En un sitio lejano, en un sitio paradisíaco con hermosas playas blancas y un océano azul cristalino, en la punta de un árbol frondoso se encontraba un joven príncipe de cabello castaño y ojos color avellana.

Dicho príncipe se encontraba mordiendo una manzana roja y brillante mientras mantenía sus ojos clavados en un libro que sostenía sobre sus piernas.

De un momento a otro, su lectura se vio interrumpida cuando un sismo comenzó a mover toda la tierra.

— A la verga— El joven príncipe perdía el equilibrio y cayó de la rama en la cual descansaba, apenas logro sostenerse de la misma para evitar caer de golpe en el piso— ¿Ahora qué está pasando?—

Con mucha agilidad, aquel príncipe bajo del árbol. Al llegar a tierra, recogió su libro del suelo y caminó un poco para poder salir de la zona arboleda. Cuando por fin estuvo en un sitio más despejado se sorprendió con la vista del cielo, el cual estaba lleno de humo gris el cual salía de la boca del volcán que si bien estaba a varios kilómetros de distancia, la cantidad de humo saliendo era demasiado.

El príncipe frunció el ceño, observando el libro que leía, justamente en una página que hablaba sobre cuentos y leyendas de su hogar.

— Las nubes grises serán, el gran cielo azul llorará y el océano se partirá. El viento enloquecerá, la tierra se partirá y el gran monte Lui hará erupción...— Leyó atentamente lo que el libro decía y miró de nueva cuenta al cielo humeante.

— Esto no se ve bien— Dijo el príncipe, cerrando su libro.

Mientras el joven apreciaba el paisaje desolador, un ave colorida voló sobre él y se paró en una rama cercana.

— Ay, hola Truki— El príncipe sonrió, aunque poco después borró su sonrisa— Te mandaron por mí, ¿No es así?—

— Aghhh— El ave gritó— Príncipe Roier, se le solicita su presencia urgentemente en el castillo, aghhh—

— Ugh— Roier se quejó— Dile a mi papá, que ya voy—

El ave agitó su cabeza y emprendió vuelo nuevamente, dejando al príncipe solo otra vez.

Por más que el príncipe quisiera quedarse a investigar más, tenía que irse, quizás luego de sus tareas reales sabría que hacer.

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