Es jueves y todo está casi terminado.

Hay un algo que se precipita hacia ellos, como un cataclismo. Y se va a cumplir.

Thor besa a Loki, sin dejarlo ir ni respirar, y Loki se ríe en su boca como si se estuviera muriendo, los ruidos son como sus últimas palabras.

Rompen la cama de Loki.

Luego trabajan para romper la mayor parte del departamento de Loki. Podrían seguir rompiendo cosas, más y más grandes, pero están quemándose en la luz del día.

Los dos se paran bajo las nubes que se acumulan, maltratados y saciados, y Loki dibuja magia a su alrededor, cada centímetro del hermano prodigio que Thor recuerda y valora más allá de cualquier cosa; Thor endereza los hombros, cada línea de él, el hermano guerrero que Loki recuerda e idolatra hasta el borde del odio.

El Bifröst aparecerá aquí donde el desierto tiembla y Loki mira hacia el cielo. Thor sostiene la muñeca de su hermano, sus dedos curvándose contra la palma de Loki; el trueno retumba a lo lejos y a lo largo de sus huesos.