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32. Familia numerosa

En mi mente aparece una persona. Nacho. Mi mejor amigo. Él sabrá que hacer. Me voy andando, con la lluvia de Madrid sobre mi, hasta llegar a casa de Nacho.

Llamo a la puerta y espero a que me abran. Es Alejandra la que abra la puerta.

-Hola Thalía.-Dice.

-Alejandra, ¿que te he dicho de abrir la puerta?

Oigo como Nacho se acerca por el salón hasta la puerta.

-Anda, ¿que haces aquí?

-No se que hacer con mi vida.

-Bueno, ya se nos ocurrirá algo. Vamos, has llegado en el mejor momento. Tenemos una sorpresa para ti.

Entró dentro con toda la curiosidad que puedo tener.

Nacho me guía hasta el sofá y Maria se sienta junto a mi.

-Thalía... Querrías... ¿Ser la madrina de nuestro próximo hijo?

-¿Vais a tener otro hijo?-Digo sorprendida.

-Si. Y nada nos gustaría mas que que tu formases parte.

-Claro. Claro que quiero.

Nacho abre una botella de champán y lo sirve en tres copas.

-Em... Cariño...-Dice Maria.

-Dejalo. A ver si se da cuenta de su error.

Nacho piensa. No parece haberse dado cuenta.

-Vale, tranquila, yo te traigo un baso de agua.

Voy a la cocina a por un vaso de agua. Al volver, Maria sigue sentada en su sitio pero Nacho se ha sentado junto a ella.

-Mejor nada de alcohol.-Dice Nacho.

-Muy bien. Veo que lo has pillado.

Dejo el vaso de agua en frente de Maria y me siento junto a ellos.

-¿Desde hace cuanto lo sabéis?

-Poco. Relativamente poco.

La conversación se acaba ahí. Somos un poco aburridos. Por lo menos yo.

-¿Y que es lo que te ha pasado?-Dice Maria.

-Pues... ¡Espera! Tu lo sabias. Sabias lo de la apuesta.-Le recrimino a Nacho.

-Puede ser pero...

-Creía que eras mi mejor amigo. Como no me lo contaste. Ha sido muy duro.

-Pero... No creí que nunca fuese a hacerla.

-Pero lo sabias. Fue Ramos el que la hizo y no hiciste nada para impedirlo.

Suelto un suspiro y me encojo.

-Thalía por favor. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir.

Alguien llama a la puerta. Eso es lo que me salva.

-¿Que haces aquí?-Pregunta Nacho desde la puerta.

-Se que está aquí. Por favor. Dejame verla.

Al oír esa voz, salgo corriendo escaleras arriba, hacia la habitación de Alejandra.

-Hola peque. ¿A que juegas?

-A las muñecas. ¿Quieres jugar?

-Vale.

Cierro la puerta detrás mía.

-Toma. Esta es la tuya.

Se pone a mover la suya de un lado a otro de su casa de muñecas.

-Mira, este es el papa. Quiere mucho a su hija. Las cosas con mamá no van bien y la mamá se lleva a la hija a vivir a otra casa. El padre las quiere mucho y cuando las encuentra, intenta arreglar las cosas con la mamá. Los dos se quieren mucho.

Alejandra deja de contarme la historia al ver que unas lágrimas se me escapan.

-Ven peque.

La abrazo y le doy un beso en la frente.

-Gracias.

Salgo de su habitación y me apoyo en la barandilla de las escaleras.

-Nacho, se que está en esta casa. Es tu mejor amiga.

-Que no Isco. No se donde está.

-Dejamé verla. Necesito decile que la quiero.

-Que no Isco.

-Da igual Nacho. No pasa nada. Alejandra da buenos consejos.-Intervengo yo desde lo alto de la escalera.

-Lo siento Thalía. No sabia...

-Por favor. No digas nada mas. Te perdono.

-Es que ese día estaba muy... Espera. ¿Me perdonas?

-Si. Te dije que no me buscases pero si has venido hasta aquí es porque te importo.

Bajo las escaleras hasta detenerme a poca distancia de él. Le miro a los ojos. Sus preciosos ojos. Avanzo hasta donde está él. Me pongo de puntillas y alzo la cabeza. Rozo sus labios con los mios suavemente.

-Vamos.

-¿A donde?

-Juntos...

-...A cualquier sitio.-Remata él.

Sonrio y le cojo de la mano.

-Vamos a casa.-Le digo

-Noa está con Marco y Emma.

-Perfecto.

Llegamos a casa que estaba a oscuras. Ya se habían ido Marco y Emma.

-Tengo hambre.-Dice Isco.

-Yo también. ¿Quieres pedir pizza?

-Me parece perfecto.

Esperamos a que lleguen las pizzas y comemos en silencio. Se nos ha echo tarde y entre tanto ajetreo, ya se ha echo de noche.

-¿Que hay de postre?-Dice él.

Voy a la nevera para ver que hay.

-Dime, que te apetece. Yogur, fruta, hay tarta de ayer...

-¿Hay algo más?-Pregunta.

Cierro la puerta del frigorifico y le miro extrañada.Me acerco a él.

-¿Hay algo que quieras en especial?

-Si.-Dice.-Te quiero a ti.

Me siento sobre él y le beso. Pone sus manos en la espalda y va bajando.

-¿Quieres que sigamos en el dormitorio?-Pregunta.

-Vale.

Le cojo de la mano y subimos las escaleras. Al entrar en su habitación, cierra la puerta y me tira sobre la cama.

-La ultima vez, nació Noa...-Digo.

-Esta vez no. Tendré cuidado.

Me vuelve a besar. Acaba empujandome en la cama y se quita la camiseta.

-Eres perfecto, ¿lo sabias?

-No soy perfecto. Pero tu si.

Besa mi cuello y va bajando. Hace que me estremezca. Los dos acabamos en ropa interior.

-Te quiero Thalía.

-Yo también a ti.

Rozo con los dedos sus abdominales.

Él no puede mas y hace un intento de seguir mas adelante.

Pero mi móvil empieza a sonar.

-Da igual. Dejalo que suene.

El móvil deja de sonar. Pero, seguidamente vuelve a sonar.

-Venga vale... Lo dejamos para otro día.

Isco coje sus pantalones y se los pone. Yo cojo su camisa y me la pongo.

Descuelgo el teléfono.

-Dime.

-Thalia... Tengo que hablar contigo.

-Estaba en medio de algo... Pero nos habéis interrumpido.-Digo resaltando el nos para que se de cuenta.

-Prefiero no saberlo.

-Ya. Yo preferiría que hubieses llamado después.

-Da igual. Tienes que venir al hospital ya.

-Tranquila Emma. ¿No están Marco y Noa contigo?

-No. Los dejé en casa. Estoy con Nina.

-Oh dios... ¿Que ha pasado?

-Le han detectado una enfermedad.

Oigo como llora al otro lado.

-Tranquila. Ahora vamos.

Cuelgo y me cambio de ropa.

-Nos vamos Isco.

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