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El Llanto Del Pato

Uᥒ dιᥲ ᥱᥒᥴᥲᥒtᥲdor
Mι ρrιᥒᥴιρᥱ vᥱᥒdrᥲ
Y dιᥴhoso ᥱᥒ sᥙs brᥲzos ιrᥱ
A ᥙᥒ ᥴᥲstιᥣᥣo hᥱᥴhιzᥲdo dᥱ ᥲmor

— Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere— Quackity sonrió mientras arrancaba los pétalos de una pequeña flor, todo a vista de Fargan y Alexby, hasta que quedó un solo pétalo— ¡Me quiere! ¿Vieron, chicos? Él sí me quiere—

— Es su quinta flor— Comentó Alexby.

Fargan y Alexby habían logrado persuadir a Quackity para que él dejara atrás ese pensamiento tonto de ir al castillo más cercano para buscar a su "Bello príncipe de ojos rubí". En cambio habían logrado que el chico pato se distrajera jugando con las flores que Alexby trajo desde el jardín de alguno de sus vecinos.

— Tenemos que hacer algo, Alexby— Fargan comentó— No podemos dejarlo así, si su tía se entera de que él cayó enamorado de un humano lo va a rostizar—

— Déjame pensar algo— Alexby se mantuvo pensativo y en silencio unos cuantos segundos hasta que chasqueó los dedos— Por ahora, hay que dejar a Quackity en su habitación para evitar que su tía note que él está todo idiota por un humano, y mañana temprano tú y yo nos aseguraremos de mostrarle el lado cruel de los humanos para que se olvide de ese príncipe—

— Bueno, entonces hay que llevarlo a su habitación— Fargan dijo, tras eso, Alexby y él se acercaron a Quackity para levantarlo de la hamaca.

— Bueno, vamos por mi príncipe azul— Comentó el pato.

— Nada de príncipes, Quackity— Fargan lo regañó— Te iremos a dejar a tu habitación—

— Pero chicos— Quackity hizo un puchero mientras los otros dos empezaban a empujarlo hacia el interior de la casa.

— Sin peros, Quackity— Alexby dijo— Ya mañana hablaremos de tu situación con ese príncipe mañana, ¿De acuerdo?—

— ¿Mañana iremos a buscarlo?— Preguntó Quackity con mucha emoción reflejada en sus ojos.

— Que sí, que pesado te pones a veces Quackity— Comentó Fargan— Además, no creo que a tu tía le guste verte así, todo sucio, lleno de lodo e interesado en un humano—

— No mames, no— Quackity negó con la cabeza— Si mi tía se entera de que me enamoré de un humano me va a desplumar—

— Exacto— Alexby dijo con voz calmada— Por eso te llevaremos a tu habitación antes de que tu tía te vea y te haga pato al horno para la cena de Navidad—

Tanto Fargan cómo Alexby llevaron a Quackity hacia su habitación, con cuidado de no ensuciar nada en su camino. Una vez que llegaron a la habitación del más joven, lo dejaron sentado en la cama.

— Tienes muchos patos— Comentó Alexby, el único que no había estado antes ahí.

El cuarto de Quackity tenía unas paredes de color azul, muy desgastadas, ya que en varios puntos la pintura estaba cayendo y se veía la madera vieja con la que estaba construida la casa. Pero lo más llamativo del cuarto eran sin dudas los muchos patos que decoraban el lugar, de diversos tamaños y materiales, desde rocas pintadas, paja, ramitas, hasta uno en particular hecho de cristal.

— Mi mamá me los regaló todos— Dijo Quackity, señalando el de cristal— Ese es el más especial, fue el último que ella me dio antes morir— Alexby decidió ya no preguntar.

— Bueno Quackity, Alexby y yo ya nos vamos— Fargan anunció— Nos vemos mañana—

— E iremos a buscar al príncipe, ¿Verdad?— Preguntó Quackity, poniendo ojitos de cachorro.

— Que pesado que eres— Alexby se quejó, caminando a la ventana— Que sí, mañana iremos a buscarlo—

— ¡Hasta mañana, Quackity!—

Ambos se despidieron y salieron por la ventana, dejando a un Quackity solo y muy enamorado, mirando el bello atardecer.

— Te volveré a ver, lo prometo— Susurró Quackity.

La tensión en el castillo de los Luzuriaga era palpable. El chisme de lo ocurrido entre el príncipe Borja y el príncipe Auron ya lo sabía todo el castillo, y de no ser por las amenazas del rey, el chisme ya habría llegado al pueblo.

Después de su pequeño arrebato, Luzu se mantuvo encerrado en su habitación, con la única compañía de Manolo.

— No puedo creer que mi padre haya planeado esto— Luzu suspiró mientras Manolo se acurrucaba con él en la cama— Y no es solo que haya hecho que un príncipe viniera hasta aquí a pedirme matrimonio, sino que tuvo que traer al príncipe del reino que nos declaró la guerra—

Luzu se quedó callado unos largos segundos, mirando a la nada.

— En momentos así, me gusta pensar que mamá sigue aquí— Comentó el de ojos rojos— Si ella hubiera visto lo que pasó en la cena, se habría levantado, le habría dado un coscorrón en la cabezota a papá y habría dicho: "Mauro, deja a Luzu en paz, él ya es lo suficientemente mayor para decidir si se va a casar o no"—

Luzu se puso de pie y trató de hacer su mejor imitación de la voz de su madre mientras se ponía las manos en la cadera.

— Solo quiero que mi papá entienda que debe confiar en que yo sabré cuando, dónde, cómo y con quién encontrar el amor-—

El príncipe se lamentó mientras caminaba hacia el balcón fuera de su habitación. Luzu se apoyó en el barandal de su balcón mientras Manolo se acercaba para estar a su lado.

Entonces unas risas llegaron a oídos de Luzu, él se asomó hacia abajo y observó a Lolito reír mientras estaba sentado en una pequeña banca en los jardines del castillo teniendo alguien a su lado.

— Al menos hay un par de personas que se la están pasando bien— Comentó Luzu, mirando la escena bajo su balcón y no pudo evitar sentirse un poco enternecido.

Lolito y Mangel se habían conocido en el reino de Karmaland poco antes de la guerra, ambos estaban en entrenamiento para ser caballeros a la orden del rey Mauro. Los dos forjaron una gran amistad se hizo inquebrantable con los años.

Una vez que inicio la guerra, Lolito fue incapaz de seguir con el entrenamiento al ver toda la crueldad que la guerra conlleva. Así que entonces él decidió ir a las clases de "buen comportamiento" y así convertirse en las personas que acompañan a la realeza, Lolito se volvió la primera "persona de compañía" en una clase de solo mujeres.

Por su lado, Mangel decidió seguir con su entrenamiento para unirse a las tropas de Karmaland, él quería proteger a su pueblo de futuras guerras, sin embargo la jugada no salió como él esperaba. Cuando la guerra acabó, el rey Mauro le ofreció una gran oferta de paz al rey Javier, de Tortillaland, dicha ofrenda de paz constaba de un gran número de las tropas karmalanienses para reponer las pérdidas de Tortillaland, y Mangel resultó estar entre los reclutas enviados al otro reino.

Al enterarse de eso, Mangel y Lolito decidieron hacer algo antes de la partida de Mangel. Ambos se comprometieron dos semanas antes de que Mangel tuviera que irse, con la promesa de que se casarían en el primer invierno que Mangel pudiera visitar Karmaland.

Luzu recuerda ver lo desconsolado que estaba Lolito cuando Mangel se fue, él lo vio deprimido y triste, fue ahí cuando Luzu eligió a Lolito como su acompañante, para darle algo de compañía.

Por suerte, Lolito y Mangel se habían creado un sistema para que su matrimonio pudiera funcionar correctamente. Se enviaban cartas mutuamente, y cada fin de año se turnaban en las visitas, un año Mangel visitaba Karmaland y al año siguiente Lolito visitaba Tortillaland. Eran un matrimonio feliz.

Luzu se sentía feliz por eso, ellos habían encontrado su alma gemela, encontraron al amor de su vida y estaban plenamente felices... Aunque a veces Luzu se sentía un poco celoso de como ellos tuvieron la libertad de estar con quién realmente aman.

— Si tan solo mi vida pudiera ser así...— Luzu susurró para sí mismo y miró al cielo.

Ahí, en el lecho nocturno cubierto de estrellas, Luzu observó que en medio del cielo había una estrella azul brillante, tan hermosa y llamativa. Viendo la estrella, Luzu pudo recordar las viejas palabras de su madre.

"Si ves una estrella en el cielo brillar, un deseo te va a conceder si es que lo deseas con todo el corazón"

Luzu ya no era un niño que creía en las estrellas de los deseos, pero su corazón ansiaba ser feliz y todo eso lo hizo hacer algo que no hacía desde que era un niño.

— Por favor— Luzu junto sus dos manos fuertemente sobre su pecho— Estrella... Te lo pido por favor, solo deseo ser feliz, quiero ser libre para escoger a quien yo ame de verdad... Por favor, por favor, por favor—

Luzu comentó, cerrando sus ojos con fuerza, realmente poniendo todo su corazón en las palabras que le decía al cielo. Lo que Luzu no sabía, era que en otra parte muy alejada, un híbrido de pato estaba haciendo exactamente lo mismo que hizo él.

— Estrellita por favor, te lo ruego— Quackity dijo, mirando a la estrella azul— Quiero volver a verlo, quiero encontrarme con él otra vez...—

Quackity se quedó viendo a la estrella, el pato juró que la estrella parpadeó.

— Ándale, no seas culera, estrellita, casi no te pido nada— Comentó el chico pato.

Quackity suspiró y regresó a su cama, acostándose para poder dormir tranquilamente.

Al día siguiente, Quackity se despertó con mucho ánimo en su interior. Se levantó con una gran sonrisa en los labios, tenía los ánimos hasta el cielo.

Cuando se arregló para el día, observó el gorro que había robado a ese humano el día anterior. Sonrió y se lo colocó en la cabeza.

Tras eso, bajo la escalera a saltos, mientras empezaba a tararear una tonada que tenía atrapada en la cabeza desde la noche anterior. Quackity tomó una canasta que su tía guardaba fuera de la cocina.

— ¡Buenos días, tía!— Quackity saludó a la mujer, con una gran sonrisa en los labios— Oh, y buenos días señora Laura—

En la mesita de la cocina, estaba su tía, y la señora Laura, la vecina de al lado, otro híbrido de pato.

— Alexis, despertaste más... Animado— Comentó la tía Carlota, mirando como su sobrino estaba actuando tan meloso.

— ¡Lo sé! Es que... ¿No es acaso hoy un día encantador?— Comentó Quackity— El día está soleado, las nubes tienen formas hermosas, el viento da cosquillas, es un día hermoso. Hoy iré al campo a recoger frutas frescas para la casa, regreso en un par de horas tía—

— Está bien...— Las dos mujeres observaron cómo Quackity se iba tarareando y dando pequeños saltos mientras se iba de la casa, saliendo por la puerta trasera ubicada en la cocina.

— Vaya, Carlota, sí que le golpeó duro a tu sobrino— Comentó la señora Laura.

— ¿Golpear? ¿Quién golpeó a mi sobrino?— Preguntó Carlota, haciendo reír a Laura.

— El amor, Carlota— Comentó Laura— Tu sobrino está completamente enamorado. Se despierta animado, canta al caminar, hace actividades al aire libre, disfruta de las mañanas, ningún joven híbrido disfruta de las mañanas a menos que esté enamorado, y tu sobrino lo está, parece que él finalmente ha encontrado a su media naranja—

— Oh, con que su media naranja, ¿Eh?— Carlota sonrió viendo hacia la puerta— Me parece que voy a tener que investigar un poco sobre ese dichoso amor—

Tras una plática que terminó de forma apresurada, debido a que Carlota estaba ansiosa de saber que ocurría con su sobrino. Carlota salió de la casa, en el momento exacto en el que Alexby y Fargan llegaban.

— Buenos días, señora Carlota— Alexby saludó.

— Alejandro— Carlota saludó al chico, con una sonrisa en sus labios, pero al ver a Fargan la borró— David—

— Señora Carlota— Fargan dijo con la misma falta de ánimo en lo que decía— ¿Puede salir Quackity a jugar?—

— Bueno, pues lo lamento, pero Alexis no está, él se fue a recoger frutos al campo— Carlota respondió y estaba dispuesta a irse, pero se detuvo al recordar el tema con su sobrino.

— Bueno, iremos a buscarlo allá— Comentó Alexby— Gracias señora Carlota—

— No se vayan aún— Carlota los detuvo— Antes de que se vayan, me gustaría hacerles una pregunta acerca de mi sobrino—

Ambos híbridos abrieron bastante los ojos y se vieron el uno al otro disimuladamente. La tía Carlota no habrá descubierto a Quackity, ¿O sí?

— Ehh...— Fargan tragó saliva— ¿Qué quería saber, señora?—

— Ustedes no sabrán nada de Alexis estando enamorado, ¿Verdad?— Carlota sonrió mientras miraba a los más jóvenes, quienes al oír la pregunta se pusieron más nerviosos.

— ¿Él, enamorado? Pfff, no— Alexby negó— Dudo mucho que ese pato se enamore—

— Eso es raro, hoy lo vi muy feliz, brillante, cantor incluso, saltando de aquí para allá— Carlota insistió— ¿No hay un amor secreto que él encontró cuando tonteaba con ustedes en el bosque?—

— N-No— Fargan respondió con voz temblorosa.

— ¡Ajá!— Carlota gritó— Si hay alguien—

— No, no hay nadie, lo juramos, Fargan solo está... ¡Teniendo alergias! Sí, él está alérgico a... A la hiedra venenosa, sí— Alexby sonrió un poco.

Alexby miró a Fargan, quien estaba mordiéndose los labios y temblando. El más bajo maldecía la inexistente capacidad de Fargan para ocultar secretos cuando alguien mayor lo encaraba.

Y Carlota parecía saber esa debilidad del búho.

— David, querido— Carlota habló con dulzura— Eres el mejor amigo de mi amado sobrino, dime, ¿Él no estará enamorado de nadie?—

Fargan parecía estar a punto de estallar, temblando y lucía como si quisiera llorar. Finalmente, el búho tragó saliva de nuevo y decidió hablar.

— Señora Carlota, le puedo asegurar que Quackity no tiene sentimientos románticos hacia nadie— Fargan dijo con voz tranquila.

Eso sorprendió bastante tanto a la tía Carlota cómo a Alexby, este último estaba más que aliviado.

— ¿Lo ve?— Alexby habló— Quackity no está enamorado con nadie, mucho menos con un príncipe humano con el cual está obsesionado con volver a ver—

Fargan abrió bastante los ojos al oír eso, Alexby le siguió, cayendo en cuenta de lo que había dicho. Ambos miraron a Carlota, quien estaba muy enojada y el color rojo subía por su rostro.

— ¿¡UN HUMANO!?— Carlota gritó, tomando a Fargan y Alexby de las camisas para acercarlos a su cara.

Estaban en problemas.

Quackity aleteó un poco, saltando sobre algunas rocas para luego aterrizar al suelo y seguir caminando, dirigiéndose a su casa, cargando una canasta llena de frutos rojos.

El chico entró a su casa y avanzó a la cocina.

— ¡Tía, ya llegué!— Gritó dejando la canasta sobre la mesa— ¿Tía?—

Quackity se extrañó, era raro que su tía estuviera fuera de la casa en esos días, sin embargo le resto importancia y caminó a las escaleras.

— Y la chona se mueve— Quackity cantó en voz baja mientras subía las escaleras— Y la gente le grita. No hay mejor que la chona, para la quebradita—

Quackity siguió cantando hasta llegar a su cuarto y abrió la puerta, llevándose un buen susto al ver a su tía ahí en la habitación, de pie.

— Ay tía, me sacaste un susto— Dijo Quackity— ¿Pasa algo?—

— Me considero alguien muy indulgente, Alexis— Comentó la tía Carlota— Te he cuidado desde que tu madre murió, y jamás te he pedido nada a cambio, te cuide, te alimenté, te vestí y te críe—

— Tía... No entiendo que está pasando— Comentó Quackity dando unos pasos al frente.

— Y cuando finalmente te pido algo para pagar estos años haciéndome cargo de ti, tú vas y haces una estupidez— Carlota levantó la vista.

— ¿Tía?—

— ¿¡Un humano!?— Carlota gritó— ¿Cómo has podido retarme de ese modo? Te has enamorado de un humano, ¡Un humano!—

— Tía, n-no sé de lo que hablas— Comentó Quackity, nervioso y temeroso.

— ¡No te hagas el tonto!— Gritó Carlota, levantando el bastón que llevaba en la mano derecha— Tus amigos ya me lo contaron todo, saliste de los límites, te entrometiste en el territorio humano y rescataste a uno de ellos—

— ¡Él iba a morir sí no lo ayudaba!—

— ¡Un humano menos por el cual preocuparse!— Carlota respondió— Los humanos son bárbaros, criaturas espantosas y con sed de sangre, ellos nos marginaron a nosotros los híbridos, un humano muerto es una dicha para nuestra especie, Alexis—

— Pero tía...—

— Sin peros— Carlota lo miró— Tendré que adelantar tu boda con Sara, y no volverás a ver a ese humano—

— ¡No quiero casarme con Sara! ¡Tía, soy gay y me enamoré de ese humano!— Quackity gritó, pero se cubrió la boca con las manos ante sus propias palabras.

— No... No permitiré eso— Carlota negó y entonces observó los muchos patos en la habitación— Y si solo así has de entender, que así sea—

Carlota levantó el bastón, Quackity se asustó, pensando que ella estaba a punto de golpearlo con el bastón, pero en cambio, Carlota lo usó para golpear una de las repisas, rompiendo los pequeños patos de paja.

— ¡No, tía!— Gritó Quackity corriendo a ella, pero está vez él si se llevó un golpe del bastón, causando que él cayera al suelo.

Tras eso, Carlota siguió usando el bastón para romper cada pato que encontraba en la habitación.

— ¡No por favor!— Quackity siguió implorando, su ceja derecha sangraba por el golpe, pero él seguía llorando al ver sus hermosos tesoros ser destruidos— ¡Tía, basta!—

Quackity entonces vio el bastón tirar una repisa, la repisa en dónde estaba el patito de cristal.

El chico se lanzó al frente, alcanzando a atrapar el pequeño pato. Entonces él pudo ver cómo todo su cuarto estaba siendo reducido a un desastre de patos rotos en el suelo.

— ¡Harás lo que yo te diga!— Gritó Carlota.

— ¡NO!—

Quackity gritó y antes de que su tía pudiera golpearlo nuevamente, corrió y saltó por su ventana, aleteando para aterrizar en el piso.

— ¡Alexis, ven aquí!—

Quackity sostuvo con fuerza el patito de cristal y empezó a correr, saltó sobre la cerca del jardín y se detuvo cuando Fargan y Alexby se pararon frente a él.

— ¡Quackity!— Alexby habló.

— ¿Estás bien?— Preguntó Fargan.

— ¡Déjenme solo!— Gritó Quackity, frunciendo el ceño— Ustedes le dijeron todo a mi tía—

— Fue un accidente, yo no quería hacerlo— Alexby dijo.

— ¡Son unos traidores!— Quackity los empujó a ambos y siguió corriendo por el bosque.

Quackity corrió y corrió, usando toda su fuerza, pero empezaba a cansarse, así que fue bajando la velocidad. Dio un par de pasos más y terminó tropezando, cayendo por una gran colina, lastimándose en el proceso.

Cuando cayó al final de la colina, se puso de pie con mucho esfuerzo, ya sin más fuerzas para correr así que solamente caminó lentamente.

Las lágrimas seguían cayendo por sus ojos mientras caminaba entre los árboles, así hasta llegar a una zona donde el suelo era plano, una zona circular rodeada de árboles. Al llegar ahí se tiró de rodillas al suelo.

Metió la mano a su camisa y se sacó el collar del príncipe, el cual se había puesto en su cuello y luego vio al patito de cristal, sano y salvo.

Entonces fue ahí que Quackity se soltó a llorar más, dejando que las lágrimas cayeran de sus ojos hasta el suelo tierroso. Se abrazó a sí mismo sosteniendo al pato, dejando que su pena lo consumiera.

— ¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Por qué no puedo vivir mi propia vida?— Se preguntó en voz baja.

Un ruido le llamó la atención, el ruido de una rama siendo rota porque alguien la pisó. Quackity levantó la vista y empezó a ver a todos lados, estaba rodeado por árboles y arbustos, no lograba ver a ningún híbrido cercano.

— Pobre patito—

Una voz se escuchó desde el bosque.

— Sí, está aquí solo llorando—

Eran dos voces diferentes que le hablaban.

— ¿Quién está ahí?— Preguntó Quackity, limpiándose las lágrimas con la mano.

Tras su llamado, los dos lobos esqueléticos salieron de entre los arbustos, causando que Quackity se asustará.

— No temas, pequeño patito— Dijo Huesardo— No te haremos daño—

— Somos buenos lobos— Dijo Coringa— Estamos aquí por qué te hemos oído llorar—

— Lo siento, no quería molestar a nadie— Dijo Quackity, viendo que los lobos empezaron a caminar en círculos a su alrededor.

— No molestabas— Huesardo habló.

— ¿Qué es lo que te tiene tan triste, patito?— Coringa se sentó frente a Quackity.

— Yo...— Quackity se lo pensó dos veces, pero por más temibles que esos lobos se veían, no le estaban haciendo daño— Mi tía quiere que yo me case con alguien a quien apenas conozco—

— Y no lo seas así— Coringa dijo y el pato asintió— Eso es muy malo, deberías tener la libertad de casarte con quién tú desees—

— Hay alguien más en tu corazón, ¿No es así?— Preguntó Huesardo, Quackity simplemente asintió— ¿Por qué no huyes con esa persona?—

— Porque es imposible— Quackity respondió— Él... Él es un humano, yo soy un híbrido, jamás me haría caso a mí—

Quackity siguió lamentándose, Huesardo y Coringa se vieron el uno al otro y asintieron.

— Nosotros conocemos a alguien que te puede ayudar— Dijo Coringa.

— ¿En serio?— Preguntó Quackity, levantando su vista para ver a los lobos, con sus ojitos brillando por el llanto.

— Claro que sí— Dijeron ambos lobos al mismo tiempo— El único híbrido que puede ayudarte, es el brujo del pantano—

— ¿El bru-brujo del pantano?— Preguntó Quackity, abriendo bastante los ojos.

Él había oído historias de aquel brujo, el infame brujo del pantano, una criatura de la oscuridad que es tan temido por humanos como por híbridos. Por eso el brujo vivía lejos de cualquier aldea de híbridos y zona humana.

— Por supuesto, ¿Quién crees que nos ayudó?— Comentó Coringa.

— Nosotros dos morimos a manos de un cazador, pero el brujo nos revivió en forma de esqueleto y nos dio el don de hablar— Explicó Huesardo.

— Que no te engañe la mala fama que humanos e híbridos le han dado a nuestro amo—

Nuevamente ambos lobos comenzaron a caminar alrededor de Quackity.

— Si le ofreces un buen trato, el brujo te ayudará a solucionar tus problemas—

Los dos lobos seguían hablando al mismo tiempo y se detuvieron frente al pato. Quackity tragó saliva y empezó a pensar.

— ¿Qué dices? Podemos llevarte con él— Los lobos terminaron de hablar, viendo al pato.

Quackity estuvo varios segundos en silencio. La idea de acudir al brujo del pantano era aterradora, pero si eso le permitiría ir a buscar al príncipe...

— Bien, iré con ustedes— Quackity asintió.

— Perfecto— Ambos lobos hablaron y empezaron a caminar lentamente.

— Síguenos— Dijo Coringa.

— Te vamos a llevar a él— Dijo Huesardo.

Los dos lobos desaparecieron entre los arbustos y Quackity empezó a seguirlos, atravesando la naturaleza sin perder de vista a los esqueletos.

Mientras él seguía caminando, a varios metros de distancia, Fargan y Alexby seguían buscando a Quackity.

— ¿Dónde rayos estará ese pato?— Preguntó Alex, mirando a cada lado que podía. Sin embargo Fargan aterrizó en el suelo, luego de sobrevolar los árboles.

— Lo encontré— Dijo el búho corriendo un poco hasta quedar detrás de unos árboles— Por allí—

Alex se le acercó y ambos observaron desde detrás del árbol, ahí debajo de la colina en dónde los mayores estaban, alcanzaron a ver a Quackity caminar cautelosamente.

— Vamos por él— Fargan estuvo por caminar, pero Alexby lo detuvo con la mano derecha.

— Espera, Fargan, ¿Ves eso?— Alexby señaló a las criaturas que iban frente a Quackity.

— ¡Ostia, que guapo! Son esqueletos vivientes— Fargan sonrió.

— Ay no... Fargan, esos lobos esqueletos— Alexby dijo en voz baja— Son las mascotas del brujo del pantano—

— ¿De Rubius?— Preguntó Fargan y Alexby asintió— Ay no—

— Tenemos que ir por él ahora mismo—

Ambos dejaron su escondite y empezaron a andar lentamente para poder alcanzar a Quackity, tenían que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.

Continuará...

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