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039

Cuando la vida de una persona importante se apaga, pareciese como si ya nada tuviera sentido. Te cuestionas si existe algo en el mundo que logre destrozar tu corazón con la misma fuerza que lo hizo el vacío de esa persona. Las lágrimas no bastan, el vacío está y no se irá.

La vida continúa y tienes que aprender a vivir con aquel vacío. Suena tan fácil, parece sencillo cuando lo ves con mirada ajena.

Cuando es tu corazón quien lucha día tras día por mantenerse bombeando, aún con la esperanza de que ese trozo que se marchó vuelva por fin, es el trabajo más difícil.

El tiempo ayuda, es cierto. Las veinticuatro horas del día ya no serán eternas, los siete días de la semana se reducirán exactamente a lo que son, sólo siete días.

Las personas que conforman tu entorno se vuelven tu pilar. Tu alma vuelve a sonreír...
Es todo un proceso, costoso, pero necesario.
Sunoo acomodó en su delgado cuerpo un suéter grisáceo, era un día frío, idéntico al día en que ella llegó al mundo. Se cumplía con exactitud un año... Tantas cosas cambiaron y todo parecía ser gracias a ella.

Todos los días se preguntaban como hubiese sido su vida si su pequeña princesa viviera, las respuestas jamás llegan, pero ahora gozan el sólo hecho de imaginar aquellos ojitos que nunca conocieron.

Contrariamente a lo que muchos imaginaron, la muerte de Umji no provocó una desunión por parte de sus progenitores, contrariamente, fortaleció la relación. Quizás era necesario, quizás de alguna manera Maní lo sabía. Luchó con todas sus fuerzas por mantenerse con vida, el dolor que su pequeño corazón sufría sólo es algo que se queda en la imaginación.

El alma vuelve a sonreír... Cierto. El reflejo de Sunoo era un claro ejemplo.
Salió de su cuarto sin borrar su sonrisa, ya estaba listo. Niki se levantó del sofá con un pequeño Bisco en sus brazos y envuelto en cobijas como si fuese un bebé.

El mayor acaricia la cabeza de su amigo y no puede evitar soltar un suspiro. Siempre le estará eternamente agradecido por estar a su lado incluso en los peores momentos, siendo uno de sus pilares más importantes y sin pedir nada a cambio. Le llena de satisfacción el saber que el menor por fin se enamoró y que se ha tomado con una gran responsabilidad su relación: nada de bebés, por el momento su único hijo sería Shim Bisco.

Un mensaje de texto le anuncia que Sunghoon está esperándolo a fuera y que Jake está acompañándolo.

Al dejar el departamento que ha sido su hogar por todo un año, su corazón se acelera. Se siente como un adolescente enamorado y el sólo mirar a Sunghoon le provoca las famosas mariposas en el estómago.
Se saludan con un beso en los labios, de alguna manera su saludo tiene mucho más sentimiento ésa mañana.

Por otro lado Niki y Jake no lograron besarse por la forma tan eufórica que Bisco lamía el rostro del mayor.

Ambas parejas se subieron al vehículo, pero no es Sunghoon quien maneja. Jake tomó el lugar del chófer, Niki de copiloto con su mascota-hijo en su regazo y en los asientos de atrás, Sunoo y Sunghoon.

Sus manos estaban entrelazadas pero no se miraban y no intercambiaban ni una sola palabra, sólo necesitaban saber que estaban juntos en ese momento. A pesar de haber sido un año difícil están juntos, amándose, ambos corazones latiendo con fuerza como aquella ocasión en la que se besaron por primera vez.

El camino hacia su destino parece eterno, quizás porque los recuerdos volvían a sus cabezas. Amargos recuerdos.

Jake detuvo el automóvil en la entrada del cementerio, pero ni él ni su pareja bajaron.

-Pasaremos por ustedes en una hora -dijo Jake.

-Como es el cumpleaños de Maní los dejaremos solos -habló Niki con una amplia sonrisa.

De paso, Bisco dio unos cuantos ladridos agudos.

Sunghoon llevaba un ramo de lirios entre sus brazos, Sunoo se abrazaba a sí mismo. Al llegar a la tumba de Umji ambos se sientan en el suelo y permanecen en silencio por un instante, hasta que Sunoo soltó un sollozo.

-Si tu preciosa vida no se hubiese apagado hoy no estaríamos celebrando tu cumpleaños de esta manera... Con lirios en lugar de juguetes. - pausó un momento, secó las lágrimas que a penas habían comenzado a salir de sus ojitos- Eres la ilusión que nos acompañará hasta el último segundo de nuestras vidas, hasta que sea nuestro momento de partir y finalmente poder encontrarnos contigo.

Volteó levemente y Sunghoon le entregó el ramo de lirios, entonces Sunoo continuó:
-Park Umji, pequeño amor de nuestras vidas, muy a pesar de que ni papá Hoon ni yo te hubiésemos planeado, jamás existirá en este mundo dolor más grande que tu pérdida.

Desearíamos haber pasado mucho más contigo, sin embargo agradecemos el tiempo que estuviste. - con mucho cuidado acomodó el ramo justo debajo del nombre de su niña- Nos enseñaste el verdadero significado del amor, iluminaste nuestro camino... Justo como una estrella. La más hermosa, brillante y fugaz.

Sunghoon pasó sus brazos alrededor de los amplios hombros del menor y besó su coronilla. El silencio fue el único consuelo para ambos padres.


A pesar de ya haberse cumplido una hora desde que Jake los dejó en el cementerio, aún no se digna a aparecer con el vehículo. Posiblemente se haya ido por ahí a darse cariñitos con Niki.

Optaron por ir a casa de Sunghoon, después de todo estaba haciendo mucho frío como para quedarse un minuto más en la entrada del cementerio.

Los recuerdos para Sunoo atacaron en cuanto puso el primer pie en esa casa, en pocos meses aquel lugar se convirtió en un baúl lleno de memorias. El primer beso que se dieron. Las cientos de veces en las que Sunoo contemplaba a su -en aquel entonces- esposo mientras dormía. Lo mucho que odió ése lugar el día que se marchó.

El menor sólo se mantiene mirando a su alrededor, abrazándose a sí mismo.

Toman asiento en el amplio sofá beige, el mutismo sigue presente en el ambiente, con suerte pueden escuchar los automóviles pasar por afuera de la casa.

Sunghoon se ofrece a traer dos tazas de café para soportar el frío, Sunoo tal vez aceptó porque necesitaba estar un momento solo, pero su meditación se vio interrumpida tras escuchar el "ay caramba" de Bart en su celular.

Niki: Hyuuuuuuuuung~ ¿Dónde están? Jake y yo estamos esperándolos en la entrada.

Sunoo: Estamos en casa de Sunghoon, hacía mucho frío en el cementerio...

Niki: ¿Quieren más tiempo a solas? Nos hubieran dicho antes.

Sunoo: No es eso, pueden venir justo ahora por nosotros.

Niki: Mejor me avisas cuando acaben. Si pregunta dile que fuimos por comida.

Sunoo: ¿Cuando acabemos qué?

Niki: Ya sabes~ Por cierto, ¿Quieres que pase a dejarte lubricante y un preservativo?

Sunoo: NO. Dile a Jake que venga acá ahora mismo.

Niki: Te daré una horita más, hyung, aprovéchala.

Sunoo rodó los ojos y dejó su celular a un lado, Niki se había vuelto loco.

Sunghoon pronto llegó con dos tazas de café bien cargado, le entregó uno a su menor y volvió a tomar asiento. Sunoo sólo lo miraba de reojo, de alguna manera las estupideces de Niki habían dejado un bichito dando vueltas en su cabeza.

¿Cómo se sentirá hacer el amor con Sunghoon? La única vez que lo hicieron estaban borrachos, por lo que no recuerda absolutamente nada. Acercó la taza a la comisura de sus labios y bebió un poco del amargo líquido, su imaginación comenzaba a jugarle en contra e imaginaba lo delicioso de los toques de su mayor.

Tragó duro y miró a su ex esposo, estaba distraído bebiendo su cafecito y se veía tan malditamente guapo. El corazón se le aceleró, no podía despegar la vista de ése hombre que lo tenía enamorado hasta las células.

-¿Cuándo piensan venir por nosotros? - preguntó Sunghoon sin despegar su vista de la taza.

-En una hora... - soltó en un hilo de voz- Creo que pasaron por comida.

Sunghoon bufó y apoyó su espalda con el respaldar del sofá.

-Entonces supongo que debemos esperar hasta que lleguen.

Sunoo asintió y dio otro sorbito a su café. Relamió sus labios y dejó la taza sobre la pequeña mesita central.

"Ser el de abajo no quiere decir que no pueda tomar la iniciativa, ¿verdad?" se preguntó a sí mismo, sus manos estaban temblando y ni siquiera sabía el motivo. Con delicadeza le quitó la taza al más alto y la dejó junto a la suya.

El de tez blanca se sorprendió cuando Sunoo acercó su rostro y depositó pequeños piquitos en su mejilla, hasta llegar a su boca. Los labios húmedos del menor eran tan suaves... Definitivamente Sunghoon perdería la cabeza.

-Hyung...

-Dime, cariño.

-Te amo - susurró antes de volver a dejar un piquito en la boca ajena.

Sunghoon esbozó una encantadora sonrisa, de esas que enloquecían a Sunoo y ladeó un poco su cabeza y se atrevió a besar su boca amoldando de manera correcta los labios.

Dejó de ser un beso inocente cuando Sunoo rodeó el cuello del mayor entre sus brazos y sus lenguas se vieron involucradas. Sus labios se acariciaban, el silencio abandonó el ambiente y fue sustituido por el tenue chasquido provocado por ambas bocas.

Quizás suene tonto para una pareja de ex casados y padres de una niña, pero Sunghoon se sintió realmente nervioso cuando metió sus manos bajo la playera de Sunoo.

Lo estaba tocando estando sobrio, sus dedos se deslizaban por la piel nívea del menor provocándole pequeños respingos, quizás por lo frío que estaban. Tocó cada centímetro posible.

Los automóviles transitando por las calles ya no son escuchados, ni siquiera sus celulares indicando nuevos mensajes, sólo existe el profundo deseo de tocarse.

El suéter de Sunoo sólo es un estorbo para la situación, y al parecer no sólo Sunghoon lo pensó, ya que el menor alzó sus brazos esperando a que su mensaje sea captado. El de tez blanca quitó la gruesa prenda del cuerpo que anhelaba tomar y por un segundo sintió un nudo en su garganta.

Está tan delgado que sus costillas son bastante notorias, y su vientre, a pesar de tener una pequeña estría rosita, está plano. El nostálgico recuerdo de un bultito lo hizo detenerse un momento.

Le da una suave caricia al lugar que por meses fue el refugio de su niña y vuelve a buscar la tranquilidad en los labios de Sunoo, encontrándola de inmediato.

Sunghoon recuesta con delicadeza al menor hacia atrás, quizás no sea lo correcto que su primera vez juntos estando sobrios sea en el sofá, pero el anhelo es tanto que el lugar no significa nada.

El de tez blanca dirige sus labios a las clavículas del otro, deposita dulces besos ahí, clava sus dientes y succiona; es probable que deje una preciosa marca ahí. Maravilloso. Es justamente lo que Sunghoon quiere.

Quiere sentirse seguro, saber que puede dejar cuanta marca se le antoje en el cuerpo ajeno, simplemente porque es suyo.

Sunoo ahogó un gemido cuando sintió los gruesos labios del mayor aprisionando su pezón izquierdo, le cosquilleaba el vientre, las famosas mariposas se quedaban pequeñas al lado de lo que sentía en ése preciso momento. Arqueó la espalda, rozando sin intención -quizás- su miembro que comenzaba a despertar con la pelvis de su mayor.

Volvieron a fundirse en un apasionado beso, las delgadas manos de Sunoo acarician el rostro del hombre que tanto ama, acaricia su cuello, sus clavículas, ansía tocar todo el cuerpo que tantos meses deseó. Tantas noches contemplando su torso desnudo, anhelado poder besar su abdomen levemente marcado y saborear su preciosa piel blanca.

Dio un tirón por el borde de la tela, indicándole que a esas alturas estar vestidos era sólo un estorbo.

Cuando Sunghoon captó el mensaje se incorporó, sacó su prenda superior de una manera tan provocativa que Sunoo lo sintió casi como un espectáculo. Un excitante espectáculo.

Pero el de tez blanca no volvió a inclinarse hacia adelante, por lo menos no hasta que tuvo el botón de su pantalón suelto y con la cremallera abajo. Sunoo se enamoraba de cada centímetro de piel que era descubierta. Simplemente ama a Sunghoon de una manera inimaginable.

Sunoo apartó las manos de Sunghoon, él quería ser quien terminase de desnudar a su amante, por lo que puso sus manos en los bordes de los pantalones ajenos, tomando también el de su ropa interior y los bajó con mucho cuidado.

Sunghoon hizo lo mismo con él, le despojó las prendas inferiores.

Desnudos ante la vista del otro aprovechan de contemplarse. No existe la vergüenza en aquella situación, sólo el deseo de continuar, de demostrarse lo mucho que se aman en un acto natural y, aunque sea llamado sucio por tantos, el acto más puro en el que se puede encontrar una pareja.

Con sus cuerpos explican lo que las palabras ya no pueden decir.

Comprendiendo los sentimientos del otro, sintiéndose realmente correspondido.

Sunghoon se inclinó levemente y besó el mentón del menor, besó sus mejillas, su frente y acabó en su boca, siendo devorado por los hambrientos labios de Sunoo.

Los grandes dedos del tez blanca delinearon la figura de Sunoo: pasearon por su pecho, sus costillas, su cintura, hasta por fin llegar a su entrada, donde tanteó con delicadeza.

Sunoo arrugó la nariz y cerró con fuerza sus ojos cuando Sunghoon introdujo el primer dígito. Dolía, por supuesto. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que tuvo relaciones con alguien... Que extraño que ésa última vez fue precisamente con el mismo hombre que está por hacerle el amor.

-Te amo - susurró el de tez blanca con la intención de relajar a su amante.

La incomodidad no permitió que pudiese responder en ese momento, sólo podía pensar en la desgracia para él de tener como amante a un hombre con dedos tan largos.

Todo sería más fácil si su mano fuera como la de Jungwon, con deditos pequeños.

Separó las piernas para facilitarle el trabajo, poco a poco la sensación de incomodidad desaparecía, fue así hasta que Sunghoon metió el segundo dedo. Los movimientos que hacía el de tez blanca con su mano eran lentos y gentiles, pero, por Dios, de seguro en su interior debe estar lloriqueando por lo hinchado y necesitado que está su miembro.

Tragó saliva y metió el tercer dígito cuando los dos anteriores se resbalaban sin problema en el interior de Sunoo.

Sí, definitivamente lo ama demasiado. Si no hubiese sido Sunoo quien se retorcía de placer debajo de él lo más probable es que hubiera detenido la preparación con el primer dedo y comenzaría la penetración sin importarle nada.

-E-Es suficiente... - jadeó el menor.

-Aún no estás bien preparado y por nada del mundo quisiera lastimarte.

-Estoy listo, mi amor. -murmuró pasando sus brazos alrededor del cuello de su mayor y depositando pequeños besos en su rostro.

Sunghoon se vio en la obligación de contar hasta diez mentalmente para no perder la compostura. Es su primera vez juntos estando conscientes y por nada del mundo quisiera asustarlo.

Puso un pequeño cojín debajo de las caderas de su amante de manera que estas quedasen levemente alzadas, se posicionó entre sus piernas y depositó un casto beso en los labios ajenos.

Sunoo dio un respingo y con sus manos estranguló los bordes del sofá cuando Sunghoon comenzó a introducir su miembro.

Cruzaron miradas, entonces el de tez blanca comenzó a inhalar y exhalar con la intención de ser imitado por el menor. Cuando Sunoo pudo relajar su respiración y mantenerla al compás del otro, esbozó una amplia sonrisa.

Sunghoon hizo el primer vaivén, haciendo todo lo posible por mantener su cordura intacta... Pero ¡Imposible! Corrientes eléctricas recorrían su espina dorsal al ver los encantadores gestos que hacía Sunoo.

Arrugando su naricita, abriendo su boca para soltar tenues gemidos y su vista clavada en él.

Los movimientos lentos y tortuosos eran reemplazados por una velocidad considerable. Sunoo había tomado su miembro para aliviarse, pero no mano fue sustituida por la del tez blanca.

El menor arqueó la espalda y gimió alto en una de las tantas penetraciones, Sunghoon había encontrado su punto dulce y por poco se derrite de lo bien que se sentía.

Ya era suficiente. La cordura abandonó el cuerpo de Sunghoon, por lo que el de tez blanca no dudó en poner las piernas de Sunoo en sus hombros y embestirlo con más profundidad e intensidad, como si fuera posible.

Sunoo soltaba largos suspiros y jadeos, en su mente rogaba que aún no haya pasado una hora y que Niki se demore todo lo que quisiera.

El lugar fue llenado de los sonidos más hermosos que Sunghoon podía escuchar: los jadeos de Sunoo, el precioso sonido que provocaban sus cuerpos mientras hacían el amor. Porque no, no son sonidos obscenos, sólo una exquisita melodía para una pareja.

Cada rincón del hogar fue llenado. La casa que por tanto tiempo fue silenciosa, que hace más de un año fue llenada de risas, llanto y el sonido de un jarrón rompiéndose, el hogar que Sun abandonó un día dejando ahí su esencia y parte de su corazón...

Ya estaban perdidos en el placer, entonces cuando Sunghoon se sentía muy cerca del clímax, sacó su miembro e hizo fricción con el miembro del chico que se retorcía debajo de él, terminando el acto sexual con sus espermas mezclados en el vientre de Sunoo y un beso lleno de sentimiento.

Sunoo le agradeció internamente a Niki por haber "pasado por comida" y demorar una hora.

Sunghoon le agradeció a Jake por haber "pasado a llenar el estanque del automóvil".
                                         


Niki degustaba un paquete de papitas fritas y por el espejo retrovisor miraba de forma pícara a Sunoo.

No los encontraron en paños menores ni nada por el estilo, pero sus expresiones delataron enseguida que no habían perdido el tiempo. Además habían pasado por Jay y Jungwon, y con lo chismoso que era Niki era obvio que los bajitos ya sabían el por qué del ambiente.

Jungwon le robó descaradamente tres papitas a Niki, pero el menor no reclamó ya que a "frijolito" se le habían antojado.

Con siete meses de embarazo el bebé ya está bastante desarrollado y ya no es del tamaño de un frijol, pero como se trataba del hijo de Jungwon, Niki llegó a la conclusión de que ése sería el apodo para el bebé que venía en camino.

Cuando Sunoo se enteró que Jungwon estaba embarazado le dio un severo regaño, ya que aún estaba estudiando y a penas tenía diecinueve años, puedo luego terminó aprisionándolo en sus brazos y llorando de felicidad.

Por ello ahora lo miraba enternecido, adorando la ternura con la que el bajito se acariciaba su propia pancita.

En menos de quince minutos llegaron a su destino, habían acordado "festejar" el cumpleaños de Umji en unas cabañas fuera de la ciudad. Les serviría mucho como distracción.

El día se les fue entre risas, mucha comida y más risas, las mordiditas que dejaba Bisco en los tobillos de los jóvenes y sin descartar las constantes pataditas que daba frijolito para llamar la atención de sus papis y sus tíos.

Siendo las diez y media de la noche, Sunghoon estaba sentado fuera de la cabaña, mirando el cielo estrellado con una nostálgica sonrisa.

Un año... ¿Cómo hubiese sido Umji con un año? ¿Qué tan amplia hubiese sido su sonrisita al intentar soplar las velas? El dolor en su pecho está intacto, igual al primer día en que ella se fue.

Siempre, desde que somos niños nos enseñan que son los hijos los que deben enterrar a los padres, pero no los padres a los hijos. Nadie debería pasar por el tortuoso dolor de ver a ésa pequeña personita de la que fue partícipe de su creación.

Sin embargo, ahí estaba Sunghoon, mirando hacia la nada, aprendiendo a vivir día a día con la ausencia de su hija.

Sunoo salió de la cabaña con una toalla envolviendo su cuello y el cabello húmedo, se acercó con cautela al de tez blanca y se sentó a su lado. El mayor, de manera instantánea, pasó sus brazos alrededor de la cintura de su amante y depositó un pequeño beso en su coronilla.

-¿En qué piensas? - Preguntó Sunoo.

-En ella... Nuestra pequeña estrella fugaz. No sé como pude haber sido tan idiota como para odiarla.

El menor sonrió y dejó un pequeño piquito en el mentón del moreno.

-Ya no pienses en eso... Sólo estabas confundido. Siento haber sido tan presuntuoso contigo, mi amor.

-Tenía todo y lo perdí. Estaré eternamente agradecido de que estés en este momento conmigo.

-Estaré contigo hasta que muera. - pausó un momento, justo cuando el blanca iba a volver a hablar, Sunoo continuó:- Sé mi esposo.

Los ojos del de tez blanca se abrieron como platos y su corazón se aceleró. Las palabras se quedaron estancadas en su garganta y se le hacía imposible soltar cualquier vocal.

-Sé mi esposo, park Sunghoon.

El nombrado tomó el rostro del menor entre sus manos y besó reiteradas veces la boca ajena.

-Eso debería decirlo yo - murmuró Sunghoon.

-¿Entonces?

El de tez blanca de puso de pies y le ayudó al menor a levantarse, acto seguido se arrodilló. Le acarició su mano y besó sus nudillos.

-Kim Sunoo, amor de mi vida, papi de mi pequeño ángel, ¿me harías el honor de ser mi esposo, otra vez?

Jungwon y Jay estaban mirando la escena desde la puerta de su cabaña con una mirada enternecida, Niki tenía a Bisco en sus brazos antes de que el travieso fuese a morder a la pareja y arruine el momento. Era un momento único, especial, hasta que apareció Jake y rápidamente le cubrió los ojos a Niki.

-¡Park Sunghoon! ¡¿Cómo diablos se te ocurre hacerle una felación a Sunoo en un lugar público?!

Sí, gracias a la perspectiva nada favorable que tenían desde su cabaña Jake interrumpió, haciendo ése momento más único y especial.



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