— Te llamare después —aviso la chica despidiéndose del príncipe.

— Estare esperando por esa llamada —le guiño un ojo antes de darse la vuelta y emprender camino a la salida.

Alice suspiro dejándose caer en la silla, finalmente el día había terminado.

— Ese chico es guapo y divertido —afirmo la reina— deberías intentarlo con el —le animo teniendo como respuesta que la rubia negara.

— Sabes que no lo hare, no es mi...tipo —su madre alzo una ceja sonriendo.

— ¿ah sí? ¿y cuál es tu tipo? —inquirió con interés.

"—un tierno castaño de mechones rosas—pensó Alice sin embargo no se lo diría a su progenitora."

— De rasgos asiáticos —se limitó a contestar.

— Mmmm... conozco a un príncipe, no recuerdo su nombre pero sé que su apellido era Kim, si quieres puedo arreglar una cita entre ustedes dos —propuso y la menor se encogió de hombros desinteresadamente.

— Claro, como desees —acepto antes de levantarse de su puesto e ir a su habitación.

Tres meses habían transcurrido desde entonces. El primer mes se había basado en la chica intentando volver a ese curioso mundo por medio del lago pero como era de esperarse no había funcionado, el segundo mes había estado en una especie de depresión en la que noche tras noche lloraba sin cesar en su habitación extrañando la compañía de ese ser tan especial y el tercer mes era el de la aceptación... a medias pero ahí iba, desde entonces había vivido sus días estudiando y conociendo chicos en contra de su voluntad pues sus padres no habían tenido piedad de ella con respecto al tema del matrimonio por lo que no era raro que la presionasen pero Alice ya no se quejaba, ella sentía que ya no valía la pena luchar. Cerrando la puerta camino a su cama y luego se lanzó encima de está levantándose inmediatamente por haber sentido un pequeño bulto acompañado de un pequeño quejido. Con algo de confusión hizo a un lado la sabana percatándose de como su corazón se aceleraba por lo que encontró.

Un pequeño conejo blanco estaba en su cama.

Sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas Alice tomo en sus manos a la pequeña bola de pelos dejándose llevar por los recuerdos. La chica se negaba a creer que era ese chico, el mismo le había aclarado que no pertenecía a ese mundo por que no tendría sentido que haya regresado. Lo más lógico es que haya sido un regalo de su madre pues esta le había preguntado anteriormente por su mascota y la rubia solo le dijo que se había perdido pero aun así se atrevió a decirlo.

— ¿Kook? ¿eres tú? —pregunto a pesar de que sabía que el conejo no le respondería.

Al decir esto el conejo se zafo de las manos de la chica bajando hasta llegar al suelo entre salto y salto dirigiéndose al espejo que había en la habitación sentándose frente a este. Con algo de duda Alice camino hasta quedar al espejo y ahí estaba, frente a ella estaba su reflejo y a su lado estaba él... no había cambiado nada la única diferencia solo era su vestimenta pero aun así era él.

Era JungKook quien le sonreía de esa manera que solo él sabe hacerlo.

Alice noto y miro sorprendida como el conejo se adentraba en el supuesto espejo desapareciendo el reflejo del chico alarmando a la chica quien no sabía qué hacer. De repente, una mano proveniente del espejo sujeto su muñeca halándola en su dirección causando que la rubia cerrara sus ojos por el susto. Alice no supo cómo lo hizo lo único que sabía es que ahora se encontraba en sus brazos.

— Bienvenida de nuevo, Alice...

Fin 

(si, el fin >:v)

faltan las curiosidades we