El primer día de universidad debía ser una experiencia inolvidable en la que llegas a un entorno desconocido junto a personas desconocidas y tienes la oportunidad de empezar desde cero, creando momentos únicos que marcarán el comienzo de una vida más adulta.

Luhan no lo estaba haciendo mal, ya que por el solo hecho de haber entrado al salón correspondiente a su primera clase con una encantadora sonrisa logró captar la completa atención de todos sus compañeros, manteniendo a esa misma masa de gente siguiéndolo todo el transcurso del día, completamente encantados con su burbujeante personalidad.

Incluso si tenía cuarenta años, Luhan seguiría siendo el niño con exceso de azúcar que amaba los mangas shojo.

El día finalizó bien y, como si fuese broma, sus nuevos compañeros les recordaron demasiado a los antiguos, aumentando la calidez de su corazón en aquel momento.

Caminó por el pasillo principal de la facultad de psicología, saliendo de esta y llegando al campus de la universidad, no sin antes percatarse de la mirada atónita de una persona más que conocida.

―Oh, ¡Hola, Sehun hyung!

Sehun no podía creérselo. ¿Luhan estaba en su misma universidad? O más importante: ¿Por qué jamás le preguntó a qué universidad tenía planeado entrar? Incluso si ya no eran novios, el castaño no pudo sentirse el peor de todos por no haber sabido algo tan simple como eso.

―Hola, Lu.

Luhan le sonrió cómo lo hacía con todos, sin brillitos especiales ni sonrisas bobas de enamorado, y emprendió camino, dejando atrás a su ex novio, demasiado contento como para volver a pensar en el hecho de que en esos tres meses que pasaron Sehun no volvió a dirigirle la palabra hasta ese día.

Sehun observó la espalda del que en algún momento fue su chico, deseando poder ceder a los impulsos de correr tras él, besarlo y escaparse con él hacia algún lugar donde nadie pudiese encontrarlos. No obstante, nuevamente se mantuvo allí, viendo como la felicidad se le escapaba de las manos.

―Sehun oppa, tenemos que ir a ensayar~.

La voz de Nayun lo sacó de su miseria, devolviéndolo a algo peor: la realidad.

La chica le sonrió genuinamente, ajena a todo lo que estaba sucediendo con su amigo, y Sehun lo único que pudo hacer fue asentir y dejar que ella entrelazara sus manos para guiarlo hacia la sala de ensayos.

Algo no estaba bien, pero Sehun no sabía qué.

☁☁☁

Un feliz Manteca recibió a su dueño entre frenéticos meneos de cola y babosos besos perrunos, contagiando aquel entusiasmo al pelinegro.

―Hoy vi a senpai ―murmuró con una sonrisa, abrazándose al cuello del perro―, sigue igual de guapo que siempre.

La colita de Manteca dejó de moverse y sus orejas decayeron al oír la voz triste del menor.

― ¿Sabes, Manteca? Sehun y su amiga se ven bien juntos...

Porque cuando lo saludó quiso decir más, quiso ir hacia él y contarle todo lo que le había pasado en esos tres meses, pero lo detuvo la mirada enamorada de Nayun hacia Sehun detrás de este, sin notar su presencia.

Porque, aunque doliera, entendía el por qué Sehun dejó de quererle, entendía por qué poco a poco comenzó a preferir estar con su amiga que con él.

O eso es lo que pensaba Luhan luego de sacar sus propias conclusiones.