Capítulo 51 - Punto de no retorno.
Canción en multimedia: Welcome to Wonderland (Anson Seabra)
Capítulo cincuenta y uno: Punto de no retorno.
Sábado, 22 de diciembre
Danielle Ilsen:
La última vez que vine no había muchas señales, pero, aun así, se sentía más cálido que ahora. Los nervios me y la falta de luz hacen que pase de largo la entrada del parque la primera vez. Cuánto me gustaría poder seguir y no parar, pero, en cuanto veo un desvío -una cuneta más bien-, meto el coche antes de poder llegar a arrepentirme.
Luego empiezo a andar, por el borde de la carretera, hacia la entrada del parque. Aunque mis pasos son lentos, no tardo tanto como me gustaría. No quiero ir, la sola idea de hacer esto me da náuseas. Lo único que se repite en mi cabeza es ese "No quiero" que empiezo a oír suplicar a gritos.
No me atrevo a mirar hacia atrás porque sé que daría la vuelta y me metería directa en el coche. Si no lo hago ahora, con la poca fuerza voluntad que me queda, no volveré. Así que sigo y, minutos después, llego a la entrada del parque de atracciones abandonado de la última vez.
Este lugar, tan tenebroso en mi cabeza, me trae mis peores recuerdos Ya no son mis gritos los que oigo en la cabeza mientras empujo las vallas que ya dejaron abiertas la otra vez, sino los de la hermana de Brianna.
Sus gritos llenan mis oídos, la imagen que se grabó en mi mente en aquel pasillo es más clara que el suelo que estoy pisando. Quiero vomitar y quiero llorar. Mis pasos son cada vez más lentos, más vacilantes. Llegado el punto en el que puedo distinguir la casa de los espejos, tengo que obligarme a andar. Cierro las manos con fuerza, como si estuviera sosteniendo algo que me equilibre. Tenso tanto la mandíbula que hace rato que he empezado a sentir el dolor y, cada pocos segundos, me muerdo el labio por culpa de ese apoyo que me falta, como si así pudiera controlar mis emociones y obligarme a seguir.
Funciona un poco.
Otro paso más y ahora no puedo dejar de oír a Brianna rogar en mi cabeza, tan claro que paro y cubro mi rostro con las manos como si eso pudiera borrarlo. Eso sólo hace que la imagen se haga más clara y los gritos más fuertes.
Este es el lugar de mis pesadillas. Es la razón por la que no puedo dormir con la puerta abierta y por la que mis pesadillas se han llenado de escenas donde mis manos están llenas de la sangre de Tim, porque vi, con Brianna, el que podría ser nuestro futuro.
Sus gritos. Siempre sus gritos.
Cierro los ojos con fuerza, tratando de empujar las imágenes fuera.
Estoy sudando para cuando aparto las manos y, en busca de cualquier tipo de protección, mis manos buscan la cremallera de mi abrigo. La sostengo con una mano, aferrándome al cierre con la otra. Tengo que hacerlo, tengo que seguir andando, tengo que entrar ahí.
Trago saliva y, aunque no haya ninguna luz encendida cerca como hubo la última vez, me arriesgo con esta caseta. Tomo aire, subo los escalones y, sin fuerzas, tiro de la puerta para abrirla. Por un momento, entra algo de luz a la sala y los espejos me devuelven un oscuro y distorsionado reflejo de mi persona.
Si miro atrás, me iré y, si veo algo aquí, también. Prefiero no ver, prefiero no saber. Eso me hace dar un paso dentro, dejar que la puerta se cierre detrás de mí y, con el cuerpo tembloroso, apoyo la mano derecha contra uno de los espejos. No me esfuerzo en ver hacia donde voy porque es un laberinto y, como cualquier laberinto, si sigo la pared sin cambiar de dirección, en algún momento llegaré a la puerta. Cuido ir con pasos lentos, completamente horrorizada de sólo imaginar que el suelo pueda crujir y que no sea por mí, temerosa de oír voces y, a la vez, de no oirlas. Me han citado en esta dirección, pero no han dicho exactamente que fuera en la casa de los espejos, eso ha sido idea mía. No había ninguna señal esta vez, ¿dónde más podría ser?
La puerta que me separa de las escaleras está cerrada. Mi fuerza muere antes de abrirla, tengo la mano apoyada en la manilla, pero no soy capaz de conseguir moverme. En cuanto baje las escaleras estaré ahí, en ese pasillo que dibujó marcas rojizas con el cuerpo de esa niña, esas que cuentan la pérdida de dos vidas inocentes.
Brianna no pudo con lo que pasó aquí y tengo miedo de que ahora la historia vaya a repetirse conmigo porque, ¿por qué otra razón me citarían en el mismo lugar? ¿Por qué...
Hay ruido abajo, parece un golpe de un palo de madera contra alguna pared.
No puedo llegar tarde, no puedo fallar a Tim.
Abro la puerta y, antes de tener tiempo de arrepentirme, dejo que la poca luz que llega desde el pasillo de abajo guíe mis pasos. Dejo que Tim sea lo único en mi cabeza porque eso es lo único que puede darme fuerzas. Lo hago por él, siempre por él.
En el último escalón, descubro que nadie ha limpiado este suelo, pero no sólo eso, no son manchas de sangre de la hermana de Brianna, hay demasiada como para serlo. Veo una escena que podría reflejar fácilmente el pasillo de mi casa durante mis peores pesadillas. Hay mucha sangre que se mezcla con la suciedad de las paredes y hendiduras del suelo.
Bajo un poco la cabeza en cuanto me llega un olor desagradable. El aire, más caliente y pesado aquí, llena con cierta humedad mis pulmones, devolviéndome un olor similar a desinfectante mezclado con huevos podridos.
Me guío por los pasos que oigo hacia la sala en la que nos citaron, pero mis ojos sólo son capaces de ver la sádica decoración del lugar. Aquí ha pasado algo y, de nuevo, sólo puedo rogar dos cosas: que Tim esté al margen y que Simmons esté de buen humor.
Apenas puedo sentir algo que no sea el latir de mi corazón golpear mi pecho con tanta fuerza que llega a cortarme la respiración. Eso sólo empeora cuando, cautelosa, me asomo a la sala en la que nos citaron cuando decidieron que iban a abrir un hueco en el círculo interno de Simmons para algunos de nosotros. Lo que veo ahí, me paraliza por completo.
No puedo asimilarlo.
La sala no está tan manchada como el pasillo, pero el cuerpo de un hombre yace sin vida en el centro de la sala, tiene la mano extendida como si estuviera tratando de alcanzar la puerta y su mirada sigue abierta en esta dirección. Sus ojos abiertos y sin rastro de vida en ellos. En su cuerpo, hay tantos instrumentos quirúrgicos que no ha sido un accidente. Tiene una máscara de esas que les ponen a los enfermos en su boca y una bata verde sobre su ropa que ahora está contaminada con el color de su sangre a lo largo del pecho.
Eso es lo primero que veo. Lo segundo, es a Ruby sentada en una silla, con las piernas encogidas y la mirada en el cuerpo mientras mueve un bisturí en su mano. Lo que llega a mi cabeza con eso es que ha sido ella, pero, realmente, ¿sería capaz? Viéndola y viendo al hombre no puedo encajarlo, lo que me devuelve cierta esperanza hasta caer en la última persona en la sala.
Encima de una camilla y con cintas todavía aprisionando sus tobillos y muñecas, descansa el pequeño cuerpo de una niña cuyo pelo rojizo cae enmarañado por el borde. Todavía caen gotas de sangre de la camilla al suelo, en pequeñas gotas que dan con ese charco que ahora hay bajo ella
Esto no es real, es sólo otra pesadilla.
—Es sólo una pesadilla —murmuro.
Aunque lo digo en bajo, Ruby levanta la cabeza y ahí está, esa locura en su mirada. Me mira sin ver. Hay una extraña paz en esos ojos que desemboca mi corazón en cuanto la veo levantarse. Da un paso, cojea, presiona una mano en su abdomen, y da otro más cerca.
—¿Ruby? ¿Qué ha pasado aquí? —intento. Ella sólo se acerca y yo empiezo a tomar distancia, pero no hacia la salida. Hay demasiadas salas y, hasta donde és, mi hermano podría seguir por aquí. Vivo. Está vivo porque, de haber fallecido, yo lo sabría. Lo sé. Sé que lo sabría. Él no puede estar muerto—. Ruby, baja eso.
Ella sostiene el bisturí de forma que podría fácilmente apuñalar a alguien con él y, con todo lo que estoy viendo, eso se me hace suficientemente posible como para ser cautelosa incluso con ella.
Ruby se apoya en el marco y se distrae con la sangre del pasillo.
No sé qué le pasa, pero algo se ha roto en ella y yo no puedo quedarme a arreglarlo. Así que empiezo a abrir puertas, llamando a mi hermano con la esperanza de que su voz me guíe hasta él. Todo con lo que doy es con silencio y, por desgracia, con más cuerpos.
Esto no es una pesadilla, es todavía peor.
Una de las salas, puede conmigo. Abro para dar con un aire todavía más pesado y húmedo golpeándome y, ese olor a podrido de antes, se intensifica al abrir la puerta. Un grito ahogado se escapa de mi garganta y echo hacia atrás hasta darme en la espalda contra la pared. La puerta, que se va cerrando sola, no lo hace lo suficientemente rápido como para borrar lo que he visto.
Camillas tiradas y en esquinas con cuerpos rodeándoles. Sangre, pero no en un simple rastros, sino reflejando la poca luz que entra en charcos y, en algunos de ellos, hay cosas que parecen... Partes. Sólo partes.
Ahogo el llanto contra mis manos.
Para cuando la puerta se cierra es demasiado tarde para recuperar mi estabilidad.
Lo peor es cuando Ruby aparece demasiado cerca, aprovecha mi distracción para apoyar una mano sobre mi hombro y lo siguiente que veo es el bisturí volando hacia mi cuello. Agarro su muñeca justo a tiempo. Ella presiona, hace tanta fuerza que se deja caer hacia mí. Tengo una mala posición y ella está muy cerca, así que sin pensarlo mucho, pateo su espinilla y, sabiendo que no podré apartarla, la tiro al suelo conmigo.
Está herida, lo he visto antes, así que este golpe, que a mí me roba el aliento, a ella le hace retorcerse de dolor en el suelo. Alcanzo y lanzo el bisturí lejos de ella, luego me arrastro hacia atrás e, incluso a través de mis guantes de lana, puedo sentir esa humedad gelatinosa llegando a mi piel. La sangre del pasillo ahora está en mi ropa, en mi cuerpo.
Tanta sangre.
Me arrastro lo suficiente como para quedar lejos al ponerme en pie y, aunque sé que he lanzado el bisturí en mi dirección, lejos de ella, extiendo una mano para poder distancia entre ambas.
—Intentaste ayudarme. Intentaste aconsejarme, Ruby, no sé lo que ha pasado aquí, pero, por favor, ayudemonos. Sólo... ayudémonos —ruego.
Sentí compasión de ella la primera vez que la vi, cuando, asustada, tuvo que contarnos a Jayden y a mí lo que debíamos hacer en el Parque de las Ánimas. Vi sus mejillas hundidas, su palidez y esa fina melena tan poco cuidada, como si hace tiempo que haya dejado de preocuparse por su propio cuerpo.
Sentí empatía cuando la vi en el mismo círculo en el que me metieron a mí, al entender lo que pasaba con ella y, definitivamente, sentí dolor por ella cuando me advirtió y me contó lo de su hermana. Ella ha pasado por mucho y, al contrario que Brianna, sigue aquí. No sé qué la mantiene aquí, quizás tenga más familia que ahora esté contra las cuerdas o puede que las consecuencias de tratar de contradecir a Simmons hayan sido demasiado profundas como para atreverse a hacerlo una vez más incluso sin nadie a quien proteger.
Todo eso hace que ahora no quiera rendirme con ella. Sé que hay algo que está demasiado roto en ella, pero, si soy sincera, en ella sólo veo un reflejo de la persona en la que yo podría haberme convertido y quiero que salga. Quiero hacer por ella lo que desearía que alguien hiciera por mí. Tiene que volver en sí, tiene que reaccionar.
Se sienta en el suelo, con los brazos en su abdomen, la sangre que la cubre a ella no es sólo del suelo.
—Podemos salir de esta. Juntas. —insisto.
Encontraremos a Tim y nos iremos los tres. No sé qué haremos después, mi plan no lleva tan lejos, pero ya lo descubriremos. Por ahora, saldremos de aquí.
Ruby por fin centra la mirada en mí y no es para nada agradable.
—No vamos a salir de esta. ¿Es que no te has dado cuenta? Él se está deshaciendo de nosotros. —Se retuerce un poco más por el dolor—. Simmons ha hecho esto para inculparnos, no podemos salir, sólo hacer que acabe rápido.
Consigue ponerse en pie a duras penas.
Está insinuando el suicidio.
El horror me carcome.
—Esa no es la forma. Si nos culpan diremos la verdad. No hemos hecho nada de esto, encontrarán pruebas, nosotros no...
—¿Cómo no lo has entendido todavía? Sólo estamos aquí para que ellos no se manchen las manos. Hacemos lo que no pueden hacer y, cuando no nos necesitan, se deshacen de nosotros. Somos mano de obra y, ahora... —Se apoya contra la pared—. Ahora todas las pruebas apuntan a nosotros. Sé lista. Termínalo rápido antes de que terminen lentamente contigo. Puedo ayudarte.
Niego.
—Es la mejor forma —añade.
No. Simplemente no. Puede que haya hecho las paces con la idea de morir, pero eso no quiere decir que sea la solución que quiero.
Entre nuestro silencio, puedo distinguir el crujir de la madera arriba. Pasos en la zona de los espejos. Eso hace que las palabras de Ruby sobre inculparnos y todos los cuerpos aquí lo hagan todo peor. Sólo hay dos salidas y ninguna me gusta.
—¿Quién más hay aquí? —pregunto.
El rostro de Ruby cambia con un tic nervioso.
—Ya lo sabes —dice y, apoyándose todavía en la pared, vuelve hacia atrás por el pasillo.
Las emociones y sensaciones me superan, pero consigo mantenerlas a raya lo suficiente como para seguir buscando con el tiempo que me queda. No haré nada sin mi hermano. Necesito encontrar a mi hermano.
Sé que puede que no esté aquí. Sé que puede que ni siquiera esté vivo, pero no puedo irme sin asegurarme. No puedo irme de ninguna manera sin saberlo. Tengo que mirar en todas las habitaciones antes de que quien sea baje. Si tan sólo tuviera más tiempo, quizás podría, pero los pasos llegan a las escaleras y tengo que arriesgarme.
Miro hacia atrás a tiempo de ver cómo Ruby se mete en la sala de antes y yo voy a la habitación en la que me dejaron ver a mi hermano la última vez. Sería mucha casualidad, pero, al abrir, doy con que está aquí.
Está encogido en un rincón y no puedo verle la cara, pero sé que es él, es imposible para mí confundir a mi hermano.
Miro una vez más hacia atrás para asegurarme que la persona no haya bajado todavía y cierro la puerta detrás de mí en busca de algo de tiempo. Me apresuro hacia mi hermano que, esta vez no sólo no está esposado a la pared como de costumbre, sino que tampoco está solo. Cerca suyo, hay otro niño que trata de moverse un poco al oírme, es de tez morena y ni siquiera estoy segura de que llegue a los cuatro años.
Aun así, primero me acerco a mi hermano.
Le levanto la cabeza e inspecciono lo justo para comprobar que no tenga heridas de gravedad y que siga respirando. Presiono las manos contra sus mejillas rogando que abra los ojos.
—Tim, soy Danielle, necesito que me digas que puedes oírme.
En vez de él, es el otro niño el que intenta levantarse un poco y hablar, pero todo lo que salen de sus labios son sílabas difusas. Le miro sin demasiado tiempo para explicarme.
—Tranquilo, voy a sacaros de aquí, ¿vale? Pero no hagas ruido. —Me llevo un dedo a los labios para asegurarme de que lo entienda. Él sigue intentando levantarse murmurando palabras inentendibles—. Shhh, voy a sacaros, pero, por favor, shhhh.
Los pasos llegan a este piso y, ahogándome en la desesperación, pido disculpas a Tim antes de abofetearle para que reaccione. Tengo que sacarles, con todo lo que hay aquí, con lo que ha dicho Ruby, Simmons no puede estar cerca, es algo que él ha orquestado, y, termine como termine para mí, lo hará con mi hermano fuera. El problema es que no puedo dejar a nadie atrás, y, por edad y por cómo el niño pequeño sigue intentando arrastrarse más cerca, sé que tendré que llevarle yo.
No puedo con los dos. Si Tim sigue inconsciente, no podré sacarles sino que tendré que pensar en atrancar la puerta y esperar.
No me gusta ese plan.
Zarandeo un poco a Tim, rogándole que abra los ojos. Entre lágrimas, mis palabras son confusas y rápidas, pero él termina abriendo un poco los ojos y yo le envuelvo entre mis brazos por unos segundos.
Les han dado algo, estoy segura, algún sedante o algo así, pero Tim sigue intentando despejarse.
Le obligo a mirarme.
—Soy Dani, soy Dani y voy a sacarte de aquí, pero necesito que colabores conmigo porque no puedo llevarte. Necesito que seas fuerte una vez más y que te levantes. ¿Podrías hacerlo por mí?
Tim hace el amago de cerrar los ojos una vez más y le zarandeo.
Me siento horrible al hacerlo, pero no me queda otra opción y, cuando un grito corta el momentáneo silencio, mi corazón salta avisándome de que, si queremos salir de aquí, no nos queda mucho tiempo.
Pongo a mi hermano sobre sus pies.
—Nos vamos —le repito.
El niño pequeño estira un brazo hacia mí, con miedo de ser abandonado aquí. Le tomo entre mis brazos y él pronto cierra sus brazos en mi cuello para sostenerse.
—No te sueltes, ¿vale? —le digo. Abro la puerta lo suficiente como para asomarme y comprobar que no haya nadie y estiro mi mano libre hacia Tim. En cuando la toma, le agarro con más fuerza—. Nada de hablar.
Esas son mis últimas palabras antes de empezar a avanzar en silencio por el pasillo. Quisiera poder taparle los ojos a Tim para librarle de toda esta sangre, ojalá pudiera llevarle aupas y asegurarme de que no mire, pero no es posible. Lo único que puedo hacer es tirar un poco hacia arriba para ayudarle a mantenerse sobre sus pies.
Algo se cae en la sala en la que Ruby se había metido.
Quien sea que ha venido, está ahí también, y ahora parece que algo de metal ha golpeado el suelo, algo grande que ha rebotado un poco hasta quedarse inmóvil. Luego, un golpe seco cuando casi estamos ahí. No me gusta como suena. Quisiera poder decir que no me hace pensar en un cuerpo cayendo, pero eso sería mentir.
Dejo a mi hermano por detrás de mí al llegar a esa puerta que, abierta, me permite asomarme un poco para comprobar si podemos pasar por delante o no. Tengo mucho cuidado y cierro los ojos por un segundo al entender que no me he equivocado.
El cuerpo de Ruby está ahora en el suelo y no se está moviendo. Una figura pasa cerca, con vaqueros rasgados, sudadera con capucha y movimientos nerviosos. Por su contextura, diría que es un chico, uno que está pasándose una mano por la boca mientras se mueve por la habitación. En cuando le pierdo de vista, cruzo por el pasillo tirando de mi hermano.
Llegar a las escaleras es un alivio y un infierno al mismo tiempo. Miro, hasta que ya no puedo ver el pasillo, detrás de mí. Si quien sea que está ahí nos oye, vendrá, y no pienso dejar que terminemos como Ruby.
No he podido ayudarla, no puedo ayudarla, pero sí puedo ayudar a mi hermano y al niño que llevo conmigo. A ellos sí les puedo ayudar.
Mi corazón late demasiado agitado y, al llegar a los espejos, quiero gritar de impotencia. Pasar por aquí es difícil de por sí, sin manos para poder guiarme, todavía peor. Sabiendo que no me queda otra opción, pongo a Tim delante de mí y suelto su mano para poder tocar los espejos a mi derecha. Alterno los espejos y empujarle un poco hacia adelante, rogando que el chico no decida subir las escaleras todavía.
Una vez fuera, tampoco puedo respirar. Tomo de nuevo la mano de mi hermano, llevándole escaleras abajo y mirando en todas las direcciones con miedo. Tenemos que irnos de aquí ya, pero, ¿y si ese chico sale? pero, ¿y si no estaba solo? No soy tan ilusa como para creer que, si esto lo ha orquestado Simmons, dejaría tan posible que uno de nosotros saliera. Aís que sigo mirando, lo hago hasta barajar la idea de ir directos hacia la salida del parque y, de ahí, seguir la carretera en el coche.
Ese es el momento en el que, como si fuera una burla del destino al leer mi plan, veo movimiento. Es rápido, tanto que apenas puedo estar segura de haberlo visto, pero eso despierta mi instinto. Empujo un poco a mi hermano y le llevo en la dirección contraria. Nos metemos detrás de la siguiente atracción y, entre las sombras, nos alejamos por atracciones y casetas hasta que mis piernas duelen.
Al parar, lo primero que hago es mirar a mi hermano, tan cansado, tan pálido, y luego miro al niño que está abatido -casi inconsciente más bien- en mis brazos.
Tenemos que llegar a mi coche.
Puedo hacerlo.
El problema es que al asomarme y mirar hacia la casa de los espejos no sólo veo un único movimiento distorsionado, sino que hay más. Son como hormigas. Sombras oscuras pasando de atracción en atracción y ocultándose en ellas como estamos haciendo nosotros. Se mueven demasiado coordinados como para estar imaginándolo. Se acercan.
Suelto la mano de Tim para poder pasarle una mano por el pelo y ponerlo bien en un intento de darle algo de cariño, de distraerle. Tengo que pensar algo rápido. En busca de cualquier cosa que pueda cubrirnos y donde podamos tomar distancia... Mi coche está lejos, estaba en un desvío y, ese desvío... El bosque, podemos llegar a través del bosque. No nos verían, estaríamos más seguros que por el parque. No tengo tiempo para un plan mejor.
Paso una vez más la mano por el pelo de mi hermano.
—Estás haciéndolo muy bien, Tim. —le dijo en voz baja—. Lo estás haciendo genial, pero tenemos que movernos un poco más, ¿vale? ¿Puedes hacer eso por mí? Sólo unos minutos más. Sólo un poco más.
Él abre los ojos como puede y mueve la mano hacia la mía, falla en el primer intento. ¿Está mareado? Necesito saber qué les han dado, él está luchando contra ello, está tratando de mantenerse suficientemente despierto como para salir de aquí, está dando todo de él, y me siento increíblemente orgullosa de él por eso.
Siempre ha sido demasiado testarudo, incluso para esto lo es.
—Vamos a ir hacia el bosque, si te suelto, quiero que corras hacia allí con todas tus fuerzas —señalo la zona—. Corre aunque estés cansado, corre todo lo que puedas y más y, si ves un árbol al que poder subir, sube. Luego busca la carretera y sal cuando venga algún coche. ¿Lo entiendes?
No responde.
—Repíteme lo que acabo de decirte —insisto.
Es perder el tiempo, pero necesito que lo diga.
—Si me sueltas corro al bosque y a la carretera —dice sin apenas voz.
Me sirve.
Agarro su mano con fuerza una vez más.
—Eso es. —Ya ni siquiera sé si estoy llorando o no. Si tengo fuerzas o no. Si estoy siendo racional o no. Sólo sé que Tim está conmigo y que puedo salvar dos vidas esta noche, pero, por un segundo, eso desaparece de mi mente al encontrar tanto que querer decirle a Tim. Sé que no es el momento ni el lugar, pero las palabras arden en mi pecho hasta que, finalmente, las fuerzo a desaparecer una vez más. En su lugar, intento animarle una vez más—. Eres muy valiente, Tim. Ya queda poco para estar en casa, lo prometo.
Tiro de su mano y pasamos por más atracciones hasta estar lo más cerca del bosque posible y, ahí, miro una vez más hacia la zona donde he visto movimiento. Ahora hay algunas luces también. Si llegan hasta aquí, pronto nos verán, tiene que ser ahora. El coche, tenemos que llegar a mi coche.
Rezo en mi cabeza antes de advertir a Tim y correr con él hacia el bosque. Rezo no ser vistos porque temo las consecuencias de que nos encuentren aquí. Es Simmons, estoy segura, él ha mandado a alguien para asegurarse de que su trabajo esté terminado.
Una vez entre los árboles, presiono a Tim para que vaya más rápido aun cuando él ya está haciendo un esfuerzo suficiente manteniéndose en pie. Apenas puede coordinarse, tropieza con cada rama, con cada raíz y piedra, pero eso no le hace parar. Al final, estoy tirando tanto de su brazo hacia arriba intentando mantenerle en pie que voy a terminar dislocándoselo si seguimos.
Además del camino, la oscuridad lo vuelve todo más difícil. Cuando él no deja de tropezar tan seguido que sé que ha llegado a su límite, hago lo único que puedo: me agacho, acomodo al niño mejor en mi brazo izquierdo y le pido a Tim que se agarre de mi cuello. Llevar a un niño de su edad en un sólo brazo ya es difícil de por sí, hacerlo tan cansada como estoy, cuando mi propio cuerpo responde mal y corriendo en medio de un bosque, es casi imposible.
No me queda otra si quiero sacarles, así que lo hago igualmente.
Tengo miedo de tropezar porque iríamos de bruces al suelo, miedo de no ser lo suficientemente rápida, miedo de que nos encuentren aquí. Sin muchas fuerzas, en vez de ir en línea recta -para alejarnos todo lo que podamos primero- y luego ir hacia la derecha -para salir en la carretera y buscar el coche-, empiezo a ir en diagonal para acortar camino. No es tan seguro, pero no creo poder llegar de otra forma.
Ni siquiera sé si llegaré así, incluso la adrenalina se está quedando corta para esto.
—Casi estamos —les digo.
Ojalá.
Ya puedo verlo en mi cabeza. Mi hermano en casa. Mi familia completa. Dos niños salvados pese a todos los que perdieron su vida por el camino. Sólo tengo que seguir un poco más.
Correr se acaba pronto para mí, pero sigo yendo tan rápido como puedo, con un inmenso dolor en los brazos y mis tobillos destrozados por tantas veces de haber pisado mal al no poder ver bien el suelo. Ya no sé si lloro de frustración o por todo el dolor que físico que esto me está provocando.
Sólo un poco más.
Sólo un poco.
Me caigo.
Consigo caer de rodillas y que mi hermano y el otro niño no lleguen a darse, pero doy en una piedra que me hace ahogar un grito. Sin poder hablar, suelto el agarre en mi hermano para que entienda que necesito que se aparte. En cuanto lo hace, me siento en busca de calmar el dolor.
El otro niño todavía está aferrándose a mi cuello cuando, con la mano temblorosa, intento tocar mi rodilla. Duele. Duele como el infierno. Miro a Tim sólo para dar con emociones mezcladas, está preocupado y, al mismo tiempo, la esperanza está muriendo en él.
—No es nada —miento.
Me muerdo la lengua al ponerme en pie sólo para distraer un dolor con otro. Puedo ponerme en pie, incluso andar, pero poner peso de nuevo con las rodillas así no creo que sea posible.
Ahora mismo podría romper a llorar aquí mismo como si no existiera un mañana, pero, en su lugar, intento agacharme un poco para levantar una vez más a mi hermano y el intento consigue que un intenso dolor recorra mi cuerpo y me haga sentarme de nuevo para poder respirar. Alarmada, miro a mi hermano.
No puedo.
Entre los árboles, hay un rayo de luz. El corazón se me acelera una vez más cuando tiro de mi hermano hacia mí, arrastrándonos del árbol que encuentro más cerca.
—Todo irá bien —prometo.
El niño pequeño está cerrando los brazos en mi cuello con más fuerza, asustado. Tim ahora se apoya contra mí y puedo oír unos bajos sollozos. No pueden llevárselos de nuevo, no pueden.
Me asomo un poco, pero la luz sigue en esta dirección. Probablemente sean linternas, y yo no tengo fuerzas suficientes. Con suerte, pasarán de largo, si no, Tim tendrá que correr. Miro, impotente, al niño que tengo en los brazos. Tim no podría llevarle, pero yo podría intentar darle una oportunidad. Para eso, Tim tiene que irse, está más despejado y tiene una mejor oportunidad solo.
Sólo pensarlo me aterroriza. Le abrazo contra mí queriendo que pudiera quedarse por siempre conmigo, pero sé que no va a ser posible. Tiene que salir de aquí, sabe lo que hacer. Al apartarle, borro como puedo un poco de la suciedad de su rostro. Le dedico el mejor intento de mis sonrisas con la esperanza de que eso sea lo que recuerde y le señalo una dirección.
—Cuando te diga, quiero que corras hacia allí, corre hasta que no puedas más, ¿entiendes? Corre hasta que no veas luces y, luego, gira a la derecha. Llegarás a la carretera. Quiero que sigas recto hasta que sea de día, sólo entonces para a algún coche, ¿queda claro? —Quizás es una tontería, pero me da más seguridad que lo haga cuando sea de día, ahí hay más personas, ahí ya no quedará nadie de los que ahora están aquí.
Hay un pitido, voces imposibles de identificar que me hacen tirar de mi hermano hacia mí de nuevo. Cierro los ojos, mentalizándome de lo que hacer después. En esos segundos, las voces se vuelven más claras y me doy cuenta de algo, se oye una radio.
Eso me hace abrir los ojos.
¿Una radio?
El ruido es inconfundible.
"Tres cuerpos más" se oye, luego una interferencia. Los pasos siguen haciendo crujir ramas en su camino. La linterna sigue moviéndose, alumbrando zonas más cercanas cada vez.
Sea quien sea, trae una radio consigo.
"¿Alguien con vida?" pregunta otra voz.
Otra interferencia y luego un claro: "Nadie por ahora."
Antes de decirle a mi hermano que empiece a correr, hay un deje de esperanza en mí. ¿Puede ser la policía?
—Nada por el bosque. Sigo buscando —dicen.
Trato de asomarme una vez más, esa voz es demasiado clara.
"Tiene un arma, repito, tiene un arma" dicen por la radio.
"Permiso para disparar" pide otra persona.
Contengo el aliento.
"Esperad" responden.
Luego lo oímos desde aquí, los disparos.
Ese ruido hace que el niño en mis brazos me agarre con tanta fuerza que duela y que Tim se pegue a mí aterrado. A mí me provoca mirar en la dirección del ruido y, entiendo un instante después, que a la persona que hay en el bosque también. Aprovecho a buscarle de nuevo y, esta vez, le veo con más claridad. Es un hombre con un chaleco oscuro que dice "Policía" en su espalda.
Policía. Esos son los buenos.
Se supone que son los buenos, ¿no?
Aun así, no salgo ni doy señales todavía.
"El sujeto ha abierto fuego" suena por la radio "Tenemos dos heridos, permiso para abatir al sujeto." Interferencia "Dos policías heridos, permiso para abatir."
Interferencia.
"Permiso concedido"
Más disparos en la distancia. Tim está temblando contra mí. Si el policía se moviera un poco más, nos vería fácilmente. ¿Qué hago?
"Sujeto abatido."
Rezo una vez más. Alguien, me arriesgo a decir que el chico al que vi, está ahora muerto. Si "abatido" significa lo que creo, soy la única persona de este lado del problema con vida. Abrazo como puedo a mi hermano. Si es la policía quizás no estén a mi favor, pero sí de los niños. Ellos no pueden traicionar a los niños, no les harían daño. Ellos son inocentes. Ellos pueden salir bien de esta, vana protegerles.
Con cuidado, me asomo una vez más mientras pienso sólo para dar con que otro hombre con el mismo chaleco se está acercando al primero.
Mi corazón se salta un latido al distinguir su perfil.
Es el señor Bremen.
Vuelvo a esconderme por completo detrás del árbol.
La señora Bremen me dijo hace un tiempo que tenían algo, me dijo que su marido le contó que tenían algo por donde tirar, ¿es eso lo que les ha llevado aquí? ¿A esto? Simmons lo dijo, él sabía que algo pasaba y, Ruby, Ruby se dio cuenta. Esta es la partida de Simmons, la policía se estaba acercando y Simmons movió ficha, sacrificó mucho para tener la mano vencedora, incluyendo a los suyos, por lo que he visto, y a nosotros.
No le importamos, nunca le hemos importado.
Si me ven aquí, voy a caer con todos ellos. Seré la culpable que necesiten porque la ciudad necesita a alguien a quien culpar, eso es lo único que les hará sentirse a salvo de nuevo. Seré lo que Simmons quiso que fuera. Si me ven aquí, mi vida habrá terminado.
Luego miro a mi hermano, en mi hermano y en el padre de Jayden. Es el señor Bremen el que está a unos metros, él conoce a Tim, confío en él. Jamás le haría daño a Tim, no él. ¡Es el padre de Jayden! Incluso si, como dijo Jayden tiempo atrás, hay infiltrados entre la policía, su padre no sería uno de ellos, no puedo ni considerarlo. Fue el señor Bremen quien vino a nuestra casa cuando todo pasó, fue él quien consoló a mi madre en comisaría más de una vez, él nos conoce desde hace años. Conoce a mis hermanos.
Nunca dejaría a Tim en manos de otro, aunque fuera un policía, pero no es "otro", es el señor Bremen. Confío en él.
Al entender la situación, tengo claro lo que hacer.
Aparto a Tim para que me mire y, todo lo bajo que soy capaz de hablar, le explico lo que hacer.
—Necesito que seas fuerte por mí una vez más, Tim. La policía está aquí, tienes que ir con ellos, tengo que dejarte con ellos, pero te prometo que volveré pronto. Te llevarán a casa, ¿vale? Ellos te sacarán de aquí y me llamarán, yo estaré ahí en seguida. Iré a por ti, pero, ahora, tienes que irte con ellos.
Tim niega hacia mí, clavando sus uñas en mi muñeca al intentar que no le deje. No es dejarle, es asegurarme de que él salga con vida y mantener mi vida. Si me ven, todo se habrá acabado para mí y, sí, estoy dispuesta a ello si es la única solución, pero ver al señor Bremen nos ha dado otra salida, una en la que los tres podemos salir de esta.
Por una vez en mucho tiempo, tengo esperanza de que esto pueda salir bien.
—Quiero que, en cuanto te lo diga, pidas ayuda. Pide ayuda y di que eres Tim Ilsen, ¿vale? Tú di: Soy Tim Ilsen, por favor, ayudadme. Yo te diré cuándo salir, y, cuando lo hagas, quiero que sigas diciéndolo y que intentes ponerte por ahí —señalo con cuidado una zona que tenemos a la izquierda—. No pueden verme aquí así que quiero que hables sin parar, quiero que hables, que llores y que grites cuando estés con ellos porque yo tengo que irme mientras tanto. Necesito que me des unos minutos, tienes que distraerles para que no miren hacia aquí.
Él empieza a llorar en silencio y sin soltarme.
Con cuidado, voy soltando al niño pequeño de mi cuello, apoyándole con cuidado contra el árbol y pasando una mano por su mejilla para calmar el terror que ilumina su mirada al perder el contacto conmigo.
—Ese de ahí es el padre de Jayden, es el padre de Lily, es el señor Bremen, él te cuidará hasta que yo vuelva, ¿vale?
Esta vez, Tim no niega, pero el dolor en su mirada es notorio.
—Lo harás bien. —Los policías dejan de hablar y sé que apenas nos queda tiempo—. Quiero que les digas que hubo una pelea, que no os dejaron vigilados, que saliste corriendo con él —Señalo al niño que ahora nos mira con un puchero en sus labios—. y que lleváis escondidos aquí desde entonces. No les cuentes nada más, no les hables de mí. No digas nada de esto, sólo que quieres que llamen a tus padres, me llamarán en seguida, no digas nada, sólo pide que me llamen. Por favor asiente si lo entiendes.
Asiente.
Beso su mejilla.
—Le dejaré aquí, tú dame unos segundos de margen y luego diles que él está aquí.
Tim mira al niño cuando se lo señalo. Le hago una señal, pero a Tim le cuesta hacerlo. Las linternas pronto se mueven cerca nuestro y los policías empiezan a separarse. Tiene que ser ahora, tiene que ser el padre de Jayden. Cuando creo que no vamos a tener tiempo, Tim lo hace.
—Soy Tim Ilsen, necesito ayuda —dice en alto.
Las linternas se mueven hacia nosotros, aun así, espero a que lo diga una vez más antes de hacerle una seña para que salga.
Lo hace. Lo hace y, como le he pedido, se mueve para alejarles de mí.
Espero unos segundos para asegurarme de que los policías actúen como es de esperar antes de irme. Espero más bien a que el señor Bremen sea el que está con él y que Tim está intacto. Cuando el señor Bremen habla, me relajo por fin.
—Dios mío, ¿Timothy? —pregunta. Me asomo un poco a tiempo de ver cómo el señor Ilsen se quita el chaleco y se acuclilla frente a Tim. Le observa con cuidado y luego se vuelve hacia su compañero—. Es uno de los niños que desaparecieron, informa de esto y que llamen a una ambulancia y a su familia. Hemos encontrado a Timothy Ilsen.
Eso es todo lo que necesito para saber que he tomado la mejor decisión. Cuando el compañero del señor Bremen empieza a alejarse, Tim rompe a gritar y llorar. Eso le da la atención de los dos policías, lo está haciendo para que yo pueda irme y, sin desaprovechar un sólo segundo, eso hago.
Dejarle atrás después de acabar de recuperarle es lo más duro que he hecho en la vida, pero saber que está bien me permite hacerlo. Pronto volveré con él. Le tienen, está a salvo, ahora soy yo la que corre peligro aquí, es a mí a quien no pueden ver en este lugar, no después de todo lo que hay ahí abajo, de todos los cuerpos, de todas las muertes, de todos los secuestros. Iban a hacerme caer con ellos para deshacerse del marrón.
Como han hecho con Ruby.
Ruby.
Debí haber hecho algo más por ella. Debí haberlo intentado más. ¿Cómo he podido dejarla? Me arrepiento hasta que recuerdo a quién he priorizado. Mi hermano. Mi hermano está bien, y también lo está ese niño pequeño que había con él. Están vivos y van a volver a casa. Ellos están bien, les he sacado, están a salvo.
Hoy, dos familias recuperarán la esperanza.
Después de haberme alejado lo suficiente como para que no me oigan, echo a correr hacia mi coche. Me duele todo el cuerpo, me fallan las piernas un par de veces, pero, como antes, no me queda otra opción.
Llego a mi coche y, con las luces apagadas, vuelvo a casa con cuidado de no ser vista en este tramo de la carretera. Vuelvo con la certeza de que van a llamarme, de que Tim va a volver con nosotros.
Tim va a volver a casa.
Entonces los horrores de hoy y todo lo que acabo de vivir me golpea y la ausencia de Tim hace que no tenga una razón para mantenerme en pie por más tiempo. Tim está a bien, pero yo he dejado de estarlo.
#LíneaParaProcesarloTodo.
Ahora sí, vamos desde el principio.
1. Rest in peace... (wait que va para largo)
#R.I.P. Una docena de personajes (un minuto de silencio)
#R.I.P Ruby : (
Lo que me preocupa de Ruby es que Danielle la veía como u reflejo de "la persona en la que podría haberse convertido" y no pudo salvarla. </3
#R.I.P. ElChicoMisterioso : ( (A ver, hay una pequeña posibilidad de que sea ya sabemos quién, pero, si damos por hecho que ha matado a Ruby, no puede ser él... ¿no? Es decir, él nunca llegaría tan lejos... ¿verdad?) *preocupación modo on*
#R.I.P. los niños que había en ese lugar </3 (si los adultos eran pare del team Simmons no les queremos en estas plegarias)
2. ¡Dos niños vivos!
EYEYEYEYEY TIM ESTÁ A SALVO.
TIM.
¡¡¡¡TIIIIIIMMMMMMM!!!!!
FUEWIFEUWFNEUFNE
Y el otro niño chiquitín, ¡más tierno él!
3. ¿Inculpar? Simmons sacrificando a gente para salir de rositas de esa... ¿Pudo haber sido eso de lo que hablaba con Butcher cuando hablaban de que adiós Danielle? Y, sobre todo, ¿creéis que al haberse ido Danielle tiene alguna oportunidad de que no la unan con eso? Porque Ruby ha expuesto un buen argumento en su mini momento de cordura... Sólo digo : )
YYYY ÚLTIMAS COSITAS:
#TimSeráRescatadoPorElSeñorBremen
#ElSeñorBremenNoEsDeLosBuenos-ByeTim
#/ElDeLaCapuchaEra:
Y, antes de cerrar esto, el final. Lo habéis notado, ¿no? El problema de Danielle es que lo ha hecho todo para proteger a Tim, siempre ha tenido esa razón, pero, ahora que él está de vuelta, ahora que ya no tiene que protegerle de esa forma, todo lo que he hecho va a caer sobre ella.
Como ella ha dicho: Ella ha dejado de estar bien.
(#R.I.P. Danielle????)
JAYDEN APARECE QUE EL GOLPE DE REALIDAD PARA DANIELLE VA A SER DURO.
No puedo irme sin dar las gracias a tres personas: melani_BP_, PascualRomero0 y KMikaelson_, me gustaría dedicaros este capítulo a vosotras porque me ayudasteis con la primera lectura y a resolverme todas esas dudas con las que agobié un poco. Este capítulo, está especialmente dedicado a vosotras. Muchas gracias por vuestra ayuda, sois un amor 😘
¡¡Un abrazo y nos leemos en el sábado!! ❤️
—Lana 🐾
Love iu ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro