012
Sunghoon había encendido el segundo cigarrillo del día y justo cuando iba a envolver la esquina con sus gruesos labios, Jay se lo quitó, lo dejó caer al suelo y lo pisoteo.
-Tienes toda la ciudad para fumar y se te ocurre hacerlo en mi casa.
El de tez blanca sólo bufó y se recostó en el amplio sofá color crema. Le dieron el día libre en el trabajo y aprovechó para visitar a uno de sus mejores amigos, aunque claro, Jake no tardaba en llegar.
- ¿Estás bien? -preguntó el bajito.
Sunghoon le dio una mirada, Jay le estaba extendiendo una taza con café.
-Sí, eso creo -volvió a sentarse derecho y recibió la taza de kumamon.
- ¿Y se puede saber qué esperas para contarme?
El de tez blanco se sentó de manera correcta e inmediatamente Jay se sentó a su lado.
-Volví a hablar con Sowon hace ya un tiempo y... estoy demasiado confundido.
- ¿Quién te confunde?
-Sunoo. -le dio un sorbo al líquido amargo y continuó- Es atento y me la paso genial cuando estoy con él, y no soporto esta sensación de comodidad. No quiero tener sentimientos por él.
- ¿Por qué?
-No quiero que me vuelvan a lastimar. Tú y Jake saben perfectamente todo lo que pasé.
Jay asintió y echó su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos.
-Idiota.
-Hyung, te estoy hablando en serio.
-Y yo también. -volvió a mirar al de tez blanca- ¿Por qué echas a Sunoo al mismo costal que Sowon? Ella se revolcó con otro tipo y le importó una mierda tus sentimientos, abortó a tu hijo y ahora se da el lujo de impedirte amar a alguien más. ¿Por qué sigues pensando en ella? ¿Qué estás esperando para dar vuelta la página? ¿Por qué no abres los ojos y ves al chico que tienes a tu lado? Tú mismo dices que él es maravilloso, además ama a tu bebé. No esperes a que sea demasiado tarde para notarlo.
Antes de que Sunghoon pudiera responder tocaron la puerta principal, sabía de sobras que Jay no se iba a levantar para abrir así que él mismo fue. Un sonriente Jake entró, cargaba varias bolsas del supermercado y las dejó en la cocina, seguramente era un montón de comida y cervezas.
El de tez blanca entró también para ayudarle a guardar sus compras.
-Oh, Sung, felicidades -dijo Jake con una amplia sonrisa.
Sunghoon lo miró confundido, el más bajo notó que no había sido entendido del todo.
-Ya sabes... por tu hijita.
- ¿Mi hija?
Jake lo miró por unos minutos y luego metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacó su celular y en cuanto encontró lo que estaba buscando, lo volteó.
El corazón de Sunghoon se aceleró, por un momento pensó que se le saldría del pecho. Era una fotografía de Sunoo con su pancita descubierta y una gruesa cinta color rosa envolviendo su cintura, en el centro tenía escrito "será una princesa" y sin dejar de lado la más dulce sonrisa.
Un sentimiento extraño recorrió lo más profundo de él y las palabras de Jay volvieron a revolotear por su cabeza.
Sunoo degustaba una bolsa de galletitas surtidas, hablaba con mucha emoción y movía sus manos como abanico a la chica junto a él. Sowon se había robado el corazón del muchacho bastante rápido, no fue tanto trabajo para ella hacerse su 'amiga'.
Heeseung aún estaba en la escuela, pero eso no impidió que su amigo y su hermana se quedasen cuidando a su madre.
Llevaban casi toda la mañana charlando y riéndose de las cosas más estúpidas que se podían imaginar, esta vez la chica traía su cabello suelto y cabe decir que se veía muchísimo más guapa.
-Sunoo, ¿Cómo conociste a mi hermano?
El chico se llevó una galleta con chispas de chocolate a la boca, hizo una mueca recordando el día que vio a Heeseungie por primera vez.
-Heeseung iba corriendo por la calle, estaba mirando el celular y tropezó con Jungwon, parecía desorientado, así que nos ofrecimos a traerlo aquí. Fue el día en que tu mamá quedó hospitalizada.
-Mi mamá... -casi escupió las palabras, las soltó con tanto repudio que le quitó el hambre al muchacho.
Dejó la bolsa de galletas en la camilla, justo a los pies de la señora Lee.
- ¿No te llevas bien con tu mamá?
-El único motivo por el que estoy aquí es Heeseung, porque ese niño es mi vida y lo que menos deseo en este mundo es que sufra. A mí esta mujer me da igual, si fuera por mí no estaría aquí.
Sunoo tragó saliva. Le incomodó la manera tan fría de expresarse de Sowon, así que no preguntaría más, tomó eso como un 'sí'.
El silencio se hizo presente, el chico sólo podía ver la manera tan despectiva en que Sowon miraba a su madre. Su expresión cambió en pocos minutos y miró a Sunoo con una sonrisa.
- ¿Qué tal tu embarazo?
-Oh, muy bien -sonrió cabizbajo, incluso le dio unas cuantas caricias a su estómago-, me enteré hace una semana que es una niña.
Había cierto cinismo en la sonrisa de la fémina, pero la inocencia de Sunoo no le permitió verlo.
- ¿Tu novio está feliz?
-Mi esposo -corrigió Sunoo con una risita-, aún no se lo he contado...
- ¿Por qué? -cualquier persona externa a la conversación podría notar, a kilómetros, una pizca de vileza en esa sonrisa- ¿No te ha preguntado?
Sunoo negó algo entristecido.
- ¿Acaso no le interesa? Que patán.
-Sunghoon no es un patán, en verdad mi esposo es un hombre espectacular, sólo quiero que sea sorpresa. Él mismo me dijo que le gustaría tener una niña.
Lotería.
Lee Sowon por fin confirmó todo, el Sunoo frente a él era el esposo de su ex novio.
Definitivamente pensó que era el destino.
Abrió la boca para hablar, pero la puerta se abrió y entró Heeseung, saludó a su hermana y a su amigo, dejó su mochila sobre una silla y besó la frente de su mamá. Sowon se quedó por pocos minutos y se marchó.
Heeseung ocupó el lugar de su hermana y tomó la mano de la mujer que lo dio a luz, le contó todo lo que hizo durante el día y las buenas calificaciones que sacó. Luego volvió su vista hacia Sunoo y hablaron por largo rato, pero al mayor seguía carcomiendo su cabeza la extraña actitud de Sowon.
-Seungie, ¿Puedo hacerte una pregunta?
El adolescente asintió, tomó la bolsa de galletas que le pertenecía a Sunoo y comenzó a comer.
-Sowon y tu mamá... ¿no se llevan bien?
Negó.
-Mi mamá está aquí por una discusión que tuvo con ella. Se enteró de algo malo.
Sunoo pensó por un momento si estaría bien preguntar, pero Heeseung continuó.
-Sowon... estuvo embarazada, pero desde pequeña ha tenido las ansias de lastimar a las personas, mi madre dice que es culpa de un trauma que pasó.
El mayor dedujo que ese bebé jamás nació y suspiró.
- ¿Perdió al bebé?
-Lo abortó con la única intención de dañar a su novio...
Sowon no aparentaba ser ese tipo de mujeres, de hecho, se había llevado bastante bien con él en pocos días. Por un segundo se preocupó, su cabeza le dio la idea que quizás podría hacerle daño a él. Pero tan rápido como lo pensó, lo olvidó.
Sunghoon se había dado una tibia ducha y cuando salió, intentó hacer el mínimo ruido posible. Su esposo dormía tan angelical, parecía tan cómodo y ocupaba casi el 70% de la cama, pero no le importó.
El estómago de Sunoo cada vez crecía más y las posiciones que usaba para dormir se le hacían más incómodas. Sólo por eso le permitía acomodarse de la mejor manera, aún si eso significaba quedar casi colgando.
Acomodó en su desnudo cuerpo su ropa interior, antes de apagar la luz se acercó al menor que había lanzado lejos las cobijas de su cuerpo y enseguida comenzó a temblar. Tomó las suaves sábanas blancas y las alzó para cubrir el menudo cuerpo de Sunoo, pero el encantador bultito donde se encontraba su hija estaba al descubierto. El pijama de Sunoo ya no cerraba en el sector de su vientre.
Soltó una tenue risita, el ombligo de su esposo estaba sobresalido y por alguna razón lo hacía ver tan adorable. Se sentó en la orilla de la cama, justo a un lado de Sunoo y lo contempló.
Las palabras de Jay hacían eco en su cabeza.
Su vida era una tonta rutina antes del incidente en Las Vegas, su vida se basaba en dormir, comer, trabajar y volver a dormir. Ahora en su cama había un muchacho de veintiún años, quien disfrutaba prepararle cosas deliciosas para comer y lo sorprendía cada día más, el que ahora dormía tan plácidamente; además de ser el chico que en su vientre protegía a su hija.
Oh.
-Hija...
Sunghoon alzó una mano y con su dedo índice y medio, rozó el estómago de Sunoo. Parecía sentirlo, o quién sabe qué, pero su esposo aún dormido sonreía.
Esta vez el de tez blanca se atrevió a posar la palma de su mano en el vientre ajeno y le dio muy imperceptibles caricias, parecían temerosas y mantenían un movimiento algo robótico.
-Desde un principio sabía que tú no tenías la culpa de nada -murmuró, lo que menos quería era despertar a Sunoo-, y aun así te culpé. Tu tío Jay tiene razón, soy un idiota y me entristece que tengas un padre como yo.
Un nudo se formó en su garganta, pero no le impidió continuar hablando.
-Papi Sunoo te ama tanto y no teme demostrárselo a todo el mundo, y yo fui tan cobarde que hasta deseé tu muerte. No sé explicar lo que siento por ti... sólo sé asimilarlo como un rechazo, aunque mi cabeza me diga que no lo es. Soy un estúpido hombre de veintitrés años que...
Fue interrumpido por un piquete en la palma de su mano.
Su mano tembló, pero no la quitó de ahí, entonces volvió a sentir un movimiento dentro de Sunoo.
Agradeció que su esposo aún durmiera y no pudiera ver las gruesas lágrimas que mojaron sus mejillas. La nena había dado una patadita -no tenía conocimiento si antes lo había hecho-, su corazón se arrugó cuando sintió una más, luego de eso no volvió a moverse.
Los sentimientos de Sunghoon eran un completo caos.
Su niña lo estuvo escuchando.
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