Prologo
Mi piel se enfría rápido cuando el sudor que baña mi cuerpo también lo hace, la tela de mi pijama se adhiere de manera asquerosa a mi espalda debido a la misma situación.
Lo odio.
La sensación de sentir la ropa mojada encima es una de las primeras cosas en mi lista de cosas desagradables. Y son muy pocos los días en los que no lo debo experimentar.
Como también lo es el aturdimiento siempre lento a la hora de abandonarme, impidiendo que pueda hacer cualquier cosa más que esperar aquí a qué esto pase pronto.
No me puedo mover más que para temblar y todo mi cuerpo lo hace en un silencio absoluto, solo cortado por mi agitada respiración.
Quisiera llamar a mi hermano, como siempre al tener un terror nocturno, pero mi voz se niega a salir. Y al parecer, en esta ocasión no hubo gritos en ningún momento; de lo contrario, él ya estaría aquí acunándome y diciendo que estoy a salvo. Que él está conmigo, que ya nada me podrá lastimar.
Pero el no esta aquí.
Mi pecho duele con cada respiración y aún no sé cómo hacer para que este proceso sea más rápido. Lo he vivido tantas veces, pero no por eso estoy un poco mas preparada cada vez. Siendo esto a lo que mas temo, que jamás pare y que nunca me pueda deshacer de la oscuridad que pesa en mi interior.
Mis lagrimas que nunca se pueden quedar dentro salen con la añoranza de una época que nunca existió, ya que cuando no existían las pesadillas estaba el miedo, un miedo que termino por transformarse en monstruo, que me recuerda una y otra vez que las noches son abrumadoramente largas cuando el recuerdo se repite una y otra vez.
"Lo matare"
Eso dijo André cuando lo supo.
Junto con que: "Nunca mas volvería a hacerme daño, ni él, ni nadie" y que "él estaría conmigo, pasara lo que pasara de ahora en adelante".
Cómo quisiera que esas palabras fueran suficientes.
Pero no lo son.
Nada lo es.
Cómo podría si cada mañana debo levantarme y mirarla a los ojos.
Son tan parecidos a todos los de nuestra familia materna y daría los míos por que ella no los tuviera.
No la he culpado jamás de manera explicita, jamás lo he dicho con palabras, pero se que lo hago. Por que si ella no estuviera todos los hubieras serian posibles.
El frio en mi rostro y cuello por donde viajan mis lagrimas son el indicativo de que ya he vuelto en gran medida, me puedo mover. Podría salir de la cama y hacer algo por mi misma, pero lo único que consigo hacer es sentarme y quedarme mirando a la nada en medio de la oscuridad con la ropa mojada encima.
Las ganas que tenía de que mi hermano venga se van. No quiero ver lo que causa mi dolor en él, aún cuando es la única persona que sabe lo que es realmente ser yo.
Él guarda el secreto.
Dijo que lo haría.
Yo le creo.
Busco el teléfono que siempre descansa sobre la mesita de noche. Quiero ver cuántas horas quedan para que amanezca al fin, aunque no sea capaz de volver a dormir por mí misma otra vez. No sin ayuda.
El aparato me señala las tres de la mañana y unos minutos más.
—Vaya — y no lo digo por la hora.
Suelo tener tanto las notificaciones como mis redes sociales silenciadas. Con suerte, guardo algunos contactos de mis compañeros de universidad y es por esta misma razón que ver un mensaje en el buzón de entrada hace que olvide por completo por qué tengo mi rostro húmedo y los ojos hinchados.
Formo círculos con mi pulgar sin llegar a tocar la pantalla para abrir el mensaje, respiro un par de veces y como si me fuera a sumergir en una piscina con agua muy helada contengo mi aliento hasta que ya tengo el valor de dejar caer mi dedo.
Son solo un par de palabras, pero lo significan todo.
Benjamín: ¿Estás despierta?
Podría no contestar ya que los mensajes me los envió hace un rato, pero el recuerdo de sus ojos color avellana oscura me hacen olvidar por completo por qué no debería hacerlo.
Angelina: Aquí estoy.
Temblando suavemente con el corazón galopándome a mil por la sola idea de sentir que el suyo esta un poco mas cerca, haciendo olvidar el peso que hace tan poco no me dejaba respirar con normalidad.
Benjamín: No pensé que me contestarias.
Tomo una bocanada grande de aire antes de presionar la pantalla del aparato en una respuesta, es obvio que él pensara eso, ha sido el quién se fué muy lejos y ha evitado toda vía de comunicación conmigo.
Angelina: Te dije que aquí estaría cuando decidieras volver.
Angelina: ¿Lo harás?
Contengo la respiración.
Benjamín: ¿Realmente quieres eso?
Sonrió solo por que creo tener una idea de como suenan esas palabras con su voz, aunque tampoco estoy muy segura si es solo un invento de mi cabeza o si realmente recuerdo como suena.
Angelina: Yo no fui quien desapareció.
Le envió el mensaje y escojo cuidadosamente el emoji que lo acompañara. Me decido por la carita con lentes de sol y le doy a enviar también, con el corazón compungido en el miedo que esto solo sea una broma de mal gusto y Benjamín se desconecte, y su silencio vuelva por tres meses otra vez.
Benjamin: Tampoco fue tanto tiempo...
Angelina: ¿Fue suficiente para ti?
Benjamín: Sí, lo fue y no hay nada que me gustaría más en este momento que verte Angie.
Y mi voz se agolpa sin aviso en mi garganta amenazando con salir y despertar a todos en nuestro departamento. Mis piernas me ponen de pie y si no me sintiera lo suficiente entumecida habría sido mas que eso, habría saltado por toda la habitación con el teléfono entre las manos.
Me obligo a tomar el control de mi misma y suprimir las ganas infantiles de decirle que en la mañana ya estaría de camino a su casa, no importando que no sepa donde quede ni como deba llegar.
Me vuelvo a sentar en la cama y sin querer abro la fotografía de Benjamín, y ahí esta. La encuentro de inmediato, es la misma mirada que no soporto en mi misma a diario, solo alguien que esconde un secreto mira así.
¿Que es lo que tu escondes tu Benjamín? ¿Quiero saberlo?
Claro que sí.
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