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Voló

En su escuela la halagaban por ser la más rápida, en casa le regañaban por ser lo contrario. Se esforzaba para llegar a las buenas expectativas de su madre, era lo que más le interesaba y está siempre se limitaba a ignorarla. A diferencia de ella, su padre sí le puso atención, le sobaba el pelo y le decía: —Buena niña —pero esas palabras llegan a su fin cuando llegó ese día en que se reveló y dijo lo que deberás pensaba: —¡Eres igual a tu madre! —y se fue... se fue, y no le volvió a ver. En el fondo no le prestó atención, pensó que volvería como siempre y se disculparía, por eso no le dolió el haberle contestado de la forma en que lo hizo, porque lo menos que deseaba era ser igual de sin corazón como lo era su madre.

Caminó entre las sombras de los árboles del bosque, que se encontraba cerca de la escuela, siempre que salía está en el camino observaba las ramas cubiertas de hojas y pensaba «Que le gustaría ser tan libre como los pájaros que ahí se paraban» así dándose cuenta de la bendición que estás tenían, eran tan libres como el viento. Eran unas viajeras, con sus alas iban tan alto como querían, y junto al azul del cielo eran arte... Observaba el atardecer ocultarse y corría por el camino que había lo más rápido que le permitían sus piecitos, sonreía con el viento en su rostro y se sentía libre, tan libre como las aves.

Pero... Al saludar la luna su sonrisa la abandonaba para devolverla al presente «Cuanto quisiera soñar eternamente» es que los sueños son más bonitos, quisiera vivir eternamente en su inocente fantasía.

Y al crecer... Ahí se percata de lo nublado que se ve todo, siempre, sus atardeceres dejan de ser tan bonitos, las ramas sobre el suelo los veía y, desnudo de hojas se encontraban los árboles. Se ponía a pensar... Le invadía el arrepentimiento, muy tarde se dio cuenta de lo cuan importante que era su padre, sabía dónde encontrarle y aun así no encontraba con qué cara verle. Se repetía que "ya tarde era" su vida ya habría hecho, y ahí espacio para ella no se encontraba.

Lloro de bajo de uno de esos árboles todas las tardes nubladas, con su corazón lleno de arrepentimiento, su madre no le miraba y ella menos, se preguntaba: ¿Por qué le acontece cosas así a uno?

Observo el cielo sin sol y... A él le preguntó: "¿Qué hago?"

Avergonzada se sentía. Su único hermano postrado en una cama desde el uso de razón que ella tenía, y que su padre bajo otro techo se encontrara, a su corta edad su mente se le invadía unas interrogantes para alguien más mayor, y... Su madre sin razón aceptable les odiaba. Se levantó del suelo cubierto de césped húmedo y camino nuevamente a casa, observo el cielo el cual al parecer le devolvía una respuesta con las gotas que sobre su rostro caían. Un fuerte dolor a su pecho domino, llevó una mano a su pecho, y empezó a correr a casa, al llegar continúa hasta la habitación del hermano. Al llegar lo encuentra en el suelo murmurando: —"Mamá, mamá, mamá por favor no..."

Su reacción fue empujarla a un lado, al hacerlo se percató del cuchillo que llevaba en mano.

La reacción de su madre fue el rostro invadírsele de lágrimas y gritarle: —¡¿Tú qué haces aquí?!

Ella igualmente llora, sin palabras en su boca se acuclilla para abrazar a su hermano que no dejaba de llorar y decirle: —¡Mamá me quería arrebatar la vida!

Ante eso la acusada responde: —¡Yo te la di!

Se había levantado y trato de sacarlo de ahí, su progenitora le amenazó con que no se atreviera a hacerlo, no tenían a dónde ir y ella era su madre, no podían huirle a ella. Se asustó, pero miró a su menor, por él tenía que tomar valor... Se vuelve a caer sobre sus rodillas, pero... Pero ella es su madre.

Cada que llegaba de casa él le contaba otra acción de tortura de parte de su madre y ella no sabía cómo contestarle, extrañaba a papá, él les protegía... Y entendió, ahí comprendió que como mayor le tocaba a ella, y que los Halcones eran fuertes a la hora de proteger a sus crías, que no se dejaban paralizar del miedo que con lo que tuvieran a su disposición peleaban hasta el finalizar, ella tenía algo por lo que dar su vida tampoco se podía dejar paralizar del miedo, aunque fuese quien les dió la vida quitársela no tenía el derecho.

Ese día al llegar a casa, su madre no estaba, sacó las maletas echas de debajo de la cama de su menor. Le abrazó y dijo, que más nunca permitiría que le levantarán un dedo, que ni de sí misma se permitiría esa acción. Al concluir de sacar sus maletas, con dificultad lo sentó en su silla de ruedas, lo guió a la puerta del hogar y la encontró ahí a su madre:

—¿A dónde crees que vas? Y con tu hermano —le pregunta molesta.

—Me lo llevo bien lejos de ti, madre —responde decidida.

—Yo soy su madre, tú no puedes hacer eso.

—Mira cómo lo hago —le dice para empujar su silla al lado de ella con la intención de salir.

Su madre la empujó y cerró la puerta tras suyo —¿Qué te ha dado a pensar que yo te lo permitiré?

—¡Eres horrible! —le contesta en llanto.

—Lo que pienses de mí no me importa, mejor aprende cuál es tu lugar —le pega una cachetada.

Con eso se queda tendida en el suelo con sangre brotándole de su boca y nariz.

El hermano gritó con lágrimas en sus ojos: —¡No le pegues a mi hermana! —lanzándose a la vez de su silla a sobre su espalda.

Por el peso del, callo en el suelo, ella se levantó y con dificultad, lo tomó en brazos para a rastras llevarse la silla junto a él. Ya afuera lo sentó, arrastró su silla por la acera bajo la lluvia, estuvo pensando a dónde ir mientras miraba cada tanto hacia atrás con miedo, solo imaginaba que en una de esas que se ha cercioraba verle a detrás.

Caminó bajo la lluvia al parque, ahí vió a su padre en una banca que al verles se levanto y noto el rojo en sus ojos, les sonrío, ellos le gritan:

—¡Papá!

Él les contestó —¡Niños!

Se abrazan, y dentro de un rato los llevó consigo a su departamento donde le explican lo ocurrido.

Dentro de unos tres meses volvió al bosque, se sentó bajo el árbol más grande cercano al camino, miro sus hojas y sonrío, a como quería por fin abrió sus alas y, prendió vuelo. Cerró sus párpados con paz en su interior para volver abrirlos y mirar a papá...

—Como un Hawk...

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