¿Cómo le vas a robar a mi bizcochito? Extra.
Es halloween, Nayeon y Mina han decidido ir a una fiesta de disfraces, sin saber que se cruzarían con las tipas que una semana atrás le habían robado a su bizcochito.
Unas semanas antes de la fiesta de jalojei:
Eran las 4 de la madrugada cuando Nayeon salió de su trabajo en dirección a la esquina en donde esperaría el auto que había pedido hacía unos minutos. Soltó una risa baja mientras negaba con la cabeza para sí misma, ese momento le estaban trayendo tantos recuerdos. La aplicación decía que en 15 minutos el auto estaría estacionando en la dirección que había colocado, pero los nervios nuevamente le estaban jugando una mala pasada y cuando un grupo de personas doblaron sospechosamente, su corazón pareció haber dejado de latir por un minuto por completo.
Se puso de espaldas y trató de ignorar el miedo que la estaba haciendo temblar por completo, pero justo en el momento que creyó que se habían ido, una se puso detrás y las restantes a sus costados. Algo duro se clavó en su cintura y cerró los ojos cuando se dio cuenta de que era el cañón de una pistola, supo que estaba jodida y no había nadie para salvarla. El auto que había pedido aún estaba muy lejos y solo le quedaba entregarse al destino que le estaba esperando.
— ¡Dame todo! —Gritó mientras empujaba el arma aún más contra la piel contraria. Nayeon se paralizó mientras se daba vuelta lentamente—. No te muevas y dame todo—Siguió insistiendo.
Nayeon esta vez no forcejeó y dejó que las tres tomaran sus cosas. Su celular, su billetera, la laptop de su trabajo e incluso todas sus tarjetas. Se quedó parada en esa esquina sin saber muy bien qué hacer, derrotada y sin ganas de que su jefe siguiera explotándola de esa manera, pero por el momento era lo único que tenía. El auto llegó unos minutos después y ella se subió aun sabiendo que no tenía dinero para pagar por el viaje. El recorrido fue tranquilo y Nay agradeció que el chofer no fuera un hablador que quisiera sacar conversación con cualquier tema que se le ocurriera.
— ¿Por qué esa cara larga, joven? —Preguntó el señor mientras miraba por el espejo retrovisor.
—Hum, antes de que llegara, se llevaron todas mis cosas—El chófer la miró asombrada y dejó el tema ahí mientras se disculpaba, manteniendo su boca cerrada, lo que restó de camino—. Espere aquí, por favor. Iré en busca de dinero, ¿bien? —El hombre asintió con la cabeza y Nayeon bajó del auto.
Entró dentro del complejo y subió las escaleras con rapidez, buscando entre sus bolsillos la llave que no tenía porque había recordado dentro de la mochila que esa noche llevaba. Golpeó con fuerza la puerta, esperando que su amiga aún estuviera despierta para que pudiera abrirle.
— ¿Qué sucede, maniática? —Preguntó Jihyo. Llevaba bata y una mascarilla en el rostro—. ¿Y tus cosas? Saliste cargada hoy en la mañana.
—Me robaron. ¿Tienes dinero? Necesito pagarle al auto que me trajo.
— ¿Qué? Espera, ¿te robaron de nuevo?
—El dinero, Jihyo. Cuando entre, te cuento todo, ¿sí?
—Está bien. Está bien.
Tomó el dinero que la otra le estiraba y volvió a bajar, pagándole al chófer para nuevamente volver a subir hasta su departamento. Estaba cansada y aún parecía no caer en la realidad de lo que había sucedido. Todo había sido muy rápido y ella no había reaccionado más que de la forma que sabía que no le harían daño, incluso en esa mochila tenía la navaja que Mina tiempo atrás le había dado para que pudiera defenderse. Tal vez, no notó lo que estaba sucediendo con ella hasta que volvió a estar frente a Jihyo y su amiga secó las lágrimas que bajaban por sus mejillas.
— ¿Por qué tengo tanta mala suerte? —Preguntó abrazándose a Jihyo quien hizo una mueca cuando vio como su hombro estaba llenándose de mocos.
—No tienes mala suerte, cariño. El imbécil de tu jefe es quien tiene la culpa. O sea, cuando te dije que debías de mandar a Mina y sus amigas delincuentes a que llenen de plomo su casa, tenías que aceptar. Mina estaba dispuesta a hacerlo.
—Jihyo —Regañó casi sin fuerzas, pero tal vez tenía algo de razón. Su jefe en ocasiones parecía odiarla y a la única que le dejaba con pilas de trabajo era a ella—. No le digas nada a Mina, por favor. La conozco y sé que querrá ir en busca de quienes me robaron.
—Pero, Nay... debes de decirle. Te mandará mensajes y tú no contestarás a ninguno, ¿qué crees que va a pensar?
—Diablos. Ya cree que no quiero formalizar con ella, pero no es eso—Jihyo dejó que siguiera hablando porque era algo que Nay tenía, guardaba sus cosas para sí misma, pero luego las soltaba sin necesidad de preguntar absolutamente nada—. Hace unos días, me preguntó si quería ser su novia y no supe qué responderle. Es... extraño. Me gusta de eso, estoy seguro, pero no sé si estoy preparada para una relación.
—Y es obvio, amix. ¿Quién querría salir con alguien que no sabes si ha terminado la primaria? —Hizo una seña con su mano mientras encogía los hombros muy suavemente.
—Jihyo... ella sí la terminó e incluso tiene la secundaria hecha.
— ¿Tiene un techo sobre su cabeza?
—Claro que lo tiene.
—No te creo nada. Desde que has empezado a salir con esa rarita, haces hasta lo imposible para defenderla. Pero así son... el amor te ciega. Siendo sincera, no creo que ella tenga un gran futuro, recuerda cómo se conocieron; ella te quiso robar, Nay.
Nayeon se quedó en silencio mientras repasaba lo que su mejor amiga le había dicho en su cabeza. Mina podía tener un buen futuro si tan solo le pusiera entusiasmo, pero en ocasiones no lo veía factible. Últimamente, estaba trabajando duro en una obra mientras iba aprendiendo, hacía lo que fuera para poder salir adelante y también, llevarla a cenar, comprarle regalos y ramos enormes de rosas, a ella le encantaba que fuera atenta y detallista, pero también quería que se preocupara por su propia persona.
—Ve a dormir. ¿Mañana trabajas?
—Nop.
—Descansa, no es bueno cuando sobre-piensas las cosas.
Le hizo caso y no refutó a nada mientras veía a Jihyo sacarse la mascarilla para luego seguir con algún paso de su cuidado facial. Se recostó en su cama, luego de cambiarse por el pijama, extrañaba su celular y la siguiente semana tendría que explicarle a su jefe qué había sucedido con la laptop que le habían otorgado, pensar en eso le hacía doler la cabeza, pero decidió por dormir y por unas horas no pensar en nada.
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— ¿Cómo qué le robaron? —Preguntó mientras seguía con su camino, una cuadra antes de llegar a su destino pudo ver a los robanonas en una esquina—. Imbéciles—Murmuró mientras una se le quedaba viendo.
—Sí, no te quería decir nada, pero soy buena amiga, ¿sabes? Le han sacado todo, la laptop del trabajo, su billetera con el dinero que ese día había sacado del banco, su celular, todo.
— ¿Sabe quiénes fueron?
—No lo sé, deberías de hablar con ella.
—Ta bien. Gracias, compa. Por avisarme, eh.
—Si puedes ven a verla, la veo muy triste. Adiós.
— ¡Penguin! —Gritó y reconoció la voz de Momo quien venía trotando hacia ella—. ¿Todo bien?
—Estaba bien—Guardó el celular en el bolsillo—. Le robaron a mi bizcochito.
— ¿Qué? ¿Otra vez?
—See—Negó con la cabeza, estaba enojada y estaba tratando de hacer todo lo posible para controlarse—. Le sacaron todo, compa. Se quedó sin celu, sin la compu del trabajo y sin plata.
— ¿No sabe' quiénes fueron?
—No, compa. Si supiera, ya las hubiera ido a buscar. No me tiembla el pulso para eso. Todo sea por mi bizcochito.
—Chaeyoung tiene cerveza, ¿te nos unes? Podemos hablar lo del sábado y lo de tu bizcochito.
— ¿Y si vamos a casa? Ya me aburre estar por acá y más con esos imbéciles que están por allá.
Momo fue en busca de Chaeyoung mientras Mina seguía su camino hacia el departamento que las tres compartían. Era un edificio bastante viejo y descuidado, pero el hogar de ellas siempre había estado en perfectas condiciones. Con el dinero que sacaban de algunos trabajos de medio tiempo que tenían habían remodelado la gran parte del lugar, faltaban algunas cosas como la cocina y el techo de la habitación de Chaeyoung, pero pronto todo estaría completamente arreglado. Subió por las escaleras y empujó la puerta con algo de fuerza para poder entrar.
Se dio una ducha rápida, aunque sabía que tendría tiempo porque a Momo le llevaría un rato, tratar de convencer a Chaeyoung de que volviera al departamento, pero de alguna forma u otra, lo haría. Cuando se cambió la ropa, fue hasta la cocina y se preparó un ramyeon.
— ¿Me preparas uno? —Preguntó Chaeyoung entrando a la cocina y buscando algo dentro de la heladera—. Le toca a Momo hacer la despensa este mes, ¿no?
—Sep.
— ¿Puedes acompañarla?
— ¿Por qué?
—Momo comprará de todo menos comida buena.
—Si tengo tiempo, iré.
—Momo me dijo que le robaron a tu bizcochito, de nuevo.
—Seee, ya me voy a enterar quiénes fueron.
Preparó dos ramyeon más, porque sabía qué Momo le pediría, uno cuando saliera del baño. Se acomodó en uno de los sillones que habían conseguido en una tienda de segunda mano y esperó un poco para empezar a comer, le había puesto dos lonchas de queso a cada uno y ella no aguantaba a que estuviera lo suficientemente derretido como para empezar a comer. Sus amigas aparecieron unos minutos más tarde, sentándose frente a ella y esperando a que comenzara a hablar.
— ¿Fueron a besarse, qué tardaron tanto? —Chaeyoung frunció el ceño y Momo soltó una carcajada.
— ¿Qué? No—Soltó la más baja riéndose.
—Digo, pa reforzar la amistad.
— ¡Mina! —Gritó Chaeyoung, en cambio, antes de comenzar a comer de su ramyeon.
—Bueno... ¿Qué vamos a hacer el sábado? —Momo se había estirado en el suelo mientras daba pequeños sorbos a la sopa que traían los fideos.
—No sé, ¿de qué se van a disfrazar?
—Aún no sé. Bizcochito quería ver si llevábamos un disfraz a juego—Encogió los hombros y le dio una patada en la espinilla a Chaeyoung cuando comenzó a burlarse de ella.
—Compaaaaa—Llamó la atención Chae—, mira, Nalgas miadas, ¿te acuerdas cuándo decía que ella nunca iba a ser perro faldero de nadie?—Miró a Momo y este le sacó el dedo del medio porque odiaba tanto que le siguiera diciendo ese apodo—. Y mírala, mírala ahora. Bizcochito dice ladra y ella está detrás de ella diciendo: "woof, woof".
Chaeyoung comenzó con un ataque de risa mientras golpeaba a Momo en el brazo y Mina solo se mantuvo en silencio mientras seguía comiendo. Sus amigas eran unas idiotas, pero bien sabía que no las cambiaba por nada. Estas dos imbéciles se habían convertido en sus hermanas y estaba segura de que, por más que los años pasaran, seguirían igual de unidas que ahora.
Un tiempo después se estaba despidiendo de ambas y rechazando la oferta de Chaeyoung de tomar unas cervezas. Estaba cansada y le dolía el cuerpo, el trabajo se hacía cada vez más agotador a medida que la obra avanzaba cada vez más y más. Pero no se quejaba, tenía una buena paga a pesar del trabajo pesado que hacía.
—Eh Penguin—Momo asomó la cabeza y miró dentro de la habitación. Mina se encontraba sacando la parte superior de su pijama, quedando en un top deportivo, mientras le hacía una seña para que siguiera hablando—. ¿Le contaste a tu bizcochito?
— ¿El qué?
—Lo de los trabajos.
—Eh... no, no lo he hecho. No tuve el tiempo pa hacerlo.
—Recuerda contarle.
—Seee.
Era difícil tratar de hablar de eso porque a pesar de que estaban en pleno 2022, aún habían personas que seguían discriminando a quien fuera. Mina tenía algunos tatuajes y eso le impedía poder ejercer la carrera que tanto le había costado sacar. Con el pensamiento aun rondando en su cerebro, decidió que se lo contaría a Nay, pero por el momento dormiría.
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— ¡Feliz jalojei! —Gritó Chaeyoung mientras empuñaba el cuchillo de plástico.
—No se dice así, idiota—Lo retó Momo mientras arreglaba las alas negras.
— ¿Qué mierda? —Preguntó Jihyo con sorpresa cuando bajó por el ascensor y vio a una de las amigas de Myoui... vestida casi igual que ella.
Momo había optado por llevar un disfraz fácil y para nada complicado, aunque pegar los cuernos con latex a su frente le había llevado una hora casi entera. Tenía puesto una camisa y pantalones de vestir de color negro, lo acompañaba con unas alas medianas del mismo color, había colocado algo de sangre falsa cayendo como una lágrima por su ojo y en los cuernos también. Mientras que Jihyo parecía ser lo contrario a ella, tenía unas alas exageradamente grandes de color blanco y un crop top de tela algo transparente del mismo color, llevaba shorts y su maquillaje había sido bastante elaborado, sin contar que adoraba como le quedaba la aureola que había colocado en su cabeza.
—Oh mierda. ¿Acaso eres mi alma gemela? —Preguntó Puppy Tiger con ojos brillosos y una sonrisa completamente hermosa que daba a conocer sus hoyuelos.
—Oye, habías dicho que era yo cuando hiciste ese test en Internet.
—Pero es distinto, Nalgas miadas. Tú eres mi alma gemela, pero en forma de amiga. Eres mi Sis, una de las mejores—Le guiñó uno de sus redondos ojos mientras la otra ponía los suyos en blanco.
Nayeon y Mina bajaron un tiempo después, el disfraz que llevaban era a juego y era todo de color negro con camperas de cuero, cadenas y todo lo suficiente para combinar con el maquillaje de calavera que tanto les había costado realizar. Comenzaron a avanzar por las calles, viendo como el centro comenzaba a llenarse de a poco de más personas disfrazadas.
Después de dejar pasar aún más días, Mina le había dicho a Nayeon que sabía lo del robo y también, le había preguntado si recordaba como lucían quienes se habían atrevido a hacerle eso. Bizcochito dijo que no, que todo había sido muy rápido y ellas estaban muy tapadas para que ella pudiera haberles visto una parte del rostro. Mina lo había dejado pasar en ese momento, pero eso no quería decir que se mantenía al tanto de lo que pasaba en el barrio y de que, también, tenía a algunos en la mira desde hacía unos días.
Había otro tema, el cual no habían hablado mucho. Mina no quería hacer sentir a su Bizcochito obligada a aceptar algo como eso porque si ella no quería, lo entendería y dejaría de molestar. Aunque a Nay ese tema había estado molestándola de hace mucho tiempo, había hablado con Jihyo, pero no pudo decirle qué es lo que podría hacer porque, a pesar de que trataba de hacer todo lo posible para darle un buen consejo, Mina y sus amigas seguían sin caerle muy bien. Y no era nada más que la forma en la que ellas vivían, trataba de integrarse a ese grupo porque veía como a Nayeon se le había hecho tan fácil hacerlo, no eran malas muchachas, pero sus principios y lo que le habían enseñado en casa siempre le hacían una mala pasada.
El lugar de la fiesta era la casa de las amigas en común que Jihyo y Nayeon tenían. Una pareja de universitarias que eran conocidas por llevar una gran relación desde hacía uno cuantos años y también eran bastante famosos en el campus por las grandes fiestas que siempre hacían. Pero en unos meses dejaban de ser universitarias y habían decidido de dejar las fiestas atrás para concentrarse en ejercer las carreras que habían estudiado. Llegando al hogar de Jeongyeon y Sana, ya estaba lleno. Habían personas en la acera con botellas de cervezas y vodka en sus manos, otros vomitaban en los arbustos y los que habían ido por una conquista se encontraban en ello.
— ¡Hyo, Nay!—Gritó un Jeongyeon algo ebria mientras se acercaba hasta el grupo de personas que habían llegado—. ¿Cómo se encuentran?
—Hola Unnie—Saludó Nay mientras señalaba a las otras tres—. Ellas son Mina, Momo y Chaeyoung—Presentó antes de ver como las dos últimas se retiraban a buscar bebidas—. Sí, ellas...
—Hola Mina, es un gusto al fin conocerte.
—Igualmente.
— ¿Qué sucede aquí? —Sana no se salvaba, parecía estar un poco más ebria que su novia—. ¡Tú eres Mina! Es un gusto, hermana. Nayeon nos habló mucho de ti—Tenía la voz y un tono de voz lo suficientemente alto como para que Minari la escuchara a la perfección.
—También es un gusto. Ella ha hablado mucho de ustedes que ya sentía que las conocía—Sonrió mientras trataba de aguantar el impulso de esconderse detrás de Bizcochito porque por alguna razón ellas dos la intimidaban y la hacían llenar de vergüenza.
Luego de las presentaciones y de intercambiar un par de palabras, tomaron unos tragos juntas. Jihyo se perdió en la fiesta al igual que Momo y Chaeyoung, Nayeon estaba en una parte alejada junto a Mina mientras bailaban y hablaban de los tragos que estaban tomando.
—Es trago de nena de papi—Murmuró Mina muy cerca de los labios de Nay—. Pero que rico sabe cuándo te beso—Le dio un corto beso porque a pesar de que la otra se moría por estar así, quería hablar de ese tema que la venía atormentando hace tiempo.
—Hace unas semanas me preguntaste algo—Dijo la castaña mirándola con esos ojos color miel que derretían a Minari—. Y lamento no haberte contestado las veces que lo preguntaste, no tenía una respuesta clara. Lo pensé mucho y en serio a veces me hacía doler la cabeza, pero llegué a una conclusión. Sí quiero...
—Ay, no, Bizcochito—Llevó una de sus manos a su boca mientras la miraba como si estuviera a punto de llorar—. ¿En serio vamos a ir a ver a boquita pasión?
— ¿Qué? No eso no.
— ¿Cómo no?
— ¿Eres tonta?
—A veces. ¿Qué es entonces?
—Sí quiero ser tu novia, imbécil.
— ¡¿Qué?! ¡Me estás jodiendo! —Gritó demasiado emocionada, llamando la atención de quienes estaban a sus costados o pasaban por su lado—. Dije que el día que te conocí fue el mejor día de mi vida, bueno, hoy es el segundo mejor día. Estoy muy feliz, Bizcochito... tanto que siento que me voy a mear en los pantalones.
—Habías dicho que tenías que ir al baño.
—Cieeerto.
—Ve arriba, hay uno y como casi nadie sabe de eso, no lo usan.
—Gracias. Te adoro—La besó en los labios mientras veía como su rostro se ponía completamente rojo.
Subió las escaleras y agradeció que las personas que rondaban por esa planta estuvieran haciendo sus cosas y no fila para entrar al baño. Cuando salió, su ceño se frunció porque las robanonas estaban ahí con unas cuantas cosas y sentadas en el suelo mientras rolaban un cigarrillo de marihuana.
—Eh Penguin—Dijo una de las muchachas, parando su caminar.
— ¿Qué haces aquí?
—Es la última jodita grande del año, se enteró toda la ciudad—Le hizo una seña, restándole importancia a que ellas estaban en ese lugar—. Tengo pa vender un celu. Se lo hicimos a una nena de papi que casi se caga en los pantalones. Te lo dejo en 30 mil.
—A ver—Dijo y esperó a que sacara el aparato de adentro de una mochila. Una mochila que se le hacía demasiado conocida—. ¿Qué es eso? —Preguntó mientras fruncía el ceño—. ¿A quién le robaron?—Estaba tratando de no alterarse, pero el llavero que colgaba de uno de los cierres se le hacía conocido y cuando se acercó para verlo mejor, supo qué había pasado y por quiénes Nayeon había perdido todas sus cosas—. Imbécil—Colocó una de sus manos en la nuca de la otra y lo estampó contra la pared.
— ¿Qué sucede, Sis?
— ¿Qué sucede? ¿Vas a preguntar qué sucede? Le robaste a mi Bizcochito, inútil. Y no te la pienso dejar pasar.
— ¡No se metan! —Les gritó a sus compañeras—. ¿Y cómo sé qué estás diciendo la verdad?
—No te me arrebates —Murmuró mientras le sacaba el celular y le mostraba el fondo de bloqueo, el cual era una fotografía de ella junto a Nayeon—. A ver, conmigo ya te la sabes. Dame las cosas y te vas en paz, pero te me arrebatas una vez más y te voy a bajar los dientes.
—Penguin, tranqui te las devuelvo. No sabía que era tu chica, discúlpame.
En las calles, Mina se había hecho respetar y nunca dejaba que nadie la pasara por encima. Cuando le devolvieron las cosas, se las dio a Momo porque alguien había avisado que en la parte de arriba había pelea y Nay se encargó de buscar a sus amigas para ver qué era, nunca pensó que sería Mina con sus cosas de vuelta. Entre Mina y Chaeyoung mantuvieron a una de las robanonas contra la pared, pisando la parte trasera de sus rodillas para que luego cayera al suelo y Minari no se resistió a golpearla en el suelo por el susto que le habían hecho pasar a su Bizcochito.
—Mírale bien la cara y recuérdala porque otra vez que le roban y le voy a cortar los tendones a todos. Que lo sepan los demás.
—Te lo dije, de un principio deberías de habérselo dicho.
—Calla, Jihyo.
—No soy fanática de la violencia, pero debo decir que se lució.
—Tener una amiga malandra nos puede funcionar—Jihyo se rió y luego se quejó cuando Nay le pegó en la cabeza.
— ¿Viste, Bizcochito? Tengo tus cosas.
—Sí, lo vi—Murmuró y aceptó gustoso el beso que la otra le estaba dando.
—Lo que sea por ver a mi chica feliz.
Nayeon estaba roja mientras ella le decía unas cuantas cosas más al oído. Trataba de empujarla mientras revisaba que todas sus cosas estuvieran dentro y respiró con normalidad cuando descubrió que la laptop del trabajo, y la cual, le habían dicho que debía de pagar de su sueldo, estaba sana y salva. El dinero estaba perdido, lo sabía, pero recuperar su celular era lo mejor porque tenía muchas fotografías con Minari que ella adoraba con su ser, al igual que esas que, su ahora novia, le enviaba cuando estaba aburrida.
Lo demás fue historia. Su romance había comenzado de una manera demasiado extraña y a pesar de que Nay estaba algo reticente a salir con alguien como ella, nunca se había sentido de esa manera, pero cuando esos ojos color chocolates llenos de una galaxia entera la miraban, sabía que quería esto y mucho más. Porque Mina la quería de una forma hermosa y ella la quería de igual forma. Los meses pasaron y su romance parecía hacerse cada vez más grande, sin cansarlas y apoyándose la una a la otra, porque un tiempo después Nayeon se enteró de que Minari en realidad tenía hasta la universidad terminada, pero que por culpa de los tatuajes que tenía no la aceptaban en ningún lugar. Ahora, tenía un trabajo estable y a pesar de que había luchado mucho, se había separado de sus amigas y había rentado un departamento cerca del trabajo, pero eso no quería decir que Puppy Tiger y la Nalgas miadas no iban a visitarla cada que podían. Nayeon comenzó a pasar más tiempo en su departamento y un tiempo después ambas se encontraban viviendo juntas.
El amor incondicional que tenían parecía no acabar nunca. Cada día, cada semana, cada mes, cada año, se enamoraban como la primera vez que se conocieron. Los detalles nunca faltaron y ellas sabían que siempre serían ambas contra todos los que alguna vez habían criticado.
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