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Epílogo

Todo el amor que tengáis por la novela, soltadlo en esta capítulo. Esta será la última vez, así que hagamos que cuente

Canción en multimedia: Forever Young [Boy In Space]


EPÍGRAFE

"Incluso los finales más felices pueden estar

precedidos por absoluta oscuridad.

Y, a veces, hay que abrazarla para que te deje ir."

Epílogo:

7 años después

Evangeline Ilsen:

Estoy nerviosa, dando vueltas por mi habitación como un animal enjaulado mientras espero, sintiendo la necesidad de morderme las uñas en aumento, a que alguien me traiga una buena noticia. El vestido, simple, me permite moverme sin entorpecer mis pasos, cosa que ahora agradezco aunque, por la cara que ponen Charlie y Rob, ellos no hacen. Mis tacones suenan de forma contínua y ellos están esperando sentados a los pies de mi cama a que nos traigan noticias.

—No van a encontrarlo —puntúo, convencida.

—Lo harán, dales tiempo —dice Rob, aunque, pese a decirlo, él ya se ha desabrochado los primeros botones de la camisa y se ha quitado los zapatos.

Charlie, en cambio, está sentada erguida con cuidado de que su vestido de satén morado no sufra ninguna imperfección. A ella le encanta ese vestido. Como a todas mis damas de honor, les di el tejido y el color, ellas, con eso, hicieron el resto, cada una con una versión diferente y listas para acompañarme hoy al altar.

Eso si es que me caso hoy.

—Es que lo sabía, sabía que Jayden haría algo —murmuro impotente—. La ceremonia iba a empezar hace media hora y todavía...

—Eva, respira —pide Rob.

—Media hora tarde, Rob, si pasa media más alguien tendrá que avisar y terminaremos cancelándolo y... —No paro de andar ni de mover las manos mientras hablo. Casi cancelamos la boda una vez porque Jayden se preocupó por todo el estrés que organizarla me estaba provocando. El estrés es un detonante para mis peores y más oscuros recuerdos, al igual que la falta de sueño, así que, en épocas así, vuelven las pesadillas y él las ha vivido conmigo. Aunque la mayoría de las noches Jayden tiene ese sexto sentido que le hace darse cuenta ante el más mínimo indicio y despertarme pronto, acercarme a él y decir adormilado: "Estabas teniendo una pesadilla. Estoy aquí, vuelve a dormir", hubo una en la que todo fue demasiado fuerte. Desperté llorando, al borde de un ataque de ansiedad y con él arrodillado a mi lado, sintiéndose sorprendido por no haber podido despertarme antes y con el más puro pánico en su mirada. Esa noche, me dijo que no valía la pena que yo pasara por ese infierno de nuevo sólo por una tradición. Tardé dos días en hacerle cambiar de idea. No. Después de tantas semanas durmiendo mal, con pesadillas, estrés y tantos nervios que apenas podía comer, no vamos a cancelar esto, me niego. Hace años que decidí que Simmons no me arrebataría nada más, que no tendría el poder de arruinarme la vida en ningún sentido de nuevo. Con impotencia, me vuelvo hacia mis dos mejores amigos—. Estoy tan nerviosa que quiero llorar.

—No puedes, el maquillaje, ¿recuerdas? —intenta Charlie.

Eso me hace reír un poco, pero no lo suficiente como para calmarme.

—No lo van a encontrar y no habrá boda—insisto.

—Habrá boda, ya has oído a Corinne, incluso si tienen que dejaros ellos sus anillos para la ceremonia en lo que conseguís nuevos, la habrá —me recuerda Rob.

Eso ha dicho ella cuando ha venido a avisarme. Corinne estaba muerta de vergüenza cuando me lo ha contado, ella había ido a buscar a Jayden porque, como la madrina, iba a acompañarle al altar y era la hora, pero se encontró con sus dos hijos asomándose por la ventana. "Han estado haciéndose pases con la caja de los anillos y se les ha caído por la ventana, hay muchos arbustos abajo y es difícil saber dónde ha caído, pero hay muchas personas ayudándoles a buscarlo", me explicó.

Luego me dijo que, si no lo encontraban, ella y el padre de Jayden nos dejarían los suyos para la ceremonia en lo que conseguíamos otros, que no me preocupara, pero, ¿cómo no preocuparme? Lo sabía, todos sabíamos que Jayden no podía quedarse solo por mucho tiempo, Corinne ha estado pegada a él todo el tiempo y, en dos minutos que le deja bajo la vigilancia de su hermano, la lía.

—No va a haber boda —repito, angustiada por mis propios pensamientos. Es el estrés de tantas semanas el que habla por mí, pero ahora mismo podría romper a llorar aquí mismo. Esta vez, ni Rob ni Charlie se esfuerzan por sacarme de ese bucle.

Sigo dando vueltas, presionando las manos contra el cuerpo de encaje de mi vestido, la falda de crepé o contra el colgante de la cruz que Jayden me regaló las pasadas navidades. No puedo parar de moverme, mi corazón está acelerado y mis pensamientos van de mal en peor. Así siguen hasta que, diez minutos después, llaman a la puerta y uno de mis hermanos se asoma: Tim.

—Lo tienen y vamos tarde —avisa. Han encontrado la caja. Eso me hace soltar el aire con alivio. Mientras, Tim entra un poco en la habitación, todavía con una toalla en su mano con la que frota la parte baja de su pantalón de traje para borrar rastros marrones de tierra. ¿Ha estado buscando también?—. Dani, estás horrible, pero es tarde para hacer algo para arreglarlo así que vamos.

Charlie se pone en pie primero.

—Deja de llamarla así, idiota —se queja ella.

—Oh, cállate, sabes que sólo lo hago en privado —lanza Tim de vuelta.

Él, a sus dieciocho, ha empezado a plantarle cara a Charlie después de años de sumisión hacia ella porque, como me admitió una vez, ella siempre le ha parecido intimidante. Charlie se crió entre muchos primos y hermanos, claro que iba a saber tratar a Tim. Tim lanza la toalla a un lado y me mira una vez más.

—Jayden y Corinne han bajado ya, la ceremonia ha empezado así que vamos antes de que te vea algún cliente del hotel por los pasillos y grite pensando que eres el fantasma de la novia cadáver —insiste Tim. Tan dulce como siempre. ¿Cuántas veces ha mandando respuestas del estilo por el grupo de iMessages de nuestra familia cada vez que les enviaba alguna foto mía? Cientos—. Dani, muévete.

Lo hago. Voy hacia mi hermano, con Rob y Charlie siguiéndonos por los pasillos del hotel hasta la planta baja. Ahí hay bastantes personas esperando, entre ellos el resto de mis damas de honor y los amigos de Jayden que las acompañarán dentro. Al verme, Lily es la primera en acercarse, ella lleva un vestido similar al de Charlie, pero, en vez de haberlo elegido largo y con una apertura en la pierna como el de mi mejor amiga, el de Lily es más corto y de cuello halter.

—Perdón por todo esto, mis hermanos son un imposible —me dice con rapidez.

—Créeme, he tenido tiempo para darme cuenta de eso.

Dos más de mis damas de honor, Debra y Daphne, a quienes conocía en la universidad por ser parte de la misma hermandad, se acercan también. Daphne pasa una mano por mi pelo para colocar bien la peineta plateada sobre mi recogido mientras que Debra tira de la cola de mi vestido para colocarla.

—¿Estás lista? —pregunta Daphne, su melena rubia cayendo en marcados tirabuzones. Ella fue mi "hermana mayor" en la hermandad, la chica que me ayudó a adaptarme a la universidad y, sobre todo, a la vida en esa casa. Al pensar en las personas a quiénes elegiría como a mis damas de honor, su nombre fue el segundo en venir a mi cabeza, el primero fue el de Charlie. A Lily la añadí pronto también porque sabía la ilusión que le haría, ella me ha ayudado mucho con la organización, se ha ofrecido como voluntaria para acompañarme a todo.

—¿Creo?

—Lo está —responde Charlie por mí, luego busca a Rob, que estaba terminando de atarse los zapatos y le pone bien los botones de la camisa. Al terminar, palmea su mejilla con cierta fuerza—. ¿Estáis el resto?

Lo están.

Tim espera a mi lado, Rob ya está junto a Charlie y el resto de mis damas de honor pronto van situándose con los amigos a los que Jayden preseleccionó, es curioso que lo que a mí me resultó tan difícil, para él fuera tan fácil como decir los primeros cinco nombres que le vinieron a la cabeza: Samuel, su mejor amigo desde el instituto, Héctor, su primo favorito, David y Joshua, amigos de la universidad y otro chico que fue al instituto con nosotros pero con el que yo apenas he hablado en mi vida, Jordan.

Le ofreció uno de los puestos a Arthur al enterarse de que, en ausencia de mi padre, no sería mi tío o el padre de Jayden, sino mi hermano Tim quien me llevaría al altar. Cuando se lo conté, él quiso darle algo de protagonismo también a Arthur para que no se sintiera excluido, pero Arthur lo rechazó.

Charlie y Rob son los primeros de la fila y, Daphne, la última junto al primo de Jayden, me pone bien la cola del vestido y el velo que cae desde la peineta de nuevo para asegurarse antes de que llegue su turno. Ella pasa el pulgar por la comisura de mis labios para borrar una pequeña marca que ha debido ver y acomoda los finos mechones de pelo que he dejado fuera del recogido.

Hector le hace una seña para avisarla y, tras levantar ambos pulgares hacia mí sacándome una sonrisa, ella se va también. Tim levanta su brazo hacia mí.

—Tu turno, hermanita —avisa.

Tomo el brazo de mi hermano, pero, al ver que la última pareja que me va a preceder ha entrado, no consigo moverme. Entro en pánico, me quedo en blanco y mantengo a mi hermano a inmóvil a mi lado mirando esa puerta con horror. A los lados, dos hombres que trabajan para el hotel, esperan para cerrar las puertas detrás de mí, sólo que yo no puedo poner en mi cabeza la idea de entrar.

—¿Estás bien? —me pregunta Tim.

—No lo sé.

—Da... Hermanita —se corrige, usando ese apodo porque odia llamarme Evangeline, así que usa "hermanita" porque sabe que no me gusta que me trate como a su hermana pequeña por mucho que haya crecido él—, si necesitas un momento o si cambias de idea, te apoyo, ¿vale? Tú dilo y yo me encargo, no te preocupes por eso.

No es eso, al entenderlo bajo la mirada. Espero unos segundos para contener las lágrimas y luego miro a mi hermano.

—Es sólo que me gustaría demasiado que papá estuviera aquí —admito.

Tim lo entiende y, en vez de presionar, me suelta el brazo para poder darme un abrazo en condiciones. Mi hermano pequeño, ese a quien tantas veces he tenido que calmar, es la segunda vez que me calma a mí. La primera fue cuando me encontró en casa ese fin de semana que había ido a preparar las invitaciones. Fue la tarde en la que les conté que el padre de Jayden se había ofrecido a acompañarme y que estaba pensando en aceptar. Luego volví a mi antigua habitación, saqué todas las fotos de papá y lloré, lloré muchísimo. Tim me encontró así, descalza y hecha un mar de lágrimas entre fotos familiares. Sin decir nada, lo entendió, cerró la puerta, se sentó a mi lado y me calmó como yo había hecho en el pasado con él en nuestros peores días. Se ofreció a ser él el padrino y fue lo único que se sintió correcto. A veces, entre todos los comentarios que me lanza, su bondad sale a la luz.

—De alguna forma, lo está, lo sabes —me dice.

Eso no es suficiente, no si no puedo abrazarle, no si no puede acompañarme. Me prometí, poco después de que él muriera, que dejaría de odiar al mundo por habérmelo arrebatado y que empezaría a dar las gracias por el tiempo que tuve con él, por el poder haber pasado un último día con papá el día de mi graduación. Yo llevaba meses fuera de casa y, dos días antes de que sufriera la aneurisma cerebral, estuve con él. Vino a mi graduación, me vio terminar la universidad, me abrazó, me dijo que estaba orgulloso de mí, nos sacamos fotos juntos, hablamos del futuro que yo tenía en mente y, esa madrugada, terminamos comiendo helado de pistacho en la cocina mientras reíamos como un recuerdo de mi niñez. Tuve ese último día con él, casi como un regalo para nosotros. Aun así, me cuesta dar las gracias por el tiempo juntos cuando sé que hoy no será él quien me acompañe al altar. Han pasado dos años y, hoy, su pérdida duele más que nunca.

Tim se aparta, mirándome con cierta dulzura que le gusta ocultar.

—No sé si te lo dijo alguna vez, pero él daba por hecho que Jayden y tú terminaríais casándoos. Por si sirve de algo, papá le aprobaba por completo —dice.

—Lo sé.

Sonrío entre ganas de llorar. Papá nunca me lo dijo a mí, pero sé que se llevaba bien con Jayden, con el carisma de Jayden es difícil no hacerlo, pero, aun así, sé que, mientras yo estaba en la universidad, Jayden pasaba de vez en cuando por mi casa, que iba a comer con mi familia -sin mí- o que quedaba con mi padre para ir a jugar al golf una vez cada par de meses. Para papá, Jayden ha sido durante años su yerno, no hacía falta una boda para que le considerara como tal. Y, por si me cabía alguna duda, Jayden terminó ayer con ellas.

Él no lo sabe, pero le vi cuando fui a llevarle flores a mi padre antes de venir al hotel. Fui al cementerio con dudas, preguntas y nervios y, al llegar, vi a Jayden agachado junto al panteón de mi familia, con una mano sobre la piedra y en silencio. Escondida para que no me viera, sólo alcancé a oír lo último que Jayden dijo, pero eso me llegó.

"No se preocupe, cuidaré de ella", prometió.

A un día de nuestra boda, y sin avisar a nadie, Jayden fue a dar sus respetos a mi padre y a prometerle que yo quedaría en buenas manos, lo hizo incluso si ya no está con nosotros, pese a que no vaya a escucharle. Fue algo que no quería demostrar a nadie más que a él y esa pureza en el gesto fue lo que vi como la señal más grande que podría recibir. En cierto modo, sentí que, estando allí, mi padre era quien estaba señalándome y diciendo que era una buena elección. Jayden fue y siempre será un ángel para mí. Da igual que nos molestemos todo el tiempo, que me dé dolor de cabeza a diario o que llegase a tirarme de un barco en plena noche a riesgo de ahogarme. Da igual porque, al final del día, es él quien me despierta y calma si estoy teniendo un mal sueño, es él quien cuida de su relación con mi familia porque le parece importante, es él a quien sé que puedo contarle todo y quien me hace reír cada vez que lloro. Es él quien no va a enfadarse si terminan los bomberos en casa porque le he arruinado la cena de nuestro aniversario de diciembre, ese que él celebra y que yo arruino porque quiero que ceda y acepte que nuestro aniversario real es en mayo. Es mi mejor amigo, mi mayor confidente y mi gran amor.

—Papá estaría llorando de felicidad si te viera así, y eso que él nunca lloraba —me dice Tim. Presiona una mano contra mi mejilla y, al ver que sonrío, sonríe también—. Eso es, si sonríes se nota menos el desastre que han hecho en tu cara y pareces casi humana de nuevo.

Eso me hace sonreír todavía más.

Tim vuelve a darme el brazo y, esta vez, entro con él.

Las puertas se cierran detrás de nosotros, las miradas de todos los invitados a los que hemos tenido tanto tiempo esperando me envuelve y mi atención se dirige a un único punto, a una única persona. De pie al final del pasillo y junto a los amigos a los que seleccionó, Jayden espera paciente.

No sé si soy la única que lo nota, pero, perdido en sus pensamientos, a Jayden se le debe de haber olvidado que lo único que se supone que tiene que hacer ahora es esperar porque baja uno de los tres escalones que le separan del pasillo. Antes de poder acercarse, el amigo que tiene más cerca, Sam, tira de él disimuladamente y le devuelve a su lugar.

Aun así Jayden vuelve a olvidarse en cuanto subo el primer escalón porque hace un amago de bajar a mi encuentro de nuevo y Sam tira de él de forma menos disimulada esa vez. Le dice algo por lo bajo que no alcanzo a escuchar.

Casi rompo a reír al ver eso, aunque más que por gracia es por todos los nervios que siento, sobre todo cuando mi hermano me deja ahí, cuando no puedo apartar los ojos de Jayden y esos nervios crecen y estallan.

Él sigue algo perdido, lo sé por su forma de mirar, porque no mantiene ese aire de siempre. Jayden siempre mira a las personas como si él tuviera una respuesta para todo, como si supiera todo lo que pudiera pasar y tuviera sus ideas tan claras que no hubiera sitio para las dudas en él. Es maduro, para algunas cosas, algo que está marcado incluso en sus momentos menos brillantes, hoy eso está completamente perdido. Vuelve esa inocencia que me mostró por última vez cuando me sacaron del mar en medio de esa agitada noche después de que él me tirara por "accidente" del barco, esa forma de mirar tan rápida, detallada y cargada de la inocencia de un niño. Es como si estuviera intentando unir todas las piezas y no pudiera hacerlo.

Durante toda la ceremonia, esa confusión, esa forma de mirarme como si ahí estuviera la única respuesta que busca, prevalece, lo hace tanto que se pierde diciendo los votos al menos dos veces y hace un amago de hablar en mi turno, no termina de enterarse de las cosas, pero parece feliz con eso y, cuando la ceremonia termina, deja claras palabras contra mis labios.

—Ya no vale echarse atrás —dice.

Aunque me hace reír, él no parece decirlo con humor. Me besa, pasa un brazo por mi cintura y pronto todo parece transformarse en un borrón. Dicen que las bodas son rápidas, yo no lo había sentido como tal, esta ha sido la mañana más larga de mi vida, pero, en cuanto termina la ceremonia, ese dicho se vuelve real porque, para cuando quiero darme cuenta, estamos en la zona del restaurante privado que han preparado en el hotel para nosotros, estoy envuelta en palabras dulces de conocidos, abrazos de familiares y presentaciones de familiares de Jayden a los que conozco por primera vez hoy. Apenas puedo quedarme a su lado porque soy arrastrada por amigos, conocidos y familiares de un lado a otro. Pongo sonrisas sobre mis labios, palabras suaves y abrazos entre ellos y yo. Dejo que me paren hasta que Debra y Charlie me ayudan a poder llegar a mi mesa.

Incluso la forma en la que van poniendo los platos se me hace apresurada, no, apresurada no, pero el tiempo está demasiado acelerado. Así se siente al menos. A mi lado, Jayden no para de quitar de mi plato todo lo que le gusta y él se ha terminado. Se queda con mis raviolis de trufa y con un buen trozo del solomillo de cerdo de mi plato, además, me roba la copa, quitándome de la mano cada vez que intento probar y alejándola de mí. Antes del postre, Jayden y yo escuchamos a Sam y Charlie hablar, felicitarnos y contar alguna que otra anécdota mientras que, de forma relajada, Jayden mantiene un brazo sobre mi silla. Cada vez que le miro, me devuelve una sonrisa.

Ni siquiera puedo decirle lo que me pasa por la cabeza porque somos lanzados de una cosa a otra de forma contínua. La tarta, la sala contigua con globos, luces azuladas, flores y música. El primer baile con Jayden, ese que termina en un pestañeo antes de que le sustituye el padrino, mi hermano Tim. Luego sigue apareciendo rostro tras rostro ante mí con cada cambio de canción. Pasa Arthur, el señor Bremen, dos de mis tíos, los amigos de Jayden, Sam y Jordan, llega a bailar conmigo mi abuelo, que tan difícil fue que viniera, y algunos de mis primos. Eso sin contar a Rob que, cada par de cambios, aparece de vuelta haciéndome reír por su insistencia.

El problema es que, al final, todo se hace demasiado pesado. No soy capaz de cortar ninguna conversación ni negarme a algún baile, veo esas miradas e ilusión y cumplo con esas obligaciones que siento que tengo. Bailo hasta que mis pies duelen, sonrío y hablo con todo el mundo y termino agobiada a más no poder cuando, a cada paso que doy, alguien me para. Todo el tiempo. Al final los nervios previos pasan a cierto sentimiento de ansiedad y, en un descuido, aprovecho para alejarme hacia una de las mesas con aperitivos que hay junto a una de las paredes, me quedo cerca hasta que noto que no me están mirando y, todo lo rápido que puedo, tiro del mantel para meterme bajo la mesa. Concentrada en hacerlo rápido, me impulso debajo, encojo las piernas y tiro de la tela del vestido debajo de la mesa antes de poner bien el mantel.

Ya está.

Tranquilidad al fin.

Tomo aire, me relajo un poco y, al levantar la mirada y ver cuánto espacio tengo, me doy cuenta de que no estoy sola. Jayden está también aquí, apoyado contra la pared y con un plato de pastelitos de chocolate y una botella de vino a su lado.

Nos miramos en silencio, como si acabaran de pillarnos haciendo algo malo y, al mismo tiempo, tuviéramos demasiadas dudas por haber encontrado así al otro. Finalmente sonrío, con demasiadas ganas de reír pero sin querer arriesgarme a hacer demasiado ruido.

—No puedo creerlo, ¿cuánto llevas escondido? —pregunto.

Jayden se relaja un poco, alcanza uno de los trozos de pastelitos a medio comer y le da otro mordisco. Se encoge de hombros.

—¿Qué sé yo? ¿Media hora? Estaba harto de todo el mundo y, por lo que veo, también tú —dice con una sonrisa ladeada formándose sobre sus labios—. Parece que no soy el único que ha venido a esconderse.

—¿Esconderme? Estoy a dos conversaciones de dar la alarma de incendios para que la gente salga y se vaya —admito.

Jayden ríe.

—¿Tanto odias a tus invitados? —pregunta.

—No les odio, pero no me dejan respirar, sobre todo los que se han dado cuenta de lo que has estado haciendo durante toda la comida.

—¿Y qué he estado haciendo?

—No dejabas de quitarme la copa, incluso al brindar.

—¿Y?

Agarra la botella abierta de vino, la lleva a sus labios y bebe.

—¿Y? —repito—. Al menos siete personas diferentes me han felicitado por el embarazo pensando que por eso no bebía alcohol y me han dicho que no se lo dirían a nadie. —Antes de que rompa a reír, le golpeo en el brazo—. Me das dolor de cabeza incluso en el día de nuestra boda.

Lo ha hecho, me ha quitado tantas veces la copa que las personas han terminado fijándose, lo peor es que yo no lo he entendido hasta que me han felicitado por segunda vez. Juro que la primera literalmente miré hacia abajo pensando, ¿he engordado? Durante más de media hora, no dejaba de pensar en eso y luego, la segunda persona, me dijo lo de no poder beber alcohol, ahí entendí por fin cuáles habían sido las intenciones de Jayden y que no sólo me estaba intentando molestar no dejándome beber. Ahora me ofrece la botella para hacer las paces.

—Sólo te ayudaba a no tener resaca —miente, con el brillo divertido en su mirada demasiado notorio como para poder engañarme. Hago un gesto para que aparte la botella, no pienso acercar eso a mi vestido—. Por cierto, no he tenido tiempo para decírtelo, pero estás preciosa, Nielle.

Antes de que salga una respuesta automática de mis labios, recuerdo todo.

Termino por aceptar la botella, total, ya me he casado, ¿qué más da si se mancha el vestido ahora? Al menos eso me digo para poder darle un par de tragos sin remordimiento. Al terminar, se la paso.

—He oído que habías tirado los anillos por la ventana, ¿tan pocas ganas tenías de que nos casásemos?

—Fue Asher —justifica antes de ladera un poco la cabeza con cansancio—, por accidente, pero fue él. Sólo para que conste. —Le da un largo trago él a la botella—. Tú has llegado tarde, empezaba a pensar que ibas a dejarme tirado.

—Lo he notado, tenías tantas ganas de que nos casáramos que casi me besas nada más me has visto, ¿o lo has olvidado? —Eso sí se me ha hecho cómico porque, sin darse cuenta, se ha acercado y, al reconocer sus gestos, he mirado hacia el cura esperando que se diera cuenta él también.

—¿Y me culpas? —pregunta antes de beber una vez más. Ahí ríe un poco ante algún recuerdo, negando—. No exageraba en los votos, Nielle. —En esos votos que personalizamos y que tan poco pude entender porque los nervios me tenían demasiado bien agarrada—. Lo primero que he hecho al hacer de este mi refugio anti-invitados ha sido preguntarme si realmente estábamos aquí. Parece surrealista a veces pensar que estamos juntos.

—No estoy segura de si lo dices con buena intención o como pulla.

Jayden ríe y, vuelvo a repetirlo, me encanta su risa.

—¿Decir que me parece surrealista haber podido casarme con el amor de mi vida? Si eso es una pulla, entonces he perdido demasiada práctica —dice.

—Has debido perderla porque, que yo sepa, a los "amores de tu vida" no se les tira por la borda en medio del mar y en plena noche —lanzo, orgullosa de cada pulla que va en su dirección. Estoy cansada, agobiada y la música me sigue pareciendo estar demasiado alta, pero esto, lanzar pullas a Jayden, es lo único que consigue ir calmándome.

—Eso —Me señala con la botella y cierta incomodidad— fue un accidente.

—Sentarme en la barandilla fue un accidente, claro, yo siento en las barandillas por accidente a todo el mundo —me burlo.

—Te estaba sujetando, no ibas a caerte. Bueno, de no haber habido olas no te hubieras caído. ¿Cómo iba a saber que una iba a golpear la cubierta con fuerza teniéndote ahí? No se supone que pase eso en los cruceros.

—Jayden, bromeo, lo sabes, ¿no? —pregunto al notar la fuerza de sus palabras.

Él relaja un poco el agarre sobre la botella, la deja a un lado y pasa una mano por su nuca.

—Claro —se fuerza a decir—, perdón, ha sido un día largo.

—Tranquilo, me siento igual. —Me apoyo también contra la pared, incómoda por el poco espacio que tenemos y le miro de nuevo—. ¿Sabes? Ahora podemos dejar de discutir por cuándo es nuestro aniversario. Podemos usar este día.

—Ya, no va a pasar. No hasta que cedas y admitas que es el treinta de diciembre —me presiona con cierta burla.

—Es en mayo —corrijo.

Durante años, él lo ha celebrado el día que nos declaramos por esa llamada, yo, que odio que esté tan cerca del día en el que creí perderle para siempre, tomé como día el que él vino a visitarme, cuando ambos habíamos sanados y decidimos empezar una relación. Ninguno ha sido capaz de ceder con eso y ahora sólo dejamos que el otro lo celebre e intentamos arruinarle el día como respuesta. Hace tres años, Jayden arruinó la cena en ese crucero amenazándome con tirarme del barco si yo no cedía la fecha, recuerdo que él tenía las manos en la barandilla a ambos lados de mi cuerpo y que yo no dejaba de reír, claro que luego el barco se movió bruscamente, el impulso hizo que me fuera hacia atrás y que Jayden se diera con la barandilla sin tiempo de reaccionar y, bueno, me dejó entre las agitadas, heladas y oscuras aguas durante largos minutos. Si el estrés me trae de vuelta los malos recuerdos, si son un detonante, ese incidente fue uno todavía peor porque, aunque apenas fui capaz de decirlo cuando me sacaron del agua y me llenaron de mantas, hubo un momento, unos minutos, donde no era capaz ni de ver las luces del barco. Durante unos minutos, estaba segura de que no serían capaces de encontrarme, que estaban muy lejos, que la noche era demasiado oscura y el mar estaba demasiado agitado. Pensé, por primera vez en años, que iba a morir ahí y eso trajo demasiado de vuelta. Pasé dos meses de nuevo en mi casa, buscando refugio y paz en los brazos de mis padres y confort en la amistad que terminé forjando con mis hermanos. Tuve que sanar una segunda vez.

Aun así, han pasado más cosas, está la vez en la que vinieron los bomberos porque yo arruiné la cena que Jayden estuvo cocinando todo el día cambiando la temperatura del horno y el temporizador. Al abrirlo, ese humo envolvió nuestro salón e hizo saltar las alarmas. También esa cena en un restaurante de lujo que yo pagué y a la que Jayden vino literalmente en pijama para hacerme sentir avergonzada.

Llegados a este punto, es una tradición más.

—Bueno, ahora tenemos dos aniversarios que arruinar y este en el que coincidimos los dos, ¿suena bien? —pregunta ofreciéndome una mano para cerrar el "trato".

La tomo, cierro los dedos sobre los suyos y Jayden acaricia el dorso de mi mano con el pulgar.

—¿Sabes? Ahora que has decidido que sí querías adoptar legalmente mi apellido, podrías volver a tu nombre. No quiero decir que "Evangeline" no sea bonito, pero me da pena que hayas tenido que cambiarlo, entiendo por qué lo hiciste, pero no habrá resultados de búsqueda para ninguna "Danielle Bremen" —propone.

—Han pasado siete años, Jayden, todos mis amigos y familia me llaman así, no puedo volver atrás. Además, tú nunca has dejado de llamarme "Nielle", no te afecta.

—No lo digo por mí. No me gusta que tengas que sentir rechazo hacia parte de tu vida, sabes lo que opino del tema.

Lo sé, me lo ha repetido muchas veces. Esa es la razón por la que no quiso dejar el apodo de lado. "Puedo inventarme algo, diré que sólo es un mote por algún programa que veíamos de pequeños", justificó al decir que seguiría llamándome igual, él fue muy obcecado por eso, demasiado, igual que Tim, supongo. Es curioso, porque son las dos personas que pasaron por eso conmigo las que se aferran a ello. Tim nunca ha dado una explicación, Jayden sí, Jayden sabe lo que sentí hacia mí misma, lo que todo lo que pasé me rompió y me lo dijo una noche: "Te llamo Nielle porque no quiero que olvides que no tienes que esconder a la persona que fue Danielle, no conmigo y no con nadie", dijo.

Él ha intentado durante años y con eso intentar que yo, de alguna forma, abrace mi pasado. Él es quien me ha enseñado que no se trata de pasar página, sino de vivir con ello. No puedo olvidar a la persona que fui, odiarla y culparla de todo lo que pasó convirtiéndome en una persona diferente. Jayden me lo recuerda todos los días. Él quiere a la persona que fui y eso hace que yo también haya terminado haciéndolo.

—No siento rechazo, Jayden, pero sigue sin gustarme que otros pregunten.

Jayden lleva una mano a mi mejilla con una suave caricia.

—Quédate por esta sala hasta el final, tengo un último regalo para ti hoy —me dice.

—¿Ah, sí? ¿Qué es?

—Es una sorpresa.

—No, no voy a pasar por eso de nuevo. Ya sabes lo que pasó la última vez que dijiste eso.

Jayden ríe al notar mi rechazo, lo recuerda. ¡El descarado lo recuerda! Nadie más lo sabe, sólo él y yo, me daba demasiada vergüenza contárselo a más gente, es por eso que inventamos una historia falsa sobre cómo nos prometimos. Charlie no me dejaría en paz con el tema de por vida de saberlo, y con razón. Enrojezco de nuevo, Jayden ríe con más fuerza.

—Cállate, fue vergonzoso —murmuro.

Acaricia mi mejilla con el pulgar, niega y se acerca más para poder dejar un beso contra la comisura de mis labios.

—¿Para ti o para mí? —pregunta divertido.

—No me lo recuerdes, no sé cómo no me mataste después de eso.

—Porque me dejaste sin palabras. —Presiona los labios contra los míos antes de sonreír, ha pasado casi un año y sigo sintiendo la misma vergüenza que el día en el que me enteré de que él me había propuesto matrimonio y yo no entendí el mensaje. No fue del todo im culpa, él me preparó la cena y, antes del postre, algo nervioso, me dijo que tenía un regalo para mí.

Un regalo. ¿Qué quería que yo pensase?

Le pregunté qué era, él me dijo que era una sorpresa y, lentamente, dejó una cajita roja con grabados color sobre la mesa. Recuerdo que, como una tonta, lo primero que hice fue reconocer el la marca, Cartier, y mirarle algo incómoda. Le dije que no quería que se gastase tanto dinero en mí y él tuvo que insistió para que yo mirara lo que había dentro. Así que lo hice, pero tenía en la cabeza que era un regalo y, no sé, no lo uní. Vi un anillo y no lo uní.

"No puedo, es demasiado caro", le dije.

No sé lo que tuvo que pensar en ese momento, él frunció el ceño, hizo dos amagos de hablar y, al final, pregunto.

"Pero, eso aparte, ¿lo aceptas?", preguntó.

"Es demasiado caro", insistí.

"Nielle, olvídate de eso, sólo dime, ¿sí o no?"

Miré el anillo, noté su frustración y, quizás por no hacerle sentir mal diciéndole que no lo quería porque estaba segura de que el precio era excesivo para un regalo, lo acepté. Lo saqué de la caja, me lo probé y, sorprendida al ver que era mi talla, dije:

"Sí, es bonito —Levanté la mirada y, antes de que Jayden pudiera decir algo, añadí—: Gracias por el regalo, no tenías por qué".

No me corrigió. Se dio cuenta y la sorpresa le calló. Durante tres días, Jayden estaba incómodo a mi alrededor, dándome raras miradas que yo ignoraba hasta que, al tercer día y en el trabajo, una de mis compañeras vio el anillo, me felicitó y me dijo que era un anillo de compromiso precioso. En el momento en el que oí esas palabras me quedé sin habla. Anillo de compromiso, ese era un anillo de compromiso.

Qué mal lo pasé después de eso, preguntarle a Jayden si realmente me lo había dado con esa intención fue lo más incómodo que había hecho en mi vida.

—Creo que mi error ese día fue recordar que decirte algo en público era obligarte a decir que sí y olvidarme de que eres demasiado inocente para ese tipo de indirectas —dice. Me besa una vez más, llevándose la vergüenza con eso—. Pero te quiero igualmente.

Río contra sus labios.

Ambos nos apartamos al oír el movimiento de mantel y veo a Charlie asomarse.

—No sabéis el tiempo que llevo buscándoos, vamos, fuera los dos —dice.

Jayden tiene cuidado de no tirar nada de lo que ha traído antes y es el primero en salir, luego me ayuda a mí. Charlie pone bien el mantel, mirándonos exasperada a ambos. Ahí es cuando me doy cuenta de que muchos de los invitados ya se han ido, otros han pasado de estar bailando a descansar en las sillas hablando tranquilamente. ¿Cuánto tiempo hemos estado bajo la mesa?

Charlie toma mi mano.

—Tim está vomitando en el baño porque ha bebido demasiado, ayúdame con él —me dice.

—¿Os acompaño? —pregunta Jayden.

Miro hacia los invitados que quedan y niego hacia él.

—¿Podrías ir dándoles las gracias a las personas que quedan por haber venido? De mi parte también, por favor, voy a ver cómo está mi hermano.

—Claro.

Él se queda aquí y Charlie tiene que parar las tres veces que alguna persona viene a despedirse de mí. Luego, encuentro lo que ella ha advertido: a mi hermano Tim sentado junto a un inodoro en los baños del primer piso del hotel, adormilado ahí. Estoy un rato con él esperando que se despeje, paso papel húmedo por su rostro y terminan ayudándome para llevarle a la habitación que reservamos para Arthur y para él.

Después de eso, cada vez que me encuentro con un invitado les veo con abrigos puestos, me despido de muchas personas en mi camino a la primera planta. Se ha terminado. No puedo creer que todo haya sido tan rápido. Incluso si estaba cansada, me gustaría volver atrás y vivirlo de nuevo. ¿Por qué tiene que acabar tan pronto? La ceremonia, las fotos antes de empezar a comer, los discursos, los bailes... ¿Y el tiempo? ¿Adónde se ha ido?

Al volver a la sala principal que el hotel ha dejado para nosotros, me encuentro con menos personas todavía. Mientras yo cuidaba de Tim, casi todos han desaparecido y apenas quedan diez o doce invitados por la zona, incluyendo a los padres de Jayden, sus hermanos y a mi madre, que tienen habitaciones en este hotel como Rob y mis damas de honor. Ellos son los que quedan, ellos y unos tíos y primos de Jayden. Oh, y esa prima de mamá con la que no se lleva nada bien.

Jayden está sentado junto a su hermana, ella tiene las piernas estiradas sobre las de él y la espalda contra Asher, cómoda entre sus hermanos mientras habla con Jayden. Al volver, empiezo a preguntarme si realmente me queda algo que hacer aquí. Charlie tira de mí hacia una de las sillas que Rob está dejando cerca de esa pantalla donde, durante la tarde, han ido poniendo en bucle fotos de Jayden y mías, de nuestra vida juntos. Charlie me hace sentarme y deja que sea mamá la que se siente a mi lado.

—¿Qué es esto? —le pregunto.

Antes de que ella pueda responder, Jayden se sienta a mi derecha y veo, sobre mi hombro, que las pocas personas que quedamos aquí, van sentándose también con miradas suaves. Lily, Arthur, los padres de Jayden, Debra, Daphne y Brianna. Los amigos de jayden que quedan, bueno, Jordan y su primo Héctor, siguen al fondo de la sala, junto a los pocos familiares que siguen aquí.

Miro a Jayden.

—¿Esto es la sorpresa? Porque te juro que si...

—Cariño —llama mamá—, tranquila.

No entiendo nada. La pantalla que hace tanto han apagado ahora vuelve a encenderse y los altavoces dejan olvidada la música para hacer algo de ruido bajo antes de convertirlo en voces. Jayden apoya una mano sobre mi pierna.

La imagen se vuelve más clara y me cuesta reconocerme en el vídeo porque nunca antes lo había visto. Es de cuando vivíamos en nuestra primera casa, lo sé porque reconozco el parque para perros al que papá me llevaba cada vez que podía, ese donde, al no poder tener un perro porque mis padres no querían, yo convivía con los perros de los vecinos. Me encantaba. En el vídeo yo quizás tendría seis años y estoy levantando un frisbee que un galgo casi tan grande como yo está intentando saltar para alcanzar. Detrás de la cámara, mamá me dice que tenga cuidado y veo a papá entrar en la escena y levantarme del suelo para poner algo de distancia entre ese perro y yo. Desde esa altura, lanzo el frisbee y cinco perros van a por él.

"Buen tiro", dice papá.

En el siguiente, estamos papá y yo en la cocina, comiendo de un bote enorme de helado que era fácilmente era tan grande como mi cabeza mientras reíamos. Mamá, detrás de la cámara, estaba criticando el habernos encontrado a las dos de la mañana en la cocina. Por mis terrores nocturnos. Papá solía hacer eso por mí cuando tenía terrores nocturnos.

Mamá aprieta mi mano y yo no contengo por más tiempo las lágrimas.

Apenas tengo fotos con él en mi móvil, menos todavía vídeos. Tengo fotos de ocasiones especiales y guardo cual tesoro el mensaje que él grabó en el contestador además de todos los audios que llegó a mandarme. No quiero olvidarle, no quiero olvidar su voz ni su risa, pero muchas veces empezaba a sentir que lo estaba haciendo. En los vídeos que van pasando, le oigo reír de nuevo, veo su sonrisa cariñosa y cómo no le molestaba cuando, mientras trabajaba en sus libros, yo me colgaba de sus hombros para intentar leer algo de lo que escribía. Son pocos los vídeos que hay, pero me hacen llorar y, al mismo tiempo, me llenan de vida. Sobre todo cuando escucho el "Te quiero, pequeña" que hay en uno de ellos, eso sí que duele, eso es lo que él siempre me decía y que nunca soñé con volver a escuchar.

Al terminar soy un mar de lágrimas mientras mamá me abraza. Ella llora también y sé que Daphne va a hacerlo porque ella llora mucho con este tipo de cosas. Incluso si el vídeo para, necesito minutos para recomponerme, minutos en los que mis amigas más cercanas, mi madre, mi hermano y los padres de Jayden, que pronto me trataron como a otra hija, me abrazan y me felicitan una última vez. Jayden es el último y, tras apartar mis lágrimas con sus dedos, me envuelve entre sus brazos. Como tantas veces, deja un beso contra mi frente, un gesto tan lleno de promesas que siempre me ha hecho sentir bien, protegida y feliz.

—Sé que te gustaría que él hubiera estado aquí y quería traerlo para ti de alguna forma —me dice.

Esta era su sorpresa. Su regalo.

Apoya las manos contra mis mejillas al apartarse un poco y encuentro tanto amor en su mirada que me llena por completo. Primero fue el colgante, con esa cruz de pequeños diamantes incrustados porque sabe que es un símbolo que uno con mi padre, él quería que yo pudiera tener algo conmigo que mantuviera a mi padre conmigo y me hizo ese regalo. Ahora, el vídeo. El vídeo para el que sé que mi madre le ha ayudado, pero que le agradezco a él igualmente porque, el día en el que más dolor he sentido por no tener a mi padre, Jayden le ha traído para mí y, entre las últimas palabras que he escuchado, ha estado ese "Te quiero, pequeña" que tantos recuerdos despierta en mí.

Ahora, ese sentimiento, sigue tirando hacia Jayden más que al principio. Una vez tuve miedo de que lo nuestro sólo hubiera sido algo del momento, que tanta adrenalina nos contaminara y que eso terminase en cuanto las cosas se asentaran. En lugar de eso, mi amor por él ha ido creciendo cada día, con cada gesto, con cada broma, burla y caricia. Él tiene las puertas de mi corazón abiertas. Me ha hecho crecer como persona y, tratando siempre de devolverle todo lo que me da, espero haber podido hacer lo mismo por él.

Entre lágrimas, le sonrío una vez más porque eso es lo que espera, porque me mira esperando una reacción, esperando ver una sonrisa en busca de entender lo que pasa por mi cabeza. Se lo doy.

Con demasiados pensamientos juntos, sólo hay una última cosa que puedo decirle, una que jamás creí porque, hasta hoy, haber empezado ese juego con él en el instituto sólo provocó dolor para ambos. Por ese juego nuestro profesor dio mi nombre, por ese juego, Simmons me encontró, por eso Jayden cayó también. Por ese tira y afloja nuestro nos tuvieron amenazados y nos rompieron de todas las formas posibles, siempre lo vi así, pero cuanto más acepto nuestro pasado, más veo que ese juego fue lo que me llevó a Jayden, lo que nos hizo crecer, cambiar y conocernos de la forma más profunda porque nos vimos con toda esa presión y miedo que nos impidió fingir.

Salir de las garras de Simmons me pareció un trágico final, uno cargado de agonía, pero, hoy, esos días se vuelven más transparentes y empiezo a apreciar la belleza que dejaron debajo. Yo era de las personas que pensaban que había que encerrar a tus demonios para ser feliz, pero, con Jayden, he aprendido a que, a veces, hay que dejar que se conviertan en una parte de ti y tomar su fuerza para que te dejen ir. Entiendo tanto de sólo mirarle que le beso de nuevo, sorprendida. Con él no dejo de aprender, no dejo de esforzarme en ser mejor, con él soy mi mejor versión, y lo soy porque me ha enseñado a abrazar a mis demonios en vez de esconderlos tras muros.

Después de casi ocho años desde que todo empezó, doy gracias por primera vez por el día en el que empezó nuestro tira y afloja porque, ese día, esa decisión, es la que nos condujo a esto. Así que dejo de verlo como un error, y empiezo a verlo como una primera ficha de ese dominó que, al fin, nos ha dado un final bastante feliz.

—Gracias —digo contra sus labios—, por todo.

—Lo que sea por verte feliz, Nielle.

Esa es la diferencia con él, eso es por lo que nuestra relación nunca ha tenido altibajos fuertes, porque no somos egoístas entre nosotros. Yo quiero su felicidad y él la mía, nos cuidamos. Me ha enseñado a amar y no puedo tener bastante de eso.

Quizás nuestra historia sea algo gris, pero es nuestra. Son nuestros malos momentos, nuestros días malos, nuestro dolor, y, aprender a ser feliz con ello, nos ha hecho quienes somos.

Son esos días grises los que han hecho que el día de hoy brille más que nunca.

Sobre el capítulo (dejo un comentario personal debajo):

1. SE HAN CASADO AHHHH

1.1. SE HAN CASADO (LO REPITO PORQUE LOL LA EMOCIÓN)

1.2. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

¿Por dónde empezar sobre esa boda? Porque... temas hay jajajaj

EMPECEMOS POR JAYDEN Y LOS ANILLOS: ¿ALGÚN DÍA VA A DEJAR DE ASUSTARNOS? POR FAVOR Y GRACIAS, JAYDEN.

#R.I.P el corazón de Evangeline por tantos ataques de nervios que él le ha dado.

#like por Jayden convenciendo a la gente de que ella está embarazada lol

#Like por Tim y haber terminado por los suelos de todo lo que ha bebido.

# Like por LAS DAMAS DE HONOR DE DANIELLE QUE ERAN UN CIELO.

#Like por Tim siendo un buen hermano y llevando a su hermana al altar:')

       ##Y por Tim burlándose de ella porque hermanos siempre XD

#HURRA POR LOS NOVIOS

#Like por Jayden tirando por la borda a Danielle por su aniversario JAJAJA ESTA Y OTRAS FORMAS DE RECORDAR FECHAS ESPECIALES

(Jayden viendo que Danielle caía porque estaba en el borde del barco):

Traducción: Vamos a necesitar un barco más grande

#Like por los novios escondiéndose bajo la mesa porque se han hartado de todo el mundo (Soy fan de ellos, en serio JAJAJAJAAJ)

#Like por Lana diciendo que actualizaría un martes pero no de qué semana y se ha aparecido tres semanas después (tenía que decirlo love iu) Ha valido la pena, ¿no?

#Un minuto de silencio por el padre de Danielle

#Amor eterno por el regalo de bodas de Jayden.

...

Y #SUPER LIKE POR DANIELLE NO ENTENDIENDO DURANTE 3 DÍAS QUE LE HABÍAN PROPUESTO MATRIMONIO HAJAAJAJAJAAJAJ ESA CHICA

"Gracias por el regalo"

¿Podéis creerla? JAAJAJAJAJ Y MIENTRAS jayden como:

Antes de irme, deciros que pronto subiré una sección con edits y escenas de los personajes y novela, si tenéis algo que os gustaría que viera, esta semana es el momento perfecto, me gustaría tenerlo todo para el lunes o viernes que viene. Si estáis en el grupo de Facebook (Compañeros de Delitos Wattpad) o si me seguís por Instagram (@LanaDvraux) ya habréis visto bastantes, pero me gustaría poner también algunos de esos edits y escenas aquí para que siempre tengamos un lugar donde encontrarlos ♥

Lo más probable es que el siguiente libro al que pase es DMH así que os comento para que le echéis un ojo por si os interesa. Está en mi perfil, se llama Devuélveme Mi Historia, es de fantasía y tenemos a un príncipe, un guerrero y a una chica a la que le una lectora le ha quitado su lugar en la novela. Espero ser tan buena creando mundos desde cero que con el drama, porque esa historia, aunque más tranquila, viene bastante completa,

¿Nos leemos ahí?

👇 (SECCIÓN de AGRADECIMIENTOS)👇

No sé qué decir, no sé por dónde empezar.

Esta novela iba a escribirla en 2017, pero decidí cancelarla y darme un tiempo para escribir otras, por ese entonces, como me ha pasado con la de Asher, no la tenía suficientemente clara. Hoy puedo decir, satisfecha, que agradezco haberlo hecho, porque me ha llevado por caminos que, a esa edad, no hubiera planteado.

Quise escribirla para concienciar de que los finales no son siempre felices, tenía la idea del accidente de Jayden y la acusación de Danielle, pero ese final no iba a ser agradable. Como vosotras (porque sabéis que amo leer vuestros comentarios y reflexiones), he ido viendo la fuerza de voluntad de Danielle y todo lo que Jayden ha intentado que ella aprendiera. Sin saberlo, al dejarme llevar por ellos, me han dado una lección a mí y, en este epílogo, es lo que he visto más claro que nunca.

Tenemos la costumbre de pensar que hay que dejar todo lo malo atrás, pero, con eso, a veces nos rechazamos a nosotros mismos. Danielle ha aprendido a aceptar y querer a la persona que fue incluso cuando cayó más que nunca, ella ha pasado de esconder los peores momentos y necesitar a alguien a quien culpar, a aceptarlo, quererse a sí misma y a agradecer lo que ha tenido. Pasó con Simmons, ha pasado con su padre. Y eso es lo que la ha hecho quien es, eso es lo que le hace disfrutar tanto de su vida porque, como dice, los días buenos no pueden brillar sin algo de oscuridad ♥

En fin, estoy agradecida a Jayden & Danielle por sus enseñanzas y feliz de haber podido seguir dando el 120% en cada capítulo para poder darles la historia que merecían. Espero, de todo corazón, que la hayáis disfrutado. Ha sido para mí todo un placer poder pasar estos meses con vosotras, poder hablar, compartir opiniones y crear una pequeña comunidad que me ha sacado tantas sonrisas. Gracias por haber estado conmigo, con ellos y por haber formado algo tan bonito aquí. De todo corazón: gracias ♥

Por último sólo quiero decir que me haría mucha ilusión poder algún día intentar publicar este libro (pausa para que haya paz). Quizás no todavía, pero definitivamente, quiero intentarlo así que, si os ha gustado, me haríais un favor enorme si lo compartierais con una persona, si lo añadís a vuestras listas de lectura públicas o si queréis releerlo y dejáis votos/comentarios. A la hora de llevarlo a una editorial, esas cosas ayudan y sería el mayor apoyo que podríais darme para que este libro saliera a la luz. Si podéis, compartir el libro con una persona más y mantened la esperanza como hicisteis von Jayden. Quizás haya suerte ♥

(No saquéis la novela de vuestras bibliotecas por si algún día hay aviso jugoso 🌚)

#VelitaParaQueCDDSalgaEnFísico

Gracias por todo,

Un abrazo enorme y todo mi amor,

—Lana 🐾

Oh y, ¿VEIS? EN EL FONDO SOY BUENA, CASI MATO MUCHAS VECES A LOS PROTAS Y ME HE CARGADO COMO A 20 PERSONAJES, PERO, al final me he portado jajaaj,

#LanaEsBuena (en el fondo)

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