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epílogo

Con muchísimo cuidado y preocupándose de no llegar a lastimar el sedoso cabello negro entre sus manos, ató una liga de color rosa en un punto alto de la cabeza de la adolescente. Dejó suelto su flequillo y, antes de soltar el cabello con exquisito aroma, depositó un tierno besito en la coronilla ajena.

Sunoo esbozó una amplia sonrisa y puso sus manos en sus caderas, dando por terminado el último detalle que hacía falta para comenzar ése precioso día.

Frente al espejo, Umji sonrió de la misma forma que su progenitor, dejando a la vista sus encantadores hoyuelos. Herencia de su papá Hoon.

-Estamos listos -habló el adulto a su primogénita.

La adolescente asintió y se puso de pie. Se giró sobre sus talones y pasó sus brazos por la delgada cintura de su papá Sun, apretándolo en un cálido abrazo.

Tenía la mirada más linda que Sunoo ha visto en su vida, llenos de energía y alegría, capaz de transmitir tranquilidad. Su adoración. Perfecta ante sus ojos.

Y aprovechando que estaba convertida en una bella señorita, necesitaban celebrar su cumpleaños como nunca.

-¿Vamos? -preguntó la chica, a lo que su papá asintió.

Salieron de casa y sintieron los intensos rayos del sol calando en su piel, sin embargo era un día maravilloso, un día para festejar y disfrutar, de modo que nada sería un impedimento para pasear por las lindas calles de la ciudad.

Sunoo manejó en todo momento con una felicidad invadiendo su cuerpo, con una sonrisa imposible de borrar de sus gruesos labios. A su lado, Umji cantaba a todo pulmón las canciones transmitidas en la radio, de vez en cuando realizando alguna actuación, todo según el tipo de melodía. Incluso él se unió y cantó desde el corazón.

El centro comercial fue recorrido sin olvidar un solo rincón. Compraron ropa bellísima, tomaron helados grandes, buscaron maquillaje para la adolescente (sólo unos cuantos, sunoo no quería arruinar el lindo cutis de su hija) y comida para llevar a casa.

Además, aprovechando el caluroso día, decidieron pasar un momento en la playa. En realidad no estaba en sus planes, estaban demasiado guapos para la ocasión, pero eso no importó y acabaron bañándose y salpicándose agua.

¿Qué importó que el maquillaje de Umji se estropeara?

¿Qué importa que Sunoo haya arruinado su ropa nueva?

La sonrisa de su primogénita lo valía todo. La amaba tanto. Siempre la ha amado.

Siempre la amaría...

Un mareo detuvo el entretenido juego en el mar, repentinamente Sunoo sentía una sensación incómoda en su pecho.

-Papi... ¿Estás bien? -el semblante de Umji cambió radicalmente.

Se notaba a leguas su preocupación. Se acercó rápidamente y tomó el rostro de su papá entre sus manos.

Sunoo asintió. Ya no estaba mareado, pero aún sentía ése sentimiento extraño en su pecho. Una sensación de vacío. Pero no quería arruinar el cumpleaños de su niña, así que formó una amplia sonrisa y besó la frente ajena.

-¿Vamos a casa, bebé? Prepararemos mucha comida rica -propuso el mayor, a lo que la adolescente asintió alegre.

En el camino devuelta, Umji seguía cantando con mucho sentimiento, bailaba si era necesario.

Pero ésa sensación no se iba, por más que lo intentase, Sunoo no podía quitárselo del pecho.

-Papá... -murmuró la chica al notar un semblante serio en su acompañante.

-Estoy bien, amor. Tranquila.

La adolescente miró a través de la ventana y soltó un triste suspiro.

-Ya se está haciendo de noche... -volvió a hablar la menor.

-Sí, pero mañana será domingo, de modo que podremos dormir muy tarde. Así que prepararemos comida deliciosa y dejaremos listas las películas que quieras ver.

Umji sonrió, pero no respondió.

Sunoo estacionó el vehículo fuera de su casa y se quitó el cinturón de seguridad, sin embargo a su lado seguía su hija mirando hacia afuera.

-Hija, vamos...

-Se terminó el tiempo, papá... -susurró Umji con la voz temblorosa.

Antes de que Sunoo pudiese preguntar a qué se refería, Umji se quitó el cinturón de seguridad y bajó del automóvil. Su padre también bajó rápidamente y la siguió.

Cuando estuvieron dentro de la casa, una corriente eléctrica recorrió la espina dorsal de Sunoo. Umji miraba con mucho cariño una fotografía. Deslizó su dedo índice sobre el rostro de la persona que se encontraba en la foto y sonrió.

-Estoy segura que... Si yo hubiese sido él, sería la niña más feliz del mundo. -susurró.

Sunoo arqueó una ceja y se acercó lentamente. Un golpe de realidad, muy parecido a una daga atravesando su pecho, se presentó.

Beomgyu. Su precioso niño.
       
El castaño tuvo el recuerdo de su pequeño hijo de seis años.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y posó su mirada en Umji .

-T-Todo lo que sucedió hoy... ¿No fue real? -titubeó. Con el corazón echo trizas.

Su hija sonrió con una lágrima acariciando su mejilla. Dejó la fotografía en el sitio de donde la había tomado y, acto seguido, sollozó al tomar una segunda fotografía.
       
-Ryujin se molestará mucho cuando sea grande y vea ésta foto de ella con su pecho descubierto. -dijo la chica sin dejar de mirar a su linda hermanita. La nena que Sunoo dio a luz hace sólo tres meses.

-Umji... -fue un susurro lleno de agonía. Lleno de tristeza. Un susurro desgarrador. Uno que solamente puede emitir una persona que ha perdido un amor tan grande- ¿Es acaso sólo un sueño?

La nombrada dejó la fotografía y miró a su progenitor directamente a los ojos. Con la yema de su dedo pulgar limpió las lágrimas que acariciaban el rostro de su padre, y sólo después de eso, asintió.

-Quiero estar contigo, mi bebita... -sollozó.

-Lo sé, papi. Yo también, siempre he querido estar con ustedes. He anhelado que rodeen mi cuerpo con sus fuertes brazos y besen mi frente, que canten una canción con su preciosa voz. Papá Hoon y tú son las primeras personas que amé en vida... Aún sin saber que los tendría tan poco tiempo. -pausó un momento- Pero ya es tiempo que despiertes, papá.

-Umji, no quiero...

Umji sonrió aún con sus ojos vidriosos y tomó el rostro de su padre entre sus manos.

-Papá Hoon, Beomgyu y Ryujin te esperan...

-¿Por qué no puedo estar contigo más tiempo? Fuiste arrebatada de mi vida. Jamás tuve la oportunidad de mirar tus ojitos, ni siquiera pude tomarte entre mis brazos. Ella te arrebató de mi vida.

No le dolía tener que regresar con su familia. Sunghoon era el amor de su vida. Beomgyu era el príncipe que tenía cautivado su corazón. Ryujin era la luz de sus ojos.

Pero Umji era su primogénita, su bebita... La primera vez que se enamoró con sólo una mirada.

-No la odio, papá, muy a pesar que me quitó mi vida. Fui capaz de perdonar...

Sunoo se abrazó a sí mismo y lloró. Pero esta vez su doloroso llanto fue consolado por el abrazo que tantos años ha anhelado. Umji pasó sus delgados brazos por la cintura de su papá Sun y apoyó su cabeza en el pecho masculino.

Sunoo aprovechó para llenar de besos a su linda niña.

-Ya debes despertar, papá... -susurró la chica soltándose lentamente del cálido abrazo.

No quería, por supuesto. Han sido demasiados años en los que han soñado con esa situación, tantos años en los que se amaron aún sin poder verse. Porque aún si pasan cincuenta años, un padre que ha perdido una vida tan adorada como lo es un hijo, siempre tendrá el deseo de poder tomar entre sus brazos a ese amor perdido.

Incluso si se trata de una despedida.

-Siempre estaré con ustedes -sollozó.

Sunoo asintió. Lo sabía, sabía perfectamente que Umji estaría con ellos hasta que su tiempo se termine y no tengan que soltarse nunca más de un cálido abrazo.

Suspiró profundo y esbozó una sonrisa a su niña.

-Te amo, mi linda estrella fugaz -dijo Sunoo justo antes de cerrar sus ojos y perder completamente la conciencia.

-¿Le puedo dar un besho así como los príncipes? -preguntó Beomgyu lleno de emoción.

Quiso reír. Tomar a su hijo entre sus brazos, apretujarlo y besarle todo el rostro. Su adorable voz lo derretía, lo hacía pedazos, lo elevaba a lo más alto el cielo. Sin embargo, sólo fingió estar dormido.

Además, sabía perfectamente lo que estaban tramando. Porque sí, estaban, había un cómplice que obedecía a cualquier petición que hiciese Beomgyu.

Sintió unos pequeños labios en la comisura de los suyos, y una risita traviesa cuando el infante se alejó rápidamente. También escuchó la tenue risa de Sunghoon.

Abrió lentamente sus ojos, le costó un poco de trabajo poder fijar bien su vista en un punto exacto, pero finalmente logró mirar a su esposo que estaba sentado a una orilla de la cama, mirándolo con adoración. También vio a Beomgyu escondido detrás de su padre y riendo nervioso, rogando que su Papá Sun no lo encuentre.

Y entre los fuertes brazos de Sunghoon estaba Ryujin, la nena succionaba su dedito pulgar como si fuese un chupete. Estaba vestida con aquel tierno mameluco de sandía.

-Papi Sun es un príncipe de verdad, papá Hoon... -susurró Beomgyu. Totalmente convencido que Sunoo despertó cuando recibió un besito.

-Sí, lo es... -dijo Sung sin quitar la mirada de su esposo.

Sunoo sonrió y acobijó entre sus brazos a su hijo, quien gustoso se acurrucó para sentir la calidez de su progenitor. Sunghoon levantó ligeramente a Ryujin para que su papá Sun entrara en su campo visual.

La bebé abrió amplio sus ojitos y sonrió amplio, dejando a la vista sus encías desnudas. Gorjeó emocionada y movió sus bracitos, como si estuviera desesperada por ser cargada por Sunoo.

Ahí, con su nene entre sus brazos, su bebita agitando sus brazos y sin borrar su exquisita sonrisa, su esposo mirándolo lleno de amor... Logró comprender tantas cosas.

Sufrió demasiado cuando perdió a Umji, pero todo el dolor, ése desgarrador dolor, fue absolutamente necesario. Quizás el destino estaba escrito así, quizás era necesario conocer a Sowon... Jamás lo sabría.

Cuando Sunghoon confesó sus sentimientos dijo que volvería a sufrir todo con tal de conocerle. Eso sí logró a comprender.

Volvería a llorar, volvería a odiar a Sunghoon, volvería a sufrir todo nuevamente; porque de no haber sido así, no tendría consigo a su tan hermosa familia.

-¡Papá! ¡HueningKai está triste! -gritó Beomgyu con mucha preocupación.

Como cada año, tanto la familia Park, como la familia Shim y la familia Park, durante el cumpleaños de Umji hacían una salida antes de ir a visitar su tumba. Comían en algún parque o iban a la playa.

Beomgyu y HueningKai han sido mejores amigos desde que tienen memoria, y cada vez que llegaban a los lugares antes mencionados, ellos eran los primeros en desaparecer. En el parque se desaparecían para ir a los juegos. En la playa se desaparecían para ir a jugar en el mar. Pero esta vez en su visita a la playa, a pesar de que Beomgyu ya traía puesto su traje de baño, HueningKai estaba cabizbajo y ni siquiera se había movido del lugar donde su papá Jungwon lo dejó.

Sunghoon frunció los labios y se acercó a los niños mientras los demás preparaban el lugar.

-¿Qué te ocurre, pequeño? -preguntó el de tez blanca.

Hueningkai frunció el entrecejo y desvió la mirada, Beomgyu formó un prominente puchero y tomó el rostro de su amigo entre sus manitas.

-Mi papá Hoon te está hablando...

Sunghoon sonrió y acarició el sedoso cabello del niño más grande.

-Está bien, Beomgyu. Si Hueningkai no quiere contarme, que no lo haga. -dijo el adulto- Puede contárselo a sus papás de todos modos.

-¡No! -exclamó Hueningkai con firmeza en su voz- ¡No le contaré nada a papá Jay! Mi enojado con él.

El de tez blanca alzó una ceja y se sentó junto a él.

-¿Por qué estás enojado con tu padre?

Los ojitos de Hueningkai se llenaron de lágrimas y su labio inferior se curvó hacia afuera, delatando sus intensas ganas de llorar.

-Porque hizo llorar a papi Jungwon...

Ah~ claro. Ya podría imaginárselo. Tal vez Hueningkai había presenciado una pelea entre sus padres y Jungwon acabó llorando. Aunque Sunoo le había contado que muy a pesar de ser el más bajito de los tres, Jungwonie era quien los defendía en sus tiempos de universitarios. Que incluso puede llegar a tener un carácter bastante fuerte.

Hueningkai suspiró y secó las pocas lágrimas que se escapaban de los tiernos y pequeños ojitos del niño.

-Escúchame, Hueningkai: a veces los padres discutimos por tonterías y podemos hacer llorar a nuestra pareja, pero no es nuestra intención, ¿Entiendes? Papá Jay ama mucho a papá Jungwon y estoy seguro que no fue su intención hacerle llorar.

-Sí lo fue.

-Claro que no... Mira: -Sunghoon le apuntó donde se encontraba Jay y Jungwon, el mayor estiraba una amplia manta sobre la arena mientras que Jungwon sacaba la comida, con eso de su segundo embarazo no podía realizar muchos esfuerzos- ambos sonríen y se dicen bromas. Te aseguro que no quiso hacerle llorar.

-Que sí, tío Sung. Porque papá Jungwon le decía que no y papá Jay no se detuvo -sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas-, lo estaba golpeando.

Beomgyu mordió sus uñas, sintió un dolor en su corazoncito con tan sólo imaginarse que alguien esté golpeando a su precioso tío Jungwonie. ¡Y mucho más si ese alguien era su tío Jay! Eso sí que no lo permitiría.

Se levantó decidido a encarar a ése hombre blancucho, le diría unas cuantas verdades (de esas que suele usar cuando discute con sus compañeros), le sacaría la lengua y además, le diría que no sería nunca más su amigo. 

Por suerte Sunghoon alcanzó a tomar a su hijo entre sus brazos y lo mantuvo ahí mientras continuaba con la plática.

-Hueningkai... Necesito que me digas lo que viste, si Jay golpeó a Jungwon yo podré hablar con ellos.

El niño secó sus lágrimas con sus pequeñas manitas y asintió.

-Anoche mi soñó con monstruos feos y quería que papi Jungwon cante la canción que él dice es para soñar con angelitos... Pero papi Jay lo estaba golpeando debajo de las sábanas... Mi escuchó bofetadas y a papá Jungwon llorando -lágrimas acariciaron sus mejillas rechonchas-, papi hacía a...

Sunghoon lo interrumpió poniendo una mano en la boca del infante. Más que nervioso. Con la historia recién contada por Hueningkai fue suficiente como para saber que iba a imitar gemidos que él consideró quejidos de dolor.

Genial. Definitivamente Sunghoon se sintió con grandes orejas de burro por no haber entendido a lo que el niño se refería desde un principio.

Pero ése ya no era asunto suyo, sólo se esmeró en convencer al niño que no fueron golpes y que su papá Jay sería incapaz de golpear a Jungwon. De ahí a explicarle al niño lo que sus padres hacían bajo las sábanas era un asunto que bien podían resolver ellos mismos por calenturientos o Sunoo, pero no él.

Si hubiese sido él, acabaría contándole a los pequeños todo el proceso biológico.

Si tan sólo Bisco no hubiese roto el último pañal que le quedaba a Ryujin, pudieron haber ido todos juntos al cementerio para visitar a Umji. Pero dado a que fue el hijo mayor de los Shim, ellos mismos tuvieron que ir a comprar el pañal para la nena.

Y como Hueningkai estaba totalmente enamorado de Jake, decidió ir con ellos para asegurarse de que Niki no le pusiera ni un dedo encima a su futuro esposo.

Además, Beomgyu quiso ir con ellos también, porque Niki siempre acababa comprándole golosinas a escondidas de sus padres.

Jungwonie decidió que se quedaría cuidando a Ryujin fuera del cementerio.

De modo que sólo entró la pareja Park. Tomados de las manos, con el mismo sentimiento de hace varios años atrás.

Pero cuando estuvieron a tan sólo dos metros de distancia, detuvieron sus pasos.

Arrodillada con un ramo de lirios entre sus manos, frente a la tumba de Umji, estaba Sowon. Había una chica acompañándola, quien además se dio cuenta de la presencia de los hombres.

Tocó el hombro de Sowon y le señaló con la mirada la dirección donde estaban los padres de Umji.

Sowon se levantó rápidamente, nerviosa. Dejó el ramo de lirios sobre la tumba de Umji y tomó la mano de su acompañante, entrelazando sus dedos. Caminaron rápidamente y justo cuando pasaban junto a los hombres, Sowon hizo una leve reverencia.

-Lo siento -susurró.

Sunoo la miró por un momento y claramente notó una diferencia entre las lágrimas que brotaron de los ojos femeninos aquella vez, hace años, cuando le confesó lo que había echo y ahora, obsequiándole lirios a su niña sin que alguien se lo pidiera.

Recordó lo que Umji le había dicho en su sueño. Y pensó que tal vez... Nunca es tarde para cambiar.

-Sowon -llamó Sunoo a la chica que se alejaba a paso lento. La nombrada volteó y cruzaron miradas-, te perdonamos...

No le estaba dando permiso ni señales para que esta se acercara a darles un abrazo. Jamás serían amigos. Jamás volverían a intercambiar palabras. Sólo necesitaban un perdón.

Ambos aliviarían esa incomodidad de su pecho.

Para vivir con tranquilidad, paz, gozando cada quien con el camino que decidieron elegir.

Sowon encontró el amor en esa extravagante chica que prometió visitarla mientras estuviese internada.

Sunoo y Sunghoon... Vivir para amarse, cuidar a los tesoros más grandes que les dio la vida y siempre llevar en corazón a la preciosa niña que fue como una estrella fugaz.


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