mirada ensombrecida—. ¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Puedes alejarlo de mí?
De poder, claro que podía, pero otra cosa era dar ese paso y que las palabras correctas salieran de sus labios. El azabache tragó saliva en seco, se deshizo de la vergüenza y colocó una de sus manos por detrás de Mikaela, siendo suficiente para acorralarlo en la cama y hacer posible un nuevo beso.
Esa era su forma para ayudar al rubio. Actuó por cómo le pidió su corazón y aunque en un primer momento el beso comenzó con la inexperiencia, Mikaela tomó el control y lo guío. Tomó a Yuu del rostro, inclinándolo poco a poco hasta recostarlo en su cama. Se colocó justo encima de él, abriendo sus piernas, las cuales quedaron volando en el aire.
Sólo estaban actuando sin pensar, dejando atrás a todo el mundo y prestando atención a lo que leían en sus ojos y corazones.
Mika se ruborizó cuando sus labios se volvieron a encontrar, estaba lejos de tener un pensamiento así en ese momento. No se esperaba que Yuuichiro tomara la iniciativa para algo así, pero tuvo razón en que lo estaba ayudando a olvidar el mal rato. Continuaron el acto poco más, se tomaban un tiempo para separarse y observarse; nadie decía nada y sus rostros compartían el mismo rubor.
—Qué lindo —se atrevió a decir Mika cuando sintió que en su corazón se grabó esa expresión un poco lasciva de Yuuichiro.
El oji esmeralda frunció el ceño, totalmente avergonzado chasqueó los dientes y se levantó tan sólo un poco para tomar de la nuca al rubio y comenzar otro beso.
Yuu se volvió a recostar, mientras jugaban con sus labios Mikaela se atrevió a dar un paso adelante cuando logró colar una de sus manos por debajo de la camisa del contrario e introducir su lengua en su cavidad bucal. Le provocó un leve jadeo, su tacto era frio en su vientre y en sus bocas la humedad reinó, pero esto comenzó a incitarlos a seguir adelante.
En un momento Yuu sintió una leve mordida en su labio inferior; le gustó, calentó su cuerpo y la sensación de ser invadido por Mikaela le borraba los pensamientos dejando su mente en blanco.
El terror de ser rechazado desapareció en el corazón de ambos; ya estaba claro que aceptaron sus sentimientos, sus cuerpos eran bastante obvios y con la creencia de que podían llegar a la última de las consecuencias decidieron entregarse el uno al otro, al menos hasta que otra llamada llegó al teléfono de Mikaela y terminó con el momento.
El rubio había hecho como que no la escuchó, como que no era importante, pero Yuu todavía tenía un poco de razón, mordió con fuerza los labios de Mikaela y lo obligó a separarse entre quejidos.
—¡Oye, no hagas eso! —le recriminó Mikaela, habiendo olvidado su coraje por completo mientras se llevaba una mano a sus labios agredidos—. Todavía estoy un poco molesto y triste, necesito más.
—No seas payaso —respondió Yuu apartándolo de encima suyo—. Te están llamando, puede ser del trabajo.
—¿Y si es el tipo malo? —sí, había vuelto a ser el mismo Mikaela de siempre.
—Si es él, yo contesto, pero si es del trabajo puede ser importante —dijo Yuu pasándole el celular al rubio—. Ya, no seas irresponsable.
El rizado evocó un suspiro, elevó la mirada y con celular en mano observó que se trataba de Crowley. En cuanto lo viera, le arrancaría la cabeza por haber llamado en el momento menos indicado.
—Ah, tan bien que la estábamos pasando —murmuró recibiendo un golpecito en la cabeza por parte de Yuu, quien se había puesto de pie—. Sólo es Crowley, no es nada importante.
—Tú no puedes saberlo —volvió Yuu frunciendo el entrecejo, ocultando el temblar de todo su cuerpo—. Ya responde, y ve qué necesita, mientras yo voy a ir a la cocina. Creo que tenemos algo de qué hablar.
"Tenemos algo de qué hablar" Esas palabras siempre levantaban los nervios en cualquiera y Mikaela no fue la excepción. Gruñó y el azabache salió de la habitación; esta vez sí se escucharon sus pasos alejarse hasta detenerse en la cocina.
Mikaela se sentó, mordió sus labios y pensó en seguirle la pista, tomarlo por detrás y besarlo para terminar en el sofá, pero el celular vibrando le dijo que no sería posible hasta haber atendido al de hebras rojas. Presionó el botón verde con una expresión asesina.
—Más te vale que sea importante —le dijo el rubio entre dientes, rogando que sea una situación de vida o muerte.
—Buenos días para ti también.
Esa respuesta, seguida por una risita, puso los nervios de punta del rubio. Quería gritarle que había arruinado un buen momento, pero cuando le iba a protestar, Crowley le ganó la palabra.
—Es importante, de lo contrario no te estaría llamando. No te creas tan importante —repuso el peli rojo con tono taciturno—. ¿Qué tal tu mañana?
En otro momento, Mika hubiese pensado en decir "Bien, normal igual que todas" pero estaba lejos de serlo. ¿Cómo podría decírselo sin que el otro se pusiera a gritar de emoción? Mejor se guardó la mejor parte para otro momento.
Evocó un suspiro que bien llegó al otro lado de la línea.
—¿Así de mala? —preguntó el mayor forzando una sonrisa.
—No, bueno, algo así —respondió Mikaela soplando a uno de sus chinos que le colgaba por encima de su nariz—. ¿Recuerdas a Jomei?
—Sí —respondió Crowley—. Ese bastardo. A lo mejor no debía ser yo quien te lo dijera, pero era importante.
—No, te lo agradezco. Eres un buen amigo —premió el rubio, con la melancolía en su expresión—. De no ser por ti me hubiera pasado más tiempo con los ojos cerrados. El problema es que me llamó esta mañana.
—¡¿Se atrevió a aparecer?! —gritó tan fuerte que Mika debió apartarse el celular del oído—. Si se para en el bar ten seguro que soy capaza de matarlo.
—Yo haría lo mismo —respondió Mika entre risas apagadas—. Gracias por defender a tu amigo y aprendiz.
—¡Claro! —contestó Crowley en un bufido—. Para eso estoy.
—Ya lo veo, pero creo que ya no hay mucho lío por ello...
Mikaela desvió la mirada, un tenue rubor lo acompañó en las mejillas y esta vez fue él el que se repasó los labios con los dedos.
—¿Ah? ¿no? —preguntó—. En otro momento estarías echando espuma por los labios y yendo en camino a partirle las piernas.
Ambos rieron. Era cierto, cuando se molestaba de verdad era casi imposible hacerlo volver en sí, pero esta vez alguien logró calmarlo, alguien que había estado esperando toda su vida.
—Al que le voy a partir las piernas es a ti —dijo Mika entre risas—. Por echar a perder mi momento.
—¡Espera! ¿A mí? ¿A este pobre hombre que lo único que hace es preocuparse por uno de sus mejores amigos?
—Dramático —atacó el rubio controlando sus risas, pensó que ya iba siendo momento de encontrarse otra vez con su amor—. Bien, ¿y qué es tan importante como para molestar a uno de tus mejores amigos en un día como hoy?
—¿Un día como hoy? Lo dices como si estuviera pasando algo importante... —respondió el mayor chasqueando los dientes—. Ah, ¿Recuerdas que la otra vez que estábamos corriendo me tuve que ir rápido?
Mika emitió un "Uhm". De igual forma no iba a olvidar esa mañana cuando volvió a casa y Yuu lo observó con detenimiento.
—Pues, Krul me hizo volver al bar para hacer un control administrativo...
—Sí, eso no me importa —interrumpió Mika.
—Bueno, voy al grano, sospechamos que estas robando de la caja —inmediatamente respondió el peli rojo.
El lado de la línea de Mika se quedó en silencio. Al parecer hoy día era el favorito de varios para echárselo a perder.
¿Cómo iba a robar si nunca se acercaba a la caja y todo el tiempo estaba preparando tragos? ¡Lo estaban culpando de algo que jamás hizo!
No tenía porqué molestarse con su amigo, pero sin duda iba a defender su imagen y pediría que se revisaran las cámaras. Ya estaba por soltar su argumento cuando, del lado de crowley, las risas estallaron hasta perforarle los tímpanos.
—¿Te la creíste? —le preguntó riendo cada vez más y mejor.
Mikaela gruñó, rodó la mirada y se llevó la mano a su pecho, sintiendo lo rápido que iba su corazón.
—¡Cabrón, con eso no juegues! —respondió sintiendo un alivio enorme.
—Ya, lo siento, pero no me dejaste terminar —las risas todavía se podían escuchar un poco apagadas—. Eso te pasa por impaciente.
—Ya entendí la lección, ¿Quieres callarte?
—Perdón... —Crowley se llevó su mano por sobre sus labios para apagar su burla. Cerró los ojos y tomó una gran bocanada de aire—. Estábamos haciendo cuentas y me pidió que les dijera que iba a hacer una cena, como las de siempre, pero que esta vez podíamos llevar a un acompañante porque vamos a celebrar los cinco años que el bar lleva abierto y funcionando.
—Uhm... —murmuró Mika, teniendo ya en mente a quién invitar—. ¿Y eso que se pone de buenas la jefa?
—Quien sabe, pero hay que aprovechar —respondió Crowley—. Esta podría ser una buena oportunidad para que invites a Yuuichiro, y sirve que le enseñamos a beber.
Mika rio, pensando que no estaría mal, pero de ser posible, no quería que su chico bebiera y se convirtiera en otro.
—Yuu no bebe, respetemos eso —respondió, tentado por la idea—. Ya veré eso en otro momento. ¿Y donde será la cena?
—Esa es la mejor noticia —dijo Crowley con palpable emoción—. En el mismo bar. Encargó todo lo necesario, y ella y yo llegaremos un poco temprano para tener todo listo.
—Eso suena bien —dijo Mika—. ¿Y la hora y fecha?
—Ah, cierto, casi lo olvido. Es a las once de la noche el próximo sábado.
El rubio asintió. Esta vez no iba a faltar al evento y se aseguraría de llevar consigo a Yuuichiro.
Se dedicaron unas palabras más hasta que Crowley se despidió, argumentando que se iba a encontrar con Ferid e iban a pasar la tarde juntos. Mika le deseó suerte y poco después cortaron la llamada.
Se quedó un momento sentado en la orilla de su cama, pensando en cómo habían cambiado las cosas poco a poco y para bien. Ya no podía recordar con exactitud el día en que Yuu comenzó a intentar llamar su atención en base a esa nota tan inocente, pero agradeció haberla encontrado, porque el azabache era malísimo para el cortejo y corría el riesgo de nunca darse cuenta.
Ahora, debía encontrar el momento correcto para invitarlo a salir, y esta vez no como amigos, tal vez como algo más. Claro, si el otro quería.
Volvió a reír un poco, y la imagen de ellos besándose lo hizo callar de tajo, obligándolo a cubrirse el rostro totalmente enrojecido. Se dejó caer en la cama, y murmuró;
—Ah, lo amo tanto —dijo, para después mandar un control a su corazón y levantarse para ir a la cocina.
Se unió a Yuuichiro en la cocina, lavaron los trastes de la mañana y en ese momento, una débil lluvia se desató a las afueras, informándoles que el sol ya se había ocultado entre los nubarrones, los cuales ya estaban más que listos para desatar su frío y mal tiempo.
—Ah, ya está lloviendo —murmuró Yuu viendo a través de la ventana que estaba en la cocina.
Mikaela se acercó, se colocó detrás de él y lo tomó por las caderas con ambas manos. Esto no pareció molestar al azabache, quien, al sentir el tacto, dio un leve salto y con las mejillas rosadas, puso sus manos por sobre las de Mika.
—Sí, tarde o temprano iba a llover —respondió Mikaela—. ¿Y si vamos a recostarnos en el sofá? Yo voy por una cobija.
La idea no sonaba tan mal, aunque Yuu no estaba seguro si podía soportar estar tanto tiempo tan cerca de Mika sin ser dominado por sus nervios y la belleza del contrario. Se encogió de hombros y asintió.
—Bien —respondió Mika riendo—. Iré por ella, tu espérame en el sofá.
Y antes de salir corriendo en dirección a su habitación, el rubio se aseguró de dejar bien plantado un beso en la mejilla de Yuuichiro. A pesar de que el azabache dijo que tenían que hablar, nadie se atrevió a conjurar una sola palabra, y eso que tenía demasiadas dudas.
Intentó controlarse a sí mismo y que sus piernas no temblaran como gelatina al dar los pasos en dirección a la sala. Cuando Mika desapareció en el pasillo, Yuu se permitió suspirar y fruncir el ceño; estaba tan confundido, pero no le desagradaba la situación en la que se encontraban.
La noche en que planeó esto jamás pensó que sucedería las cosas de tal modo. Pensó que de verdad tendrían un día como cuando eran niños, pero ahora las cosas eran muy distintas; ya eran mayores y sus sentimientos podían tener control de ellos.
Cruzó la isla de la cocina, leyendo en el reloj de su celular la una de la tarde. Observó su bandeja de mensajes y sólo tenía un par de Yoichi y otro de Shinoa, nada importante, ya les había dicho que se iba a tomar ese sábado para estar con Mikaela. Tomó asiento en la orilla del sofá más grande, seguro que si se recostaban podía tener un poco de espacio personal y no moriría en el intento.
Encendió el televisor, esta vez no tenía ganas de ver las noticias, sino una de las películas favoritas de Mikaela "Volver al futuro". Él no era tan adepto a ellas, pero les entendía y podía soportarlas porque al rubio le gustaban casi desde que eran pequeños y lo obligaba a verlas con él.
Se quedó un minuto observando las notificaciones de su celular cuando percibió la figura de Mikaela a su lado. Levantó la mirada y esta adoptó un brillo más intenso. Una sonrisa se le dibujó en los labios.
—¡Mira! —le dijo Mikaela extendiendo la cobija que había prometido traer.
—¿Todavía tienes esa cosa? —preguntó Yuu, mientras el rubio se abrazaba a la tela de color azul y blanco que tenía por dibujo un caballo y un cielo estrellado.
—¡Claro que la tengo! —respondió el rubio haciéndose de un lugar en el sofá. Cubrió sus piernas y las de Yuu con la cobija-. Me la regalaste en uno de mis cumpleaños, no la iba a tirar.
El azabache tomó una de las orillas de la cobija, y recordó ese día; no pensaba que a Mikaela le fuera a gustar tanto.
—Pero parece nueva... ¿seguro que es la que te regalé? —preguntó el oji esmeralda.
Mika asintió, sonrió y se lanzó sobre Yuuichiro para obligarlo a recostarse y dejar de lado su celular, ningún aparato le robaría su atención. Estaban tan juntos que Mika terminó encima suyo, claro, sin intenciones de aplastarlo. La cobija los cubría muy bien hasta sus caderas, pues era de un tamaño pequeño.
—¡Espera! —titubeó el azabache, sin tener la fuerza necesaria para levantarse y librarse de los brazos del rubio. En ese momento supo que Mika hacía abuso de su fuerza; era un tramposo.
Yuu sintió que su corazón comenzó a acelerarse cuando la respiración de Mikaela le cubrió la nuca. Su cuerpo entero estaba siendo cubierto por el de mirada azulina y su trasero, sin que él lo quisiera, en algunas veces llegaba a rozar con su pelvis. Yuu se retorció y lanzó algunos jadeos, era un poco incomodo, pero se vino al calmar cuando una de las manos de Mika se quedó estática por sobre su vientre.
—Sí es la que tu me diste —respondió Mika, casi susurrándole al oído con un leve tinte ronco—. Sólo que no la he usado mucho desde entonces.
Un débil "Ah" salió de los labios de Yuu, quien entre cerró sus ojos y se dejó llevar por el calor que lo comenzó a adormecer. Se removió un poco, lo suficiente para acomodarse y encontrar un buen lugar en los brazos del rubio. Mikaela emitió una leve risita ante el cese de Yuu; "Le gusta", pensó y colocó su rostro con ternura entre la cabeza de Yuu y su hombro, para poder ver bien la película.
—Ah, me gusta mucho esa película —dijo, sólo para que su voz se colara al oído de Yuu y lo adormeciera.
—Ya sé —murmuró el azabache desviando la mirada—. La vamos a ver un rato, porque ya casi es hora de comer y hay que ordenar una pizza.
—¡Bieeen! —respondió Mika arrastrando la "e" y como una leve travesura, besó la oreja del azabache.
Como respuesta, Yuu brincó y su calor corporal aumentó tanto que hasta la punta de su nariz enrojeció. Chasqueó los dientes, no renegó ni nada por el estilo, más bien se esforzó por prestar total atención al filme que a la persona que estaba detrás de él perturbando su corazón y sentimientos.
Tarde o temprano se iban a llegar las tres de la tarde, aunque Mika no lo quisiera. La lluvia aumentó en intensidad y hasta algún que otro trueno retumbaba por entre las paredes para después hacer temblar las ventanas. La película terminó, pero ni eso fue suficiente para que se levantaran, al menos hasta que Yuuichiro ordenó la comida y se negó a volverse a recostar. Se mantuvo firme incluso cuando Mika le dijo que ya no iba a hacerle travesuras; las cuales, desde lejos, se notaba que le gustaban.
La pizza llegó, y Mika propuso comer en la sala. Hacía mucho tiempo que no lo hacían pues respetaban la regla de sólo comer en la mesa para no ensuciar los sofás que tanto les habían costado, sin embargo, Yuu aceptó con la condición de ver las noticias; sonaba muy justo para ambos.
El rubio volvió con un par de copas, mientras el azabache se entretuvo en cortar las rebanadas que se iba a comer.
—¿Otra vez vas a tomar? —preguntó Yuu recibiendo la copa que tenía jugo de naranja.
Mika se encogió de hombros. Levantó su copa sosteniéndola desde el cuello y se remojó los labios.
—Es vino —dijo divertido—. No me voy a poner borracho por esto y mucho menos por una copa. Además, no puedes decir nada cuando crees que beber jugo de naranja en una copa es elegante.
–¡Sabes que no soporto el alcohol! —protestó el azabache, a lo que Mika comenzó a reír; adoraba provocarlo por ese lado.
—Sí, sí, ya lo sé —respondió bebiendo otra vez, mientras ladeaba la mirada alzando sus cejas.
Yuu hizo una mueca, y le restó importancia a sus palabras mientras le asestó la primera mordida a la rebanada. De tal forma comenzaron a comer, en silenció y muy de cuando en cuando comentaban en cuanto a las noticias que se estaban presentando.
El azabache comenzó a pensar en que ya hacía mucho que no se dedicaban un día para ellos, y hacerlo el día de hoy le alegraba, pero había algo, algo que no lo dejaba en paz y es que, de alguna forma, sentía que las cosas eran muy diferentes. Vamos, que su intención era ahora una más amorosa, dejar atrás su amistad para dar un paso adelante, y estaba seguro que el rubio también se traía algo entre manos.
Además, no podía seguir evitando esa aguja que se le había encajado en la cabeza; ¿Quién carajos era el de la llamada y qué tenía que ver con Mikaela como para enfurecerlo de ese modo?
Durante todo este tiempo Yuuichiro se mantuvo callado, intentó dejar de lado esa cuestión, pero llegó a su punto limite; necesitaba saberlo antes de confesarse. Temía el peor de los escenarios.
—Ah... —dijo Yuu, pero en cuanto levantó la mirada y se limpió los labios con una servilleta, fue interrumpido por el rubio.
—Yuu-chan —dijo Mikaela dando el ultimo trago a su vino. Se limpió los labios y seguidamente mantuvo la mirada con Yuuichiro, con una expresión invadida por la total seguridad—. En cuanto a lo que escuchaste en la mañana...
El azabache asintió, ¿Quizá Mika le iba a aclarar la identidad de ese sujeto?
—Ya sabes que soy gay... —formuló el rubio, sintiendo por primera vez en mucho tiempo, sus manos temblar y su rostro enrojecerse; estaba siendo invadido por la inseguridad—. Nos hemos besado antes...Tengo miedo a que me quieras menos o te rías de mi, y no podría soportar ninguna de las dos cosas...
Yuu asintió, contagiándose por el sonrojo. Se acercó un poco más al lado del rubio, quien hizo un esfuerzo enorme por no bajar la mirada avergonzado.
—¿Qué pensarías si te dijera que... que tal vez estoy enamorado de ti?
"Enamorado" Los dos pensaron que esa palabra tenía un peso incluso mayor al de un "Te quiero". Es que ni siquiera se podían comparar, y, sin embargo, a duras penas podía llegar a describir lo que el uno sentía por el otro.
En ese instante el azabache acertó en el pensamiento de que tal vez no era momento de indagar en el pasado del rubio, sino de junto a él, vivir el presente y, de una vez por todas, poner las cartas por sobre la mesa; Sí, ambos se amaban, y sí, ya era hora de que lo dijeran de viva voz, sin importar los titubeos o el simple temor generoso.
—Quiero decir... —el rubio se aclaró la voz, dejó su copa en la mesa del centro y se llevó una de sus manos a sus cabellos exponiendo esa tierna frente que siempre cubría con sus rulos—. ¿Cómo podría tomar esos besos de antes? ¿Sólo unos besos o tal vez...
—Mika.
Se alzó la voz de Yuuichiro, por primera vez se le veía muy seguro de lo que iba a decir, además de una corta sonrisa. Dejó su copa en la mesa, después atrajo la atención del otro tomándolo por el mentón; acercó sus rostros lo suficiente como para compartir el aliento.
El color azul se había vuelto su favorito desde que Mikaela le había mostrado esa nueva faceta.
Yuu se acercó un poco más, lo suficiente para que con dulzura le robara el aliento con un beso en donde solo rozar sus labios les otorgaba una descarga de amor. Seguidamente tomó su espacio, sin soltar al rubio de su mentón.
—¿Qué te dijo ese beso? —le preguntó con delicadeza en su tono; ya era hora de ser honesto y reclamar el corazón que ya le pertenecía desde hace tiempo—. A mi me dijo al oído lo mucho que me gustas. El gran hombre que podrías ser en mi vida y lo tonto que fui al no darme cuenta durante mucho tiempo que siempre serás mi más grande amor. Hoy, tu eres el tinte más grande y hermoso que puede tener mi vida; también estoy enamorado de ti.
Todas y cada una de esas palabras, junto con sus pausas, se grabaron en el corazón del rubio. A cada segundo su corazón se levantaba en alegría, emoción e incredulidad; ¿Era real o estaba soñando?
Se quedó mudo, perdiéndose en el color esmeralda de Yuu; era tan único como la joya más cara de todo el mundo.
Esas palabras las había esperado toda su vida, y le pareció increíble que sólo las pudo evocar después de haber sido honesto.
Lo pensó nuevamente, no se lo podía creer, pero cuando cayó en cuenta de que todo era real, sus labios formaron una sonrisa bien grande, sus ojos adoptaron un brillo super tierno y sin más, se lanzó a abrazar al azabache. Ahora que podía ser transparente con lo que sentía, ya no se iba a limitar en nada.
—¡Mika! —gritó Yuu siendo acorralado entre el sofá, las risas de Mika y su ser, el cual lo abrazaba como si se tratase de un tierno cachorrito—. ¡Espera!
—¡No! —respondió el otro, riendo por la alegría que le causaba el día de mañana al lado de Yuu como pareja—. ¡Ahora puedo decir que te amo y tu me amas! ¡¿No entiendes?! ¡ya puedo besarte, puedo decirte lo guapo que te ves usando lentes o lo caliente que me pones cuando sales en boxers!
—¡Es mucha información! —alzó la voz el azabache, sonrojándose por enterarse de todo lo que pensaba el rubio detrás de sus acciones y palabras aparentemente inocentes.
La lluvia se acabó cuando el sol se ocultó y la luna se alzó para colar sus destellos por entre la ventana de la habitación de Yuuichiro. Habían apagado todas las luces cuando se dieron las doce de la noche; como pareja, Mika le pidió a Yuu dormir juntos en una cama y aunque el otro se negó con firmeza, no logró entender cómo acabaron juntos bajo las sabanas de su cama.
—Sólo te digo que yo tomo mi espacio cuando duermo —dijo Yuuichiro recostándose de lado.
Mika respondió con una risita. Se arrastró por la cama y también se recostó de lado, por detrás de Yuu, de forma que le fue posible abrazarlo por la espalda y colar sus brazos por sobre su cadera. En ese momento logró cumplir uno de sus sueños; dormir en posición de cucharita con Yuuichiro.
El azabache respondió a la acción con un resoplido, aunque la verdad es que le gustó sentirse en posesión de Mikaela.
—Sí, eso ya lo sé —fueron las palabras del rubio, las cuales cavaron hondo en Yuu.
El oji esmeralda hizo una mueca; Mika sabía casi todo, pero ¿él? No podía decir lo mismo.
—Mika —lo llamó y este respondió dándole un beso en la mejilla, quería aprovechar todo el tiempo que estaban juntos, porque una vez iniciara la semana, no se podrían ver por mucho.
—¿Sí? —preguntó Mikaela.
—Tú... sabes mucho de mí —formuló Yuu en medio de la oscuridad—. Pero, yo no puedo decir lo mismo. Ni siquiera sé dónde trabajas, sólo que eres barman y que haces ejercicio por las mañanas. Siempre que intento preguntar me evades... ¡Si es incomodo lo entiendo! Pero ahora que tenemos esta relación...
—Ah... —murmuró el rubio, alzando la mirada. Se apegó más al cuerpo de Yuu y arrastró una de sus manos hasta casi su vientre otra vez—. Ahora que estamos en esto quieres saber más.
Yuu asintió, sintiendo que estaba siendo un poco egoísta, pero sabía que era lo justo.
—Lo siento —dijo Mika, ya calmado y totalmente seguro—. Si no decía mucho era porque, básicamente, mi trabajo es ser barman de un bar gay y no sabía cómo lo ibas a tomar. A veces trabajo en la barra u otras como un host.
—¿Eres host? —preguntó Yuu con un leve tono de sorpresa. No se le hacía raro, Mika era tan atractivo que podía ser de los más solicitados.
—Sí, bueno, sólo algunas veces —dijo Mika—. Cuando alguien puede costearlo, porque Ferid y yo somos los más caros. Siendo honesto, no me gusta serlo y prefiero mil veces estar tras la barra porque así puedo responder tus mensajes.
Así que incluso trabajando Mika se arriesgaba a responder sus mensajes de buenas noches, Yuu pensó en ello y sintió un calor lindo en el corazón. Después se sintió orgulloso por el puesto que tenía Mikaela en el bar, y estaba seguro que no le mentía en nada.
—Wow... —dijo Yuu—. Con que de los más caros...
—Sí —acertó a decir el rubio—. ¿Qué otra cosa puedo decirte? Hago los mejores tragos del bar y siempre me toca escuchar las mismas historias de amor no correspondido.
Yuu emitió una leve risita, incluso ser barman no era tarea fácil.
—Dejando de lado el trabajo —dijo Mikaela—. Otras cosas que debes saber, es que me gustas mucho, me gusta la comida que haces y a veces me gustaría jugar contigo en línea. También tengo algunos video juegos que me gustan; y aunque no lo parezca, también me gusta leer. ¿Quieres que siga?
Claro que quería, pero estaba muriendo de sueño y más aún cuando compartía el calor de su cuerpo con el oji celeste. Bostezó, satisfecho por conocer más a su pareja.
—Tengo sueño... —murmuró y Mika sonrió.
—Bien, vamos a dormir —propuso cerrando sus ojos—. Pero antes ¿Te gustaría tener una cita conmigo el próximo sábado? Así puedes conocer el lugar donde trabajo.
Esa sonaba como una buena oportunidad. Yuu aceptó sin pensárselo mucho y asintió con la cabeza.
—Sí... nuestra primera cita... —murmuró colocando su mano por encima de la de Mikaela—. Estaría bien.
—Perfecto —respondió el rubio también entregándose poco a poco a los brazos del sueño; esperaba encontrarse con Yuu en él—. Yuu-chan.
—¿Uh? —preguntó el otro.
—Tu trasero es grande, aunque no lo parece —soltó Mika, como ultima travesura del día.
—Ya duérmete —gruñó Yuuichiro, antes de caer profundamente dormido con la ilusión de despertar al día siguiente siendo novio de Mikaela, su mejor amigo.
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