Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 58 - Síndrome del superviviente

Canción en multimedia: I Lost a Friend [FINNEAS]

Capítulo cincuenta y ocho: Síndrome del superviviente*

Miércoles, 9 de enero

Danielle Ilsen:

Espero en silencio, sentada en la mesa de la cocina, si es que puede llamársele así en vez de "la única mesa del piso", esperando sin molestar por si él quiere saber algo más. El domingo, después de cambiar a los policías que había en la puerta y de asegurarme que mi familia y la de Jayden estaban protegidas, tras prometer haberles puesto vigilancia y enseñarme fotos para que me quedara tranquila, le conté todo.

Narré cada pequeño detalle de estos últimos tres meses, sorprendiéndome a mí misma con todo lo que recuerdo. Tres meses. Es extraño, al ir hacia atrás y dar con que fue en octubre cuando empezó todo este infierno, me quedé en blanco por un momento. Octubre está demasiado cerca, para mí había sido un infierno todavía mayor. Era como si siempre hubiera estado ahí, como si siempre hubiese estado conmigo, una pesadilla tan grande no puede haber durado sólo tres meses, pero lo ha hecho. Lo peor fue que, cuanto más recordaba, cuanto más contaba, siguiendo un calendario que Gibbs deja en su tablet para mí que va editando y me ayuda a no perderme, más entendía cómo sacaron todo lo que hicieron de mí. Hoy, mientras Gibbs termina de revisar las anotaciones al borde de las páginas que escribió e imprimió con mi versión para poder contrastarlo juntos el lunes, yo miro ese calendario. Lo que le conté, se mezcla con palabras de otros testigos, pero, ese calendario, tiene mi nombre.

Si voy un poco más hacia atrás y me remonto a septiembre, está también el nombre de mi antiguo profesor de biología. El día en el que amenazaron a su familia fue el dieciséis de septiembre, el día que le dieron un ultimátum, el veinticuatro, eso lo he leído en su ficha. Gibbs ha sido amable con eso, me deja ojear sus papeles sin quejarse, al principio, lo hacía con miedo, intentaba leerlo en la distancia o apartaba la mirada en cuanto él se daba cuenta, pero, al notarlo, él empujaba los papeles hacia mí y empecé a tener la confianza como para leerlos. Necesito saber, necesito entenderlo, porque no me parece justo. Supongo que en el fondo quiero esa explicación, quiero saber por qué este castigo, la peor parte es que, cuanto más sé, más me doy cuenta de que no es un castigo. Tenían amenazada a la mujer y al hijo de mi antiguo profesor, y, el ultimátum, vino con la aparición de cuerpo de Agatha Thorne el veinticinco de septiembre. Esa noche que tantas familias nos juntamos con flores y velas para demostrarles el apoyo, para dejar algo de luz en su oscuridad, él estaba en su casa, con una foto de su mujer y su hijo y la nota donde le advertían de que, si no hacía su parte, su hijo sería el siguiente. Cuenta, en su ficha, que se emborrachó esa noche, que no quería aceptarlo, pero lo hizo. Mi nombre fue sólo el primero en el que pensó, nada más. Tuvo que elegir tal y como yo he tenido que hacer, porque yo he elegido a mi hermano sobre otros, incluyendo el niño al que tuve que trasladar y que llevaron dormido en los brazos de una "pareja". Yo elegí a Tim sobre a cualquier otra persona. Byron eligió a sus hermanos sobre todos, también, y esa elección es la que terminó con la vida de una joven recién graduada que, sin poder estar segura porque nadie podría confirmarlo, yo diría que estaba metida en lo mismo, porque Simmons le felicitó por haber hecho "lo que debía hacer" para mantener todo a raya.

Me pregunto si, llegados a ese punto, yo hubiera sido capaz de hacer algo similar. Recuerdo que hubo tensión entre Jayden y yo por ese tema, una de tantas veces que discutimos al respecto. Al principio, lo único que yo quería era ir a la policía y pedir ayuda, Jayden no. Él me advirtió, incluso, diciendo que yo era demasiado confiada, intentó hacerme entrar en razón y me recordó, como última advertencia, que yo no era la única a la que podría darle problemas eso, él también estaba metido y eso incluía a su familia. Así que no dije nada. Jayden me hubiera permitido hacerlo, sin embargo, claro que por ese entonces ninguno de los dos sabía tanto como ahora, como lo que descubrimos al de pocos meses, quizás, ahí, la situación hubiera sido diferente. No lo sé, pero, aun así, dudo que él hubiera sido capaz, o que yo lo hubiera sido. Todavía recuerdo el momento en el que Ruby puso ese bisturí cerca de mí, la oportunidad que podría darme tenerlo, pero no lo pensé, no lo usé, sólo lo lancé lejos. Yo no soy una asesina. No quiero hacer daño a nadie, no sería capaz de sostener un arma, ni siquiera creo poder hacerlo si la vida de mis hermanos dependiera de eso.

Byron lo hizo, dos veces, la primera contra esa chica, la segunda contra tantos policías. Pero, esa vez, dudo que fuera por salvar a alguien, esa vez fue justamente para no poder salvarse.

Aparto la ficha de mi profesor, volviendo al calendario.

El tres de octubre conocimos a Ruby. Su rostro es irreconocible en la ficha que Gibbs tiene de ella, en esa foto Ruby tiene una mata de pelo envidiable, con volumen y duros tirabuzones. Cuando la conocí, su pelo caía plano, fino y sin vida, con un brillo grasoso. En la foto, su piel brilla y parece una de las fotos que te pones de ícono de perfil en todas las redes porque sales bien en ella, cuando la conocí, su piel era más pálida, apenas había grasa en sus mejillas y un color enfermizo oscurecía sus facciones. La conocí, todavía asustada, todavía con ese miedo que la mantenía viva. Dos meses después la locura se había apoderado de ella, aunque ya no sé si es locura o comprensión. Vio lo que yo no me atreví a ver. Hizo lo que yo no me atreví a hacer.

No, no era locura, por desgracia ella estaba más lúcida que nunca aquella noche.

El trece de septiembre me citaron por primera vez, eso sí que me sorprendió al recordar mientras se lo contaba a Gibbs el domingo, me sorprendió porque había olvidado muchos detalles de aquella noche. Me quedó un mal recuerdo, la certeza de que debía ir sola, que, si no lo hacía, habría consecuencias. Esa noche lo entendí rápido, sentí miedo, y luego Simmons metió palabras amables que jugaron en el momento correcto, me hizo querer agradecérselo. Sin darme cuenta, Simmons contaminó mi mente desde el primer día, y lo primero que hizo fue asegurarse de que no volvería a pensar en hablar con nadie al respecto, quizás, esa noche, Simmons ni siquiera sabía que yo no iba sola, que Jayden estaba en la carretera a bastante distancia, esperando. Puede que sólo supusiera que yo todavía no estaría suficientemente asustada y que eso pudiera tener consecuencias a largo tiempo. Se aseguró de cortarlo de raíz. Al contarlo, recordé más de lo que me gustaría porque eso es lo que Gibbs me pedía: detalles. Me hizo describir caras, vestimentas, el lugar, incluso cerrar los ojos para intentar revivirlo y ver más. Lo hice. Me esforcé.

Esa primera noche, Simmons me pidió algo tan simple que me hizo creer que todo sería suave, un juego casi, no entendí la seriedad ni el nivel de todo hasta más tarde. Se esforzó en ello, lo hizo de forma gradual, inculcándome lo que quería hasta convertirme en un cordero al que él enseñaba los dientes para mantener controlado. Me doy cuenta sólo al verlo todo aquí, en este calendario, veo cuándo fue cada entrega y cómo fueron dejando menos tiempo entre ellas, también lo que pedían, y las recuerdo, todas y cada una de ellas.

Recuerdo cómo llegué la primera vez pensando que sería entregarlo e irme y cómo Simmons me dijo que "no les había causado una buena impresión". Sentí miedo, porque me sujetaron. Sentí terror, porque ellos se veían calmados con todo esto. Sentí pánico en cuanto vieron la llamada en mi móvil, todavía en marcha. Simmons casi sonrió, él lo había esperado, él me había estado vigilando porque sabía muchas cosas, sabía demasiadas cosas y, aun así, luego me perdonó y yo agradecí ese perdón, como si realmente hubiera cometido algún error.

Ni siquiera sé cómo fui capaz de volver, en cuanto me soltaron ni siquiera paré a recoger la mochila; eché a correr a lo largo de la oscura carretera hasta ver el coche de Jayden. No recuerdo qué le dije, pero sé que no fue ninguna explicación. Él tampoco la pidió.

"Te tengo", fue lo que dijo la primera vez que me vio llorar.

Porque, desde el primer momento, me permitió ser yo misma con él, siempre me ha dado esa confianza, lo hizo desde que empezamos con nuestros retos. Con Jayden podía ser esa persona que incluso mis mejores amigos miraban incómodos. Jayden nunca me juzgó, ni siquiera en mi fase más rebelde, porque ahí, cuando más viva me sentía, él no juzgaba. Quizás fue eso lo que me hizo permitirle verlo, permitirle ver mi vulnerabilidad cuando lo guardé ante todos los demás.

Jayden siempre me dio la confianza suficiente como para ser yo misma, ya fuera en mis mejores o peores momentos. Paso los dedos por el calendario, sin ser capaz de ir más lejos. Él dio las luces del coche esa noche, justo mientras yo iba hacia Simmons, dio las luces cuando, en medio de la carretera, no pude dar ni un paso más. Me hizo saber que estaba ahí, nunca se ha movido de mi lado desde entonces. Mis emociones caen un poco. No se movió por su cuenta, al menos.

Esa noche, Jayden me dijo por primera vez algo que no supe entender, algo que me ha repetido una y otra vez pero que era complicado de aceptar. No lo dije en voz alta, a Gibbs no le di tantos detalles, no de lo que no era necesario para el caso, al menos, y mis conversaciones con Jayden son privadas, no debe saber. "No me pediste nada —me dijo—. Vine porque yo lo decidí así y lo haría de nuevo."

Lo hizo, una y otra vez, lo hizo incluso si le pedí que no lo hiciera porque su madre tenía razón en algo, Jayden es demasiado testarudo cuando quiere.

¿Cuánto tardé en recomponerme después de eso? ¿Una semana? Cuando volvieron a citarme todavía no estaba bien, pero Simmons había conseguido algo y era que no me atreviera a pedir a Jayden venir de nuevo. Llevo el dedo al quince de octubre, esa noche Simmons me llevó a la fábrica de cerveza, habló con suavidad y, de forma poco agresiva, me advirtió que debía responder ante él. Me dijo que él tenía esperanzas en mí, me hizo sentir que, mientras que otros querían hacerme daño, él me protegería. Pero, todo ese tiempo, Simmons era el que movía los hilos.

Dos de noviembre. Cinco de noviembre. Diez de noviembre.

Los tiempos se acortaron en cuanto Simmons vio que podía hacerlo. En el momento en el que me atrapó, pisó fuerte. Diez de noviembre, la noche que presencié un asesinato en vivo, la noche que creí que sería mi mayor pesadilla y que ahora parece un juego de niños porque, eso, empeoró. Empeoró mucho, pero, por aquel entonces, yo todavía no sabía que podría hacerlo. Aquella noche, mientras hablaba de aquella noche, me di cuenta de que Simmons había conseguido afectarme tanto, había sido tan bueno con sus palabras y amenazas de doble filo, que yo hacía todo lo que me pedía. Porque, esa noche, fui hacia un asesino sólo porque estaba segura de que tenía que despedirme de él, porque no quería fallar a Simmons, sabía que, si lo hacía, él no me protegería, y yo seguía sin poder evitar verle como un protector en todo eso. Me engañó. Me atrapó, me hizo temer y se presentó como un escudo así que yo caí, tenía que complacerle porque, si no lo hacía, nadie podría parar lo que harían.

Muevo el dedo al quince de noviembre, me encojo un poco al sentir de nuevo el frío contra mi cuello, al sentir la respiración de Butcher tan cerca, al sentir el filo contra mi piel. El miedo me atacó mientras hablaba de ello y Gibbs me tuvo que dar cerca de una hora para volver a estar bien antes de seguir contándoselo. De nuevo, omití parte, dije que me quedé allí unas horas, pero no hablé de Jayden. Nunca hablo de Jayden si puedo evitarlo, primero, porque duele demasiado y, segundo, porque siento que es algo demasiado personal.

Se quedó conmigo esa noche, ¿quién hace eso? ¿Quién va a un lugar donde sabe que las noches sólo traen a drogadictos y personas peligrosas sólo para buscar a otra persona por un mal presentimiento? ¿Quién se queda ahí? Podía haberse molestado, haberme dicho que estaba siendo irracional al no querer moverme, porque lo estaba siendo, pero no lo hizo. Se sentó a mi lado. Se quedó a mi lado hasta que la primera crisis fuerte que tuve cesó. Luego, se quedó un poco más.

Aparto a Jayden de mis pensamientos una vez más.

No volvieron a citarme o a escribirme, después de eso, se llevaron a Tim. No sé por qué, pero, siendo Simmons, supongo que eso tenía sentido para él. Me tenía en sus manos ya, pero mi hermano le permitiría tenerme por más tiempo y él lo sabía. Me manipuló de forma que hiciera lo que él quería, y eso le gustó, así que me mantuvo a su lado. Yo estaba perdida desde antes de saberlo.

Las siguientes citaciones fueron peores, empecé a buscarlas porque quería ver a Tim, recuerdo eso. Simmons cambió su juego porque ya me tenía sumisa para él, así que quiso que yo estuviera contenta de ello. Butcher tenía razón en eso, yo debí ser su favorita porque, aunque le dio igual tener que "sacrificarme" como una pieza más de su partida, lo dijo la última vez que le vi. Me ofreció unirme a ellos. Él me llevó por ese camino desde el primer momento, me puso a prueba, vio cuánto podía romperme, me manipuló y jugó con mis emociones, con mis miedos, como un experto hasta llevarme a su lado, pero cometió un error. Jayden. Quizás no se dio cuenta, o puede que fuera sólo otro de sus ataques de ira, como aquellos que tantos moratones me fueron haciendo, pero Jayden era mi balanza, mi cordura, y Simmons le hizo daño. Simmons le hizo daño y eso rompió todo lo que había construido contra mí porque mi mente apagó todo eso, el daño era demasiado como para que eso funcionara. Sus manipulaciones previas perdieron fuerza y lo vio, así que tiró mi ficha fuera del tablero, dejé de ser su secuaz y me convertí en otro peón al que culpar.

Treinta y uno de diciembre.

Ese día tira de mí una y otra vez.

Una vez pensé que sería lo que pasó en la discoteca lo que más daño podría hacerme. Luego, eso pasó a ser la muerte de la hermana de Brianna cuando nos "unieron al círculo interno", eso es lo que sigue sin permitirme dormir con la puerta abierta, pero empeoró más. Todos los cadáveres del mismo lugar tiempo después, el miedo, el sentirme tan encerrada, la sangre. La noche que saqué a Tim superó las otras dos. Luego, llegó el treinta y uno de diciembre. ¿Cómo pude ver lo anterior como el fin de todo cuando no era más que el principio? ¿Cómo es que esa discoteca me hizo tanto daño, me causó horribles pesadillas, si luego pude vivir algo peor? Fue tan gradual que, cuando quise darme cuenta, no tenía salida. O puede que nunca la hubiera tenido. En el momento en el que el profesor dio mi nombre, no la tuve.

En su ficha, habla de que no lo pensó mucho, que no tenía opción, pero, además, da un pequeño porqué. Mi rebeldía. Con los profesores, siempre fui amable, pero, fuera, era bastante capaz de salirme con la mía. Ese juego que tan viva me hizo sentir, terminó convirtiéndose en la razón por la que he perdido en gran parte las ganas de vivir. Es irónico.

Llaman a la puerta y Gibbs se levanta. Sólo tiene que abrir un poco para que le pasen esa bolsa de comida que pide que nos traigan. La deja sobre la mesa, aparta con cuidado sus papeles, y me da una de las cajas de comida china. Muevo la caja para que no me moleste, él me pasa unos cubiertos de plástico y deja los suyos cerca mientras sigue revisando sus notas.

Me estiro un poco para elegir otra de las fichas. Con cuidado de no molestar, rebusco entre ellas hasta dar con la de Jayden y, esa, me roba el aliento por unos segundos. Gibbs trajo, ayer, el cuaderno que el señor Bremen me enseñó, el que le di a Jayden. Lo tiene marcado por completo y a eso le ha sumado papeles que trajo con él. Trajo una caja completa que, cuando vi, cuando pregunté al reconocer la letra en tantos papeles, él sólo respondió: "Un policía que llevaba el caso me la dio al enterarse de que estaba llevando tu caso."

Recuerdo que, entre tantas cosas, lo vi: el pendrive que bloqueó por completo mi ordenador, el que usaron para sacar toda nuestra información y saber dónde debían presionar. Al verlo, me bloqueé. No pude explicarlo, pero, con pocas palabras, Gibbs me hizo saber que él ya sabía lo que era.

Lo único en lo que yo pude pensar al verlo, al ver todos esos papeles, fue en que Jayden lo guardó. Él guardó todo. Sabía que lo estaba haciendo, pero no esperé tanto, esperé algo como lo que yo tenía, simples notas con direcciones, Jayden hizo más, mucho más, y sus notas han hecho que Gibbs una todo lo que le faltaba por unir. Sus notas, a palabras de Gibbs, son la "condena de Inmanuel Siemens".

Ahora, miro la foto de su ficha queriendo contárselo, queriendo decirle que, por mucho que le dije que era una tontería, que no debía hacerlo, ahora su persistencia puede ser lo que dé las pruebas necesarias para que Simmons no salga. Incluso Gibbs se sorprendió al verlo, pareció darle el visto bueno y eso es raro teniendo en cuenta que apenas ha mostrado dos expresiones diferentes desde que llegó.

Le veo comer un poco mientras trabaja y, pasados unos minutos, hablo.

—¿Puedo ayudar en algo? —pregunto, deseosa de que diga que sí.

Necesito ocupar mi cabeza con algo o me terminaré volviendo loca. Ahora mismo, hay demasiados gritos en mi cabeza, si no me da algo, me consumirán como hacen cada noche. Gibbs quizás lo sepa, puede que los nuevos policías de la puerta se lo hayan contado, pero, ellos, han entrado ya tres veces en este piso desde que llegaron porque, por las noches, mis pesadillas son demasiado fuertes y les alarman mis gritos. Dos de las veces, tuvieron que despertarme, la tercera, me desperté yo antes. Ha pasado más veces, pero han entendido que no había nadie más, que eran pesadillas, y no han vuelto a entrar, aun así, me dijeron que diera dos golpes en la puerta al despertar para asegurarles de que todo iba bien. Lo hago cada vez que despierto sudando y entre lágrimas. Golpeo dos veces la puerta principal para que entiendan un "Estoy bien" que es todo menos cierto.

Odio las noches, odio dormir, pero odio todavía más no hacerlo, porque vuelven las alucinaciones auditivas y, últimamente, visuales. Así que trato de dormir aunque me aterre. Aunque me cause tanto dolor que el llanto me deshaga por dentro. Duermo aunque lo único que puedo ver cuando lo hago es muerte y recuerdos llenos de sangre. Duermo pese a que eso hace que el rostro de Jayden aparezca ante mí sólo para culparme, para decir que me odia, que lo que pasó fue mi culpa. Al despertar, no puedo olvidarlo, todavía lo noto, esa culpa. Porque él fue allí por mí, para cuidarme, porque eso es lo que siempre ha hecho, cuidar de mí. Cuidó de mí incluso si yo no valgo la pena.

Gibbs niega.

Cierra mi cuaderno, con unas notas de Jayden dentro de esas páginas.

—Tengo que irme para comprobar algo, te veré mañana.

Me callo antes de pedirle que se quede, todavía es la una y no quiero estar toda la tarde sola, estar sola con mis pensamientos me mata todas las veces, pero no soy capaz de hablar. No quiero molestar, no debo. Él no es mi amigo, es mi abogado. Así que digo "Está bien" y veo cómo recoge sus cosas, se pone el abrigo y se va. Cierran la puerta con llave después de que él salga. Sola. De nuevo sola.

Lo primero que hago es intentar comer, pero mi estómago se cierra por completo, impidiéndomelo. Lo intento, sólo que con un bocado termino con ganas de tirarlo todo. Así que lo guardo para no verlo y cambio de idea. Me voy a la única zona que la luz natural ilumina y espero ahí.

—Todo está bien —me digo, porque, en el momento en el que deje de hacerlo, las barreras caerán y los recuerdos me atacarán.

Si estoy distraída, no tengo tiempo de pensar en lo que está pasando fuera. Aquí no hay televisión, ni siquiera radio. No puedo acceder a Internet ni tengo contacto con el exterior, Gibbs me advirtió de ello, no quiso entrar en detalles, pero, hasta que no termine esto, las personas van a necesitar un culpable y yo soy esa persona ahora, como lo fue Byron en su momento, como lo sigue siendo. Eso es algo que yo entendí desde el primer momento, pero no verlo no significa que no pueda imaginarlo. Es esa voz en el fondo de mi mente, riéndose, burlándose, acusándome.

Ahora lo hace de nuevo.

La culpa. Porque esto no va a solucionarlo todo, que hable no va a acallar mi conciencia. Mis padres no van a quererme de nuevo de la misma forma, dudo que sean capaces de volver a mirarme a los ojos. Mis hermanos. ¿Cómo estará Tim? Su salud mental me preocupa, sólo quiero que olvide, que su cabeza le permita descansar. Si cierro los ojos y pienso en él, todavía puedo ver el miedo en su mirada y esa forma de agarrar mi mano con fuerza por miedo de estar solo. Papá y mamá estarán cuidando de él, muy probablemente, mamá se estará quedando con él por las noches. A él pueden ayudarle, darle una oportunidad es lo que siempre he querido, lo que siempre me ha importado. La segunda noche sola, soñé con eso. En mi cabeza, Tim estaba en una marisma, yo le veía, hundiéndose, con las manos levantadas y el rostro lleno de heridas y suciedad. Iba a por él. Me metía hasta alcanzarle mientras cada vez me era más moverme e iba hundiéndome, llamaba su nombre mientras su voz se acallaba. Mi corazón latía demasiado rápido y, en mi sueño, yo sólo le llamaba a él, sólo quería llegar a él.

Lo hacía. Me hundía, pero lo hacía. Le agarraba y tiraba de él hacia arriba. El sueño se volvía algo más confuso después, pero sé que yo me estaba hundiendo, que no podía alzar la cabeza sobre ese terreno, que el agua tan contaminada, ese barro, inundaba mis pulmones, pero a Tim le levantaba, y alguien tiraba de él hacia arriba. Le sacaban. Lo último que vi antes de despertar, fue que el barro era solo agua, transparente, que cada vez alejaba más la superficie, pero Tim estaba fuera.

No me desperté gritando esa vez.

Me desperté bañada en sudor pero con un buen sentimiento en mi interior, entendiéndolo, en ese momento, cuando todavía Gibbs no estaba para darme esperanzas, me sentí en paz porque, aunque yo fuera a hundirme, mi hermano no. A él pude salvarle. A él he podido ayudarle. Eso es todo lo que necesito.

Él va a estar bien, como mamá, como papá, como Arthur. Van a estar bien, no me necesitan. Aunque mentiría si dijera que no me gustaría verles. Esa es una fantasía ahora, volver a casa, que me abracen, que me digan que todo está bien. Quiero que papá me hable sobre la antigua Roma de nuevo, que mamá se moleste porque sigo sin saber cocinar y quemo todo lo que todo. Quiero que Tim vuelva a hacer muecas hacia mí para burlarse y que Arthur venga a contarme algo sobre su día que le ha hecho ilusión. Quiero sentarme en mi cama, con mi pijama, y que las mantas tengan ese olor a limpio de las veces que están recién lavadas. Quiero ir a casa de Charlie a ver películas y que Rob sólo se despierte cuando la comida está en la mesa. Quiero ir a patinar con Rob y darnos de bruces todo el tiempo porque era divertido.

Quiero volver al día en el que llamé a la puerta de los Bremen y Jayden me invitó a ver una película con su hermana, Arthur y con él. Quiero aceptar eso, seguirle escaleras arriba y ver esa sonrisa de nuevo. Daría lo que fuera por verle una vez más, por oír su risa una vez más. Su risa era inocente, pero algo dura, era como oír reír a un adulto con la esencia de un niño.

Recuerdo, cuando Charlie vino a hacerme compañía por Acción de Gracias, lo que pensé al ver Ghost. Mi concepción del amor. La tenía, pero estaba ciega. No tenía ganas ni tiempo para eso, pero estaba ahí, siempre lo ha estado. Porque, para mí, el amor era lo que sentías cuando una persona te daba tal confianza que te permitía ser tú misma, cuando te hacían sentir completa porque, con esa persona, tendrías la libertad de conocerte. Jayden fue ese alguien para mí. Nunca juzgó. Siempre me aceptó. Incluso si discutíamos, porque apenas estábamos de acuerdo en más de dos cosas, me aceptó. Con él, nunca tuve que fingir, nunca tuve que esconder nada. Con él pude ser la chica rebelde que mis mejores amigos y mis padres criticaban y la chica vulnerable a la que toda esta situación le venía demasiado grande. Le enseñé mis heridas y él trató de curar cada una de ellas. No, él no era la luz que me hacía seguir en pie. Creía que con él era más débil porque le necesitaba, pero me equivocaba. Con él era más fuerte porque me aceptaba. Jayden me enseñó a aceptar cada parte de mí. Él intentó sanarme de mis propios demonios.

Esas cosas no se ven, pero, con tantos días para reflexionar, lo he terminado viendo. He estado pensando, desde que Gibbs llegó, que Gibbs era mi ángel de la guardia, él me sacó de mi punto más bajo. Cuando el mundo me dio la espalda, Gibbs me tendió la mano y me sacó de ahí. Me equivocaba también en eso, mi ángel de la guardia siempre fue Jayden.

Y yo no pude ser el suyo.

Todavía siento esa impotencia al verle en la fábrica. Verle me bloqueó. Siempre había tenido que elegir entre Tim y yo, eso era fácil, pero, en cuanto sumaron a Jayden a la ecuación, añadí a otra persona a esa lista. Lo supe. Lo supe nada más verle. Supe que sus palabras eran ciertas cuando me dijo que no me gustaría estar en la posición del otro, lo entendí rápido. En cuanto le vi, Simmons podría haberme dicho lo que quisiera y hubiera cumplido. Maldita sea, hasta hubiera ido a la comisaría con un cartel que me señalara y admitido la culpa de todo. En ese momento, habría hecho todo, y casi lo hice, porque todo lo que Simmons propusiera, tenía mi aceptación, pero él tuvo que ir más lejos. Incluso si estaba dispuesta a todo, no fui suficiente. Pese a eso, Simmons tuvo que darme una lección.

Eso terminó con todo, con mi sumisión, con esa aceptación y con parte de mi cordura. Ahora, sólo escondo las cosas, las meto en un rincón cada vez más alejado de mi mente para poder mantenerme en pie al menos hasta el juicio. Luego no me importa cómo termine todo, quiero a Simmons encerrado, el resto, no me importa. Ha dejado de hacerlo. La única persona que creía que quedaba algo bueno en mí, se ha ido. No soy suficiente, no fui suficiente cuando se llevaron a Tim, ni pude evitar el dolor que le causé, no pude salvar a nadie. Cada persona que se cruzaba en mi camino, terminaba de la misma forma. No pude salvar a Brianna aunque debí de haber sabido que la culpa la carcomería. Ni siquiera lo intenté. No pude salvar a Ruby, aunque a día de hoy no dejo de preguntarme si hubiera sido mejor hacerle caso. De haber sabido que mi hermano estaría a salvo, lo hubiera hecho, de haber sabido las consecuencias de seguir viva, no habría querido estarlo. Cada paso que doy deja más daño. Byron. A él tampoco pude ayudarle. Nunca puedo ayudar a nadie.

Debería haber hecho más, haber sido mejor.

Aparto las lágrimas, sin querer pensar pero sin poder evitar hacerlo. Les echo de menos, a mi familia, a Jayden, a mis amigos. Echo en falta los momentos más simples y me retuerzo de sólo pensar lo que deben de estar diciendo de mí ahí fuera.

¿Qué pensarán Charlie y Rob de mí? Charlie sería incapaz de creérselo, ella jamás se creería algo así, estoy segura, pero, si supiera la verdad, ¿cambiaría de idea? ¿Lo haría Rob? Porque en mis sueños les veo alejándose de mí, ignorando mis súplicas, cerrando la puerta para separarse de mí. En mis sueños, les sigo a todos y nadie me da una segunda mirada.

¿Me odiará mamá? He hecho daño a sus pequeños, no pude proteger a Tim, puse en peligro a Arthur. Soy una mala hija que ni siquiera le dijo a su madre que Tim seguía con vida. Me odiará. Me odia. ¿Y papá? ¿Seguiré siendo su niña o no podrá volver a reconocer a esa niña a la que acompañaba al porche a tomar el aire cada vez que tenía terrores nocturnos?

¿Cuánto habré decepcionado ya a Arthur?

¿Cuánto daño le habré hecho ya a Tim? Él no puede decir nada, no debe y lo sabe, pero mamá puede preguntar por qué no dijo que yo estaba implicada. No, con él no, no pueden enfadarse con él. Es sólo un niño. Tim es inocente.

Lo único que consigo hasta que vuelve a amanecer, son recuerdos que me hacen llorar hasta quedarme dormida y pesadillas que me rasguñan. Mi cabeza es un lugar demasiado oscuro, y hace tiempo que se apagó la última luz que podía iluminarla.

(...)

Gibbs me dijo, desde el primer momento, que sin la declaración de por medio y con el juicio habiendo sido cambiado porque el caso entero había tenido que volver a presentarse de una forma diferente donde ahora Simmons estaba, yo tenía cierta libertad. En pocas palabras, que, aunque debían mantener vigilancia porque las acusaciones eran de peso y podía estar en casa, que no hacía falta que estuviera alejada de mi familia, pero lo descarté rápido. No estoy lista, prefiero estar aquí, prefiero la soledad. Si enfrento ese odio, no podré mantenerme en pie en el juicio.

Gibbs también ha intentado, más de una vez, convencerme para usar a Tim como testigo, dice que es importante si quiero salir bien de esta, que Tim es, en pocas palabras, una de mis únicas opciones para no terminar en la cárcel por complicidad. Me niego. Le dejo claro desde el primer momento que no voy a permitir que Tim declare contra Simmons porque eso puede complicarse, no he hecho todo esto para ponerle en peligro una vez más. Gibbs no dudó, él quiere ganar el caso, me dijo, pero su jefe ha dejado claro que la prioridad era encarcelar a Simmons, eso es lo que compartimos, lo que a ellos les importa no es mi libertad, así que Gibbs no se esfuerza demasiado en insistir. Me alegro por eso. Si no salgo libre, es porque no lo merezco, he cometido muchos errores, hay cosas por las que tengo que pagar.

El viernes me doy cuenta por primera vez de que esta sería la primera semana de vuelta a clase. Este lunes hubiéramos vuelto todos, este lunes han vuelto. Eso lo entiendo a media mañana, cuando hay cierta luz natural y me siento más tranquila, ahí se me va la poca felicidad que he podido ir levantando. ¿Qué estarán diciendo ahí de mí? No, eso no me importa, lo que me gustaría es saber si han hecho algo por Jayden. Me gustaría que decorasen su taquilla, que hubieran hecho una reunión por él, que su foto estuviera junto a los trofeos de hockey que él ayudó a conseguir. No puedo evitar reír entre lágrimas cuando pasa por mi cabeza el pensamiento de que no tendrían que decorar su taquilla, sino su media taquilla. Media. Echo en falta tanto su forma de ser, su carisma, su humor, su sonrisa, que no puedo dejar de pensar en él. Presiono una herida abierta contínuamente.

Gibbs no viene hasta después de comer, la comida que me han traído sigue en la mesa, abandonada junto al desayuno y la cena de anoche. Lo intento, cada vez que traen algo intento pegar un bocado, pero puedo conseguir poco más. La única razón por la que viene, es para avisarme de que es la hora para esa visita al médico privado de la que me avisó, a la consulta del doctor E. Hernandez. Un psiquiatra. Mientras él no estaba, me he vestido con una muda decente que me ha traído, aparte de eso, tengo un par de ropa holgada que sirve para estar por aquí, no necesito más de todas formas. Ahora sigo a Gibbs al coche que ha pedido y, con un policía todo el tiempo con nosotros, vamos a esa consulta privada donde no puedo hacer más que mantener la cabeza gacha para que nadie me diga nada. No estoy lista para eso.

Paso dos horas con el doctor Hernandez. Dos horas donde él apunta y yo respondo a lo que me diga. Me sacan sangre allí también, me pesan incluso. Pero eso no es malo, lo malo llega cuando volvemos al edificio donde está el piso en el que me estoy quedando y reconozco a la señora Bremen merodeando por el portal. Al verla, no soy capaz de salir del coche.

—¿Puede estar aquí? —es lo que pregunto—. ¿Sabe que estoy aquí?

Gibbs, que no lo ha notado todavía, se asoma un poco y la reconoce.

—Espere aquí —dice antes de salir del coche.

Sabe que estoy aquí, claro que sabe que estoy aquí, sigo en el piso al que me trajeron la primera vez y su marido está en el caso. Estoy segura de que el señor Bremen lo sabe, ella está aquí porque lo ha preguntado, ¿sabía que llegaría ahora, que estaría fuera hoy? ¿Ha venido por eso? Viene para decirme lo que sé; que he matado a su hijo.

He matado a su hijo.

Gibbs está hablando con la madre de Jayden en la puerta del edificio. Él mantiene la compostura de siempre, y ella parece imitarle. Se mantiene erguida, sus palabras parecen suaves y no da la sensación de estar a la defensiva. Él dice algo más y, tras pocos minutos, ella saca algo de su bolso, un papel y un bolígrafo y anota algo para luego dárselo a Gibbs. Dice algo más y, finalmente, se va.

Espero otro par de minutos antes de salir también, el policía me acompaña y abren rápidamente la puerta del edificio.

No quiero preguntar por miedo a la respuesta que obtendré, pero, antes de llegar a la puerta del piso, Gibbs me pasa el trozo de papel.

—Sabe que puedes usar el teléfono fijo que hay en el piso —me dice.

Me deja en la puerta, no me acompaña más esta vez. Se despide de los dos policías que se mantienen en mi puerta y, una vez entro al piso, se va. Cierran la puerta con llave cuando estoy dentro. Sola, leo la nota.

"Llámame en cuanto puedas.

Estamos de tu parte y queremos ayudarte.

Corinne Bremen."

Debajo, su número de móvil.

"Queremos ayudarte", eso lo leo demasiadas veces, esperando haber leído mal, ¿por qué querrían? ¿Cómo podrían? Y, aunque no pueda creerlo, aunque todo lo que vea en esa nota son palabras escondidas donde no puedo verlas que se llenan de odio, me aferro a ese momento de debilidad y marco el número que me ha dejado. Podría haber llamado a mis padres, sé sus números y Gibbs me avisó cuando trajo el teléfono de que había línea. Lo dejó por si quería hablar con mis padres, lo dejó porque no quiso dejarme en completa soledad. Hasta ahora, nunca lo he usado. Ahora lo tengo en mi oído mientras me siento en el colchón para el que Gibbs me trajo unas mantas en condiciones y una almohada poco después de llegar. Ese fue el primer acto de bondad que alguien me había mostrado en días y casi me dejó llorando.

Dos toques.

¿Qué estoy haciendo?

Tres toques.

Me odia, no puedo llamarla, va a pensar que me estoy riendo de ella. ¿Cómo puedo llamar después de lo que he hecho?

Cuatro toques.

Apenas puedo respirar, no puedo hacer esto.

—¿Diga? —preguntan al otro lado de la línea.

No puedo hablar. He llamado. No debería. ¿Por qué lo he hecho? Quiero vomitar. No puedo ni respirar, el aire se ha trabado en mis pulmones y me estoy ahogando. Tengo que colgar pero no puedo ni hacer eso, no consigo moverme. Estoy aterrada.

—¿Danielle? —pregunta torpemente—. ¿Danielle, eres tú?

Oigo una puerta y estoy convencida de que acaba de subirse a su coche.

No consigo hablar.

—Esto ha sido un error, lo siento, lo siento mucho —digo.

—No. Espera. No cuelgues. Danielle, no cuelgues —pide con rapidez. Aun así, hay suavidad en sus palabras, hay bondad. ¿Por qué hay bondad? No puedo evitar aferrarme a eso, siento fuertes ganas de llorar, pero anhelo tanto palabras de aliento que a la mínima esperanza que me dan de escucharlas, intento alcanzarlas. Así que no cuelgo. No hablo, pero tampoco cuelgo. La señora Bremen habla poco después—. ¿Qué tal estás?

En mi cabeza, esas palabras son afiladas, una burla, pero en su tono de voz no hay rastro de ello. Parece sincera, realmente queriendo conocer una respuesta. ¿Por qué querría? No puedo soportarlo por más tiempo. Merezco que me odie, ¿por qué no lo dice?

Hay tantas cosas que podría responder a eso, pero sigo sin poder hacerlo. "Por desgracia, viva", es la respuesta más real que podría darle. No merezco estarlo, no debería haber sido yo quien lo estuviera.

—Escucha —sigue al entender que no voy a responder a eso—, sé que no es mucho, pero mi marido ha hablado con tu abogado, él vino hace unos días a hacer unas preguntas y mi marido le ayudó todo lo que pudo. No es mucho, pero va a declarar por ti, tu abogado lo sabe mejor, no puedo decírtelo por teléfono, pero quiero que sepas que te apoyamos, que queremos ayudarte. —¿Lo sabe? ¿Lo que he hecho? Lo sabe, claro que lo sabe, ellos le dieron a Gibbs la caja de Jayden, el cuaderno. El señor Bremen tenía muchas cosas, Corinne las conoce ahora también—. He hablado con tus padres, les vi ayer, ellos no saben dónde estás, mi marido me lo dijo. No debería habérmelo dicho, pero tenía que saberlo, me preocupaba que estuvieran reteniendo ahí sola sin poder hablar con nadie. Si no te dejan hablar con tus padres, dímelo, se lo diré a mi marido, haremos algo, sólo dímelo.

Trago saliva.

—Puedo hacer llamadas —admito, aunque también podría haber estado retenida en mi casa en vez de aquí, pero eso no quiero, eso no podría soportarlo, no podría mirarles a los ojos.

La señora Bremen parece relajarse un poco con eso.

—Eso está bien, ¿te sabes sus números? Si quieres puedo buscar en mi móvil en un momento y...

—¿Por qué haces esto? —interrumpo. No puedo contenerme.

—¿A qué te refieres? —pregunta.

—¿Por qué eres buena conmigo? —apenas me sale la voz con esa pregunta.

—Danielle —llama—, ¿por qué no lo sería? Eres importante para nuestra familia. He leído todo por lo que has pasado, he leído lo que escribiste, no íbamos a dejarte tirada. Eres una más de nuestra familia, lo sabes.

Me alejo del teléfono unos segundos para contener el llanto, tomo aire, ahogo las lágrimas, espero, luego vuelvo a intentarlo.

—Fue mi culpa. —Cae la primera lágrima, y la segunda, y la tercera—. Lo que le pasó fue mi culpa, no pude hacer nada, no merezco que me ayudéis.

Ni siquiera soy capaz de pronunciar el nombre de Jayden, esas palabras también golpean a la señora Bremen con fuerza porque tarda bastante en responderme. Su voz no es estable cuando lo hace.

—Si estuviera despierto, él sería el primero que te diría que mereces esa ayuda. No sé qué pasó, pero sé una cosa, y es que tú nunca harías daño a mi hijo.

No, no lo haría, no a propósito al menos.

Pasan un par de minutos en los que no puedo serenarme lo suficiente como para dejar de llorar. La señora Bremen no dice más, sólo espera, me da tiempo, pero yo necesito más, demasiado. Lo único que consigue centrarme son sus palabras, su uso de palabras. El corazón me da un vuelco.

—¿Has dicho "si estuviera despierto"? —pregunto, me digo que es una forma de hablar, pero eso no borra el mínimo rastro de esperanza. No, si Jayden estuviera vivo, el señor Bremen se hubiera quedado en el hospital con él, no hubiera venido a interrogarme tan pronto. Si estuviera vivo, yo lo sabría.

—Tuvieron que inducirle un coma al no poder terminar de operarle —explica.

El mundo parece abrirse ante mis ojos.

Mis recuerdos de él vuelan hacia mí con rabia, imagen tras imagen, acarician mi corazón.

—¿Está... vivo? —mis palabras salen tan ahogadas que dudo que pueda entenderlas, pero lo hace, lo hace porque me responde rápidamente y su "Sí" me hace estallar en lágrimas. No sé qué más dice, no me interesa saberlo.

Jayden está vivo.

—¿No lo sabías? —escucho que dice cuando consigo calmarme.

—No. —No, claro que no lo sabía. ¿Cómo hacerlo?

—De haber sabido que no lo sabías, hubiera insistido más en pasarte el mensaje —dice—. No tienes que preocuparte, si en algo es bueno mi hijo es en llevarse golpes. Si supieras cuántos huesos se ha roto o cuántas veces se ha caído desde el tejado de casa mientras hacía alguna tontería como jugar ahí al frisbee con su hermano... —Suelta un suspiro—. Va a estar bien, no te preocupes.

Y yo la creo. Deba o no, la creo. Asiento aunque no me ve y sonrío por primera vez en semanas. Entre lágrimas, pero sonrío. Está bien, y eso tiene tanto sentido. Jayden es tan testarudo que no podía irse tan fácil, no iban a poder quitarle de enmedio tan fácilmente, no a él.

Tomo aire, centro mis pensamientos.

—¿Has dicho que tenían que operarle? —pregunto.

—Intentaron hacerlo, pero hubo alguna complicación. Están esperando a que su cuerpo... aguante para poder operarle. Ahora no pueden, pero va a ponerse bien, estoy segura.

La señora Bremen intenta pintarlo mejor de lo que es, pero lo noto en su voz, ese deje de angustia. Está asustada, asustada por Jayden. Está vivo, pero no a salvo. Trago saliva y dejo que las palabras de la señora Bremen me traigan algo de paz.

—Tienes que saber, que, pase lo que pase ahora, has sido una persona muy importante para mi hijo —dice tras unos segundos, eso no ayuda, eso sólo me dice que sus miedos son reales y que las esperanzas de que salga bien de esta no son altas—. Esas cosas las nota una madre, incluso antes de invitarte formalmente a casa lo sabía. Jayden siempre ha sido bueno esquivando preguntas, pero no sabe mentir. Sólo quería decírtelo. Pase lo que pase, siempre nos tendrás a nosotros.

—Gracias.

Ella no sabe todo lo que eso significa, sobre todo ahora. Porque me está dando la mano cuando yo creía que todo el mundo me daría la espalda. Hace que me sienta menos sola. Esa familia, ¿qué he hecho para merecerles en mi vida?

—Si puedes, llama a tus padres, están deseando hablar contigo. Estuve con ellos ayer, necesitan oír de ti cómo estás, tu abogado ha ido, pero no es lo mismo.

Sé que Gibbs va, le pedí que no me hablar de ello, por miedo, por puro miedo porque, si no lo sé, todavía puedo fantasear con la idea de que no me odien, pero, una vez lo vea claro, eso no voy a poder pararlo. Si no hablo con ellos no tendré que escuchar sus preguntas ni acusaciones, no podría con eso.

—No estoy lista.

La señora Bremen tiene ese algo, ese tipo de carisma que Jayden ha heredado, eso que te hace confiar con pocas palabras. Me hace querer contarle todo sabiendo que va a escuchar, ella sabe qué decir y cuándo, hablar con ella es como recibir un abrazo.

—Ellos entienden —me dice con suavidad—, tu abogado les ha contado todo, mi marido y yo les hemos contado todo lo que sabemos, lo entienden y están preocupados por ti. Todos estamos contigo en esto, Danielle, y queremos lo mejor para ti. Sólo, piénsalo, ¿vale? Le haría mucho bien, sobre todo a tu madre, hablar contigo.

—Lo pensaré.

Ella toma aire.

—¿Cómo lo estás llevando? —pregunta.

—No lo sé.

Ni siquiera sé qué es lo que más me preocupa ahora. Temo que mis padres me odien, ese es mi mayor peso, pero, si entro en detalles, sigo sintiendo cierta incomodidad hacia el odio que sé que los Bremen deberían tener hacia mí. Me ha quitado un peso de encima con lo de Jayden, pero él sigue en peligro ahora mismo, su madre se está preparando para lo peor, lo sé. Muchas personas han sufrido por esto, estoy a punto de acusar a un psicópata que no durará en hacerme daño si no gano. Estoy arriesgando demasiado, así que no, no estoy bien, ni siquiera sé cómo me mantengo en pie porque esa tensión de tener que proteger a mi familia sigue y, ahora se suma con el odio que siento hacia mí misma y veo en toda persona que me rodea.

Y eso es sólo una parte. He visto demasiado, tanto que muchas veces me quedo en blanco, perdida en mi mente, otras, veo cosas tan reales ante el más mínimo recuerdo, que mis crisis se vuelven agresivas. A veces ni siquiera sé por qué sigo viva, porque si miro mi reflejo por accidente, lo único que puedo preguntar es: "¿No te da vergüenza? ¿No te da vergüenza seguir aquí?"

He caído tanto que no sé ni dónde estoy, tanto que mi cerebro ha bloqueado todo lo que ha podido, pero sigue ahí, en las sombras, visitándome cada noche, visitándome cada vez que pierdo la concentración o con el más mínimo recordatorio.

Mi mente empieza a balancearse fuera de la realidad y sé que no voy a poder mantenerme así por mucho tiempo.

—Gracias por haber sido buena conmigo y por venir —digo, colgando sin esperar una respuesta porque sé que no me queda tiempo.

En cuanto dejo el teléfono, todo empieza de nuevo. La habitación está oscura y mis demonios me abrazan, bailan entre las sombras y se burlan en la oscuridad. Una vez más, me llevan con ellos.

No voy a atrasar esto mucho: JAYDEN ESTA VIVO BBS.

Voy a admitir que me ha costado mucho que sea así, he tenido que debatir mucho conmigo misma, pero entre que de un 3 piso hay un 95% de posibilidades de sobrevivir y que el universo parecía mandarme señales, pues ha tenido que sobrevivir a esa caída

Por ahora.

PERDÓN YA ME CALLO ✌🏻

#LaEvoluciónDeJaydenEsUnaMontañaRusa:

Capítulo 56 -> "omg puede estar herido" 😩 Capítulo 57 -> "¿Que ha MUERTO QUÉ?" 🕯️ Capítulo 58 -> "¿DIJO VIVO? ARRIBA ESAS ESPERANZAS 🕯️🕯️🕯️🕯️. Capítulo 58 también -> "Perdona pero como que igual muere qué SEÑORA BREMEN COMO QUE QUÉ??"

Jayden es como:

Cosas que comentar: hay una cosa importante aquí, y es que hay que diferenciar lo que piensa Danielle de la realidad. Ella se odia tanto a sí misma, que cree que todos la odian, la habéis visto caer, siente demasiada culpa. PERO GRACIAS A LA SEÑORA BREMEN POR ACLARARNOS QUE LA GENTE NO LA ODIA.

Like, su familia la apoya, los Bremen la apoyan, Jayden... bueno, él no cuenta, él está semi muerto, PERO EL CASO ES que muchos le apoyan, #RecemosPorDanielle

Ahora el problema ya no es si Jayden sobrevive, sino si Danielle lo hace al terminar todo esto.

Es más, si la tachan de cómplice (cosa que pueden hacer porque el mero hecho de no avisar a las autoridades ya te meten ahí -gracias mi manía de leer sobre derecho penal de cuando todavía había bibliotecas abiertas-) ella cae en la cárcel directa. Y, aunque parece que el señor Bremen -que llevó el caso- hablará a su favor, ella no dejará que Tim hable y, sabemos que Gibbs tiene razón en eso, quizás Tim sea el único -tan inocente y sincero-, de conmover lo suficiente al jurado como para entender que Danielle no tenía salida porque, siendo ella, ¿de verdad creéis que va a defenderse si cree merecer el castigo?

So.

#¿REZAMOS POR DANIELLE?

#JaydenDespiertaBellaDurmiente.

(pero no para morir de nuevo pls alto susto que algunas personas han quemado casas poniendo tantas velas)

#WELOVEFUEGOOOOO

Sobre los próximos capítulos:

Capítulo 59: miércoles 22

Capítulo 60: sábado 25 (probablemente el último pero no estoy segura porque tenía miedo de estar apresurándome y este capítulo lo he cambiado así que quizás tengamos hasta el 61, será un poco sorpresa lol)

No sé si habrá epílogo, pero creo que sí un extra al menos ♥

¡UN ABRAZO MUY FUERTE Y NO ME ODIÉIS HOY QUE HE HECHO UN MILAGRO! ¡A las tres semanas, el niño resucitó!

—Lana 🐾

*Síndrome del superviviente: "El síndrome del superviviente (también llamado síndrome de supervivencia o culpa del superviviente) es una condición mental que ocurre cuando una persona percibe que ha hecho mal al sobrevivir un evento traumático cuando otros no lo han logrado. El síndrome del superviviente aparece como consecuencia del (TEPT por sus siglas en español y PTSD en inglés), cuando este está relacionado con la muerte de seres queridos, cuando se ha sido testigo de la muerte de otros o cuando se ha estado involucrado en una situación en la que otros han muerto, aunque no se haya sido testigo de dicho suceso.Está caracterizado por ansiedad crónica, depresión, fatiga, problemas de sueño, problemas somáticos diversos, pérdida de iniciativa y mala adaptabilidad social, incluyendo aislamiento social." (El título es para entender un poco mejor por qué ella siente lo que siente)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro