Final: Cómo sobrevivir a Sehun.
La radiante sonrisa con la que llegó aquel viernes a la universidad destellaba a millones de kilómetros de distancia, dando unas tres vueltas por el universo entero.
Yukhei se mostraba bastante alegre también compartiendo su felicidad, escuchando cada cosa que salía de la boca de su amigo.
—Y Sehun quiso que Manteca socializara con alguno de los perros del parque, pero terminó corriendo tras él porque se robó el juguete de otro perro —se carcajeó, tomándose el estómago por el dolor que le estaba ocasionando tanta risa—. Nunca me había reído tanto con ellos.
—Ustedes se sacaron la lotería al tenerse el uno al otro.
Las mejillas de Luhan se tiñeron de un suave rosa, pensando que era imposible sentir más amor del que sentía por Sehun.
—Si, somos dos personas demasiado afortunadas de habernos encontrado.
Ambos chicos decidieron que era hora de ir a su clase, por lo que se levantaron de la mesa y salieron de la cafetería, ajenos a las miradas secretas de dos individuos bastante peculiares.
—Estoy nervioso, Tae —susurró Jongin, sosteniendo por debajo de sus ojos el libro que le sirvió de escondite para pasar desapercibido—. ¿Qué pasará si dice que no?
—Suenas como si tú fueses a hacer la pregunta —susurró de vuelta Taemin, bajando su libro cuando se aseguró de que Luhan abandonó el lugar—. Y es imposible que diga que no, estamos hablando de Luhan.
—Quizás en un universo paralelo Luhan y yo somos muy felices juntos.
—Y gracias a todos los santos que es en un universo paralelo.
El moreno le planta un golpe en el brazo a su amigo, repitiéndole lo cruel que es por no considerar su amor platónico. Mientras tanto Taemin saca su móvil y le manda un texto a Sehun, sonriendo como un bobo al sentir que el momento decisivo se estaba acercando.
—Yah, deja de llorar y movámonos. No quieres perderte este momento especial, ¿No?
☁️☁️☁️
Luhan notó que algo iba raro.
Muchos compañeros le sonreían con demasiada efusividad y Yukhei tenía un brillito demasiado extraño en su mirada al hablarle. En varias ocasiones durante el transcurso de las horas tocó su rostro en busca de algo raro, pensando que quizás tenía la pata de Manteca marcada en su mejilla o que sin querer se había rayado el rostro con la lapicera.
—Quizás estoy demasiado paranoico...—se murmuró para sí mismo, restándole importancia al asunto.
Los viernes salía temprano, ya que su última clase finalizaba a las dos de la tarde y tenía el resto del día para estudiar o vagar como siempre lo hacía mientras estaba separado de Sehun. Ahora que volvían a estar juntos estaba más que claro que correría a los brazos del mayor, aprovechando cada segundo libre para estar a su lado.
Es por eso que saca su móvil y le manda un mensaje a su novio, esperando con ansias su respuesta. No obstante, se le hace raro que más de diez minutos pasaran y no hay atisbo de respuesta alguna, considerando que Sehun solía responderle de inmediato.
Las horas seguían avanzando y, ya terminada su última clase, salió del edificio con un pronunciado ceño fruncido, dejando notar su desconcierto al no poder ubicar ni a Sehun, Jongin o Taemin. Incluso Yukhei había desaparecido en medio de la clase, excusándose con que iría al baño y luego de media hora dándose cuenta que no volvería.
¿Todos se habían puesto de acuerdo para actuar extraño? Porque descartó la paranoia.
«A lo mejor Yukhei tuvo una urgencia y tuvo que irse. Taemin y Jongin deben estar practicando alguna coreografía y no están atentos al teléfono. Sehun puede estar impartiendo una de sus clases y necesita concentrarse en ello.»
Habiendo formulado alguna respuesta lógica a su interrogante, suspiró y decidió que era mejor irse a casa. Cuando los chicos tuviesen tiempo verían sus mensajes y lo llamarían, así que no debía preocuparse ni sobre pensar tanto las cosas.
Se sintió un tanto solitario aquel trayecto a casa, habiéndose acostumbrado pronto a la presencia de Sehun junto a él y olvidando aquella oscura época donde tuvo que aprender a estar en soledad. Entonces una fuerte autocritica azotó en su subconsciente, riñéndolo por estar tan emocionalmente dependiente del pelinegro.
Como un niño pequeño asintió de la nada, agradeciendo el que no hubiese personas a su alrededor para verle mientras tenía una conversación silenciosa con su mente.
Llegando ya al umbral de la puerta, sacó sus llaves y abrió, deteniéndose en el marco al darse cuenta de un detalle demasiado importante: Manteca no lo estaba recibiendo.
Unos ruidos se dejaron escuchar que provenían de la sala de estar, encendiendo todas las alarmas en su cabeza. Se mordió el labio con fuerza al sentir el miedo recorrer su cuerpo, montando todos los escenarios posibles en esa extravagante imaginación que poseía.
Empuñó una de sus llaves simulando un objeto punzante, más que dispuesto a tener que pelear si se tratase de algún ladrón que tenía a su perro cautivo y esperando a emboscarlo para pedirle una millonaria recompensa. Con sigilo avanzó y se apoyó en la pared, deslizándose hacia el final de esta y asomando la cabeza hacia la sala de estar, sintiendo que el corazón se le saldría del pecho en cualquier segundo.
Y así fue. Pudo jurar que por un milisegundo su alma se le escapó del cuerpo y casi pasa a mejor vida, cayendo sobre su trasero con la cara tan pálida como una hoja de papel.
—¡Bienvenido, Luhan!
¿Cuál era la manía de asustarlo con aquellas sorpresas?
Sus ojos viajaron de extremo a extremo, divisando una cantidad considerable de caras conocidas que le provocaron una sonrisa emocionada.
No solo estaban Jongin, Taemin y Yukhei, sino que también estaban todos sus ex compañeros junto a algunos de su clase actual, detrás sus padres sonriéndole con efusividad junto a la madre de Sehun.
De entre todas las personas hace aparición un feliz Manteca que corre hasta él y le empieza a lamer con alegría, provocándole unas cuantas risas.
—¿Te sorprendiste, Luhannie? —le preguntó Jongin cuando llegó a su lado y le ayudó a levantarse, casi perdiendo el equilibrio cuando el perro se lanzó sobre él en señal de querer jugar.
—Para nada —bramó con sarcasmo, sacudiéndose el pantalón—, me caí porque una hormiga me tiró.
Yukhei llega a su lado y pasa un brazo por sobre sus hombros, sonriéndole con complicidad.
—Lamento haberte dejado solo en la clase, pero tenía mis motivos.
Luhan lo miró por breves segundos sin entender, enseguida inspeccionando el lugar y frunciendo el ceño con confusión.
—Pero... ¿Qué hacen aquí? Aún no es mi cumpleaños creo.
—No, pero será la conmemoración de algo igual de especial.
La voz de Sehun deja en silencio a todos, sonrientes caras volteando a mirarlo y chillando con emoción cuando se deja ver en un precioso traje negro que le sienta a la perfección. Luhan es incapaz de apartar la vista del pelinegro, viéndose tan atractivo y elegante en el conjunto que se acentúa donde corresponde y le brinda una imagen digna de revista de moda.
Un pasillo se hace entre los presentes y a paso lento el mayor se acerca a Luhan, regalándole una sonrisa tan encantadora que sus mejillas no tardan en enrojecer y su corazón latir desbocado. Los chicos se alejan y copian a los demás, dejándolos a ambos siendo el centro de atención.
—Senpai —murmura tontamente, pestañeando reiteradas veces—, luces... perfecto.
Sehun le guiña un ojo con galantería y Luhan piensa que sus piernas en cualquier momento cederán.
—Debo lucir perfecto para hacer de este momento perfecto también.
Antes de que alguna palabra saliese de la boca del castaño, Sehun ya se encuentra con una de sus rodillas sobre el suelo y con una pequeña caja roja entre sus manos, deteniendo por completo el tiempo.
—Le agradezco tanto a mi yo del pasado por haber ido a la biblioteca ese día y haberme tropezado contigo. Te agradezco también por haber sido un chico demasiado terco y pegajoso que supo mover las piezas correctas para adentrarse en mi corazón de piedra y enseñarme que amar es lindo, pero que amar a una persona como tú es el mejor regalo que se puede recibir. Llevamos mucho tiempo juntos y cada vez te sigo amando más, encantándome con esa sonrisa que ilumina mi vida y esos ojos de ciervo que me llevan a la locura.
Suavemente abrió la pequeña caja, revelando un par de anillos tan resplandecientes como los ojos del pelinegro.
—Quiero amarte hasta mi último aliento y seguirte en cada vida que siga luego de esta. Quiero que el destino grabe nuestros nombres y nos siga uniendo para siempre, porque después de conocerte soy incapaz de volver amar a alguien que no seas tú.
Tibias lágrimas comenzaron a empapar sus mejillas, sintiendo un nudo tan grande en su garganta repleto de conmoción.
—Luhan, apellido Lu y nombre Han. ¿Deseas pasar el resto de tu vida a mi lado?
Un sollozo brotó con fuerza y cerró los ojos, asintiendo sin parar mientras intentaba secarse las lágrimas.
—S-Si, mil veces sí.
Fuertes aplausos y gritos quebrantaron el silencio que se había formado mientras esperaban la respuesta del pequeño castaño. Sehun no pudo contener su inmensa dicha y se levantó con un par de lágrimas cayendo también, abalanzándose sobre su chico y fundiéndolos en el abrazo más cálido que pudieron haber tenido.
—Te amo tanto, Sehun —sollozó el más bajo contra su pecho, suspirando con satisfacción cuando el pelinegro besó su frente—. Mi único deseo es pasar el resto de mi vida contigo.
Los padres de ambos eran un mar de lágrimas mientras Sehun y Luhan se colocaban sus respectivos anillos y cerraban aquella unión con un casto beso que duró una eternidad. Sus amigos estaban en igualdad de condiciones, abrazándose entre si con una felicidad inmensa viendo a la pareja perfecta unir sus vidas hasta la muerte.
—Me gustaría poder llevarte a un altar y jurar ante todos nuestro amor, pero todavía no es legal, así que esta instancia es lo más cercano a ello.
Luhan soltó una pequeña risa mientras borraba el rastro de sus lagrimas, sonriéndole al alto con diversión.
—¿Deberíamos ir a Las Vegas para hacerlo oficial?
Sehun se encogió de hombros y volvió a besarlo cortamente, conteniéndose de devorárselo por respeto a los presentes.
—Puede ser, pero mientras este momento exista no hace falta nada más, bebé.
Ahora muchas cosas cobraban sentido para Luhan con respecto a las incesantes insinuaciones de su suegra y sus padres sobre casarse. Sehun lo había planeado con tiempo, procurando que fuese algo especial que si resultó como tal. ¿Qué más pruebas necesitaba que su novio era el hombre más perfecto de todos?
—Suficiente lloriqueo por hoy —anuncio Heechul, luciendo sus ojos rojos e hinchados mientras caminaba hacia la pareja y les daba un fuerte abrazo—. ¡Que comience la fiesta!
Entre felicitaciones y música, la tarde fue una verdadera celebración que conmemoraba la unión de dos chicos que se encontraron a corta edad y que decidieron no separarse nunca más, volviendo realidad todo lo que los mangas shojo que leía Luhan ilustraban como el final de un cuento de hadas.
Ya acercándose la noche, Luhan recibió con la cara roja la reservación de dos noches en el hotel más lujoso de la ciudad, cortesía de sus padres y presunto "regalo de bodas".
—Pásenlo bien, mis pequeños —les guiñó el ojo Taeyeon, regocijándose cuando Sehun también terminó sonrojado junto a su hijo—. No les diré que me den nietos, pero espero decidan adoptar otro perro o un gato, de esos no tenemos todavía.
—¡Mamá! —se quejó el castaño, tapándose la cara cuando las risas de los presentes no se hicieron esperar por los comentarios de la mayor.
Sehun abrazó a Luhan y este escondió el rostro en su cuello, gesticulando un "gracias" hacia su suegra. Tanto su madre como los padres de Luhan le levantaron los pulgares, sus amigos detrás moviendo las cejas de manera sugestiva.
Sin duda les sacarían provecho a esas dos noches ahora que eran no-oficialmente esposos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro