010
Siempre creyó que sólo las mujeres podían tomar una apariencia sexy al usar una playera grande, pero cuando vio a Sunoo haciendo presencia en la cocina, con una playera que cubría parte de sus muslos, sintió una corriente eléctrica paseando por todo su cuerpo.
Recordó cuando Sowon usaba sus camisas y lo mucho que le encantaba lo sexy que se veía.
Pero en su esposo había un pequeñísimo detalle extra: su pancita. Aunque la playera le quedase holgada, se asomaba el pequeño bultito y eso añadía ternura a la apariencia del más joven.
Soltó un pequeño suspiro. Desde un principio sabía que debía deshacer cualquier pensamiento que involucrara sentimentalmente a su esposo, porque sólo los unía esa estúpida argolla y un crío que aún no nacía. Pero a esas alturas ya era demasiado difícil quitárselo de la cabeza.
Frente a él, Sunoo sonreía, tarareaba una canción y preparaba la cena para ambos, imaginó cómo sería pasar su día a día con tan deslumbrante chico. Pensó en su vida si no tuviese que divorciarse de la persona que desposó en el estado más bajo de embriaguez.
Otra vez ese estúpido sentimiento estaba intentando colarse en su pecho, pero no lo permitiría. Cada vez que sentía su corazón latir con tal violencia, llegaba a su cabeza Sowon.
El fatídico día en que llegó a casa y se encontró a su novia encuerada con otro tipo. La sensación de sentir su corazón haciéndose añicos y el mundo a su alrededor apagarse. ¿Quién le aseguraba de que Sunoo era diferente a ella? No podía simplemente arriesgarse.
No se arriesgaría a amar nuevamente a una persona que podría dañarlo.
Y es en ése preciso momento, justo cuando sus pensamientos le están jugando una mala pasada, sus ojos se posan en el refugio de su hijo.
Lo odia porque lo siente.
No quiere a su bebé precisamente por culpa de la misma chica que lo lastimó. Porque esa sensación, ésa conexión que sólo un futuro padre puede sentir con su hijo, ya la sintió y fue cruelmente destruida.
Amó a un bebé que no pudo nacer.
Se lo arrebataron y Sowon sólo dio la excusa de que aún no estaba lista para ser madre. Lo peor es que usaba una manera tan desalmada y cruel para decirlo, no entendía como no había ni una pizca de arrepentimiento en ella. Él sólo podía hacerse el desinteresado, como si ese tema le diera igual y sacaba su lado más podrido.
Era injusto y lo más profundo de su consciencia lo sabía. Sunoo y el engendro estaban pagando los platos rotos que dejó Sowon, y aún sabiéndolo, no se doblegaría.
-¿Hyung?
Sunghoon alzó su vista para posarla en su esposo, sólo hizo un sonido como respuesta.
-¿Te sientes bien?
-Sí, ¿Por qué lo preguntas?
Sunoo tenía un semblante preocupado y paseó suavemente la yema de sus dedos por el torso de la mano blanca.
-E-Estás llorando...
El mayor abrió sus ojos como platos y con sus manos tocó sus mejillas, estaban húmedas, incluso al pestañear sintió otra gota caer.
Un nudo se formó en su garganta. ¿Qué rayos le pasaba?
Tomó una servilleta y secó rápidamente sus mejillas. No quería dejar ningún rastro de vulnerabilidad y mucho menos frente a Sunoo, pero cada vez que pasaba el papel desechable por su rostro, otras lágrimas volvían a caer.
Entonces Sunoo pareció no aguantar un segundo más y se acercó a el de tez blanca que se hallaba sentado y envolvió sus hombros con sus brazos. Seguía de pie y acariciaba reconfortante el rubio cabello del muchacho que parecía no poder detener su llanto.
Sunghoon primero se negó a responder el abrazo, incluso pensó en quitar esos delgados brazos de sus hombros... pero se sentía tan bien. Era cálido. No habría nada de malo si se dejaba consolar por su esposo.
Rodeó la cintura del menor y apoyó la cabeza en su pecho. No sorbía la nariz y tampoco gemía, las lágrimas caían solas por culpa de las viejas heridas que aún no cicatrizaban.
Se quedaron así los próximos seis minutos, entonces Sung cayó en cuenta que el vientre abultado de Sunoo estaba rozando con su pecho.
Una corriente invadió su espina dorsal. Por un segundo se cruzó por su cabeza la imagen de su corazón apegado al corazón de su engendro.
La cena nunca había transcurrido tan silenciosa -a excepción del primer mes de matrimonio-. Normalmente se la pasaban riendo, Sunghoon se reía de la manera tan desesperado de comer del más joven y Sunoo reía cuando el otro lo imitaba. Hablaban de estupideces y anécdotas.
Pero ése día no.
No estaban los ánimos.
Sunghoon ni siquiera acabó la comida, sólo se levantó, agradeció y se fue ala habitación. Sun no le insistió en que le contase lo que le sucedía, simplemente lo abrazó hasta que el de tez blanca dejó de brotar lágrimas.
En la habitación el mutismo seguía y era incómodo -por lo menos para el mayor- precisamente porque ni él sabía la razón de su llanto. ¿Era por Sowon? ¿Por Sunoo? ¿Por el bebé que no nació?... ¿Por el engendro?
No lo sabía y eso lo desesperaba.
Lo único que sabía, era que había dejado una preocupada expresión en el rostro de su esposo, porque aún en la oscuridad, podía sentir clavada la mirada de Sunoo a su lado.
-¿Sunnie? -murmuró, sólo quería saber si estaba despierto.
-¿Sí, hyung? -contestó de inmediato.
Lo sabía, seguía despierto y posiblemente preocupado aún.
-¿Por qué aún no duermes? Es la una de la madrugada y mañana tienes clases...
-Sí, lo sé. Es sólo que no tengo mucho sueño.
Quedaron en silencio un par de minutos y Sunghoon estiró su mano a la pequeña lámpara de noche y la encendió.
Cruzaron miradas. El mayor le obsequió una tenue sonrisita y Sunoo se sintió morir, ¿Cómo se le ocurría poner una sonrisa tan sexy a esas horas dela noche?
Por instinto, el menor mordió su labio inferior y le dio una mirada a los gruesos labios ajenos. Hace sólo horas atrás estuvieron tan cerca y Sunghoon lo alejó. Pero ahora ambos estaban acostados, mirándose, alimentando la tensión sexual con miradas rápidas a lugares como los labios.
-¿Cómo te has sentido, cariño? -preguntó bajito el de tez blanca.
-Bien...
-Y... ¿El bebé? ¿Cómo está?
Sunoo podría jurar que abrió grande sus ojos, con lo sentimental que estaba pudo sentir unas inmensas ganas de llorar. Su esposo por fin había preguntado por su hijo y aunque podría sonar algo tan absurdo emocionarse por una simple pregunta, a Sunoo le hizo demasiado feliz.
-Bien, está muy bien. Está creciendo muy sanito y fuerte.
Sunghoon no quitó su sonrisa y asintió escuchando lo que Sunoo tenía para contarle, lo miraba enternecido por la emoción con la que hablaba.
El más bajo soltó un bostezo, era obvio que desde hace un rato ya tenía sueño, entonces Sunghoon agradeció en su mente que su esposo ya había olvidado lo que ocurrió horas atrás. Estaba seguro que si le contaba algo a Sunoo se soltaría a llorar y esa imagen de él sólo fue vista por Jay y Jake, el día que descubrió la infidelidad de su novia.
No permitiría que nadie más lo viera así.
-Ya duérmete, cariño -susurró.
Sunoo asintió y Sunghoon apagó la tenue luz, llevaban menos de dos minutos en silencio cuando el primero volvió a hablar.
-Sungie hyung.
-¿Hm?
-A ti... ¿Qué te gustaría que fuera nuestro bebé?
El silencio había inundado nuevamente la habitación, por un momento Sunoo pensó que el moreno ya se había quedado dormido, pero en realidad Sunghoon asimilaba la pregunta.
De pronto, una imagen se cruzó por su cabeza: se vio a sí mismo abrazando a su esposo y al... ¿engendro?
-Una niña -susurró. Creyó que no había sido escuchado, pero fue totalmente lo contrario. Bajo las cobijas, Sunoo sonreía enternecido y daba suaves caricias en su vientre.
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