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🌹 DOS

KIARA

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4 meses atrás

Faltan menos de 15 días para que partamos hacia nuestro nuevo destino.

Mi psicóloga me ha animado a desprenderme de algunas cosas de mi familia, como una forma de decirles adiós. Por eso mismo, decido ponerme a empacar las cosas de cada uno de ellos.

Guardo todos los álbumes de fotos que tenemos, desde el de la boda de mis padres, hasta esos en los que salimos mi hermano y yo de pequeños.

Solo me quedo con algunas joyas de mi madre y el peluche favorito de mi hermano.

Decido hacer limpieza también en el desván, ya que está atestado de cajas donde almacenaba cosas mi madre.

Después de varios días de limpieza exhaustiva, solo quedan tres cajas por revisar. Hay una de ellas que me llama la atención, en concreto la que está al fondo del todo, escondida debajo de las otras. Es una caja de cartón vieja, envuelta por varias capas de celofán. Me cuesta bastante abrirla, pero sin duda ha merecido la pena.

En ella hay un sinfín de cartas, en todas pone "Para Emilia". Se veía que tienen muchos años, y por eso mismo me intriga saber quién sería la persona que le escribió tanto a mi madre.

Abro una de ellas, la curiosidad me puede. Empiezo a leerla, es una declaración de amor, la fecha era de antes de que mis padres se casaran, mi madre tenía otro pretendiente y nunca me lo había contado, se está poniendo interesante el asunto. Me sorprendo más aún al darme cuenta de que mi madre también guardó las cartas que ella mandó en contestación a esa persona.

Empiezo a leer una detrás de otra, cada vez me voy sorprendiendo más, ya que hablan de un amor imposible. Dos jóvenes enamorados que no iban a poder disfrutar el uno del otro, puesto que mi madre fue obligada a casarse con mi padre.

Estoy alucinando con lo que estoy descubriendo. Las cartas siguieron incluso después de casarse mis padres. Al avanzar en la lectura, hay frases que incluso a mí me duelen...

<< Ya que jamás serás mía, al menos puedo disponer cada día de tu compañía >>

<<Aunque duermas en la cama de otro, me alegra poder ver tu dulce rostro cada mañana>>

<< Me encantó poder disfrutar aquella noche >>

¿Acaso mi madre no fue fiel en su matrimonio?

Hay un dato curioso, todas las cartas escritas por la otra persona están firmadas con las siglas "B.M.", por algún motivo se me hace familiar, pero no me doy cuenta de quién es hasta que no leo varias cartas más y llego a una en la que mi madre confesaba estar embarazada, y no estaba segura de quien podría ser el padre.

- Nunca me dijo que aun las guardaba - doy un brinco por el susto que me llevo.

Giro sobre mí misma para poder ver a Bruno detrás de mí con cara de sorpresa. Es tan sigiloso que no me he dado cuenta de su presencia.

- ¡Bruno, qué susto me has dado! - mi mano sobre mi pecho puede dar fe de lo acelerado que está mi corazón.

- Lo siento mi niña, no era mi intención, es solo que estoy muy impresionado de lo que has encontrado. Jamás me dijo que seguía conservando las cartas. -

- ¿Cómo sabes tú de la existencia de estas? - empiezo a imaginar por donde va el asunto - ¡Espera! "B.M."... No puede ser... Eres... Tú - mi boca está tan abierta que seguro que puede verse mi campanilla.

- Bruno Martínez, sí, ese soy yo -

Suelto las cartas de inmediato, me levanto del suelo y empiezo a dar vueltas por el desván, tratando de asimilar todo lo que acabo de leer, hasta que llega a mi cabeza lo último que he leído...

<< Estoy embarazada, pero no puedo asegurar quién es el padre >>

- Creo que merezco que me cuentes de que va todo esto - recojo la última carta y se la doy, señalando esas palabras.

Mientras que él lo lee, yo masajeo mis sienes con los dedos, esta nueva información hace que mi mente se sature.

- Tienes razón, pero no te lo contaré aquí, vayamos a la cocina - sin más se da la vuelta y comienza a caminar.

Le sigo como si fuera su perrito faldero. Me siento en una de las sillas mientras que él prepara algo de café, me va a hacer falta para poder asimilar lo que tenga que contarme.

Después de una larga charla, me confiesa todo. Mi madre fue obligada a casarse. La familia de mi padre disponía de mucho dinero y de buen estatus social. La codicia hizo que a mi abuelo materno poco le importara si su única hija iba a ser feliz o no, él solo veía por su interés económico.

- En aquel entonces yo trabajaba para tu abuelo en un pequeño restaurante que tenía, como mesero. Tu madre siempre estaba allí para ayudar, sirviendo en la barra - sonríe - fue así como nos conocimos y poco a poco nos fuimos enamorando. - Da un sorbo a su café.

- Me parece increíble que mi abuelo fuera capaz de hacer algo así, ahora entiendo por qué murió solo... -

- Cuando tu madre fue prometida a Manuel, mi mundo se hizo añicos ¿Qué podría hacer yo contra tu padre? Para mí era un amor imposible. - la cara de tristeza de Bruno hace que me sienta muy mal, me da mucha pena verlo así.

- ¿Cómo fue que terminaste siendo nuestro mayordomo? - una leve sonrisa aparece en mi rostro.

- Me negaba a buscar otro amor que no fuera el de Emilia, y ella quería tenerme cerca. Por ello, cuando se casaron y fueron a vivir juntos, me pidió que fuera su mayordomo - hace una leve pausa.

- Tu padre no sabía de mi existencia hasta que Emilia le pidió que yo trabajara en vuestra casa, a lo cual accedió sin problema -

- ¿Qué me puedes decir sobre esa última carta? - necesito que me lo aclare.

- Tu madre y yo mantuvimos nuestra relación en secreto. Para poder comunicarnos libremente, usábamos las cartas. Manuel viajaba mucho y nosotros aprovechamos esas escapadas para poder tener nuestras noches de pasión. Hasta que sucedió, quedó embarazada -

- ¿Me estás diciendo que cabe la posibilidad que seas mi padre? - estoy empezando a ponerme nerviosa, me sudan las manos y mi cabeza da mil vueltas.

- Jamás he dudado de que tú seas mi hija. Veo que nunca te has parado a pensarlo, pero ahora que sabes todo esto, ¿tus rasgos son más parecidos a Manuel o a mí? -

Ahí es cuando mi mundo vuelve a dar un giro. Mi padre era un hombre de estatura media, con ojos marrones y pelo negro azabache. Los rasgos faciales de mi padre eran muy característicos, tenía unas gruesas cejas, pestañas cortas, labios pequeños y una cara ancha.

Bruno, en cambio, es alto, con ojos color miel como los míos, pelo castaño claro como el mío y los ojos color miel un poco más oscuros que los míos...

- ¡Ay Dios! Tú... Yo... Espera, espera... Los dos tenemos cejas finas y unas pestañas largas y curvadas - silencio, me quedo callada - ¿Eres mi...? ¡Oh Dios! ¿Soy tú...? - estoy alucinando.

- Yo diría que si a ambas cosas, para mí tú siempre has sido mi hija, no tengo duda alguna de ello - estoy muy seguro.

- Pero yo sí. Quiero decir, ahora sabiendo esto, necesito saber si eres mi padre o no Bruno, ¿te das cuenta de que esto puede cambiarlo todo? Necesito que nos hagamos una prueba de ADN -

- Bien, vamos a hacerla, pero que sepas que salga lo que salga, para mí no cambia nada, tú eres y siempre serás mi hija -

Con esto último, nos preparamos y vamos a la clínica privada donde suelo ser atendida. Nos hacen las pruebas necesarias, en unos dos días nos llegará a casa una carta con los resultados.

Le doy a Bruno la caja con las cartas, es algo que, por derecho propio, deben volver a ser suyas.

Paso los dos días terminando de limpiar y de tirar las cosas de mis padres y mi hermano, y comienzo a preparar todo aquello que vamos a enviar a nuestra nueva casa.

Por fin llega la carta de la clínica, espero que Bruno vuelva de hacer la compra, ya que quiero que la veamos juntos.

- ¿Estás preparada? - me mira fijamente a los ojos.

- No sé si preparada es la palabra, pero quiero saberlo ya -

Abro la carta en la cual aparecía una tabla con un montón de palabras y números que no entiendo, pero al final de esta puedo leer lo que necesito.

- "Posibilidad de paternidad: 99,348%" Bruno... - le miro a los ojos - Eres mi padre -

Me rompo, en ese mismo instante empiezo a llorar como una niña pequeña. He pasado de tener dos padres muertos, a tener de nuevo un padre. 18 años teniéndolo delante de mí cada día, y jamás se me ocurrió pensar o creer que Bruno pudiera ser mi padre. No puedo más, no me contengo, me fundo en un abrazo con mi verdadero padre.

- Ya está mi niña, ya está... - acaricia mi espalda intentando consolar mis sollozos - Me alegro de ese resultado, aunque jamás dude de ello - besa mi cabeza.

- ¿Qué vamos a hacer ahora Bruno? -

- ¿Ahora? Vamos a seguir con lo que teníamos planeado, pero nadie debe saber el resultado de la prueba Kiara, si no el resto de accionistas te quitara todo por no ser hija legítima de Manuel. Este será nuestro gran secreto, mi niña -

- Sí papa... - se me hace raro al llamarlo así por primera vez, pero me hace feliz, y por su sonrisa sé que a él también.

Quedan pocos días para partir a Seúl. En casa ya está todo preparado y empaquetado. Dos días antes de nuestro viaje, la empresa de Mudanzas que tiene contratada la que ahora es mi empresa inmobiliaria, se encarga en hacer llegar todas nuestras pertenencias a la casa nueva.

Solo queda un día para nuestro vuelo. Bruno ha tenido que salir para hacerse cargo de unos últimos papeles, yo aprovecho para darme un baño, y dar las últimas vueltas por esta enorme casa, viniendo a mi cabeza, cada momento vivido aquí. Llego a la sala, cuando alguien llama al timbre de la casa.

Apenas he tardado un minuto en acercarme a la puerta de la entrada, pero al mirar por la mirilla, no veo a nadie fuera.

Abro lo justo la puerta como para poder sacar mi cabeza, ahí es cuando veo un sobre marrón en el felpudo. Lo recojo con cuidado, sin dejar de mirar la calle por si veo alguien o algo inusual, pero nada.

Entro de nuevo con el sobre en mis manos. Le doy la vuelta y me doy cuenta de que no hay ni remite, ni remitente. En ese momento mi corazón empieza a acelerarse y mis manos a sudar. Abro con cuidado el sobre y saco el papel que viene dentro para leer lo que pone.

<< ¿Estás intentando escapar? Sabes que no puedes huir de mí. Si no eres mía, no serás de nadie. Atentamente "El lobo feroz" >>

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