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Memorias Del Oso 2

¿A dóᥒdᥱ vᥲs?
No mᥱ dᥱjᥱs ᥲtrᥲ́s
¿Cómo tᥱ sιgo ᥲ tι?
Mᥙᥴho mᥲ́s ᥲᥣᥣᥲ́

"Yo estaba tan feliz, había logrado salir al mundo exterior, me sentía tan libre y animado."

"Me impresionó lo bien que logré sobrevivir allá afuera, cuando me quedé sin comida comencé a pescar salmones, cazar conejos y recolectar frutas y raíces. Si veía cazadores, ya fueran humanos o híbridos, me escondía perfectamente."

"Pensé que así sería mi vida hasta que encontré mi camino a Karmaland."

Rubén estaba caminando de vuelta a su refugio después de estar la tarde recolectando provisiones, ahora que el atardecer llegaba debía volver para cenar y dormir.

Estaba un poco intranquilo, extrañando un poco de su hogar, ¿Sería buena idea ir de vuelta a la cueva? ¿Su madre habrá regresado y lo está buscando?

— Rubén, deja pensar esas cosas— Se dijo a sí mismo, negando con la cabeza, está es su vida ahora.

Lejos de la cueva, lejos de Agatha, lejos de todo lo que alguna vez conoció.

— ¿Por qué me estoy poniendo nostálgico ahora?— Rubén gruñó.

Vivir en la naturaleza es divertido, tal vez no tenía cama, pero tenía libertad y eso es algo bueno, ¿No?

— ¡Basta de pensamientos intrusivos, carajo!— Gritó Rubén— ¿Esto acaso significa algo?—

Entonces algo capto los sentidos del oso, sus orejas escucharon el ruido extrañamente característico del fuego.

Rubén volteó hacia atrás de él y observó una bola de fuego azul flotar en el aire. El joven híbrido parpadeó un poco, no sé movió, solo se quedó de pie.

— ¿Un fuego fatuo?— Preguntó Rubén.

Él conocía los fuegos fatuos, tenían su propio apartado sobre fenómenos sobrenaturales. Los fuegos fatuos son espíritus que ayudan a los perdidos a encontrar el camino hacia su destino. Eran cosas sumamente raras de ver.

¿Pero qué hacía eso ahí?

— ¿Viniste por mí?— Preguntó Rubén señalándose a sí mismo, el fuego se movió un poco y se movió hacia la derecha— ¡Espera!—

Rubén empezó a caminar, siguiendo aquel fuego, lograba ver la luz azul que irradiaba el fuego, así que empezó a correr detrás de él.

— Estúpido fuego— Susurró Rubén mientras seguía siguiendo la luz flotante.

Rubén corrió más y dio un gran salto, esperando caer encima del fuego, pero este desapareció antes de poder siquiera tocarlo y el oso cayó repentinamente al suelo.

— Maldita sea— Se quejó el brujo mientras se levantaba. El fuego apareció nuevamente frente a él, y como si fuera un niño pequeño empezó a moverse nuevamente.

Rubén frunció el ceño y empezó a correr nuevamente, iba rápidamente detrás del fuego.

El chico oso saltaba, esquivaba, se agachaba y corría por todo el bosque. En algún punto el terreno se hacía más rocoso y Rubén iba descalzo, así que tendría que buscar alternativas, que por suerte si encontró.

Él hizo uso de sus garras y saltó en dirección a un árbol, el cual fue escalando con rapidez hasta las ramas superiores, miró hacia abajo alcanzando a distinguir el fuego, su siguiente movimiento fue correr por entre las ramas, brincando a otros árboles cercanos.

— ¿Quién dice que los osos no pueden saltar?— Preguntó Rubén con una sonrisa arrogante.

Entonces en su siguiente salto terminó por golpearse el estómago con otra rama, eso hizo que cayera, golpeándose con varias ramas en el camino.

— Maldito— Golpe de rama— Árbol— Golpe de rama— De mierda— Golpe de rama— ¡Puta madre!—

Al final el oso cayó y aterrizó sobre un arbusto, por fortuna era suave y no causó más daños de los que el árbol había causado.

Rubén se puso de pie, quitándose hojas de la ropa, luego vio al fuego frente a él.

— No te burles— Dijo el oso— ¿No tienes que huir para que yo te siga?—

El fuego se quedó quieto un poco y después empezó a moverse, Rubén negó con la cabeza y volvió a perseguirlo rápidamente.

La persecución siguió hasta que el bosque acabó y Rubén se detuvo de golpe.

— Guau, ¿Pero qué es esto?— Preguntó el oso. Frente a él estaba una enorme barrera hecha con raíces verdes, era una barrera que media aproximadamente unos ocho metros de alto y a lo largo, bueno, él ni siquiera veía el límite.

— ¿Qué es este sitio?— Rubén se acercó lentamente hasta aquella barrera y colocó su mano sobre una raíz.

El fuego simplemente se movió para atravesar la barrera.

— Ese fuego está empezando a tocarme los cojones— Dijo el oso y empezó a escalar la barrera, clavando las garras en las raíces para no caer. Fue algo cansado, sus brazos dolían y ni hablar de sus pies, estaba seguro de que tendría algo de sangre en la planta de los pies.

Finalmente llegó a la cima y suspiró cansado, cuando el híbrido se sentó sobre la mesa, miró hacia el otro lado.

Era un prado, uno muy hermoso que se veía bien bajo el atardecer, parpadeó un poco, a lo lejos y entre las colinas se veía un poco un gran castillo.

Rubius sintió que su corazón latía con fuerza, sonrió ante la sensación de que una aventura estaba frente a él. Entonces el fuego lo atrajo por eso.

Finalmente su sueño se podría volver real, al fin podría volverse un gran aventurero.

Sonrió con emoción y se dejó caer de la barrera, él iba cayendo y veía el suelo acercarse.

Entonces se detuvo a unos dos metros sobre el suelo, flotó un poco hasta enderezarse y aterrizar de pie en el suelo.

El fuego fatuo volvió a aparecer frente a él y después empezar a flotar rápidamente lejos de él.

— Bien, esto ya es personal, fuego hijo de puta— Rubén comentó y empezó a correr nuevamente.

La persecución derivó en un río, por lo que el oso iba corriendo por la orilla del río. Corría con velocidad y sentía el viento golpear su rostro.

Su sonrisa creció, se estaba dejando llevar por su lado animal, eso pasaba a veces con híbridos jóvenes, se dejaban llevar por sus emociones fuertes y entonces la parte animal tomaba el mando de su cerebro.

Rubén corría libremente por el prado, persiguiendo aquel fuego. Nuevamente había saltado hacia un árbol para treparlo para volver a correr entre las ramas.

Alcanzaba a ver un poco del fuego debajo de las ramas, pero las hojas apenas le dejaban ver. Dio más pasos y decidió actuar.

Rubén saltó hacia abajo en picada esperando atrapar al fuego, pero en lugar de eso terminó por caer encima de alguien más.

Aterrizó sobre una persona y ambos rodaron en el suelo un poco hasta que se detuvieron, con Rubén encima de la persona.

Al detenerse, Rubén soltó un rugido de eso en la cara de la pobre persona en la que había caído.

Entonces ambos cayeron en un pequeño silencio al verse a los ojos. Aquella persona tenía unos hermosos ojos violeta, los cuales se cruzaron con los ojos verdes de Rubén.

Se sintió como una breve conexión.

Al menos hasta que el otro muchacho empezó a gritar.

Rubén se le quitó de encima, cayendo al suelo y empezó a arrastrarse lejos del humano, el oso alcanzó a tomar una gran roca y se puso de pie, delante de él vio que el humano tenía una enorme rama.

Ambos estaban en posición de defensa, sin querer atacar primero.

— Baja esa rama— Dijo Rubén.

— Tu baja esa roca— Dijo el humano.

Ambos se vieron fijamente en silencio, tras unos segundos cada uno empezó a bajar sus armas improvisadas hasta que decidieron tirarlas en el suelo.

— Bien, yo me tengo que ir por allá— El oso dijo mientras caminaba lentamente, alejándose del humano.

— Oye, espera, ¿A dónde vas?— Preguntó el humano.

— No es de tu incumbencia— Respondió el híbrido mientras caminaba, buscando alguna señal de ese fuego fatuo que no aparecía por ningún lado.

— Eres un híbrido— Dijo el humano.

— Vaya, que observador eres— Rubén le sin interrumpir su caminata.

— Te diriges a un reino humano— El humano advirtió— Un reino que no está muy feliz con los híbridos—

Rubén se detuvo.

Mierda.

Un reino humano, ¿Cómo no pensó en esa posibilidad antes? Si el fuego lo llevaba a un sitio humano, estaría acabado.

"¿Serían capaces de quemarme en una hoguera?" Pensó el oso.

— Supongo que regresaré al bosque— Se dijo Rubén a sí mismo, sonando decepcionado. Dio media vuelta para empezar a caminar en dirección contraria a dónde iba originalmente, pero ese humano no dejaba de verlo— ¿Quieres dejar de verme?—

— Perdón— Dijo el chico, desviando la mirada— Es que nunca antes había visto un híbrido—

— Pues deja de hacerlo, es incómodo— Rubén respondió mientras le miraba con mala cara— Yo nunca había visto a un humano tan de cerca ahora que lo pienso—

Ambos se mantuvieron en silencio, viéndose unos segundos.

— Soy Samuel— Dijo el humano.

Rubén estaba algo dudoso, algo en el humano no le daba confianza para decirle su nombre.

— Yo soy Rubius— Se apresuró a decir el brujo.

"Que nombre tan estúpido" Pensó el oso.

— Que nombre tan interesante— Samuel dijo.

— Como sea, me largo de aquí— El oso comentó, alejándose del humano.

— Espera, no te vayas— Comentó Samuel, acercándose lentamente al oso— ¿Cómo es que te acercaste tanto a este lado de la barrera?—

— ¿Barrera?— Rubius preguntó.

— Sí, la barrera de raíces— Samuel respondió, Rubius recordó aquella barrera que escaló— Es lo que divide el territorio humano del territorio híbrido—

— Vaya, la separación entre especies es más grande de lo que creía— El híbrido mencionó observando a ambos lados.

— Entonces, ¿Ya me dirás por qué estás de este lado?— Preguntó Samuel.

— Estaba siguiendo algo que me trajo aquí— Respondió Rubius dándole poco interés, pero entonces vio el rostro pensativo del humano.

— ¿Seguías un fuego fatuo?— Pregunta.

Rubius abrió bastante los ojos y observó a aquel humano fastidiosamente curioso.

— ¿Cómo lo sabes?— Preguntó Rubius con sospecha.

— Porque yo también estaba siguiendo a uno— Samuel dice— Estaba en mi hogar, terminando mis tareas cuando un fuego se apareció en frente mío y me hizo seguirlo—

Rubius parpadeó, un poco confundido la verdad.

— Lo seguí hasta aquí, desapareció cuando me caíste encima—

— El mío también desapareció cuando me encontré contigo— Rubius dijo en voz baja— ¿Por qué aquellos fuegos hicieron que nos viéramos?—

— No sé... El destino tal vez— Samuel sugirió y se encogió en hombros.

"Si tan solo lo hubiera sabido... Jamás habría accedido a todo lo que ocurrió."

"Él y yo pasamos casi una hora hablando en ese bosque, coincidimos que el fuego nos juntó por algún motivo que ninguno de los dos comprendía."

"Al final cada quien volvió por dónde vino, pero prometimos volver a vernos al día siguiente, y así fue, nos vimos al día siguiente y el siguiente a ese y el siguiente y el siguiente... Sin darme cuenta, él y yo caímos en una rutina donde al anochecer nos encontrábamos junto al río para charlar. Terminamos volviéndonos amigos. Él me terminó contando como llevaba años aprendiendo magia y yo le dije como nací siendo brujo."

"Y eso fue así hasta que un día Samuel me propuso algo."

— Ven conmigo al castillo— Samuel pidió.

— ...— Rubius observó al de ojos morados— ¿Bobo o qué?—

— Oh vamos Rubius, estoy seguro de que el castillo es mejor que vivir en el bosque— El otro chico dijo— Imaginalo cómo una nueva aventura—

— Samu, por más que quisiera ir al castillo hay cuatro razones muy notorias por las que no aceptarían y las puedo enumerar— Rubius comentó alzando su mano derecha— Mis orejas, mis colmillos, mis garras y mi cola—

— Pero podemos usar magia para ocultar tu naturaleza híbrida— Samuel dijo, ante eso Rubius hizo una mueca.

"Ocultar lo que soy" Pensó el oso.

— Anda, así no tenemos que venir hasta acá para vernos, podemos vivir juntos— Samuel se puso de pie y tomó las manos del híbrido para ponerlo de pie— Solo imagina, estando ahí podemos planear un sinfín de aventuras. Seremos tú y yo contra el mundo—

Rubius se quedó de pie, viendo la sonrisa encantadora e ilusionada de Samuel. Su corazón latía y sus mejillas enrojecieron, ¿Qué debía responder a eso?

— Yo...— Rubius suspiró— Samuel, si nos descubren, esto va a terminar mal—

— Pero todo saldrá bien, lo prometo, confía en mí Rubius— Samuel dijo y tomó con más fuerza las manos del oso.

— Bien— Rubius asintió— Iré al reino contigo—

— ¡Te quiero, te quiero, te quiero!— Samuel se aventuró a abrazar a Rubius, quien se sonrojó aún más— Está será nuestras primeras aventura, ya lo verás—

— Creeré en ti— Rubius dijo.

Una vez que el oso había sido convencido, Samuel la presto una boina y una capa cubrir sus orejas y cola.

— Ya tenías planeado esto, ¿No es así?— Preguntó Rubius cuando empezaron a caminar por el bosque en dirección al castillo.

— Tal vez, además es par darte un hogar estable— Mencionó Samuel.

Un hogar estable... Vaya, hace mucho que Rubius había abandonado la idea de tener algo como eso.

Los dos amigos continuaron divagando mientras seguían su camino hacia el gran castillo de Karmaland.

— ¿Estás seguro de esto?— Preguntó Rubius.

Ambos ya se encontraban en las afueras del castillo, en el límite del bosque que colindaba con la parte trasera del castillo.

— Que sí, iremos a escondidas hasta las habitaciones y ahí haremos el truco para ocultar tu parte animal— Samuel sonrió luego de que ambos atravesaran las puertas traseras del castillo.

Honestamente, Rubius se sentía sorprendido, ya que había muchos trabajadores, pero ninguno les prestaba atención, incluso si Samuel saludaba a cuánta persona se cruzará nadie volteaba a verlo siquiera.

"¿A esto se refería Samuel con ser un 0 a la izquierda?" Pensó Rubius.

— Por aquí— Samuel le indico mientras entraban a las cocinas, dónde había mucha gente gritando acerca de tener la comida lista para la cena.

Rubius apreció parte del castillo, pero no mucho, ya que Samuel lo guio hasta una puerta que llevaba a una gran escalera que los guiaba hasta la parte más baja del castillo.

— ¿Ves? Nadie nos vio— Comentó el de ojos morados— Y nadie nos verá, soy invisible aquí—

— ¡SAMUEL!—

Ambos se asustaron con ese grito, segundos después tres personas corrieron hacia ambos.

— Frank, Lolito, Willy, hola chicos— Samuel sonrió un poco nervioso.

— A qué no crees lo que acaba de pasar— Dijo Lolito con emoción.

— El protagonista de la noticia soy yo, así yo debo decirlo— El chico rubio empujó a Lolito contra la pared— A qué no crees lo que acaba de pasar—

— No Willy, no sé lo que acaba pasar— Mencionó Samuel.

— ¡Me nombraron soldado!— Dijo Willy con una enorme sonrisa en los labios.

— ¿¡Qué!? ¿¡Tan pronto!?— Preguntó Samuel con emoción— ¡Willy eso es asombroso!—

— ¡Lo sé!— Gritó Willy— El señor Bethany me dijo que podré saltarme todo el entrenamiento y el mismo rey me nombrará soldado el sábado—

— Willy, estoy tan feliz por ti— Samuel dijo y vio entonces al tercer muchacho, uno de cabello negro con mechones verde— ¿Estás bien Frank?—

— Claro que no— Frank dijo con molestia— Willy rompe las reglas y lo nombran soldado un año antes de la graduación, yo soy el número uno de la clase y solo obtengo que el señor Bethany me diga cobarde por no saltar el foso de lava—

— No rompí las reglas, salve al príncipe de la muerte, un acto de valentía fue suficiente para graduarme antes de tiempo— Dijo Willy.

— Como sea, tengo que irme a seguir aguantando a los tontos de mis compañeros de clase— Frank se quejó y empezó a alejarse del grupo.

— Está muy enojado— Dijo Samuel al verlo irse.

— Y no lo culpo— Dijo Lolito— Pero también estoy muy feliz por Willy... ¿Quién es tu nuevo amigo, Samuel?—

— ¡Oh! Sí, él, amigos míos, él es Rubius— Samuel dijo, colocando una mano en la espalda de Rubius, quien solo bajo más la cara, con miedo de ser descubierto— Es un brujo ligado a la naturaleza, se ofreció a ayudarme a practicar magia—

— Mucho gusto— Dijo Rubius en voz baja, alzando un poco la vista.

— Es tímido— Se apresuró a decir Samuel.

— Oh pues mucho gusto Rubius— Willy dijo y Lolito sonrió— Si eres amigo de Samuel eres amigo nuestro—

"Amigos"

— Bueno, tengo que ayudar a Rubius a instalarse— Samuel comentó empezando a empujar suavemente a Rubius.

— Adiós, chicos— Lolito se despidió de ellos.

Rápidamente Samuel llevó a Rubius hasta una puerta, la cual abrió y lo dejo pasar.

— ¿Ves? Pan comido— Samuel dijo de forma arrogante.

— Sigo teniendo mis dudas— Rubius respondió quitándose el sombrero y la capa.

Rubius apreció más la habitación, era pequeña, tenía una sola cama, una silla arrumbada en la pared, un espejo viejo y un librero casi vacío, con solo unos 5 libros ahí.

— Entonces, ¿Me trajiste aquí solo por qué quieres que te enseñe magia?— Rubius preguntó, cruzándose de brazos y mirando a Samuel.

— Uh sí... Eso— Samuel dijo, sonrojándose— Como mi mentor se fue de vacaciones a otro reino, pensaba que tú podrías ayudarme, no he visto tu magia, pero la siento y se siente poderosa—

Rubius maldijo internamente, estúpidos dones mágicos que te permiten sentir la magia de alguien más.

— Bien, supongo que si me dejan vivir aquí, puedo ayudarte a entrenar magia— Sonrió un poco observando los libros del estante, observando que los pocos libros ahí, eran de magia— Busquemos algún hechizo para ocultar mis partes animales—

Samuel asintió y uso la silla para bloquear su puerta y así evitar que alguien entre sin permiso mientras Rubius tomaba los libros.

— ¿Magia para tontos? ¿En serio?— Preguntó Rubius y Samuel se sonrojó de la vergüenza.

Rubius dejo los libros y tomó aquel que hablaba de hechizos y encantamientos para principiantes.

— Muéstrame hechizos de ocultamiento— Pidió al libro y lo señaló con su dedo índice, de la punta de su garra un pequeño rayo verde salió para golpear el libro, este se abrió y sus páginas empezaron a moverse.

— Guau— Samuel dijo.

— Los brujos podemos pedirle cosas directamente a los libros— Rubius presumió y el libro se detuvo— Veamos, hechizo para ocultar sentimientos, ocultar suciedad, ocultar desastres... ¡Aquí está! Ocultar partes del cuerpo—

Rubius dejo el libro en la cama y suspiró.

— Lo que ya estuvo hoy que no esté mañana, que lo visible sea invisible, borra de mi cuerpo orejas, colmillos, garras y cola— Rubius recitó el hechizo y chasqueo los dedos.

Samuel observó con sorpresa el como las garras de Rubius perdían tamaño, las orejas se hicieron invisibles, los colmillos se hicieron dientes humanos y la cola desapareció.

— Pero... ¿Tienes orejas humanas?— Pregunta Samuel, Rubius no responde y solo se lleva las manos a la cabeza.

— Orejas— Dijo el híbrido para darle al libro nuevamente que llevo a otra página— Almejas, mollejas, añejas, almejas, mollejas, añejas, dame un par de orejas—

Tras decir eso, volvió a levantarse el cabello, mostrando un par de orejas humanas a ambos lados de su cabeza.

— Eres todo un humano— Samuel sonrió.

— Bien, ahora seremos cómplices en el crimen— Rubius respondió con orgullo.

— Este será nuestro comienzo juntos— Samuel llevó su mano hacia el centro, cerrando el puño.

Rubius sonrió levemente y chocó su puño con el de Samuel.

"A partir de ahí empezamos a trabajar como un dúo, éramos uña y carne, inseparables, a dónde quiera que uno fuera iba el otro detrás."

"Yo cumplí con mi parte del trato y comencé a enseñarle todo lo que yo sabía respecto a la magia."

"Hubo veces en las que incluso me escapaba del castillo para volver a mi antigua cueva para buscar los libros de magia de madre y así seguir enseñándole cosas a... A mi amigo."

"Pero entonces durante una de esas visitas a la cueva, encontré algo inesperado."

Rubius estaba frente a la gran estantería de la cueva, observando los libros que aún quedaban guardados. Siempre procuraba llevarse los necesarios y útiles para Samuel.

— Veamos... ¿Runas antiguas?— Rubius dijo y se quedó pensando— Nah, no creo que eso le agrade—

Dejo el libro en paz y siguió buscando algo que pudiera ser útil. El oso alcanzó a ver un libro de pasta verde oscuro que estaba junto a un frasco con ojos de cuervo.

El libro era pesado así que uso bastante fuerza para sacarlo, pero al hacerlo terminó por tirar el frasco de ojos al suelo.

El cristal se reventó y los ojos empezaron a rodar por el suelo.

— ¡Puta madre!— Rubius se quejó, pero entonces noto algo raro, varios ojos en lugar de todas por todos lados del suelo, rodaban hacia la misma dirección.

El híbrido observó con curiosidad como los ojos iban rodando hacia un espacio en particular, una pequeña alfombra redonda, una que Rubius apenas recordaba.

Rubius frunció el ceño y caminó hasta la pequeña alfombra, de cerca notaba una leve depresión en la zona de la alfombra, lo cual explicaba por qué los ojos rodaron hasta ahí.

El oso tomó la alfombra y la levantó rápidamente, descubriendo así que el suelo tenía un trozo de roca que no coincidía con el resto del piso rocoso de la cueva. Era un fragmento ovalado por debajo del piso.

— ¿Qué es esto?— Rubius se preguntó en voz alta. Llevó las manos a aquel trozo, estaba algo flojo y usando sus garras, logró levantar la tapa de roca falsa— No puede ser—

El brillo azul salió del agujero en el suelo, Rubius abrió bastante los ojos, observando el diamante oculto en ese agujero.

El diamante que había iniciado la decadencia en su vida.

— ¿Por qué lo guardó?— Rubius comentó agachándose más— Creí que lo había desechado—

El oso extendió ambas manos lentamente, acercándolas al diamante. Finalmente él tocó el diamante y al hacerlo sintió una gran oleada de poder recorrer su cuerpo, pero fue aún más fuerte pues una onda expansiva hizo que todo en la cueva temblará e incluso aparecieron grietas en las paredes y objetos cayeron al suelo.

Rubius se separó del diamante y cayó de espaldas en el suelo, respiraba de forma irregular y sus ojos brillaban de un verde tan brillante que parecían irradiar luz como lámparas.

Rubius abrió la boca para tomar una gran bocanada de aire, volviendo a respirar correctamente. El joven oso se sentó mientras empezaba a toser.

Rápidamente volvió a tomar la falsa tapa y la colocó en su lugar, tapando el diamante. Luego se apresuró a tomar los libros y salió corriendo de la cueva.

"Jamás sabré por qué mi madre ocultó el diamante... En esos momentos me sentía tan agobiado y asustado."

"Pero había algo que me hacía sentir en paz y eso era Samuel... O debería empezar a llamarlo Vegetta a partir de aquí."

— ¿Tan necesario es tener un nombre de héroe?— Preguntó Rubius mientras leía un libro.

Samuel, estaba de pie, observando su telescopio.

— Claro que lo es, necesitas de un nombre fuerte para ser recordado en la historia— Samuel respondió— Solo piensa en los héroes más grandes que ha tenido la historia—

El de ojos morado, camina hasta las hojas sueltas con dibujos hechos por él mismo.

— La reina Lavender, aventurera, descubrió tierras nuevas, luchó contra invasores— Samuel dijo con emoción, enseñando el dibujo de la reina.

— Ajá... ¿Otro ejemplo?—

— Hay decenas de ellos— Comentó Samuel mostrando más dibujos— Germán, Technocable, Ninja, grandes héroes que son recordados con respeto por sus logros, liberaron tierras, derrotaron bestias y salvaron gente—

Rubius asintió un poco.

— Algo cercano a ti, los trillizos Sturniolo. Eran híbridos de mapaches y lideraron la gran rebelión del valle Sunshine que salvó a híbridos de la muerte por los osos del norte— Samuel dijo y le entregó el dibujo a Rubius.

— Yo necesito un nombre que pueda ser recordado— Samuel dijo y señaló el pizarrón al fondo del cuarto— Y ninguno de esos nombres es bueno—

Rubius subió la vista a la pizarra, con varios nombres escritos, cada uno peor que el anterior.

Valento, Ender, Granate, Espectro, Thornhill, Terra, Asmodeus.

— Creo que el último es el nombre de un demonio— Mencionó Samuel en voz baja.

El híbrido se puso de pie de la silla donde estaba sentado previamente, se fue acercando lentamente a la pizarra. Alcanzó el gis para empezar a rayar algo.

Encerró en un círculo la inicial de cada nombre y luego procedió a escribirlo debajo en mayúsculas.

— Vegetta— Dijo Rubius.

— ¿Eh?— Preguntó Samuel.

— Tu nombre de héroe... Vegetta—

— ¿Cómo el planeta?— Preguntó el de ojos morados.

— Un planeta lejano, misterioso, pero atractivo... ¡Cómo tú!— Rubius sonrió.

El recién bautizado como Vegetta, empezó a sonreír bastante.

— ¡Es el mejor nombre!— Gritó el chico— ¡Rubius eres un genio!—

— Ya lo sé— Dijo Rubius con arrogancia, entonces vino otro de esos fuertes abrazos que daba el musculoso joven de cabello azabache.

— ¡Eres de lo mejor, Rubius!— Comentó Vegetta en medio del abrazo— Eres una buena persona... Bueno, un buen híbrido... Eres bueno—

Las palabras hicieron eco en su cabeza, Rubius sonrió durante el abrazo.

Cuando ambos finalmente se separaron, aún se sostenían los brazos y se vieron a los ojos. Ese cumple contacto fue suficiente para que se sonrojara profusamente.

— Tengo que... Tengo que ir a limpiar los establos— Vegetta se despidió— ¿Nos vemos mañana para desayunar?—

— Como siempre— Rubius sonrió y observó al de ojos morados irse.

Rubius se quedó ahí de pie, quieto, sonrojado y con el corazón latiéndole cómo loco.

— No— Rubius negó— Nada de amor— Se dijo a sí mismo y empezó a recoger los dibujos que Vegetta había ocupado.

— Nada de amor— Rubius dijo y dejo todo de lado.

"Me odiaba a mi mismo en ese tiempo, estaba dejando que mi corazón dictara mis acciones y yo odiaba eso."

"Pero la relación entre Vegetta y yo comenzó a cambiar. Nos hicimos más cercanos, cada vez era más común abrazarnos o tomarnos de la mano, incluso llegaron a ocurrir pequeños besos en las mejillas."

"Incluso los entrenamientos dejaron de sentirse como entrenamientos y se sentían más como... Citas."

"De solo recordarlo me dan náuseas."

— ¿¡Por qué no funciona!?— Gritó Vegetta con frustración.

— Te dije que invocar a tu animal espiritual es complicado— Comentó Rubius— Más cuando no eres mago de nacimiento o un híbrido hechicero—

— No pensé que fuera así de complicado— Vegetta se vio las manos.

— Debes estar completamente concentrado, sin nada en tu mente— Rubius se levantó del pasto y miró al de ojos morados— Cierra los ojos—

Vegetta asintió e hizo caso, cerrando los ojos.

— Invocar a tu animal espiritual significa conectarte con la naturaleza— Rubius explicó mientras se paseaba alrededor de Vegetta— Concéntrate en los ruidos y olores del bosque, conecta con la naturaleza, una vez que estés con la mente en blanco libera tu energía mágica—

Rubius observó a Vegetta, quien exhaló lentamente y cerró sus puños, de inmediato una energía morada cubrió sus manos y el oso sonrió.

— ¿Qué es lo que ves?— Preguntó Rubius.

— Veo... Veo el bosque, pero se ve todo azul y hay animales de distintos colores, hay un gato verde— Explicó Vegetta.

— Bien, ahora que estás en tu mente debes pasear por el bosque y encontrar a tu animal espiritual— Rubius explicó.

— Estoy caminando, hay aves, insectos, roedores, reptiles— Vegetta decía— Ay, una araña—

Rubius sintió un escalofrío recorrer al oír eso, él tiene fobia a las arañas.

— ¿Cómo sabré cuál de todos estos animales son mi animal espiritual?— Pregunta Vegetta.

— Lo sabrás en cuanto lo veas, vas a sentir su conexión cuando te lo encuentres— El oso siguió hablando.

— ¡Espera! Vi algo morado moverse detrás de un arbusto— Vegetta dijo mientras seguía inmóvil— Parece asustado, pero me está llamando...—

Rubius miró expectante a Vegetta quien sonreía levemente.

— ¡Es un lobo!— El héroe grita con emoción— Me está viendo, quiere que lo acaricie—

— Hazlo Vegetta, tocalo para formar la conexión—

Después de eso, la energía morada que irradiaba de las manos de Vegetta empezó a brillar con intensidad. Rubius estaba emocionado y finalmente Vegetta abrió los ojos.

— ¿¡Dónde está mi lobo!?— Preguntó Vegetta mirando a todos lados.

— Owww, mira que bonito es— Rubius respondió viendo al suelo, Vegetta la observó y luego bajo la vista.

Ahí estaba un cachorro de lobo morado, de pie y moviendo su cola.

— Pero el lobo que vi era más grande— Vegetta dijo haciendo un pequeño puchero.

— El animal se materializa de acuerdo al poder del brujo que lo invoca— El oso explicó— Tu magia sigue estando en pañales, pero cuando alcances tu máximo poder, el lobo crecerá e incluso podrás invocar una manada entera—

— Entonces... Es cuestión de esperar— Vegetta se miró las manos y luego al cachorro lobo en el suelo— Pequeñito, te voy a llamar lobo nocturno—

El humano se agachó para acariciar al pequeño lobo, el cual aceptó aquellas caricias.

— Espera, Rubius, ¿Puedo ver tu animal espiritual?— Preguntó y el híbrido abrió los ojos, sorprendido.

— ¿El mío?... No creo que sea buena idea— Rubius negó, bastante nervioso.

— Quiero verlo, seguramente es un oso, ¿No? ¿Qué clase será? ¿Polar o grizzly?— Vegetta preguntaba con curiosidad mientras veía con emoción al más alto.

— No. Vegetta, estamos en tus lecciones, no es necesario que muestre mi animal— Rubius negó con la cabeza.

— Anda, muéstrame— Vegetta cargó al lobo y ambos vieron a Rubius con ojos de cachorro— ¿Por favor?—

Rubius vio a ambos, luego cerró los ojos y suspiró.

— Bien... Lo haré— Rubius asintió con la cabeza.

El oso se alejó un poco y extendió ambos brazos, una energía de color verde apareció en manos del híbrido y al final junto sus manos.

Ante la vista de Vegetta y el lobo cachorro, un enorme oso de color verde parado en sus patas traseras, media fácilmente tres metros de esa forma.

El oso rugió, asustando al lobo cachorro, quien se escondió detrás de Vegetta.

Finalmente el oso aterrizó en el suelo, se quedó quieto unos segundos y después se sentó en el piso, empezando a rascarse el hocico.

— ¡Esa cosa es enorme!— Gritó Vegetta— ¿Cómo es que tu animal espiritual es de ese tamaño?—

— Cosa de híbridos— Rubius tosió e hizo que el oso desapareciera— Bueno ya lo viste, se acabó la clase, volvamos al castillo, tengo hambre—

Vegetta bajo la vista para observar como el pequeño lobo también desaparecía. Luego alzó la vista, justo para ver varios puntos de colores volar por las hojas de los árboles.

— Hadas...— Vegetta susurró y sonrió— ¡Es hoy! Rubius, tengo algo que mostrarte—

Vegetta dijo y tomó la mano de Rubius para después empezar a correr.

— ¡Espera, Vegetta!—

— ¡Llevo meses esperando este momento!— El de ojos morados corría por el bosque, Rubius observó entonces como, mientras se adentraban al bosque, varios puntos de colores bajaban de entre los árboles.

— Son hadas— Dijo Rubius.

Pronto, ambos dejaron atrás a las hadas y al bosque, se acercaron rápidamente al castillo, entrando por la gran puerta trasera.

— ¿Qué me querías mostrar?— Preguntó Rubius.

— Hoy es el equinoccio de primavera— Dijo Vegetta— Las hadas vienen para hacer florecer a todas las flores del reino—

Ambos jóvenes terminaron por entrar al gran jardín del castillo, todas las flores estaban cerradas en capullos, todo con colores apagados.

— Mira esto— Vegetta señaló a las hadas que volaron con rapidez hacia el castillo.

Al estar más cerca, Rubius observó que más allá de ser puntos de luces coloridas, las hadas tenían formas humanoides, vestidos con ropa diminuta.

Las hadas empezaron a volar por encima de las flores, árboles, arbustos y pasto del jardín.

Las hadas esparcían polvillo sobre las plantas y estás de inmediato adquirían color y las flores florecían con una belleza inigualable.

— Vaya esto es increíble... No sabía que así es como llegaba la primavera— Rubius sonrió fascinado ante la imagen de las hadas volando por todo el castillo y dándole vida a todo el jardín.

En ese momento fue que notó como él y Vegetta seguían tomados de la mano, el oso se sonrojó, pero no quiso soltarle la mano.

Se sentía extrañamente cómodo al tomar la mano de... De su amigo.

Cuando Rubius levantó la vista, se topó con que Vegetta lo estaba viendo. Ambos estaban sonrojados.

— Tengo que irme para hacer mis tareas— Vegetta mencionó haciendo presión en la mano de Rubius— Te veré para la cena, ¿Sí?—

— Como siempre— Rubius respondió.

Vegetta le soltó la mano, pero en vez de irse dentro del castillo se dirigió al rosal. Con cuidado, él arrancó una de las rosas y empezó a dirigirse a Rubius.

El oso al ver a Vegetta acercársele con la flor, empezó a retroceder.

— Vegetta...— Rubius dijo. Dio otro par de pasos hacia atrás y sintió algo ligeramente filoso pinchar su espalda.

Cuando miro hacia atrás, observó una estatua de cupido disparando una flecha en forma de corazón con su arco. ¿Qué clase cruel broma del destino es esa?

— Esto es para ti— Vegetta dijo, extendiéndole la rosa— Una flor para otra flor—

Rubius tomó la flor y trató de sonreír por el pequeño obsequio.

— Nos vemos— Vegetta se despidió, pero se quedó quieto unos segundos antes de pararse en puntas y alcanzar a besar la mejilla de Rubius— ¡Adiós!—

Vegetta dijo y empezó a correr dentro del castillo, dejando a Rubius con la cara completamente roja.

El corazón de Rubius latía como loco, estaba seguro de que se le saldría del pecho para correr como loco por todo el reino.

Las hadas sonrieron emocionadas ante la escena y revolotearon cerca de Rubius.

— Que lindo es el amor— Dijeron varias hadas, llamando la atención del oso encubierto.

— ¿Amor?— Preguntó Rubius— Aquí no hay ningún tipo de amor—

— Pero si es obvio— Dijo un hada morada.

— Tu corazón late a mil por hora— Dijo un hada amarilla.

— Estás rojo cuál tomate fresco— Dijo un hada roja.

— Tus manos sudan como si fuera cascada— Dijo un hada verde.

— Estás más que enamorado— Un hada azul finalizó.

— Dejen de decir tantas gilipolleces— Dijo Rubius, luego miró a la rosa, volviendo a sentir emoción en su pecho, pero se arrepintió de inmediato— ¿Qué está pasándome?—

Él no podía enamorarse, simplemente no. El amor no es una opción, el único ser al que ha amado era su madre y claramente ella no fue el mejor ejemplo de responsabilidad afectiva.

— No niegues tu amor— Le dijo un hada rosada.

— Yo no lo amo— Rubius negó.

Su cerebro decía que "no", pero si corazón era un lío de respuestas.

¿Qué debía hacer?

Si a los engaños dieran premios— Rubius cantó en voz baja, observando la pequeña estatua de Cupido— Hubiera varios ya ganado

No me interesa tener novios— El brujo ignoró aquella estatua y se alejó un poco, observando a las hadas sobrevolar por sobre de él— Eso es historia, ya lo sé todo

Rubius frunció el ceño y lanzó la rosa lejos, siendo atrapada por las hadas, quienes lo vieron con reproche.

¿A quién crees que engañas? Él es lo que tú más quieres— Las hadas empezaron a cantar, causando que Rubius las viera— Ocultarlo tratas, es hermoso lo que sientes

No lo disimules— Las hadas volaron directo a Rubius, rodeándolo— Bien sabemos dónde está tu corazón

Las hadas empezaron a volar alrededor de Rubius, por lo que este, molesto manoteo para ahuyentarlas.

No van a oír que lo diga, no, no— Rubius cantó mientras se alejaba de las hadas.

Tu sueño es, no lo niegues, uoh— Las hadas le cantaron respuesta, intentando extenderle la rosa.

Jamás lo haré— Rubius cantó en reproche, dándole la espalda a las hadas— No hablaré de mi amor

Rubius empezó a alejarse de las hadas, dejando a las criaturas voladoras confundidas por su actitud tan evasiva.

Creía ya haber aprendido— El brujo cantaba mientras avanzaba por el enorme jardín del castillo— Siempre el inicio es hermoso

Mi mente dice: "Ten cuidado"— El de cabello blanco cantaba mientras seguía dando pasos, pero al oír el coro de las hadas volteó rápidamente hacia un rosal, pero no había nada— Porque no todo es maravilloso

Claramente vemos que lo quieres y lo extrañas— Las hadas salieron por detrás del arbusto a seguir cantando— No lo aceptaremos, date cuenta que lo amas

Las hadas expandieron sus brazos, pero el hada azul empujó al hada roja contra el arbusto espinoso.

Trata de admitirlo, tienes que aceptarlo— Las hadas volaron rápidamente hasta la columna rota por dónde Rubius pasaba para moverse hasta formar un corazón de colores— Muy enamorado estás

Rubius negó con fastidio.

No van a oír que lo diga, no, no— El de cabello blanco corrió directamente hacia el estanque, empezando a saltar sobre las rocas, pero casi llegando a la orilla resbaló. Sin embargo se salvó de caer porque se sostuvo de la mano de una estatua, una estatua espeluznantemente parecida a Vegetta.

Ya ríndete, tu sonrisa es de amor— Las hadas cantaron en el fondo, causando que Rubius reaccionara y viera que la estatua en realidad no se parecía en nada a Vegetta.

No insistan más, no diré que es amor— Rubius cantó, volviendo a caminar rápidamente pasando entre los rosales para volver a la fuente donde estaba con Vegetta.

Quieras o no, te atrapó el amor— Las hadas cantaron mientras volaban rápidamente para rebasar a Rubius.

No pidan más que lo diga— Rubius se cubrió las orejas en un intento de ignorar las hadas y continuó avanzando hasta la fuente— No harán jamás que lo diga

Su orgullo no deja que hable de amor— Las hadas cantaron suavemente y dejaron caer la rosa en la fuente mientras Rubius se sentaba.

Cuando el brujo estuvo sentado, sintió el tallo de la flor cuando colocó la mano en la fuente, sonrió mientras la tomaba y sonreía lentamente.

Ooh— Rubius acercó la flor a su nariz y la olfateo, calmado por el aroma. Lentamente fue acostándose sobre la fuente— Nadie sabrá, no hablaré de mi amor...

Sha la la la la la... Ahhhh— Las hadas tararearon mientras veían enternecidas a Rubius.

"Había ocurrido, por más que yo lo negara, me había enamorado. Había caído enamorado de Vegetta"

"Sin notarlo le había entregado mi corazón."

"Y ese fue el peor error que pude cometer..."

Continuará...

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