🌹 SIETE
KIARA
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- Buenos días, bella durmiente -
- Mmmmm - lo único que sale de mí es un gruñido como si fuera un oso recién despertado de su larga hibernación.
- Vamos, venga, son las 11 de la mañana y tenemos cosas que hacer - ante mi negativa, me saca a rastras de la cama - Vamos, vamos, vamos... ¡Al baño! Aséate, te espero abajo en la cocina -
Bruno está empeñado en que el deporte es salud y por ello mismo ha decidido montar un gimnasio en una de las mega habitaciones que tiene esta casa y para eso, por alguna extraña razón, necesita de mi ayuda.
Yo, que tan solo sé usar la cinta de correr y poco más...
Una vez lista, me tomo el café que me ha dejado sobre la encimera, cojo una manzana del frutero y a las 11:30 ya estamos montados en el coche que nos ha dado la empresa, dirección a quién sabe donde para comprar, vete tú a saber cuantas máquinas que no las va a usar nadie...
- Papá, dime que sabes donde vamos, por favor -
- ¡Claro que lo sé! ¿Pero por quién me tomas? - hace un gesto como si se hubiera ofendido, resultando ser muy cómico - anoche, mientras que tú roncabas, por cierto, son muy graciosos tus ronquiditos - se ríe - encontré unas grandes superficies donde solo venden material deportivo, así que allí vamos -
Bien, esto va a ser toda una odisea. Dos Españoles, que apenas hablan inglés, en Corea del sur, comprando máquinas por capricho, en una tienda donde probablemente nadie nos entienda al hablar. Empieza bien mi mañana.
Horas más tarde, ya en casa, después de haberme comunicado con media tienda mediante el traductor del móvil , bendita tecnología, me encuentro sentada en el sofá con un café en mano, viendo como aún siguen los montadores, dejando a punto nuestro nuevo gimnasio.
Es muy gracioso, ver a Bruno estresado, con la bayeta colgando del hombro izquierdo, histérico, perdido y persiguiendo a los trabajadores para que no manchen ni rayen ninguna parte de la casa, no puedo para de reírme con esa situación, hasta que me mira y se acerca a mí.
- Mira que eres mala, deja de reírte de mí -
- Ay, papá, no seas tan dramático. Estás muy gracioso persiguiendo a los trabajadores como si fueras el coche escoba - y me rio más aún.
- Ah, sí, cuanto me alegro de que te lo pases tan bien. Espero que lo disfrutes igual estando tu sola con Dylan después en el restaurante - mi risa desaparece en ese mismo instante.
- ¿No vas a venir? - creo que puedo hasta notar lo desencajada que está mi cara.
- Pues claro que no, ¿acaso crees que habrán acabado con esto en media hora? Porque te recuerdo que hace un rato has quedado con él a las siete y media de la tarde en el restaurante - miro mi reloj.
- ¡Ostia! Que me tengo que preparar - me levanto rapidísimo del sofá, tanto que casi me voy de morros al suelo.
- Niña, ¡esa boca! Habla bien - escucho que me regaña mientras corro de un lado a otro de la casa como loca, viendo como acto seguido es él quien empieza a reírse.
- Anda, mira quién ríe ahora, date prisa si no quieres llegar tarde - me grita mientras corro de un lado a otro, pero freno en seco justo delante de él.
- Sabes que llegar tarde, es una de mis grandes virtudes. Está en mi ADN y eso no lo puedo cambiar - y ahora es cuando nos meamos de la risa los dos.
Y ahora sí, salgo como alma que lleva al diablo, andando lo más rápido posible, intentando evitar caerme, tropezarme, chocarme con la gente u otras cosas muy comunes en mí. En cosa de diez minutos ya estoy dentro del restaurante, esperando junto a la barra, tal y como me ha pedido antes Dylan.
- Kiara, que bien que ya estás aquí - me encanta la sonrisa de este chico - Ven, te voy a presentar a los chicos del staff. Ya les he avisado para que cuando vengáis tanto Bruno como tú, os dejen pasar sin ningún problema donde necesitéis, siempre habrá algún reservado listo para vosotros -
Uno a uno me va presentando a todos los chicos que trabajan en el lugar, me sorprende ver que no hay ninguna chica.
- Oye Dylan, ¿solo hay hombres trabajando aquí? -
- En estos momentos, lamentablemente, sí - asiente - tuvimos a dos chicas trabajando aquí, pero al final tuve que despedirlas. Causaron varios problemas con los idols que suelen venir a pasar su tiempo libre aquí. Los chicos hasta ahora se han comportado debidamente, he de decir que son pocas idols femeninas las que suelen venir, quizá por eso no hemos tenido problemas -
- ¿Y no será un inconveniente que este yo por aquí rondando? -
- Apenas te conozco, pero no creo que seas tú quien me vaya a causar problemas aquí - me vuelve a sonreír.
Me doy cuenta qué mira a alguien que se encuentra detrás de mí y le hace una señal con la cabeza hacia arriba. Por respeto no me giro para saber quién es, aunque mi yo interior está ansiosa por chismear.
- Si te parece bien, vamos a empezar a practicar tú y yo un poco, dentro de unos minutos llegará Doyun, y él también te enseñará bastante, ya que es uno de los que más tiempo pasa aquí - asiento, con una mezcla de emoción y nerviosismo.
Pasados unos pocos minutos he conseguido aprender a decir los números del 1 al 20, incluso hemos hecho una pequeña introducción al Hangul, nunca me hubiera imaginado que su sistema de escritura pudiera ser tan complicado, pero a su vez tan interesante.
- Estoy realmente fascinado con lo rápido que aprendes, normalmente a la gente adulta le cuesta bastante más poder llegar a entender bien todo lo que hemos estado viendo, pero tú eres como una esponja - me da pequeños toquecitos en la cabeza con su mano - ¡eres un cerebrito! - definitivamente, me voy a llevar muy bien con él.
Alguien detrás de nosotros emite un pequeño carraspeo, haciendo que nos giremos los dos. Un chico alto, moreno y de cuerpo bien esculpido, que viste un pequeño delantal negro con el nombre del restaurante, nos sonríe y espera pacientemente con las manos detrás de su espalda, esperando a que digamos algo.
- ¡Doyun! ¿Ya son las ocho y media? - el chico afirma con su cabeza - Qué rápido ha pasado el tiempo... Kiara, este de aquí es Doyun, el chico que te decía antes, y como ves, entiende perfectamente todo lo que decimos y habla genial también en inglés, con lo cual será otro de tus maestros aquí -
La verdad es que estoy muy agradecida, quien me iba a decir a mí que en un lugar tan lejano al que pertenezco, me iban a tratar así de bien. No puedo evitar sonreír, causando el mismo efecto en los dos chicos que tengo delante.
- Chicos, darme unos minutos, debo ir a ver a alguien, seguid vosotros con la primera clase, je, je, je, vuelvo enseguida - veo como se marcha dirección a la zona VIP, dejándonos solos al moreno y a mí.
- Bienvenida Kiara, espero que te sientas bien entre nosotros - este chico con cuerpo de dios griego vuelve a mostrarme de nuevo su bonita sonrisa.
- Gracias Doyun - extiendo mi mano derecha para estrechar la suya - Espero estar a la altura de las circunstancias, y no crearos demasiados contratiempos - le sonrió, mientras que el adonis griego estrecha firmemente con sus dos manos, la mía.
Seguimos hablando durante un rato y él sigue explicándome cosas básicas en coreano, como saludar a la gente, como dar las gracias, pedir perdón, etc.
Al cabo de un rato, Dylan vuelve con nosotros.
- Doyun, me voy a ir arriba con Kiara un rato, así dejamos que puedas preparar la barra tranquilamente -
- Gamsahabnida (gracias) por lo que me has enseñado hoy, has sido un gran maestro - hago una pequeña reverencia tal y como me ha enseñado minutos antes.
- Eres una gran estudiante Kiara - revuelve mi pelo con su mano como si fuera una chiquilla, haciéndome reír.
Mientras que sigo a quien ya considero como mi amigo escaleras arriba, si soy una persona muy confiada, puedo ver la cara de alguien que me resulta conocido.
- ¿Me estás llevando a la mesa de "soy el más importante del mundo"? - me paro en seco al llegar arriba, haciendo que Dylan se gire.
- ¿Dónde quién? - mi mira perplejo.
- Pues donde tu amiguito, el que conocí ayer, Don, "soy el más importante del mundo" y me importa bien poco quién es esta chica - Dylan empieza a reírse a carcajadas, haciendo que su amigo y un chico rubio que está en la misma mesa se queden mirándome fijamente, haciendo que me sienta muy incómoda.
- Creo que a Jungkook le va a costar mucho, que le perdones lo de ayer, ja,ja,ja. Vamos, tiene algo que darte y que decirte -
Y así, sin más se gira de nuevo rumbo a la mesa, no tengo nada que perdonar a su amiguito, lo único que haré es mostrar la misma indiferencia que él ayer. Me estoy arrepintiendo de no haberme quedado abajo en la barra con el adonis griego.
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