22. Malentendidos
Llego frente a la puerta del piso. Llamo a la puerta justo cuando el ascensor se abre y Marco sale de él.
-Thalía, controlate.
Nina me abre la puerta.
Entro y detrás de mi, viene Marco con sus muletas.
-Thalía, para.
Me quedo quieta y me giro.
-Dime Marco.
-No le hagas nada a Emma.
-¿Que pasa?-Dice Nina.
-¿Emma te había contado que salía con Marco?
-No.
-Marco, pasa y sientate.-Le digo.
Voy hasta la habitación de Emma y veo que está con un libro.
-Hola Emma.
-Hola. Dejame buscar el punto del libro y ahora te atiendo.
Unos segundos después, deja el libro a un lado y me mira.
-Dime.
-Ha venido alguien a verte.
Entra en el salón y le ve.
-Em... Supongo que hola.
-Deja de finjir. Ya lo saben.
Se sienta junto a él y le da la mano.
Nina se pone junto a mi, enfrente de ellos con los brazos cruzados.
-¿Cuando pensabais decírnoslo?
-Nunca.-Dice Emma.
-No te pases ni un pelo guapa.
Inmediatamente se queda callada.
Hubo durante un momento un silencio incomodo en el que Marco y Emma se sueltan la mano.
-¿Estais enfadadas?-Pregunta Emma.
-Por una parte si, no lo podíais haber contado. Pero, por otra parte, entendemos que queráis intimidad.
-Eh, no tanta intimidad.-Le respondo a Nina.
-¡Pervertida!-Grita Marco.
-Bueno, sois las únicas que lo sabéis. Vais a poder perdonarnos.
-Claro.
Nos abrazamos los cuatro.
-Bueno, me voy a ver a Isco.
-Vale.
Salgo de casa con mi bolso y las llaves de mi coche.
Cuando llego a su casa, hace un muy buen tiempo por lo que supongo que estará en la piscina. Con las llaves que tengo de su casa, abro la puerta y me dirijo a la puerta del salón, que da a la piscina.
Allí, están Nacho e Isco hablando.
-Hey, hola.
-Hola Thalia.
Voy hasta ellos y me siento en la tumbona junto a Isco.
-¿A que no sabéis de donde vengo?
-No. De donde.
-De casa de Emma. Bueno, de la mía. Me he enterado de que Marco sale con Emma.
-Ala, no me lo esperaba.
-Ni yo. No creía que superase nunca lo tuyo. Se le veía tan afectado cuando le dijiste que no una vez te hubo besado...-Dice Nacho.
Isco pega un bote en la tumbona y se pone de pie.
-¡Nacho!
-Es... Eso verdad... ¿Besaste a mi mejor amigo?
-Isco...-Digo yo.
-No. Ni Isco ni nada. Lo hiciste si o no.
-Si. Pero...
-No. Nada de peros.
-Isco... Fue hace...
-No Thalía. No. Me importa un comino hace cuanto fuese.
-Isco. Escuchame.
Se quedó parado en el jardín, enfadado.
-Fue hace cuatro años. Y desde entonces, tengo claro con quien quiero estar.
-Lo siento... Necesito tiempo.
Cojí mis cosas y salí de allí, dejando las llaves a su lado.
Nacho me siguió hasta fuera.
-Has visto lo que has echo. ¿Estas contento?
-No Thalía. Claro que no.
-Nunca pensé que fueses tan insufrible.-Le digo.
-En el fondo me aprecias. Tanto tu como yo lo sabemos.-Me dice él.
-A ver si te enteras Nacho. Que seamos mejores amigos no significa que puedas hacer lo que quieras.
-Eso lo dices ahora. Veras en unos años cuando no puedas vivir sin mi.
-Tienes razón. En el fondo te aprecio.
-Ves, yo nunca me equivoco.
Me sonríe y yo se la devuelvo.
Tiene razón. Me han pasado cosas maravillosas desde que él está en mi vida.
Le abrazo.
-Te perdonará. Te aprecia demasiado.
-Gracias Nacho.
Me dirijo a mi casa, ya cansada de todos. No se quien me manda meterme en estos líos. Me hubiese ido muchísimo mejor si en vez de venir a vivir a Madrid, me hubiese quedado en Galicia.
Al llegar a mi piso, Emma, Marco y Nina han salido y tengo el piso entero para mi sola.
Me encierro en mi habitación y me tumbo en la cama para llorar.
La vida es injusta. Siempre pone grandes obstáculos de por medio.
Llaman a la puerta. A la de la entrada. Dejo que espere y me levanto de la cama.
Vuelven a tocar el timbre.
-¡Que ya voy!
Llego a la puerta y me topo con el espejo de frente.
-Mierda.-Mascullo con un susurro.
Abro la puerta y me encuentro a Isco, con una rosa blanca.
-Estas...-Dice-Te diría que preciosa pero estas horrible. ¿Por que lloras?
-¿Es lo único que me vas a decir? Si es así, has venido para nada.
-No Thalía. He venido a decirte que lo siento. Que fue hace mucho y que no voy a dejar que esto afecte a nuestra relación.
-Oh, supongo que gracias.
-Me... ¿Perdonas?
-Claro. Pasa.
Paso mi manga por los ojos de modo que algunas de las lágrimas y el rímel se quitan de mis mejillas.
-Si me perdonad un momento, me lavo la cara.
Salgo del salón y vuelvo a mi habitacion.
Rápidamente, me quito todo el maquillaje y como perdería mucho tiempo en volver a ponérmelo, salgo de la habitación sin más.
-Ya está.
Sentarme junto a él otra vez, algo que no pensé que volvería a suceder. ¿Como puedo ser tan pesimista?
-Toma esto es para ti.
Me tiende la rosa blanca y yo la observo.
-Oh, que detalle. Como persona con una relativa madurez, te diría que es muy bonita.-Me mira sin comprender.-Pero, como persona adicta a "Los Juegos Del Hambre" que soy, es un poco ofensiva. Ya que, el presidente Snow, lleva siempre una rosa blanca y huele a ella. Así que si me quieres declarar la guerra, vas bien.
-Se me olvidaba. Eres una de esas que lo comparan todo con esa película. Sinceramente, no la he visto.
-Si, me has declarado la guerra.-Digo riendome. Y, en un intento de ponerme sería con él, le digo.-Como sinsajo y signo de la rebelión, yo, Thalía, te declaro la guerra a ti también, presidente Snow.
Su cara, es un poema. Ya os lo digo. Sobretodo, cuando me lanzo sobre él para hacerle cosquillas. Él contraataca y salgo corriendo hacia mi habitación.
-¿Me perdonas por haberme enfadado?
-Si.
-¿Y por lo de la rosa blanca?
-No. ¡Nunca! Nunca pararé mi rebelión contra el Capitolio.
-¿Te he dicho alguna vez que estas loca?
-Si.
-¿Y que te amo?
-También.
Se lanza a mis labios y me besa. Me sienta en la cama y lo que pasa después, es una historia que no voy a relatar.
Holiiiiii.
O ¡Hey!, como diría Thalía.
He vuelto. Por vosotras. No es una buena noche porque todas sabemos que el arbitro del partido estaba comprado.
Aunque muchas me llaméis pirada, os voy a contar un secreto. Ya se como se llama el arbitro y si vuelve a arbitrar así al Madrid...
Bueno, os dejo para seguir escribiendo.
Chao.
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