—Dijiste que este es el departamento de tu hermano, ¿no? ¿Dónde esta tu hermano?

—Está en Londres, trabajando. Su mejor amigo, mi ex novio, me continúa pagando los gastos, creyendo que así volveré con él. Gilipollas —dijiste rodando los ojos—. ¿Irás a trabajar?

Mi jefe me había amenazado diciendo que si hoy día no iba a trabajar me despediría, pero tampoco quería alejarme de ti.

—Alguna vez me preguntaste que significaba mi tatuaje —comentaste de repente, mirando tu muñeca, donde tenías un tatuaje de un ancla—. ¿Sabes? Me recuerda que pase lo que pase, no debo hundirme —me miraste y sonreíste—. Y vaya que a veces debo recordármelo.

Y ahí lo decidí.

A la mierda el trabajo.

— ¿Sabes? Creo que puedo no ir a trabajar hoy.

Agarraste tu café con una mano y con la otra me abrazaste. Te di un beso en la nariz. Bajo la vista a tus labios carnosos y pregunto:

— ¿Puedo besarte?

—Con una condición —dijiste levantando una ceja.

— ¿Cuál?

—Que no sea la última vez que lo hagas.

Y te besé.