5
Después de que pasaran semanas y desaprovechara mis vacaciones, me cuestioné si realmente debería estudiar. Al final de cuentas, iba a morir igual que ella. Iba a terminar de la misma manera.
En cuanto en las noticias salió el rostro de su asesino, el vacío de su existencia volvió a inundarme. De nuevo me sentía sola, no me atrevía a contarle a alguien más sobre mis secretos o sentimientos, sólo quería decírselos a ella.
Busqué formas de tener a mi mente ocupada para dejar de verla en todas partes. Salía para despejarme, pero no funcionaba. Necesitaba aceptar que ella se había ido, pero por alguna razón seguía ansiosa de ver que al fin llegaba de su largo viaje.
Pasaron los meses y me ocupaba en la escuela y me saturaba de cosas, intentaba actuar como siempre para que no notarán mi ausencia real. Aunque lo lograba muy bien, había momentos en los que alguna palabra se relacionaba con Bibi y hacía que se desencadenara mi mal humor de repente o que me distanciara un poco de los demás para calmarme y no llorar.
Un día en mi clase de derecho hablaron de su caso, ya había pasado un año de la desgracia pero la herida seguía abierta. Soporté los primeros 30 segundos, luego pedí ir al baño para no tener que oír sus opiniones.
Detesté a cada ser humano y a cada señora religiosa y gorda sin marido que opinaba y decía con palabras despectivas que Bibi estaba muerta por andar de fácil. La verdad es que ella no se iba así como así con cualquiera, ese mal hombre se ganó su confianza, llevó tiempo para poder hacer que ella saliera con él. No andaba de fácil con chicos, ella confiaba en él. Es como si tu actual pareja o un amigo en el que crees, de repente te citara, obviamente no te ibas a negar a pasar un buen rato, después de todo, es confiable. Eso mismo pensó ella.
No sabía que iban a opinar mis compañeros de clase, así que preferí no estar al tanto de eso.
No me atreví a ir a su cumpleaños, mucho menos a su aniversario luctuoso. No tendría a quien darle regalo, no era justo que Bibiana no pudiera disfrutarlo. No quería que una lápida recibiera mi presente.
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