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015

Sunoo se acomodó un grueso suéter de color café claro, era bastante amplio e incluso le quedaba un poco holgado.

Eran las diez de la mañana y Sowon ya le había llamado para informarle que se encontraba esperándolo en la cafetería. Debió haber sido alguna discusión muy grave como para citarlo tan temprano, aunque gracias a que era día sábado no tuvo problema, ya que no tenía clases.

En menos de veinte minutos llegó hasta el lugar, la bajita sostenía una taza de café -supuso- y con la otra tecleaba en su celular, estaba seria, quizás angustiada. Cuando ya estuvo cerca la muchacha alzó la cabeza y al verlo se levantó para saludarlo con un suave abrazo. Sunoo le acarició el cabello conmovido por el gesto, porque no soportaba ver a sus cercanos con ése aura de tristeza.

Se sentaron sin emitir ninguna palabra, sólo el castaño habló para llamar al camarero y hacerle su pedido. Sowon se mantenía cabizbaja y Sunoo le tomó su manita para darle ánimos, pero la chica en ningún momento abría la boca.

-Sowon, ¿Qué sucedió? -empezó Sunoo.

-Heeseungie está furioso conmigo... Siempre está defendiendo a ésa mujer y realmente me hastía.

-Oh~ linda, entiendo que te moleste que siempre esté defendiéndola, pero no estaría mal que tú lo entiendas también a él. Sólo tiene diecisiete años y su madre es lo más grande que tiene.

Antes de que la chica continuara llegó el camarero con una bandeja llena de comida, no es que Sunoo se fuese a comer todo solo, tenía que compartir con Umji y viéndolo desde ese punto, era muy poquita.

El chico hizo una leve reverencia y se retiró para que los jóvenes comieran tranquilos.

-¿Me esperas un momento? necesito ir al baño -dijo Sowon.

Se levantó, no sin antes tomar su celular y su cartera. Antes de entrar al baño pulsó la cámara de su celular, apuntó a Sunoo, tomó una foto y sonrió con cierta malicia. Entró al primer cubículo y volvió a desbloquear su celular para abrir una conversación.

Sowon: Tengo que admitir que Sunoo es un chico muy adorable y bastante simpático.
Lástima que tenga un esposo tan canalla...

Sunghoon: ¿De qué diablos estás hablando?

Sowon: De tu queridísimo Sunnie.

Cuando come parece una preciosa ardilla.

Sunghoon: ¿Por qué mierda tienes una fotografía de Sunoo? ¿Qué estás tramando?

Sowon: ¿Yo? Nada, querido.

¿Acaso temes que le haga algo a tu lindo esposo?

Sunghoon: Te lo advierto, Sowon. No te atrevas a hacerle nada a Sunoo, él no tiene nada que ver en esto.

Sowon: Que lindo~

No te preocupes, no le haré nada a Sunoo y tampoco a tu cría. Sólo espero que no se entere de nada... no creo que se tome muy bien tus más profundos deseos :*

Cuídate.

Sowon salió del cubículo, arregló un poco su cabello con una frívola sonrisa frente al espejo, incluso su subconsciente sintió miedo de esa mirada. Lo más profundo de ella tampoco entendía la razón de sus acciones, sólo lo hacía y ya.

Salió pasando la palma de su mano por encima de su vestido blanco, justo en el sector de sus muslos. Se acercó nuevamente a la mesa y dejó su celular ahí.

Sunoo seguía comiendo bastante entusiasmado y en momentos cerraba sus ojitos, sonriendo, posiblemente fascinado por tan exquisito platillo.

-Oh, mierda -musitó la chica, el chico frente a ella la miró extrañado-, olvidé mi cartera en el baño. Voy por ella.

Sunoo soltó una risita y asintió. Continuó comiendo con la misma emoción que antes, hasta que un tono de llamada llamó su atención. Era el celular de Sowon.

Estaba con la pantalla hacia abajo, el castaño dudó por un momento si realmente debía ver de quien se trataba... podría ser Heeseung.

Tomó el celular mientras que con la otra mano agarraba una servilleta para limpiar la comisura de sus labios.

Sunghoon.

¿Sunghoon? ¿Su esposo? Sunoo tragó duro pero no contestó, esperó hasta que se colgase la llamada y -aunque sabía que estaba mal husmear en propiedad ajena- abrió el último mensaje recibido.

Sunghoon: Basta. Que ni se te ocurra mostrarle nada.

¿Ahora también quieres que pierda a Sunoo y a Umji?

El chico alzó una ceja. ¿Acaso había algo que ocultarle?

Sunoo creyó que quizás su esposo tenía una aventura con ella y realmente eso no le molestaría, su relación sólo estuvo unida por unos anillos. Lo más cercano a una relación sentimental había comenzado hace sólo una semana atrás. No lo consideraba una infidelidad.

Su dedo bajó en busca de lo que pensó que sería un romance, pero lo que encontró fue cien veces peor. Sus ojos se aguaron de inmediato y su mentón tembló.

Sus lindos ojitos leyeron conversaciones tras conversaciones, en todas Sunghoon decía sin una pizca de sensibilidad su repudio por Umji. Su niñita. El amor más grande que tenía Sunoo. Sin embargo, el repudio más grande que expresó su esposo fue en contra de ése pequeño ser indefenso.

Y Sowon, apoyada en el umbral de la puerta del baño, observaba todo con una gran sonrisa. Presenció la manera más cruel en la que el corazón de Sunoo se rompió.

Dejó el celular donde estaba y cubrió su boca con sus dos manos, dejando salir sus lágrimas de agonía. Tristeza perenne. Dolor y más dolor. Se levantó de golpe, sacó una cantidad de dinero -mucho más de lo que había costado su comida-, lo dejó sobre la mesa y se fue sin mirar atrás.

Con el corazón roto y sus manitas acariciando a su bebé.

Tomó el primer taxi que encontró y le dijo la dirección a la que se dirigía, en ningún momento había detenido su llanto. Sacó su celular de su bolsillo y le marcó a uno de sus mejores amigos.

-¿Hyung?

-Jungwonie... -juraría haberse quebrado mucho más al escuchar la voz de su joven amigo.

-¡¿Hyung?! ¡¿Qué ocurre?!

-Ven, por favor. Estoy en casa de Sunghoon.

Colgó la llamada y volvió a cubrir su rostro para soltarse en un angustioso llanto.

En cuanto llegó a su destino, le entregó una cantidad de dinero -de nuevo más alta de lo que debía- al conductor y entró a la casa.

Cuando estuvo dentro del lugar se sintió morir. Volvió a su cabeza el beso de la noche anterior, su primer beso, sus saludos y despedidas, los mimos... ¿Todo había sido falso?

Tomó un jarrón, el primero que encontró y lo lanzó con fuerza al suelo, haciéndose añicos la cerámica color esmeralda. Las lágrimas salían como un grifo y su corazón no hacía más que romperse más.

Se apresuró a entrar a la habitación, sacó toda su ropa de la cómoda y la lanzó a la cama, cogió el mismo bolso rosita con el que se trasladó y echó todo sin ningún orden o cuidado. Con cierta dificultad pudo tomar el bolso y lo colgó en su hombro, entonces el timbre sonó. Salió rápidamente, ya sabía de quien se trataba.

El bajito tras la puerta tenía un semblante preocupado y sólo cambió a uno mucho más intranquilo cuando vio la mirada tan destrozada de su amigo. Sunoo no aguantó mucho más y se lanzó a sus brazos, dejando salir aún más su llanto.

Jungwon abrazaba con mucho cariño al mayor de sus amigos, Sunoo tenía su espalda apoyada contra el pecho del más bajo, mientras que Nishimura lo rodeaba con brazos y piernas. Ambos sobre la cama de la habitación de invitados, que ahora sería ocupada por Sunoo. A penas pocos minutos atrás había calmado su llanto, pero su respiración seguía irregular e hipaba sin poder controlarlo. Ya se encontraban en el departamento de los menores.

Ni-ki cruzó la puerta de la habitación con un vaso de agua entre sus manos, Jungwon le había llamado explicándole todo lo que estaba pasando y éste no dudó en acudir de inmediato hacia ellos. Su corazón se había encogido cuando vio a Sunoo llorando.

Se acercó al mayor y le entregó el vasito de agua, pero se negó a recibirla. Su mirada estaba fija en la pared, en su cabeza sólo se repetían esas conversaciones una y otra vez.

-Le deseó la muerte a nuestra hija... -susurró.

-Sshh, lo sé, por favor no pienses en eso hyung -le susurró también Jungwon.

Ni-ki mordió su labio inferior, iba a sentarse junto a sus mayores pero el timbre lo interrumpió, cruzó miradas con Yang y dudó si realmente debía abrir. Por la manera tan desesperada de tocar ya tenían una idea de quien se trataba.

Acudió luego de recibir un gesto aprobatorio de Jungwon. Sus dudas eran ciertas, detrás de la blanca madera se encontraba Sunghoon.

-¿Está Sunoo? Necesito hablar con él.

-Hyung, -murmuró- no es el momento...

-Tengo que explicarle.

En la habitación Sunoo pudo reconocer esa voz, se levantó tan rápido que ni siquiera le dio tiempo al menor para sostenerlo. Salió del cuarto y le dio la mirada más decepcionada a su esposo.

-Cariño...

Sunghoon intentó acercarse, pero Sunoo puso sus manos estiradas para evitar cualquier tacto.

-¿Qué quieres?

-Que me escuches, en serio necesito explicarte to...

-¡Cállate! -interrumpió- ¡No quiero que me expliques nada! ¡Ya leí todo!

-Hyung, cálmate, por favor... -dijo Ni-ki a Sunoo- No puedes alterar tu presión.

-Cariño -intentó hablar el mayor de la sala.

-¡No me digas así! -el llanto volvió- ¿Por qué la odias? Umji no es culpable de nada. ¡Yo soy culpable por abrir las piernas! ¡Tú eres el culpable por eyacular dentro de mí! ¡¿Pero de qué rayos tiene la culpa mi hija?!

Jungwon corrió rápido hasta Sunoo y lo abrazó con cuidado, intentando calmarlo. Ni-ki desvió la mirada y carraspeó para llamar la atención de Sunghoon, le señaló la puerta y se abrazó a sí mismo.

El de tez blanca se acercó hasta la puerta cabizbajo, pero antes de marcharse volteó.

-Vendré mañana para que hablemos...

Ni-ki abrió la puerta y el de tez blanco salió, con un espantoso sentimiento de culpabilidad en el pecho. Quería abrazar a Sunoo y repetirle mil veces lo arrepentido que estaba de todo lo que dijo, pero por el momento sólo debía esperar.

Por segunda vez, Jungwon logró tranquilizar a Sunoo. El reloj ya marcaba las diez de la noche y decidieron que lo mejor sería que su mayor descansara, pero en cuanto se levantaron para dejarlo dormir, Sun tomó la muñeca de Niki.

-No... -el menor volvió a sentarse en la cama- No quiero estar solo.

-Tranquilo, estaremos en la cocina por si nos necesitas -murmuró Niki.

-Duerman hoy conmigo, por favor.

Los menores cruzaron miradas y asintieron, cada uno se acostó en una orilla, dejando a Sunoo en medio de los dos. Se acurrucó como un pequeño niño en el pecho de Jungwon y soltó un suspiro lleno de angustia. Tardaron cerca de media hora en conciliar el sueño, porque ambos estaban casi seguros de haber escuchado un quejido por parte de Sunoo, pero al verlo dormido pudieron estar tranquilos y entregarse a los brazos de Morfeo.

La noche pudo haber acabado ahí, con sus mejores amigos durmiendo a su lado, pero no fue así.

El reloj marcó las tres de la madrugada, la habitación estaba totalmente oscura, sólo había una pequeña luz espanta cuco cerca de la puerta con forma de Baymax. Estaba ahí porque Niki no podía dormir sin ella.
Jungwon entreabrió sus ojos. Necesitaba ir al baño. A su lado Sunoo soltaba un muy imperceptible quejido, el bajito sólo asimiló que estaba teniendo una pesadilla. Niki por el otro lado abrió enseguida sus ojos cuando sintió a alguien moviéndose en la cama, pero cuando vio de quien se trataba sólo cerró sus ojos, con la intención de reconciliar el sueño.

Estaba volviéndose a dormir, pero algo lo impidió. Sus piernas estaban húmedas.
Frunció el entrecejo, estaba seguro que no había tenido una pesadilla, además ya estaba grandecito como para hacerse pis en la cama.

Metió una de sus manos bajo las cobijas y toqueteó su propio muslo, definitivamente estaba húmedo. Se sentó y quitó su mano, gracias a la oscuridad no podía ver nada, en cuanto Jungwon salió del cuarto de baño pudo hablar.

-Jungwonie hyung... enciende la luz -habló bajo para no despertar a Sunoo.

El bajito obedeció. Cuando movió el interruptor se sintió horrorizado por lo que vio en la mano de Niki, al igual que éste último. La mano del menor estaba sucia con un líquido carmesí.

Jungwon corrió hasta la cama y quitó con brusquedad las cobijas, sólo para asustarse aún más. Entre las piernas de Sunoo había comenzado a salir sangre.

-¡Sunoo hyung!

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